27
abril 2015, Rebelión http://www.rebelion.org (México)
TomDispatch.com
Las misiones militares alcanzan
niveles record después de que Estados Unidos haya echado una firmita para
permanecer durante décadas en África
Traducido del inglés para Rebelión
por Sara Plaza
Vestidos con un caleidoscopio de modelos de camuflaje, estuvieron tres
días apiñados en una base militar de Florida. Pertenecían al Mando de
Operaciones Especiales de Estados Unidos (SOCOM, por sus siglas en inglés) y al
Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos, y también había
fuerzas de Francia y Noruega, de Dinamarca, Alemania y Canadá: 13 países en
total. Vinieron a planear una campaña militar "centrada en operaciones
especiales" con el apoyo de fuerzas convencionales, una operación
multilateral que –de llevarse a cabo– podría costar cientos, tal vez miles de
millones de dólares y quién sabe cuántas vidas.
Pregunten a los
participantes y hablarán de tener en cuenta las "sensibilidades" y
las "diferencias culturales", de la importancia de la
"colaboración" y la "coordinación", del valor de la
diversidad de opiniones, de las "perspectivas" y las "asociaciones".
Sin embargo, a puerta cerrada y sin que lo sepa la mayoría de la población de
sus propios países, no digamos la de los países que han marcado como objetivos,
un grupito de estrategas de operaciones especiales occidentales bosquejaron un
posible futuro militar multilateral para una región de África llena de
problemas.
Entre el 13 y el 15 de enero, representantes de Estados Unidos y 12
países aliados se reunieron en la base aérea MacDill en Tampa, Florida, para
realizar un ejercicio al que denominaron "Silent Quest 15-1". El
escenario ficticio en el que iban a representar su juego de guerra estaba
sacado de los titulares de los periódicos. Era una amalgama de dos desastres,
reales y en curso, de política exterior y contraterrorismo de la época post
11-S: el desarrollo de Boko Haram en Nigeria y la
aparición del Estado Islámico, también conocido como Estado Islámico de Iraq y
el Levante o EIIL. El juego de guerra estuvo centrado en el imaginario auge de
un grupo llamado "Estado Islámico de África" y la extensión de su
proto-califato a partes de Nigeria, Níger, y Camerún, países que están siendo víctimas del terror de Boko Haram, el cual
acaba de jurar lealtad al Estado Islámico.
"Silent Quest 15-1" ha sido el último de una serie de
ejercicios –el primero tuvo lugar en marzo de 2013– diseñados para ayudar a
trazar los planes de intervención de las fuerzas de operaciones especiales para
la próxima década. Este juego de guerra no fue un juego al estilo paintball. No hubo tiroteos
simulados ni ensayo general. No fue el equivalente bélico de esa modalidad de
fútbol americano que se juega sin placajes. Fue un ejercicio teórico de simulación
a partir de algo demasiado real: la creciente panoplia de actividades militares
de Estados Unidos y sus aliados en zonas cada vez más extensas de África.
Hablando de este continente, Matt Pascual, uno de los participantes en la
operación y el responsable para África del Grupo de Apoyo Euro-África del
SOCOM, señaló que Estados Unidos y sus aliados ya estaban tratando una
"miríada de asuntos" regionales y, quizás lo más importante, que
muchos de los países participantes "ya están allí". El país que
"ya está allí" con mayor presencia que el resto es, por supuesto, el
de Pascual: Estados Unidos.
En los últimos años, Estados Unidos ha estado involucrado en diversas
intervenciones multilaterales en África, incluyendo una en Libia que supuso una guerra secreta y una campaña convencional de misiles y ataques
aéreos, la asistencia a las fuerzas
francesas en la República Centroafricana y en Malí, y el entrenamiento y
financiación de socios africanos para enfrentarse a grupos combatientes como Boko Haram, al-Shabab en Somalia y Ansar al-Dine en Malí. En 2014,
Estados Unidos llevó a cabo 674 actividades militares en África, casi dos
misiones al día, y un salto de casi un 300% en el número de operaciones,
ejercicios y actividades de formación en materia militar y no militar anuales
desde que se creó el Mando para África de Estados Unidos (AFRICOM) en 2008.
A pesar de la avalancha de misiones y un aumento similar de bases,
personal y financiación, el panorama que pintó el mes pasado el comandante de
AFRICOM, el general David Rodriguez, ante el Comité de Servicios Armados del
Senado fue sorprendentemente desolador. La visión que ofreció Rodriguez era la
de un continente en crisis, amenazado de este a oeste por grupos combatientes
que se habían desarrollado y fortalecido, o bien habían extendido su alcance
mortal pese a los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos en África.
