terça-feira, 21 de abril de 2015

Abya Yala, Pátria Grande/UN CONTINENTE EN REBELDIA

19 abril 2015, Miradas al Sur http://www.miradasalsur.com.ar (Argentina)

Las venas siguen abiertas

Aram Aharonian.

Los mandatarios latinoamericanos aprovecharon la presencia de su par norteamericano Barack Obama en la séptima Cumbre de las Américas para increparlo por la política que ejerce su gobierno sobre los países de la región, mientras éste, con ayuda de la prensa hegemónica regional y global, trataba de crear el imaginario de que los problemas del continente se debatían nuevamente en un ambiente panamericano, en el inicio de una nueva era de convivencia.

Incluso desde antes de la cumbre, los medios hegemónicos contrastaron la reintegración de Cuba con el supuesto aislamiento de Venezuela y presentaron el cónclave como un éxito de Washington. Pero lo real es que el presidente boliviano responsabilizó a Washington de hacer que la reunión haya concluido sin un documento final. “Lamento mucho denunciar al mundo entero que no es posible que el gobierno de Estados Unidos, con algún país, deje a este encuentro sin un documento, sin una resolución”, dijo Evo Morales.

Lo cierto es que hubo un empate 33-2. Los cancilleres de los 33 países de América latina y del Caribe, previo visto bueno de sus jefes de Estado, estuvieron de acuerdo con la aprobación del documento, pero los dos del norte, EE.UU. y Canadá, dijeron que no, opinando que la salud no es un derecho humano,
tenían reservas con la transferencia tecnológica (cobran por ello) y que no se debía exigir el levantamiento de las sanciones de EE.UU. a Venezuela. No pudo aprobarse porque según las normas de la OEA debía haber consenso. Fue empate.

Como colofón, queda en claro que ya Washington no es el que marca la agenda latinoamericana y caribeña, aunque puede condicionarla. Ya no somos los de hace 21 años, cuando en diciembre de 1994, el carilindo Bill Clinton anunciaba en la primera Cumbre de las Américas en Miami que todos los países del continente (por nuestro bien) debíamos formar parte del ALCA.

Hace dos décadas, aprovechando el colapso del modelo soviético, comenzó a imponer la hegemonía del libre mercado –bajo su único liderazgo–, como único modelo posible para su patio trasero, en un camino irreversible. El modelo incluía la sujeción económica, política y también militar. Ese 1994, Clinton ordenó una revisión de los centros de Inteligencia, control y comandancia involucrados en operaciones antinarcotráfico y estableció tres Fuerzas de Tarea Conjunta: Oeste, Este y Sur.

Pero comenzaron los cambios latinoamericanos, con Hugo Chávez como locomotora. En 2001, él dejaba constancia en la declaración final de la Cumbre de Quebec que se oponía al ALCA. Y en las calles de todo el mundo occidental comenzaban a crecer las manifestaciones antiglobalización. En 2005, en Mar del Plata, fue el ¿sorpresivo? “No al ALCA”, de la mano de Chávez, Lula, Kirchner. (“Yo no sé por qué hay tanta discusión con este asunto del ALCA. Simplemente, se trata de defendernos de los chinos”, dijo George Bush en la oportunidad).

Mientras, nos siguen bombardeando con mensajes sobre neopanamericanismo made in USA. Hay quienes sostienen que en el tablero global, EE.UU. se reafirma en el control del Caribe, a cambio de reconocer la soberanía rusa en el mar Negro y la península de Crimea, mientras negocia con Irán y lo condiciona para que deje de expandir su comercio e influencia en Latinoamérica.

En el patio trasero, la estrategia es la de desestabilizar a Brasil para lograr que salga del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y a la Argentina y Venezuela para terminar con el Mercosur y fortalecer la Alianza del Pacífico, mientras agradece al gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez por acompañar fervientemente sus esfuerzos. En Panamá, Cristina recordó la coincidencia EE.UU.-Gran Bretaña, que calificaron a Venezuela y la Argentina de peligros para la seguridad.

Quizás después de esta cumbre se podrá medir cuánto se avanzó en la integración política de los países latinoamericanos y del Caribe, y en qué medida la región se zafó de la subordinación al polo de poder que representa EE.UU., en la perspectiva de un esquema nuevo de cooperación basado en la independencia, la soberanía nacional y regional y la multipolaridad.

Fuego cruzado. Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa hicieron hincapié en las sanciones económicas impuestas a Venezuela y la injerencia que los Estados Unidos ejercen sobre los países de la región. La presidenta argentina, Cristina Kirchner, también criticó el decreto estadounidense que declara a Venezuela como una amenaza para la primera potencia mundial, al que llamó “una sinrazón y una pena”.

Poco antes de iniciarse la Cumbre, los Estados Unidos procuraron “aflojar” la tensión existente por el decreto firmado por Obama planteando que “Venezuela constituía un peligro para la seguridad de los Estados Unidos”. Thomas Shannon, delegado de Obama, se reunió con el presidente de Venezuela para decirle que “los Estados Unidos no creen que Venezuela represente una amenaza a nuestra seguridad nacional”, negando lo sustancial del mencionado Decreto.

 La firmeza con la que respondieron los pueblos y varios gobiernos de Nuestra América y las 11 millones de firmas de venezolanos pidiendo la anulación de dicho decreto, motivaron ese “retroceso táctico” –posiblemente circunstancial– de la diplomacia norteamericana. Obama, para demostrar ante la prensa su disposición al diálogo, charló diez minutos en Panamá con Maduro, quien esta vez se abstuvo de regalarle libro alguno.

Para la prensa hegemónica, lo más importante fue la foto de la “charla informal” de Raúl Castro y Barack Obama, tras 56 años de “divorcio” entre ambos países. Lo anunciaba así el mandatario cubano: “Estamos dispuestos a discutir todo. Pero para avanzar vamos a necesitar paciencia, mucha paciencia. De algunas cosas podremos persuadirnos. De otras no”.

El canciller cubano Bruno Rodríguez dijo que ambos países entienden el proceso de normalización pleno de la relación en dos etapas. La primera comprende la exclusión de Cuba de la lista de organizaciones terroristas, anuncio que se cumplió apenas tres días después de la finalización de la cumbre, y la normalización de los servicios bancarios de la oficina de intereses de Cuba en EE.UU., bloqueados desde el año pasado.

La segunda etapa tendrá que abordar el levantamiento del bloqueo comercial, la apertura de embajadas en las dos capitales, el cierre de la base militar de Guantánamo y medidas concretas para que EE.UU. deje de promover cambios internos en la vida política de Cuba. El canciller afirmó que habrá una segunda ronda presidencial de negociaciones “pronto, muy pronto”. Lo demás son fuegos de artificio.

“No queremos más doctrinas Bush. Deje de lado los discursos de doble moral para el pasado. Deje de lado las amenazas, los chantajes, las presiones que se cierran desde el Capitolio o la Casa Blanca sobre nuestros gobiernos”, pidió Morales a Obama al finalizar su discurso.
Correa también celebró la presencia de Cuba en el foro y las negociaciones de acercamiento diplomático con los Estados Unidos.

Sin embargo, también reparó, ernfatizando, que “aún está pendiente el inhumano bloqueo comercial y la devolución del territorio de Guantánamo”.


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