19 septiembre 2014, Rebelión http://www.rebelion.org (México)
CEPRID
El servilismo de la
Unión Europea respecto a EEUU pasa factura. Las sanciones que ha impuesto Rusia
sobre importaciones agrícolas, carne y pescado van a dar el golpe de gracia a
la UE. Los primeros síntomas ya están aquí: Alemania y Francia se estancan,
Italia entra en recesión y la tan propagandizada “mejoría económica” no es más
que humo.
Las sanciones de Rusia
sobre el sector primario de la economía europea van a suponer unas pérdidas de
entre 6.000 y 7.000 millones de euros y pone en riesgo unos 130.000 empleos
vinculados a las exportaciones de alimentos (1). Hay que añadir los daños
potenciales para las empresas proveedoras de artículos y servicios auxiliares,
como el transporte.
Pese a que desde los
llamados medios de comunicación se está lanzando la versión de que todo está
controlado, de que la Política Agrícola Común ha previsto situaciones de este
tipo la realidad es que el presupuesto de compensación de pérdidas es de 400
millones, lo que supone una cantidad que no llega al 8% del total de pérdidas
estimadas. Polonia, Lituania, Finlandia, España, Francia y la República Checa
ya han pedido
que se aplique el fondo de compensación. ¿A cuánto va a tocar
cada país, a 70 millones? ¿y si en los próximos días hay más peticiones a 60, a
50 a…?
Además, y como reconoce
la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), EEUU, la UE,
Canadá, Australia y Noruega –los afectados por las sanciones rusas- tienen que
reorientar “rápidamente” su producción agrícola y ganadera. Pero la pregunta es
¿hacia dónde? ¿hacia China, un socio estratégico de Rusia en estos momentos y
un enemigo potencial en el futuro –para EEUU lo es ya-? ¿hacia América Latina,
un continente productor de frutas y verduras, así como de carne? ¿hacia África?
La UE se encuentra con que no tiene escapatoria, no tiene mercados a los que
acudir lo que supone un golpe que puede ser irremediable para el sector
agrícola y ganadero.
La decisión de Rusia
tiene un impacto directo claro al tiempo que unas implicaciones indirectas. El
directo: prohibición de fruta polaca, productos lácteos finlandeses y bálticos,
pescado noruego… El indirecto: los agricultores franceses ya han dicho que no
permitirán la expansión hacia el oeste de la fruta polaca y comienzan los
movimientos de protesta en otros países, como en España. A largo plazo, las
sanciones que ha impuesto Rusia a los productos agrícolas con una duración de
un año, de momento, pueden cambiar la forma de toda la estructura de la
producción y el consumo de la UE. No es una afirmación aventurada porque ya, en
el corto plazo, se está produciendo una saturación del mercado por algo tan
sencillo como que no hay dónde almacenar la producción que iba destinada a
Rusia.
Aunque la UE ha
anunciado una ayuda de 125 millones de euros para la retirada y distribución
gratuita de algunas verduras y frutas perecederas hay que tener en cuenta que
se está en plena temporada en algunos productos y no hay planes de
almacenamiento ni margen para buscar nuevos mercados.
Los europeos, en una
especie de alucinación colectiva, se sumaron a las sanciones que EEUU impuso a
Rusia defendiendo, no se olvide, un golpe neofascista en Kiev y pensando que,
como suele ser habitual, no habría respuesta. Pensaban que Rusia iba a ver
afectado su Producto Interior Bruto y se frotaban las manos con ello. Pero no
ha sido así. El PIB también era el indicador que esperaba Rusia y cuando vio
que continuaba creciendo, a un ritmo no muy impresionante pero subiendo (el
primer trimestre de este año creció el 0’9%, el segundo trimestre el 0’8%),
asestó el golpe. Un golpe de gracia a la Unión Europea.
