15
noviembre 2013, Rebelión http://www.rebelion.org
(Mexico)
Garantizando los derechos de los campesinos
“Las reformas en las instituciones internacionales como el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) deben aprovecharse para hacer avanzar la causa de los campesinos y pequeños agricultores. Lo cierto es que ninguna política, ya sea a nivel nacional o internacional tiene realmente en cuenta los intereses de este colectivo, así que somos nosotros los que tenemos que decir lo que necesitamos” - Ibrahim Coulibaly, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOP por sus siglas en francés) de Malí.
Hay una cierta emoción en La Via
Campesina acerca de las evoluciones recientes en la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El 4 de octubre de
2013, el Director General de la FAO, Jose Graziano da Silva, formalizó la
relación entre ambas organizaciones a través de un acuerdo de colaboración,
reconociendo a La Via Campesina como la más importante representante de los
pequeños productores de alimentos de todo el mundo.
Este es un paso más del que
alegrarse de una serie de reformas en curso en la FAO, que han creado un
espacio único y sin precedentes para colaborar con la sociedad civil y
democratizar el escenario de las políticas alimentarias mundiales. La Via
Campesina se ha involucrado diligentemente en estas reformas para promover la
soberanía alimentaria.
Estas reformas tienen por fin darle
a la FAO no solo una mayor legitimidad política, haciéndola más inclusiva, sino
también devolverla a su calidad de piedra angular de la cooperación
internacional en el área de la seguridad alimentaria, empezando a tomar de las
manos del Banco Mundial (BM) o la Organización Mundial del Comercio (OMC) este
tipo de decisiones acerca de políticas. Si bien esta evolución es bienvenida,
el movimiento campesino mundial no deja de ser realista en cuanto a la cantidad
de esfuerzo que debería dedicar a la ONU, manteniendo al mismo tiempo su punto
fuerte sobre el terreno, movilizando agricultores y construyendo alternativas.
Una institución importante que
también fue reformado dentro del proceso de reforma de la FAO es el Comité de
Seguridad Alimentaria Mundial (CSA). Es un órgano intergubernamental aparte, y
a día de hoy constituye el espacio clave para la alimentación y la agricultura
en el sistema de la ONU. Sus decisiones las pone en práctica la FAO, así como
otras instituciones de la ONU relacionadas con la alimentación, tales como el
Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de
Alimentos (PMA) y el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas
Internacionales
(CGIAR por sus siglas en inglés).
Fundado inicialmente en 1974, con
el tiempo este espacio se vio descuidado y perdió cualquier impacto sobre la
gobernanza agrícola mundial, que a los estados les parece más adecuado dejar en
manos de otras instituciones como el BM o la OMC. La sociedad civil y los
agricultores siempre se opusieron a este control de las políticas alimentarias
por parte de organizaciones financieras y comerciales que, a sus ojos, no
tendrían cualquier legitimidad para hablar del hambre.
En primer lugar, porque representan
los intereses del agronegocio y el comercio en vez de los de los pequeños
agricultores o los malnutridos. De hecho, la crisis alimentaria mundial de
2008, que hizo pasar hambre a millones, fue principalmente resultado del
acaparamiento y la especulación características de un sistema alimentario de
mercado libre controlado por el agronegocio. Fue una crisis de precios, más que
el resultado de una falta real de alimentos. La crisis colocó el tema de los
alimentos y la agricultura en un lugar preeminente en las preocupaciones
políticas internacionales, dando otro empujón importante a la reforma del CSA.
En segundo lugar, estas instituciones son antidemocráticas. Están controladas
por los países ricos de la OCDE, tales como Estados Unidos, el Reino Unido y
Australia, entre otros. La sociedad civil no tiene voz aquí. Estás razones
hacían tanto más importante quitarles el control de las cuestiones alimentarias
y darlo a un espacio en el que la gente y los gobiernos pudiesen de facto
colaborar para acabar con el hambre, en lugar de sacar provecho de ella.
Las intensas negociaciones en 2009,
con una fuerte presión por parte de la sociedad civil y el apoyo de algunos
gobiernos progresistas consiguieron al fin una reorganización del CSA para
convertirlo en el espacio intergubernamental clave en el sistema de Naciones
Unidas que goza de reconocimiento. En esta nueva estructura del CSA, la
sociedad civil tiene ahora un papel reconocido oficialmente que le permite
participar en pie de igualdad con los gobiernos en reuniones y negociaciones
gubernamentales. Pese a que no se le permite votar, tiene la posibilidad de
ejercer su influencia en debates y recordar a los gobiernos sus compromisos.
Para obtener el mejor asesoramiento técnico, el CSA ha establecido asimismo un
Panel de Expertos de Alto Nivel (HLPE por sus siglas en inglés). Un órgano constituido
no solo por expertos y académicos, sino también por personas con conocimiento
empírico, tales como los propios agricultores, que redactarían informes acerca
de diferentes asuntos para dar información de fondo y análisis. El CSA reconoce
la autonomía de la sociedad civil, que puede escoger a sus propios
representantes y su propio mecanismo para organizar su participación. Se
organiza bajo el paraguas del Mecanismo de la Sociedad Civil (CSM por sus
siglas en inglées), que tiene 41 miembros de diferentes circunscripciones en el
comité de coordinación, incluyendo 4 para los grupos de agricultores.