Rodriguez dijo a los miembros del comité que "terroristas y redes
criminales transregionales estaban adaptándose y extendiéndose de manera
agresiva". "Al-Shabab ha ampliado sus operaciones para dirigir, o
intentar dirigir, ataques asimétricos contra Uganda, Etiopía, Yibuti y sobre
todo Kenia. La amenaza libia está aumentando rápidamente, incluyendo la
presencia cada vez más extendida del EIIL... Boko Haram amenaza la capacidad
del Gobierno de Nigeria para garantizar la seguridad y los servicios básicos en
amplias zonas del noreste". No obstante, a pesar de los resultados
sombríos desde que el Ejército estadounidense comenzó a "girar" hacia
África después del 11-S, Estados Unidos acaba de firmar un acuerdo para mantener
sus tropas en el continente prácticamente hasta mediados del presente siglo.
Ampliación de la
misión
Durante años, el Ejército estadounidense ha insistido públicamente en
que sus esfuerzos en África eran insignificantes, manteniendo intencionadamente
a los estadounidenses, por no hablar de la mayoría de los africanos, en la
ignorancia acerca de la verdadera magnitud, dimensión y alcance de sus
operaciones en el continente. Tanto el personal como quienes dirigen los
asuntos públicos de AFRICOM han insistido en que no es más que una
"intervención moderada". Se echan atrás a la hora de hablar de los
campamentos militares y los puestos avanzados, afirmando que solo tienen una base en algún lugar de
África: Camp Lemonnier, en el pequeño Yibuti. No les gusta hablar de operaciones militares: solo ofrecen información detallada sobre una diminuta fracción de sus ejercicios de
entrenamiento. Y se niegan a revelar las
localizaciones donde se encuentra el personal, o incluso el número de países
involucrados.
Durante una entrevista, un portavoz de AFRICOM me habló en algún momento
de su preocupación por el hecho de que, aún si se tabulasen, el número de
despliegues efectuados en África ofrecerían una "imagen sesgada" de
la intervención estadounidense. A puerta cerrada, sin embargo, los mandos de
AFRICOM emplean un lenguaje bastante diferente. En repetidas ocasiones han
declarado que el continente es un "campo de batalla" estadounidense y que –no nos engañemos– ya están enredados en una
"guerra".
Según cifras recientes del Mando para África de Estados Unidos, el
alcance de esa "guerra" creció espectacularmente en 2014. En su
"declaración de postura", AFRICOM manifiesta que llevó a cabo 68
operaciones en el último año, superando las 55 del año anterior. Entre ellas
estarían las operaciones "Juniper Micron" y "Echo
Casemate", destinadas a apoyar las misiones francesa y africana en Malí y
la República Centroafricana; "Observant Compass", el intento de
degradar o destruir lo que quedaba del sanguinario
Ejército de la Resistencia del Señor de Joseph Kony en África Central; y
"United Assistance", el despliegue de efectivos militares para hacer
frente a la crisis del Ébola en África Occidental.
El número de ejercicios de campo conjuntos en los que participaron las
fuerzas estadounidenses y sus socios militares africanos pasó de 10 en 2013 a
11 el año pasado, incluyendo "African Lion" en Marruecos,
"Western Accord" en Senegal, "Central Accord" en Camerún, y "Southern Accord" en Malawi. Todos ellos tuvieron un componente de formación sobre
el terreno y sirvieron como remate de las operaciones de instrucción militar
entre ejércitos del año anterior.
AFRICOM también dirigió ejercicios de seguridad marítima, como el "Obangame Express" en el Golfo de Guinea, el "Saharan Express" frente a las costas de Senegal, y tres
semanas de escenarios de formación de seguridad marítima como parte del
ejercicio multilateral "Phoenix Express 2014", con marineros
de numerosos países entre los que se encontraban Argelia, Italia, Libia, Malta,
Marruecos, Túnez y Turquía.
El número de actividades de cooperación en materia de seguridad se
disparó de 481 en 2013 a 595 el año pasado. Estas iniciativas incluyeron
instrucción militar dentro de un "programa de colaboración estatal"
que agrupó a fuerzas militares africanas con unidades de la Guardia Nacional
estadounidense y personal del programa de Asistencia y Capacitación para
Operaciones de Contingencia en África (ACOTA, por sus siglas en inglés)
financiado por el Departamento de Estado, un programa a través del cual los
asesores e instructores militares estadounidense ofrecen equipo y formación
militar a las tropas africanas.
En 2013, el número total de actividades estadounidenses en el continente
fue de 546, un promedio de más de una misión diaria. El año pasado, la cifra se
elevó a 674. En otras palabras, las tropas estadounidenses llevaron a cabo casi
dos operaciones, ejercicios o actividades a diario –desde ataques de drones hasta formación en contrainsurgencia, operaciones de
información y prácticas de tiro– en algún lugar de África. Esto representa un
aumento enorme si lo comparamos con las 172 "misiones, actividades,
programas y ejercicios" que AFRICOM heredó de otros mandos
geográficos cuando comenzó sus operaciones en 2008.