Aunque las sanciones de
Rusia apenas llevan un mes implementadas ya se puede decir que son el factor
determinante para que la UE esté a punto de entrar en una nueva recesión puesto
que se producen en un momento en que la economía de la UE está en una profunda
crisis y asentada en el estancamiento. El Ministerio de Finanzas de Alemania
acaba de publicar su informe mensual (2) en el que reconoce que “la disminución
del PIB es probable que tenga que ver con el efecto de las sanciones y los
efectos negativos sobre la confianza debido a la crisis de Ucrania”. Y añade
que “si la crisis de Ucrania no se agrava más y no se imponen más sanciones más
graves es de esperar que la actual desaceleración económica sea sólo temporal”.
¿A qué se está refiriendo? Pues al suministro de gas y petróleo que le llega de
Rusia. La producción industrial de Alemania ha caído el 0’2% y una recesión en
este país arrastraría no sólo al sur de Europa (España, Portugal y Grecia
especialmente) sino también a su más cercana influencia: República Checa,
Hungría y Polonia.
Luego he aquí una de
las razones por las que la UE se ha tentado la ropa con las críticas a la
decisión rusa de enviar un convoy humanitario a Luganks. No se ha pasado de la
crítica verbal porque la UE no puede ir más allá. Hacerlo equivaldría al
haraquiri como ente político y económico. Y está muy cerca de ello.
El informe también
añade que “otras tensiones geopolíticas”, que no especifica aunque es de
suponer que se refiera a la confrontación de EEUU y China y a Oriente Próximo y
Medio, y “el débil desarrollo económico en la zona euro han contribuido a la
contracción de la zona euro”. Más claro, agua.
A la recesión de
Alemania, o “ralentización” como han dicho los alemanes, hay que sumarle que
Francia ha visto cómo se reduce su producción industrial y lo mismo ha ocurrido
en toda la UE (el 0’3% en la zona euro y el 0’1% en el conjunto de la UE). Es
evidente que el golpe asestado por Rusia ha desmontado el discurso de la
recuperación y la situación económica de la UE ha demostrado ser demasiado
frágil para resistir impactos externos y tensiones geopolíticas.
Además, están
comenzando a conocerse encuestas donde se refleja el sentir popular y en
Alemania, por ejemplo, el 46% de la población se opone a las políticas de
Bruselas y Bonn con respecto a Ucrania y Rusia porque están viendo las orejas
al lobo. Los sindicatos consideran que se pueden perder 21.000 puestos de
trabajo y eso erosionaría de forma considerable al gobierno de coalición que
mantienen los cristianodemócratas y socialdemócratas puesto que éstos se verían
muy presionados por los sindicatos, que fueron su gran apoyo en las pasadas
elecciones (3). Pero no es sólo esta cifra la que asusta. Economistas críticos
elevan esa cifra de posible pérdida de trabajo a los 400.000 porque este es el
número de personas que trabajan en empresas ligadas con el comercio con Rusia,
no sólo agrícola y ganadero.
Esta es una de las
razones por las que Alemania, junto a Francia, está intentando casi con
desesperación algún tipo de acuerdo entre Rusia y Ucrania que permita salvar la
cara a la UE por su apoyo al régimen neofascista de Kiev. Francia ve cómo
tambien desciende su producción industrial, aumenta el paro, el PIB está en
números muy cercanos a la recesión y se ve envuelta en una costosa maquinaria
colonial-militar en África, además de haber sido sancionado uno de sus
principales bancos y sufrir una constante amenaza su industria militar por los
acuerdos con Rusia. Sobre esto volveré más adelante.
No son los únicos
países en pasar apuros. Siguiendo sólo con el baremo laboral, Polonia va a
perder 23.000 empleos, Francia, España e Italia 10.000 y así hasta los 130.000
que estimaba la consultora danesa. Sin embargo, la única reacción hasta el
momento ha sido la de Finlandia, que ya ha dicho que no se va a sumar a la
postura de sanciones de la UE y que se desvincula de la decisión comunitaria
porque “la cooperación con Rusia es, sin exagerar, una cuestión de
supervivencia económica”. Quien dice esto no es un cualquiera, sino el propio
primer ministro. No en vano, Rusia supone el 10% del comercio exterior de
Finlandia y el 25% del total de las exportaciones de alimentos va para Rusia.
