18 febrero 2015, Sputnik http://mundo.sputniknews.com (Rússia)
La iniciativa de China para
mejorar las relaciones económicas y comerciales con el exterior ha sido un
rotundo éxito y ha hecho posible que la presencia del gigante asiático en
América Latina sea considerada ya un hecho normal y corriente.
Han pasado 15 años
desde que el Gobierno de China decidiera lanzar una estrategia que bautizó como
"Salir fuera" (走出去, zouchuqu) para mejorar las relaciones económicas y
comerciales con el exterior en aquellas áreas de interés común. La iniciativa
ha sido un rotundo éxito y ha hecho posible que la presencia del gigante
asiático en América Latina sea considerada ya un hecho normal y corriente.
Los vínculos
multilaterales se han profundizado tanto en estos años que
ya no le resultó
curioso a nadie que el presidente chino acudiera en julio del año pasado, en
calidad de destacado invitado, a la cumbre regional de la CELAC celebrada en
Brasilia. Es cierto que Xi Jinping se encontraba precisamente esos días en
tierras brasileñas, como parte de una visita de Estado, pero su presencia en la
reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos no fue nada casual, sino el
solemne certificado de que China desempeña un rol esencial en el desarrollo de
la economía de esta parte del mundo.
Xi realizó una gira
inusualmente intensa por cuatro países latinoamericanos —Brasil,
Argentina, Venezuela y Cuba- que fue considerada por la agencia oficial china
XInhua como "histórica y trascendental".
En la cita de
la CELAC, Xi propuso un esquema 1+3+6, es decir, "un plan, tres motores y
seis campos", para profundizar la cooperación entre ambas partes. "Un
plan" se refiere a la elaboración de un Plan de Cooperación entre China,
América Latina y el Caribe para 2015-2019, con el fin de lograr "el
crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible". "Tres
motores" se refiere al comercio, las inversiones y las finanzas, con los
cuales se pretende promover el desarrollo de la cooperación y elevar, en un
margen de 10 años, el volumen del intercambio comercial a los 500.000 millones
de dólares anuales, frente a los 261.600 millones de dólares de 2013.
Resumiendo, duplicar la cifra. Y "seis campos" se refiere a la
energía, la construcción de infraestructuras, la agricultura, la manufactura,
la innovación tecnológica y la tecnología de la información.
Esa fórmula representa
las líneas maestras de la política de cooperación China-Latinoamérica, una
política que se apoya en un extenso programa de inversiones para las empresas
de la región a lo largo de la próxima década. El objetivo es aumentar las
inversiones acumuladas hasta los 250.000 millones de dólares en el mismo plazo.
La fructífera
visita de Xi, que un año antes estuvo en Costa Rica y México, refleja la
creciente y efectiva relevancia que tienen América Latina y el Caribe para
China, tanto en el ámbito político como económico y global.
De hecho, los hombres
de negocios chinos no se han expandido aún más por la parte central del
continente debido al histórico contencioso político-militar que sigue librando
China con Taiwán tras la guerra civil librada entre comunistas y nacionalistas
hace más de 60 años. La primera considera a la segunda una provincia china más,
pero Taiwán todavía mantiene relaciones diplomáticas plenas con una docena de
Estados centroamericanos, entre ellos Nicaragua, Panamá, y Honduras.
Gracias al
impulso de Xi y a una reciente visita de la presidenta de Argentina, Cristina
Fernández, se han encarado proyectos de infraestructuras multimillonarios como
el desarrollo de una nueva central nuclear argentina (sería la quinta de ese
país) o la construcción del Ferrocarril Bioceánico que uniría los puertos de
Brasil y de Perú en el Pacífico. Esta nueva línea de transporte reduciría
sustancialmente el tiempo y los costes de la exportación de grano y otras
materias primas a los consumidores chinos.
Además del
capítulo de las infraestructuras, otro de los aspectos donde más se aprecia la
aportación oriental es el de la transferencia tecnológica. Su cooperación ha
sido esencial, por ejemplo, en la investigación del espacio y su consiguiente
comercialización.
Por ejemplo, Brasil
habría tardado mucho más tiempo en desarrollar un programa de satélites de
observación terrestre propio, como el actual proyecto CBERS, suscrito por ambas
partes ya en 1988, es decir, bastante antes de que naciera la estrategia
"Salir fuera".
El área del
espacio -- donde China sigue siendo uno de los cinco grandes junto con Estados
Unidos, Rusia, Japón y la India -- se ha convertido en uno de los pilares
fundamentales de la cooperación industrial con distintas naciones
latinoamericanas.
Brasil es un buen modelo de esta fuerte alianza, pero también destaca la asociación estratégica integral labrada con el Gobierno de Caracas. Gracias a la ayuda técnica prestada por la Academia China de Tecnología Espacial (CAST, según sus siglas en inglés), los venezolanos pueden presumir ahora de poseer dos satélites y de pensar en un tercero. Algo que no pueden hacer sus vecinos colombianos.
Lo mismo les ocurre a
los bolivianos que están viendo cómo recuperan poco a poco la inversión
realizada — y los créditos solicitados- para controlar el primer satélite
de telecomunicaciones propio, el Túpac Katari, llamado así en honor del líder
indígena aimara que se enfrentó a los conquistadores españoles en el siglo
XVIII. En muchas ocasiones, la experiencia adquirida por los ingenieros locales
vale más que una buena inyección de dinero.
En este contexto de
amistad no es extraño pues considerar que Venezuela, Argentina y Cuba se hayan
dirigido ya a sus socios chinos para buscar ayuda financiera, dados los serios
apuros económicos que atraviesan. Lo que no está claro es hasta qué punto ha
respondido China a estas necesidades. Hay informes de que China ha ayudado a
Venezuela aplazando pagos de crédito a futuro y ofreciendo nuevos préstamos.
Hay indicios de que China está aumentando moderadamente la inversión en Cuba y
mandando nuevos capitales a Argentina.
En general, los
vínculos entre China y América Latina se desarrollaron durante un periodo de
bonanza económica. Hoy, el panorama es radicalmente distinto. El crecimiento
chino ha caído por debajo del 7%, mientras que la coyuntura que viven Venezuela
o Argentina suena muy preocupante. Por desgracia, parece que la desaceleración
ha llegado para quedarse en la región pues varios obstáculos estructurales
globales están frenando y complicando la reactivación económica.
La pregunta del millón
es saber cuáles serán las consecuencias que tendrán este cambio de
circunstancias en las futuras relaciones. ¿Cómo evolucionarán durante un
período en que el crecimiento y la prosperidad de ambos está en riesgo y en que
los fuertes intereses económicos mutuos que los unían se están debilitando?
¿Qué sucederá con las relaciones cuando tanto China como Latinoamérica no sigan
siendo un fuerte mercado para sus exportaciones recíprocas? Estas dos preguntas
se las formulaba en un reciente artículo Peter Hakim, presidente emérito del
think tank Diálogo Interamericano, un reconocido centro de análisis de
políticas e intercambio de información en el Hemisferio Occidental. Lo más
probable, se contestaba el propio Hakim, es que China y Latinoamérica
encontrarán "soluciones pragmáticas" porque "tienen una
experiencia considerable en trabajar juntos y están ahora mejor equipados que
nunca".
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