15 septiembre 2014, Red Voltaire, Paris
http://www.voltairenet.org (Francia)
por Alain Benajam
La
imagen que presenta la prensa atlantista sobre los acontecimientos
en Lugansk y Donetsk no tiene en cuenta los reclamos de la
población local. El problema fundamental es que lo que allí sucede
no es un simple levantamiento contra el poder de Kiev sino la
expresión y consolidación de un ideal bien definido. Conocedor de esa
región por haberla recorrido desde hace 40 años, Alain Benajam explica
aquí los símbolos del nuevo Estado que se define a sí mismo como
«Novorossia».
La bandera de la Unión de Repúblicas
Populares de Nueva Rusia (Novorossia)
La «Novorossia»,
cuya denominación exacta sería «Unión de Repúblicas Populares de Novorossia»
o más bien «Unión de Repúblicas Populares de Nueva Rusia», acaba de
hacer su entrada entre los Estados constituidos democráticamente y, aunque
no ha recibido el reconocimiento de la comunidad internacional, existe y
funciona. Y la existencia misma de esta «Unión de Repúblicas Populares de
Nueva Rusia» ya constituye de por sí una pequeña revolución. Veamos por
qué.
Cada uno de los
términos y símbolos con los que se identifica esta Nueva Rusia han sido
cuidadosamente seleccionados y
revisten un profundo significado.
La nueva Rusia, o
Novorossia, se define como rusa por su cultura e idioma. Pero no reclama
integrarse a la Federación Rusa. La Federación Rusa es un Estado federal
multiétnico que se extiende desde el Mar Báltico hasta el Océano
Pacífico y al que pertenecen un gran número de repúblicas autónomas y pueblos
que no son de cultura rusa.
¿Cómo se define la pertenencia nacional?
Las fronteras de los
Estados son fruto de la Historia y de sus conflictos y no siempre tienen
en cuenta las fronteras culturales y lingüísticas. Los Estados modernos se definen por elementos que
no son necesariamente la etnia y la cultura. Si bien la etnia es
imprecisa y solamente puede describir pueblos aislados como grupos tribales, la
cultura define esencialmente una comunidad por su lengua y sus referencias
históricas. Por su parte, el Estado moderno se define por un
territorio limitado por fronteras reconocidas mutua e internacionalmente. El
primer tratado de reconocimiento mutuo de fronteras fue la célebre Paz
de Westfalia, firmada en 1648 como resultado de la terrible guerra de
30 años que devastó Europa. Cada Estado internacionalmente reconocidos
aplica en su territorio una serie de leyes y un derecho específico. La
definición del Estado moderno está vinculada a la definición de nación. Hoy
hablamos de Estado-Nación, lo cual indica que la pertenencia a una nación
se define únicamente a través de la legalidad.
La pertenencia a un
espacio cultural y lingüístico y la pertenencia a un Estado Nación
están hoy perfectamente delimitadas. Numerosos Estados integran poblaciones con
diferentes lenguas y culturas. En Europa, se hallan en ese caso países como
Suiza, Bélgica, España, el Reino Unido y Finlandia. En África y en el Oriente,
los colonizadores modelaron Estados sin tener en cuenta las
diferencias históricas y culturales entre las poblaciones pero estas aceptaron
las fronteras legalizadas, y todos se atienen a ellas, creando así nuevas
naciones calcadas sobre nuevos Estados.
Poblaciones que se
caracterizan por una misma cultura y una misma lengua también pueden conformar
Estados diferentes, como la República Francesa y la provincia de Quebec,
perteneciente esta última al Estado federal canadiense. Los pueblos
anglófonos de origen europeo emparentados con el antiguo imperio británico
hoy forman varios Estados diferentes, como Estados Unidos, Australia
y Nueva Zelanda. Lo mismo sucede en el mundo hispánico con
Latinoamérica. Y Alemania estuvo dividida durante años en dos Estados
diferentes.
Pero la existencia de
Estados mutuamente reconocidos por la comunidad internacional
no significa que los pueblos lleguen a reconocerse nacionalmente en
Estados que los ignoran en el plano cultural y lingüístico. Por ejemplo,
numerosos pueblos colonizados por otros Estados han luchado duramente para
tener la posibilidad de formar un Estado autónomo, como Argelia, que luchó
por separarse de Francia. Durante la postguerra, la Carta de la ONU
definió el derecho a la autodeterminación de los pueblos que quieren
convertirse en Estados independientes, generalmente a través de un
referéndum. Ese derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, proclamado
y defendido por Charles De Gaulle, es un importante aspecto del derecho
internacional. Ello implica que ningún Estado-Nación reconocido por
la comunidad internacional tiene una composición definitiva sino que está
constantemente sometido a la voluntad de quienes forman parte de él.