Si Finlandia se sumase a la postura de la UE sería, literalmente, un suicidio.
La oportunidad de
América Latina
Rusia propuso un
programa de desarrollo mutuo, un área de desarrollo general con un régimen
comercial preferencial desde Lisboa a Vladivostok. Esta propuesta fue
despreciada por la UE y, en cambio, apostó por la Asociación Trasatlántica de
Libre Comercio. Por lo tanto, es mucho pedir que los plutócratas de Bruselas
hagan alguna autocrítica respecto a su seguidismo y vasallaje con EEUU, pero lo
primero que tendrían que replantearse es la propuesta estadounidense de crear
la ATLC. Si estuviese ya en vigor, la UE habría quedado atrapada como un
insecto en una tela de araña y si no cambia de táctica política y el
enfrentamiento con Rusia va a más pronto pueden llegar las complicaciones
políticas a nivel interno y externo. Una de ellas, el fortalecimiento del euro
escepticismo y los sentimientos antiestadounidenses. Otra, el debilitamiento
del euro en paralelo al declive del dólar. Sobre ésta última volveré más
adelante.
Las revueltas de
agricultores, aún pequeñas y más bien simbólicas, están siendo aprovechadas por
los plutócratas de Bruselas para amenazar a otros países con su habitual
política amenazadora. La UE ya está recurriendo a sus habituales tácticas de
presión política con los países que considera más débiles. Es el caso de
América Latina. Ya ha habido amenazas nada veladas sobre que América Latina no
debe aumentar sus suministros de alimentos a Rusia para cubrir el déficit que
se genera con las sanciones a los alimentos europeos, estadounidenses,
canadienses y australianos.
La neolengua de la
burocracia de la UE dice que está “negociando” con los países latinoamericanos
para “federar” al mayor número posible de ellos a fin de presionar a Rusia.
Estos chicos no tienen remedio. Olvidan que 19 países, de los 42 que componen
América Latina y el Caribe, o votaron con Rusia o se abstuvieron cuando en la Asamblea
General de la ONU se votó sobre la anexión de Crimea. Y son estos países,
precisamente, los que más interés tienen en suplir a los productos occidentales
en Rusia. El argumento de Bruselas es curioso: dice que no es oportuno tratar
con un socio “poco confiable” como Moscú y que “sería un error” que los países
latinoamericanos “sacrificaran una relación económica ya extensa por beneficios
a corto plazo”.
Hay que hacerse una
pregunta: ¿hay algún atisbo de inteligencia en la UE? El comportamiento es claramente
colonial. Hay gente que no cambia y la única forma de que lo hagan es a
estacazos. América Latina perdería el tren de la historia si no aprovechase la
oportunidad, máxime teniendo en cuenta que no hace mucho tiempo, sólo un par de
meses, tanto Putin como el presidente chino Xi Jinping realizaron una gira por
el continente y en ella ambos, pero sobre todo Putin, hablaron de la cuestión
comercial.
Fue el caso de Brasil,
sin ir más lejos. Ahora los brasileños ven el cielo abierto con las sanciones a
la UE y EEUU y hasta los empresarios hablan de “revolución” con las
posibilidades que ha abierto la decisión rusa. Lo mismo pasa con Argentina,
inmersa en una batalla a vida o muerte contra los fondos buitres y amenazada
por EEUU. La presidenta Cristina Fernández es muy consciente y ha dicho que el
gobierno va a generar las condiciones para que el sector privado, con el
impulso del Estado, pueda incrementar las exportaciones y satisfacer la demanda
del mercado ruso. Argentina se ha desviado de forma espectacular del campo
político europeo-estadounidense desde el colapso económico de hace más de una
década y se ha acercado tanto al ALBA como a los BRICS. Seguro que la batalla
que está dando ahora contra los “fondos buitres” tiene mucho que ver con todo
ello.