Grupos terroristas
transnacionales: algo de la nada
En 2000, un informe realizado bajo la supervisión
del Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de
Estados Unidos examinaba el "ambiente de seguridad africano". Aunque
en él se hacía referencia a los "movimientos rebeldes o separatistas internos"
en los "estados débiles" y a actores no estatales, como las milicias
y los "ejércitos de señores de la guerra", resulta llamativo que no
se mencionara el extremismo islámico ni las amenazas terroristas
transnacionales más importantes. Antes de 2001, de hecho, Estados Unidos no
reconocía ninguna organización terrorista en África Subsahariana y un alto
funcionario del Pentágono señalóque los combatientes
islámicos más temidos del continente "no habían estado comprometidos en
actos de terrorismo fuera de Somalia".
A raíz del 11-S, incluso antes de que se creara AFRICOM, Estados Unidos
empezó a aumentar las operaciones en el continente en un intento de reforzar
las capacidades contraterroristas de sus aliados y aislar África de los grupos
de terroristas transnacionales, es decir extremistas islámicos trotamundos. En
otras palabras, el continente era visto como algo parecido a una hoja en blanco
para probar medidas de prevención del terrorismo.
Desde entonces se han inyectado miles de millones de dólares en África
para construir bases, armar aliados, recabar información, llevar a cabo guerras
por poderes, asesinar combatientes y dirigir tal vez miles de misiones
militares, sin que nada de todo ello haya tenido el efecto deseado. El año
pasado, por ejemplo, según AFRICOM los combatientes somalíes "planearon o
ejecutaron atentados mortales cada vez más complejos en Somalia, Kenia, Uganda,
Yibuti y Etiopía". A principios de mes, esos mismos combatientes de
al-Shabab fueron un paso más allá masacrando a 147 estudiantes en
una universidad de Kenia.
El mortífero aumento y la extensión de al-Shabab difícilmente puede
considerarse una excepción en África. En una reciente intervención ante el Comité de
Servicios Armados del Senado, el comandante de AFRICOM, David Rodriguez,
enunció rápidamente los nombres de numerosos grupos terroristas islámicos que
han ido apareciendo en estos años, desestabilizando precisamente los países que
Estados Unidos había tratado de fortalecer. Aunque en la declaración de postura
hizo todo lo posible para presentar lo mejor de los esfuerzos militares de
Washington en África, incluso una lectura rápida de la misma –y vale la pena
citarla in extenso– dibuja
un panorama desolador de lo que el "giro" hacia África ha significado
hasta ahora sobre el terreno. Algunos párrafos extractados del documento lo
dicen todo:
"La red de Al-Qaida y sus afiliados y adeptos sigue explotando las
regiones de África que se encuentran prácticamente sin gobierno y sus porosas
fronteras para entrenar y realizar atentados. El Estado Islámico de Iraq y el
Levante está extendiendo su presencia en el norte de África. Terroristas con
múltiples filiaciones, están ampliando su colaboración en captación,
financiación, entrenamiento y operaciones, tanto dentro de África como
transregionalmente. Violentas organizaciones extremistas utilizan aparatos
explosivos improvisados cada vez más sofisticados, y el número de víctimas a
causa de estas armas en África ha aumentado aproximadamente en un 40% en
2014...
En el norte y el oeste de África, la inseguridad en Libia y en Nigeria
amenaza cada vez más los intereses de Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos
multilaterales en materia de seguridad, las redes terroristas y criminales
están acumulando fuerzas y han logrado una mayor interoperabilidad. Al-Qaida en
el Magreb Islámico, Ansar al-Sharia, al-Murabitun, Boko Haram, el Estado
Islámico de Iraq y el Levante, y otras organizaciones extremistas violentas
están aprovechándose de los gobiernos débiles, los dirigentes corruptos y las
fronteras porosas del Sahel y el Magreb para entrenar y movilizar combatientes
y repartir recursos...
La amenaza libia a los intereses estadounidenses está aumentando... En
el último año el gobierno, la seguridad y la estabilidad económica se han
deteriorado de manera significativa en este país. Actualmente, grupos armados
controlan grandes zonas del territorio libio y actúan impunemente. Libia parece
estarse convirtiendo en un paraíso seguro donde los terroristas, incluyendo Al-Qaida
y los grupos afiliados al Estado Islámico de Iraq y el Levante, pueden
entrenarse y rehacerse impunemente. El Estado Islámico de Iraq y el Levante es
cada vez más activo en Libia, incluyendo Derna, Bengasi, Trípoli y Sebha...
Los efectos secundarios de la inestabilidad en Libia y el norte de Malí
ponen en riesgo los intereses estadounidenses en Europa, Oriente Medio y
África, incluyendo el éxito de la transición democrática en Túnez...