Volviendo a la Nueva
Rusia, estamos efectivamente ante un nuevo Estado ruso. A pesar de ser
culturalmente ruso, se define legalmente como un Estado que no es la
Federación Rusa. Por ejemplo, si la provincia canadiense de Quebec lograse
la independencia formando un nuevo Estado francés, hablaríamos entonces de
«Nueva Francia».
¿Qué significa «República Popular»?
La Nueva Rusia, o
Novorossia, es un Estado federal conformado por Repúblicas Populares. Por el
momento, y temporalmente, no cuenta más que dos Repúblicas:
la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk,
cuyos límites siguen siendo los de los antiguos oblast ucranianos así denominados. La Nueva Rusia tendrá por
vocación reunir en el marco de una autodeterminación los demás oblast de la ex Ucrania que decidan democráticamente
–mediante referéndum– constituirse en Repúblicas Populares e incorporarse a la
Unión de Repúblicas de la Nueva Rusia.
Recordemos que la
ex Ucrania fue desde siempre una provincia rusa. Es incluso el lugar donde
se fundó Rusia –la Rus. Esa ex Ucrania
fue arbitrariamente delimitada por la URSS, sin que mediase nunca algún
tipo de consulta con toda la diversidad de poblaciones que vivían en esa
región. Hoy en día, ya que estamos en tiempos de democracia, el hecho de
organizar algún tipo de consulta para que los diferentes pueblos que componen
ese Estado artificial y reciente expresen su deseo resulta perfectamente
adecuado y conforme al derecho internacional.
Los fundadores de las
Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk insisten en el término «popular».
Esa definición corresponde a la utilizada históricamente por Estados que
formaron parte de la esfera soviética después de la Segunda Guerra Mundial,
Estados que se definían como constructores del socialismo. El socialismo, según
su definición marxista-leninista, se rige por la propiedad social de los
medios de producción y de intercambio.
También según la misma definición
marxista-leninista, el socialismo y el comunismo son sistemas completamente
diferentes ya que en el comunismo, descrito en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels en 1848, ya no existe la
propiedad y, por lo tanto, no existe la propiedad social, no existe
el Estado, no existen masas asalariadas. El uso del término «comunista»
para describir aquellos Estados proviene de la propaganda estadounidense.
De hecho, hasta el día de hoy ningún Estado se ha proclamado comunista.
En la conferencia de
prensa que ofreció vía Skype el sábado 6 de septiembre, Pavel Gubarev –uno de
los iniciadores de la República Popular de Donetsk y ex gobernador «popular»,
dejó en claro que ha terminado el reino de los oligarcas en
Novorossia y que esta cumpliría así uno de los principales reclamos de Maidan.
¿Quiénes son los
llamados oligarcas que se ceban en Ucrania, Rusia y en otros de los países que
abandonaron la vía del socialismo? Son en su mayoría ex «apparatchiks»
surgidos de lanomenklatura de los Estados anteriores, pero también hay entre
ellos criminales mafiosos que adquirieron las industrias estatales por la
fuerza e ilegalmente haciéndose así inmensamente ricos. Rusia ha frenado un
poco ese fenómeno y los oligarcas que habían puesto en peligro el Estado
ruso en tiempos de Boris Yeltsin han sido puestos bajo control por
Vladimir Putin, encarcelando a algunos y sometiendo a otros. En Ucrania,
el fenómeno de los llamados oligarcas resultó particularmente devastador. Unos
pocos individuos acumularon fortunas inmensas mientras que el pueblo se
empobrecía. Ucrania se convirtió el país de Europa que tenía los salarios
más bajos (incluso más bajos que en China).
El término «popular»
no significa un regreso a los tiempos de la URSS, donde toda la actividad
económica se hallaba en manos del Estado. Lo que significa es que las grandes
industrias, como el sector de la energía, la industria pesada y la importante
industria del armamento, estarán bajo control del pueblo en los nuevos Estados
federales. La Unión de Repúblicas Populares de Nueva Rusia no tiene
intenciones de convertirse en una nueva URSS, considerada antidemocrática bajo
el control de un partido único, pero sí reconoce ciertos aspectos positivos de
la URSS, país donde todos y cada uno de los ciudadanos tenía derecho a la
salud, a la vivienda y al empleo.