Las relaciones de Rusia
con Brasil y Argentina conducen inevitablemente a unas relaciones positivas con
Uruguay, el vecino menor de ambos países y socio del MERCOSUR. También este
país ha dicho que está dispuesto a aumentar sus exportaciones a Rusia.
Lo mismo ocurre con
Ecuador, donde el presidente Rafael Correa ya ha dicho que no va a pedir ningún
permiso a la UE para comerciar con Rusia y aprovechar esta posibilidad de abrir
nuevos mercados para los productos ecuatorianos, fruta y flores sobre todo. Ecuador
tiene mucho que ganar, máxime teniendo en cuenta que Rusia tiene la intención
de invertir 1.500 millones de dólares en el sector de la energía.
El comercio entre
Brasil y Rusia en 2013 supuso más de 3.000 millones de dólares, de los que 563
fueron en exportación de carne bovina. Ahora se puede casi duplicar. Muy
similar fue el comercio entre Argentina y Rusia, 2.677 millones de dólares. Así
se podría ir país por país y comprobar que las posibilidades de Chile, Perú,
México, Colombia… son inmensas.
Los casos de Perú y
Chile son curiosos. Miembros de la Asociación TransPacífico, un bloque
neoliberal afín a EEUU y del que también forman parte Colombia, Costa Rica y
México, quieren entrar en el mercado ruso desafiando tanto a sus patronos
estadounidenses como a la UE. No es el momento para ahondar en este asunto,
pero la relación que ambos países mantienen con China –los dos tienen firmados
con los chinos acuerdos de libre comercio- tienen mucho que ver con su
pretensión de aprovechar las sanciones que ha impuesto Rusia para comerciar con
este país. A buen seguro China ha presionado para ello.
En el momento de
escribir este pequeño análisis, Rusia ya ha autorizado a empresas brasileñas y
chilenas la exportación de carne y pescado y mariscos a su territorio.
Todo esto es lo que
quiere evitar la UE haciendo gala de su comportamiento colonial. Pero ya es
tarde. Rusia y China tienen importantes acuerdos bilaterales con Venezuela,
Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil; los BRICS ya tienen reuniones con la
UNASUR y la CELAC… Los nuevos bloques regionales se están constituyendo en
nuevos bloques de poder y ya nada será igual.
No obstante, la
valiente postura de América Latina no está exenta de riesgos ya que quien
aparezca a ojos de EEUU como “socio de Rusia” estará marcado y será vulnerable
a cualquier desestabilización patrocinada por Washington. El caso de Venezuela
es un buen ejemplo, porque el papel de este país, sobre todo durante la
presidencia de Hugo Chávez, en la reinserción de Rusia en el continente latinoamericano
fue esencial. A la hora de hablar de la desestabilización de Venezuela, próvida
y alentada por EEUU, hay que tener en cuenta este factor geopolítico.
La vuelta al patrón oro
Junto a este
importantísimo cambio en las relaciones económicas hay otra consecuencia letal
para la UE y, a largo plazo, para EEUU como consecuencia de las sanciones
impuestas por Rusia: muchos países están “reconsiderando” la prepotencia del
dólar en las relaciones económicas y Rusia está dando pasos para que, al menos,
haya otras monedas. Y esto preocupa, y mucho, a EEUU. Joseph Quinlan, director
estratégico del Banco de América, ha dicho que “este molesto giro de las
relaciones entre Rusia y Occidente por culpa de las sanciones puede ser el
catalizador del comienzo de un mundo multidivisa” (4).