La importancia del CSA está
creciendo. Se ha dado una participación diligente por parte de los gobiernos en
las sesiones recientes y la presencia de ONG y del sector privado ha aumentado
igualmente. Pero el camino hasta allí no ha sido todo rosas para los
movimientos sociales. Es importante recalcar que entre los actores reconocidos
por el CSA se cuentan también fundaciones privadas, corporaciones, grandes ONG,
el BM y la OMC, lo cual hace que sea todavía más importante para los pequeños
agricultores el ocupar este espacio y promover políticas progresistas para la
soberanía alimentaria. El año pasado, en la 39 sesión del CSA, el G20 también
se acercó a este órgano para hacerle adoptar su posición en cuanto a la
volatilidad de los precios. Que se sepa que la delegación de la sociedad civil
abandonó la sesión plenaria cuando un CSA claudicante adoptó esta posición
sobre la volatilidad de los precios. La posición del G20 contrastaba con las
peticiones de la sociedad civil de una regulación estricta de los mercados de
futuros, a los que se veía como contribuyentes a la volatilidad de precios y la
inseguridad alimentaria en los países más pobres.
También ha habido algunas victorias
parciales. En mayo de 2012, el CSA adoptó las Directrices Voluntarias sobre la
Gobernanza Responsable de Posesión de Tierras, Pesquerías y Bosques, lo cual
demostró que el CSA es capaz de llevar a término con éxito una consulta entre
estados a través de un proceso abierto también a la sociedad civil. La Via
Campesina lamenta que el documento tenga algunas carencias, por ejemplo, su
carácter no vinculante y el hecho de que no se pueda sancionar a ningún estado.
Las grandes adquisiciones de tierras quedan más reguladas que prohibidas. Aun
así, este texto da algún poder a la gente para oponerse a la tendencia de
acaparamiento de recursos, sobre la premisa fundamental de los derechos
humanos. Se trata de un texto progresista que incluye principios como el
consentimiento previo informado, el recurso a la justicia, la transparencia, el
respeto de la dignidad humana, la igualdad de género, el reconocimiento de los
derechos consuetudinarios, sistemas de tenencia para el uso comunal de la
tierra, así como derechos legítimos de ocupación que todavía no gozan de
protección jurídica. Acaba con el monopolio del Banco Mundial en la definición
de políticas relacionadas con el suelo, lo cual es un logro significativo. Este
fue un momento histórico, puesto que el CSA rechazó los Principios para la
Inversión Agrícola Responsable (PRAI por sus siglas en inglés) del Banco
Mundial, que éste había intentado proponer como base para las políticas sobre
el suelo. Este es un marco político en el que ni el BM ni la OMC han conseguido
imponer su visión.
Actualmente, el CSA se reúne en su
cuadragésima sesión en Roma del 7 al 11 de octubre, para debatir asuntos clave
como la inversión agrícola. LVC está presente y pone en tela de juicio lo que
de positivo se dice acerca de las inversiones a gran escala, que más bien
sirven para legitimar el acaparamiento de tierras y que expulsan a los
agricultores de sus tierras para promover proyectos orientados a la exportación
como los de agrocomestibles. Este tipo de tendencia hace aumentar el hambre y
la inseguridad alimentaria. La Via Campesina defiende que las políticas
destinadas a reforzar la producción alimentaria deberían apoyar inversiones por
parte de los propios pequeños productores de alimentos. En palabras de
Elizabeth Mpofu, coordinadora general de LVC: “ las inversiones agrícolas de
los pequeños agricultores deberían ser reconocidas como la contribución más
importante en la producción alimentaria para erradicar el hambre.”
Pese a que estas reformas para la
inclusión de la sociedad civil son bienvenidas, ha habido muchos debates en el
movimiento acerca de la cantidad de energía que debería destinarse a estas
políticas institucionales, en relación con una acción concentrada en
movilizaciones, posicionamiento de confrontación y construcción de
alternativas. La Via Campesina se ha involucrado desde el principio en este
proceso, tanto desde dentro de las propias negociaciones, como desde fuera,
llevando a cabo acciones, y manteniendo su genuino carácter de movimiento
social. El movimiento considera importante ocupar estos espacios, llevando el
poder de los ciudadanos al reino de la política institucional e interactuando
con gobiernos de forma más pragmática para promover sus objetivos. Pese a todo,
es también consciente de las limitaciones de la política, teniendo en cuenta el
impacto limitado que se puede obtener, y los recursos ingentes que son
necesarios para formar parte de este tipo de espacio, tanto desde el punto de
vista humano y técnico como financiero, cargas difíciles de soportar para un
movimiento social. Tampoco los miembros de La Via Campesina están acostumbrados
a este tipo de escenario tecnocrático. Pese a reconocer su importancia,
recalcan la necesidad de conseguir un equilibrio entre este trabajo y sus
compromisos en sus países de origen. Angel Strappazon, líder argentino de La
Via Campesina, explica que “ estar ahí supone un sacrificio para nuestras
comunidades y organizaciones... es un sacrificio, pero también una
responsabilidad. Una tarea difícil pero feliz, ya que esperamos que, gracias a
nuestra energía y nuestra dedicación conseguiremos hacer cambiar de opinión a
los gobiernos y a la gente”.
Así pues, mientras que el CSA
representa una oportunidad para la sociedad civil, La Via Campesina cree que
tendrá que tomar decisiones más concretas para ganar credibilidad política a
ojos de los movimientos sociales. Mientras el trabajo institucional continua,
las movilizaciones de campesinos en defensa de sus derechos y la construcción
de alternativas en ese ámbito siguen siendo la principal estrategia del
movimiento campesino internacional.
Más información:
La FAO cooperará con La Via
Campesina, el mayor movimiento de productores alimentarios a pequeña escala: http://www.fao.org/ news/story/en/item/201824/ icode/
Boletín Nyéleni 15, especial
agroinversiones : http://www. nyeleni.org/?lang=es&lang_ fixe=ok
Página web del MSC : http://www.csm4cfs.org/ Default.asp?l=esp&
Lean
y compartan el Llamamiento de Yakarta!
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