La seguridad en Nigeria también empeoró el año pasado. Boko Haram
amenaza el funcionamiento del Gobierno, que se enfrenta al reto de mantener la
confianza de su pueblo y ofrecer seguridad y otros servicios básicos... Boko
Haram ha lanzado ataques a través de la frontera de Nigeria contra Camerún,
Chad y Níger...
... tanto la República Centroafricana como la República Democrática del
Congo corren el riesgo de que grupos insurgentes generen una mayor
desestabilización, y existe la posibilidad de que las tensiones étnicas
latentes en la región de los Grandes Lagos estallen violentamente en la
República Democrática del Congo".
Todo ello, eso sí, según la evaluación de la situación del continente
realizada por AFRICOM, donde ha centrado sus labor durante casi una década a
medida que aumentaban las misiones estadounidenses. En este contexto, vale la
pena reiterar que, antes de que Estados Unidos redoblara esos esfuerzos, África
estaba –según la propia valoración de Washington– relativamente libre de grupos
terroristas islámicos transnacionales.
Inclinar la balanza e n Africa
A pesar de que Boko Haram jurara lealtad al Estado Islámico y de los alarmistas titulares lamentando su fusión o
mezclándolos con otros grupos terroristas que actúan bajo nombres parecidos,
actualmente no existe ningún Estado Islámico de África. Pero el juego de guerra que se escenificó en la base aérea MacDill en
enero contra ese grupo imaginario no es fantasía, sino que representa el
siguiente paso lógico en una serie de operaciones que han ido cobrando fuerza
desde la creación de AFRICOM. Y escondida en su Declaración de Postura 2015 hay
información que indica que van a seguir por este camino hasta la década de
2040.
En mayo de 2014, Estados Unidos alcanzó un acuerdo –denominado
"acuerdo de aplicación"– con el Gobierno de Yibuti "que asegura
[su] presencia" en ese país "hasta 2044". Además, los mandos de
AFRICOM hablan ahora de la
posibilidad de construir una cadena de puestos de vigilancia a lo largo de la
franja norte del continente. Y no olvidemos que, en los últimos años, las zonas
de actuación, minibases y aeródromos estadounidenses han proliferado en países
colindantes como Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, y –saltando Chad (donde recientemente
AFRICOM construyó instalaciones temporales para ejercicios de las fuerzas de
operaciones especiales)– la República Centroafricana, Sudán del Sur, Uganda,
Kenia y Etiopía. Todo lo cual sugiere que el Ejército estadounidense está
atrincherándose para permanecer en África por mucho tiempo.
"Silent Quest 15-1" fue diseñada como un modelo para demostrar
cómo Washington llevará a cabo la guerra de coalición "centrada en
operaciones especiales" en África. De hecho, como escribió la sargento de
Artillería Reina Barnett en la publicación especializada del SOCOM Tip of the Spear, fue diseñada
de conformidad con la "Guía de Planificación 2015 del general de división
James Linder, comandante de las Operaciones Especiales de Estados Unidos en
África". Y el acuerdo con Yibuti demuestra que el Ejército de Estados
Unidos está haciendo planes para casi un cuarto de siglo más. Pero si los
últimos seis años –marcados por un aumento del 300% en el número de misiones
estadounidenses, y por la extensión del terrorismo y los grupos terroristas en
África– son indicativos de algo, es probable que los resultados no sean del agrado
de Washington.
El comandante de AFRICOM, David Rodriguez, continúa presentando de la
mejor manera posible los esfuerzos estadounidenses en África, citando el
"avance en varias áreas gracias a la estrecha colaboración con nuestros
aliados y socios". Sin embargo, la evaluación de la situación por parte de
AFRICOM resulta muy poco alentadora. "Allí donde nuestros intereses
nacionales nos obligan a inclinar la balanza y mejorar los logros colectivos en
materia de seguridad, tal vez debamos trabajar más, bien habilitando a nuestros
aliados y socios, o bien actuando unilateralmente", puede leerse en la
declaración de postura que Rodriguez presentó ante el comité del Senado.
No obstante, después de más de una década aumentando los esfuerzos,
existen pocas pruebas de que AFRICOM tenga la más mínima idea de cómo inclinar
la balanza a su favor en África.
*Nick Turse es editor ejecutivo
de TomDispatch.com e investigador de The Nation Institute. Ha sido reportero en
Oriente Medio, el Sureste Asiático y África; sus artículos han aparecido en The New
York Times, The San Francisco
Chronicle, The Nation y de manera regular en TomDispatch. En 2014 recibió el Izzy Award y el American
Book Award por su libro Kill Anything
That Moves: The Real American War in Vietnam (Metropolitan). Su último trabajo, Tomorrow's
Battlefield: U.S. Proxy Wars and Secret Ops in Africa (Haymarket Books), será publicado
proximamente.
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