Aunque el efecto de las
sanciones no pudiese apreciarse pronto, y ya se ha visto que sí con el ejemplo
alemán, no es aventurado decir que es el paso más importante que se ha dado
hacia la desaparición del dólar como moneda de reserva del mundo. La UE más
temprano que tarde se dará cuenta que no puede seguir subvencionando las
enormes deudas del gobierno de EEUU sólo para recibir palos y más palos, como
las sanciones contra los bancos franceses, por ejemplo. Porque otra de las
medidas que Rusia está poniendo en marcha es diversificar su intercambio
comercial fuera del euro y del dólar.
Una de las formas en
que lo está haciendo es admitiendo la compra y venta de productos en las
monedas de los países con que comercia. Es el caso de China, donde cada vez en
mayor medida las transacciones son en rublos y yuanes. Lo mismo ocurre con los
otros países BRICS. Otra, la compra de oro. Resulta que tres de los países
BRICS (China, Rusia y Sudáfrica) producen casi el 40% del oro del mundo, así
que quienes han dudado de que la puesta en marcha del Banco de Desarrollo de
los BRICS sirva para algo deberían reconsideran su postura. No hay que mirar
sólo a lo inmediato, sino a largo plazo.
Además, resulta que
Rusia tiene las quintas reservas más grandes de divisas del mundo y es el sexto
país del mundo en reserva de oro. En el primer semestre de 2014, el Banco
Central de Rusia decidió reducir sus reservas de moneda extranjera el 2’5% y
anunció que esa tendencia seguiría en el futuro. Junto a este anuncio, otro: el
aumento de las reservas de oro en 54 toneladas en sólo cinco años.
Comparemos estos
movimientos con los de la UE, que está viéndose obligada a vender sus reservas
de oro como consecuencia de la crisis: Alemania ha vendido 2’9 toneladas,
Italia, Francia y España han hecho lo mismo.
No son muchos los que
en Alemania y Francia se dan cuenta de hacia dónde les lleva la dependencia y
vasallaje de EEUU, aunque alguno de los últimos movimientos de Ángela Merkel
con Ucrania parecen dar a entender que hay un cierto hartazgo con Washington,
lo que no significa ni mucho menos ni ruptura ni siquiera autonomía.
Francoise Hollande es
un payaso, pero no tanto como para ignorar lo que está en juego con la presión
estadounidense contra el BNP Paribas –multado con 9.000 millones de dólares
supuestamente por comerciar con Cuba e Irán- e intentando que no venda a Rusia
dos portaaviones de la clase “Mistral”. Aunque la capitulación francesa fue
total aceptando, por boca del gobierno, “la responsabilidad” del banco en la
violación de las leyes estadounidenses, que no europeas, el malestar en amplios
sectores de Francia es tal que no escasean las voces “para una recuperación de
la patria”. Sea lo que sea esta frase y signifique lo que signifique aunque el
caso del BNP Paribas ha servido para que ahora el gobierno diga que va a
cumplir el contrato con Rusia pese a las presiones que está recibiendo de EEUU
y la OTAN para que no lo haga.
El sentimiento europeo
de hartazgo respecto a la sumisión a EEUU crece con una actitud que les lleva a
actuar como policías de EEUU gratis mientras que tienen que pagar miles de
millones de dólares en multas cada vez que intentan hacer algún negocio que no
le gusta a EEUU. Eso se va a traducir en una paulatina distancia respecto al
dólar como moneda financiera.
El euro ya está en el
alambre, un enfrentamiento mayor con Rusia precipitará su caída junto al dólar.
Aún minoritarias, pero significativas, son las voces que están comenzando a
sonar sobre el papel del dólar en la economía europea, en recuperar la
soberanía nacional y en la necesidad de oponerse a unas leyes del mercado que
sólo tienen como límites los que EEUU marca como propios.
Notas:
(1) Informe de la
consultora danesa ING Groep, citado por RBC Daily el 22 de agosto de 2014.
(2) Reuters, 22 de
agosto de 2014.
(3) Alberto Cruz,
“Alemania y Portugal: ¿dos ejemplos para la izquierda? http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1768
*Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro
es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento 'Taman' de aviadoras soviéticas en
la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID.
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