La divisa y la bandera de Novorossia
Por cierto, la divisa
de la Unión de Repúblicas Populares de la Nueva Rusia es «Libertad y Trabajo»,
lo cual evidencia la voluntad de garantizar la libertad de cada ciudadano
y de favorecer a los trabajadores y no a los oligarcas.
Estos valores de
Libertad y Trabajo están representados en su bandera, donde se combinan la
bandera roja de los trabajadores, la de la Comuna de París, el mausoleo donde
reposa Lenin y la cruz de San Andrés. Este santo es el patrón
de Rusia por ser el fundador de la Iglesia de Constantinopla, que dio
origen a la evangelización de esa nación, y está representado por una bandera
blanca que porta una cruz azul – la llamada cruz de San Andrés, recuerda el
suplicio del santo.
Aunque no es
obligatorio, esa bandera también puede llevar el escudo de armas de la
Novorossia. En él aparece el águila bicéfala que simboliza las antiguas
monarquías eslavas, pero coronada por un elemento de albañilería de aspecto
industrial, lo cual indica el carácter eslavo y ruso de la Nueva Rusia. En el
centro del escudo figura un cosaco, para recordar que esta región es también el
país de los cosacos. Bajo la garra izquierda del águila puede verse un martillo,
que representa a los trabajadores de la metalurgia. Bajo la garra derecha puede
verse un ancla ya que la Nueva Rusia incluye el puerto marítimo de Mariupol, en
el Mar de Azov, con acceso al Mar Negro a través del estrecho de
Kerch. En su garra derecha, el águila bicéfala encierra una espiga de trigo,
símbolo de la paz, y en la garra izquierda un haz de flechas, símbolo de la
guerra, simbolizando así que la Nueva Rusia aspira a vivir en paz pero que
sabrá defenderse, como ya lo ha demostrado. Encima de la corona figura una
banderola en la que puede leerse la palabra «Novorossia» en caracteres
cirílicos. Bajo el águila aparece, en ruso, la divisa «Trabajo y
Libertad».
El sincretismo de los valores de Novorossia
La bandera de la Unión de
Repúblicas Populares de Nueva Rusia contiene así un sincretismo en el que se
expresan ciertos valores.
El valor del trabajo, de los trabajadores y de
sus organizaciones políticas pasadas y presentes que se plantean como objetivo
liberar el mundo del sistema capitalista, valor simbolizado por la bandera
roja.
Los valores tradicionales e históricos,
representados por la cruz de San Andrés, defendidos por el pueblo
ruso, que no puede vivir sin ellos.
El valor de la
historia, marcada por el cristianismo ortodoxo pero también por el recuerdo de
los encarnizados combates de la Gran Guerra Patria contra el nazismo y sus
colaboradores ucranianos encabezados por Stepan Bandera. Esas luchas contra el
fascismo ucraniano y el nazismo alemán están representadas por la cinta de San Jorge,
símbolo del inmenso sacrificio realizado por el pueblo ruso para salvar la
madre patria. Hoy portan la cinta de San Jorge los soldados de
la Novorossia que luchan contra la junta de Kiev, que llegó al poder
aupada por Estados Unidos como resultado de un golpe de Estado
particularmente sangriento. Ese golpe de Estado utilizó grupos y partidos
neonazis como Pravy Sektor y Svoboda, el ex Partido
Nacionalsocialista ucraniano. Esos partidos utilizan ostensiblemente símbolos
nazis, expresan abiertamente su antisemitismo y, calificando a los rusos como untermenshen(subhumanos), han monopolizado el Estado, a pesar
de sus pobres resultados electorales. Sus matones conforman el grueso de los
batallones que luchan contra las fuerzas armadas de Novorossia, como el
batallón Azov, que se identifica con el mismo emblema que la división SS Das Reich, tristemente célebre en Francia [1].
Miembros del batallón Azov, creado por
el régimen de Kiev, portan una bandera con el símbolo conocido en alemán como
Wolfsangel (“gancho para lobos”), utilizado durante la Segunda Guerra Mundial
como emblema de la división Das Reich perteneciente a las Waffen SS.
