15 setembro 2014, ALAI, América Latina en Movimiento http://alainet.org
Desde que, como una de sus primeras posturas internacionales, el
gobierno de Brasil
-- encargado, junto con EUA, de concluir las negociaciones del ALCA --,
ha bloqueado el proyecto norteamericano de un área de libre comercio, las
posiciones de los dos países han comenzado a distanciarse. Desde entonces, las
diferencias solo han aumentado.
Las decisiones recientes sobre los Brics han cristalizado la inserción
de Brasil en un proyecto de creación de un mundo bipolar, que es lo que más
contradice y contraría a Washington. Obama ha tratado de minimizar las
diferencias, pero ni siquiera el envio de Joe Biden a Brasil ha logrado que
Dilma Rousseff definiera una fecha para la visita a EUA, suspendida frente a
las denuncias de espionaje norteamericano.
De repente EUA ve aparecer un candidato a presidente – que ya llegó a
parecer como favorita – que plantea, en el plano internacional, todo lo que a
Washington le gustaría. Bajar el perfil del Mercosur y establecer acuerdos
bilaterales – se supone que, antes de todo, con EUA -, elogiar a la Alianza
para el Pacífico, criticar a las decisiones de los Brics, así como subestimar
el rol de Unasur, del Consejo Suramericano de Defensa, entre otros organismos
internacionales que hoy son pilares esenciales de la política exterior
brasileña.
No es simple imaginar las consecuencias de una eventual victoria de
Marina Silva, a partir de esas posiciones. Sería el más amplio avance de EUA en
mucho tiempo, después de su aislamiento cada vez más grande en América Latina y
en el Sur del mundo. Eso es, en primer lugar, lo que está en juego en las
elecciones de Brasil y que las hace tan importantes.
Pero, de forma complementaria y coherente, Marina Silva pretende darle
vuelta al modelo económico empezado con el gobierno Lula y continuado por Dilma
Rousseff. Ha anunciado su pretensión de darle independencia al Banco Central,
con el conocido argumento que lo sacaría de las influencias – como si las
influencias del mercado y de los mismos bancos privados fueran técnicas y no
políticas.
A eso se suma un equipo netamente neoliberal, con un ministro de
Fernando Collor de Mello y de Cardoso, así como con la heredera del Banco Itau,
uno de los más grandes bancos privados de Brasil. Y el anuncio de bajarle el
perfil del Presal, el gigantesco plan de exploración de petróleo en aguas
profundas que el gobierno actual lleva a cabo.
Lo que está en juego en Brasil en estas elecciones es si el país sigue
como aliado esencial de América Latina y del Sur del mundo o si vuelve a ser un
satélite de EUA. Además está en juego también saber si el modelo de
crecimiento económico con distribución de renta sigue adelante o será
sustituido por modelos de ajuste fiscal, con retracción del Estado y
centralidad del mercado.
En un país que ganó tanta proyección internacional desde el gobierno
Lula, por la prioridad del combate al hambre y de los procesos de integración
regional e intercambio Sur-Sur, esos avances son los que están en juego.
Después de un lanzamiento espectacular de su candidatura, Marina ha estancado
su crecimiento y empezado a perder votos, Dilma Rousseff ha vuelto a ser la
favorita para ganar. Pero la disputa está todavía abierta sobre quién gana y
quién pierde en las elecciones brasileñas.
*Emir Sader, sociólogo y
cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas
Públicas de la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).
Nenhum comentário:
Postar um comentário