27 febrero 2015, Rebelión http://www.rebelion.org (México)
EEUU se caracteriza por
intervenir militarmente aquellos países en los que ve amenazados sus intereses
económicos, claro que la agresión es justificada en «defensa de los derechos
humanos y la democracia».
Entonces preocupa que
el Congreso de la República, el 29 de enero del 2015, haya autorizado (¡casi en
secreto!) el ingreso de soldados yanquis bajo el pretexto de «entrenar a los
militares peruanos en el cumplimiento de operaciones especiales para combatir
el narcotráfico y la insurgencia» (http://goo.gl/jBTtWf). En el mismo sentido, no debemos olvidar que somos
el único país de la región que tiene nueve bases militares norteamericanas y
que hemos entregado tres puertos que sirven de reabastecimiento para la cuarta
flota norteamericana (http://t.co/DnZntyuHIC).
Sin embargo, el
objetivo sería enviar un mensaje claro a los gobiernos de izquierda y
progresistas de la región, especialmente a la República Bolivariana de
Venezuela, proyecto revolucionario que
no escatima en socavar a sangre y fuego.
En ese sentido, EEUU, siguiendo la vieja doctrina Monroe, considera aún que
América Latina es su patio trasero.
No olvidemos que la
doctrina Monroe establece que si un país del continente amenaza o pone en
riesgo los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses,
entonces Washington está obligado a intervenir en los asuntos de ese país para
«reordenarlo» y restablecer los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus
empresas. Esta doctrina se sintetiza en la frase: «América para los
americanos». Sin embargo, hay que tener mucho cuidado (como advirtiera, Diego
Portales, Ministro de Estado de Chile): «Para los americanos del norte, los
únicos americanos son ellos mismos».
La injerencia de los
EEUU sobre nuestros gobernantes no es nueva, los cables de Wikileaks difundidos
el año pasado, pusieron al descubierto quien estuvo detrás de la masacre de
Bagua en el 2009 (http://goo.gl/yc99sf). Tampoco es casual que en las últimas décadas el Perú
haya tenido una política de alineamiento con los EEUU, aplicando a rajatabla
las recetas de Washington, manteniendo el modelo económico extractivista
primario-exportador y profundizando el neoliberalismo.
Por consiguiente,
debiéramos reflexionar acerca de la injerencia norteamericana en los asuntos
internos de nuestra patria. El pueblo peruano debe comprender que la
intervención norteamericana ocurre en el presente y es real, que no es un
invento de los «que se oponen a la inversión», que la tesis del «perro del
hortelano» de Alan García, y las posturas fascistoides del actual gobierno de
Ollanta Humala – como la criminalización de la protesta social y la persecución
política de los líderes y dirigentes populares – están dentro del marco de la
defensa de los intereses de los EEUU y sus grandes corporaciones
transnacionales.
Finalmente, estamos
convencidos que el Perú tiene que redefinir su relación con la potencia del
norte, de una relación de sumisión y poder a una relación entre iguales.
Recuperemos la dignidad como país soberano, dejemos de ser una neocolonia de
los EEUU. Exijamos la expulsión de las tropas yanquis y de todas las agencias
de cooperación norteamericanas de nuestro país.
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