Ese mismo símbolo identifica también a la organización ucraniana de extrema
derecha Pravy Sektor.
Esos grupos se
identifican como nacionalistas cuando en realidad actúan a favor de los
intereses de Estados Unidos, una potencia extranjera que no busca
ciertamente lo mejor para Ucrania sino que trata de imponer su propio
poder económico y político en la región. En vez del calificativo de «nacionalistas»,
con el que tanto les gusta identificarse, les convendría mejor el de «colaboradores
con el enemigo», que en realidad fue el papel que desempeñó
su ídolo Stepan Bandera [durante la Segunda Guerra Mundial] [2]. Estos neonazis,
violentos, asesinos y racistas, gozan del respaldo público de la élite
mediática y política de los países vasallos de la OTAN, los mismos que
hace poco condenaban al humorista francés Dieudonné por un gesto que interpretaban
ridículamente como un saludo nazi invertido.
La resistancia ante el imperialismo
Lo que caracteriza al
pueblo de la Nueva Rusia es precisamente su voluntad de no integrarse al
sistema euroatlántico. Sometido a las órdenes de Estados Unidos
a través de la OTAN y de la Unión Europea, ese sistema ha demostrado
repetidamente su ineficacia así como su nocividad. Las naciones que a él
se someten hoy se hunden en la decadencia moral y económica.
En el plano histórico,
es la primera vez que un pueblo europeo toma las armas para oponerse a las
fuerzas que tratan de integrarlo al sistema que Estados Unidos impone a
otros pueblos y en rechazo tanto al sistema económico estadounidense como
a sus valores morales.
Ese rechazo categórico
es similar al que proclaman un número creciente de franceses y de miembros de
diversos pueblos europeos que, ante el desastre económico y social, aspiran a
recuperar el control de su propio porvenir.
En esa lucha de los
pueblos por recuperar su independencia pierden su significación las nociones de
derecha e izquierda. Encontramos así fuerzas políticas que se identifican como
de derecha o de izquierda pero que respaldan exactamente de la misma manera el
sistema de dependencia de Estados Unidos impone a través de la Unión
Europea y de la OTAN. Otras fuerzas, etiquetadas por los medios de prensa
como «extremistas» de izquierda o de derecha, militan por el regreso a
la independencia. Lo mismo sucede con la sumisión al sistema capitalista, que
ha perdido su carácter industrial de antaño y ahora es únicamente de carácter
financiero y globalista. Diversas fuerzas políticas, tanto de izquierda como de
derecha, se oponen a ese sistema y son, por supuesto, demonizadas por los
medios de prensa oficialistas y por toda una prensa ampliamente subvencionada
por el Estado.
Si esos medios no ven
con buenos ojos la Unión de Repúblicas de Nueva Rusia es porque esta logra
precisamente concretar la conexión entre la necesaria revolución
anticapitalista, que tiene un evidente carácter de revolución antiglobalización,
y la voluntad de los pueblos que quieren recuperar sus especificidades y sus
tradiciones yendo así contra la corriente del sistema cultural globalista que
no tiene otra cosa que ofrecer a cada ciudadano que algo de hedonismo
individual en lugar de los valores provenientes del trabajo, del esfuerzo y del
sacrificio.
¿No será entonces esta
Unión de Repúblicas Populares de Nueva Rusia un ejemplo para los demás y el
inicio de algo nuevo que puede cambiar el mundo?
[1] El 10 día de junio de
1944, mientras se desarrollaba la batalla de Normandía, tropas especializadas
de la división Das Reich de las Waffen SS penetraron en la comuna francesa de Oradour-sur-Glane,
donde masacraron un total de 642 personas. Después del fusilamiento masivo de 190 hombres, 245
mujeres y 207 niños fueron ametrallados y quemados dentro de la iglesia del
pueblo. Nota de la Red Voltaire.
[2] Aunque últimamente
numerosos medios han optado por presentar a Stepan Bandera (Stary Ugryniv
1909-Munich 1959) como un líder nacionalista ucraniano que luchó
simultáneamente contra Alemania y la URSS, lo cierto es que durante la
Segunda Guerra Mundial este personaje participó en la creación de la Legión
Ucraniana, que luchó bajo el mando de la Wehrmacht, durante la ocupación de Ucrania
por las tropas de Hitler.
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