25
agosto 2013, Delegación de Paz de las FARC-EP http://www.pazfarc-ep.org
(Colombia)
La
reciente presentación de proyecto que busca reformar la ley para permitir que
la realización de un referendo pueda coincidir con la fecha normal de otra
convocatoria electoral pública, no es un hecho tan límpido como pretende
presentarlo el gobierno nacional.
El Presidente Santos expone que
busca generar las condiciones que posibiliten, ante un eventual acuerdo en la
Mesa de La Habana, que se pueda realizar de manera expedita el referendo
aprobado en el Acuerdo Final, a fin de poder materializar el pacto de paz.
Y como si buscara restarle
importancia al tema, argumenta que si no se logra ningún Acuerdo en la Mesa, o
si allí no se define que el procedimiento de refrendación de los acuerdos sea
un referendo, simplemente no va a pasar nada, la ley aprobada no se aplicaría y
punto.
Reflexionemos un instante sobre
eso. ¿Tiene alguna presentación, se ha visto en algún país del mundo, que un
gobierno proponga una ley, presuponiendo algo que no se sabe si se va a dar, y
afirmando que si no se da, no importa nada?
¿Puede un gobierno poner en
funcionamiento la máquina estatal entera, involucrar los tres poderes,
ejecutivo, legislativo y judicial, con carácter de urgencia, a fin de obtener
una ley que le permita ejecutar algo que él mismo admite que es probable que no
se dé?
Las razones para hacerlo tienen
necesariamente que ir mucho más allá de la simple generosidad bonachona. Santos
debe tener serias motivaciones. Y es a ese respecto que vale la pena convidar
al país a pensar con detenimiento y no tragar entero como parece indicarle la
gran prensa.
El propio Humberto de La Calle,
reconoce que el tema hace parte del punto 6 de la Agenda, el cual ni siquiera se
ha comenzado a discutir. Cuando se discuta, puede ser acordada una fórmula bien
distinta, caso en el cual la ley propuesta sería una simple medida de
prevención por si acaso.
Eso no puede creerse, no se puede
ser tan ingenuo. Durante varios meses, como queda visto desde ya, los grandes
medios y el país entero van a estar ocupados en las incidencias del proyecto de
ley sobre referendo, el cual será elevado de ese modo a la fórmula de una
panacea salvadora.
Cuando el tema del mecanismo de
refrendación sea abordado en la Mesa, va a suceder que el argumento central del
gobierno para imponer la vía del referendo, va a ser precisamente el del
engranaje estatal puesto ya en marcha y la expectativa nacional al respecto.
Cualquier otra fórmula, verbigracia
una Constituyente, será desechada de inmediato con el solo argumento de que
implicaría más trámites y demoras. La nación entera quiere poner fin al
conflicto ya, dirán. Así la fórmula gubernamental del por si acaso resultará
impuesta por inercia.
En caso de que en la Mesa las FARC,
por su inclinación a cualquier otro, se nieguen a admitir que el mecanismo de
refrendación sea el referendo, es seguro que el gobierno nacional y los grandes
medios van a lanzarse en masa contra ellas acusándolas de haber engañado al país.
Van a decir que después de haber
embarcado al Congreso, la Corte Constitucional, los grandes medios y la opinión
pública en la fórmula salvadora del referendo, se echaron atrás en una
demostración de su mala fe habitual y su manía de mentir al país.
Que el Presidente Santos pretenda
arrinconarnos de ese modo con su por si acaso, no resulta lo más grave del
asunto. Desde hace medio siglo pretenden hacer lo mismo con bombas y metralla,
lo cual, como organización, nos ha enseñado a desarrollar un blindaje a toda
prueba.
En un país en donde probadamente
han sido elegidos presidentes con dinero de las mafias y apoyo paramilitar, en
el que ya es costumbre valerse de algún modo de las FARC y el tema de la paz
para llegar a la primera magistratura, no es raro que Santos recurra al proceso
para reelegirse.
La agitación legislativa y
mediática se encargará de preparar la opinión para ello, sin importar que el
Presidente tenga previsto el filo de la espada contra las FARC en caso de que
no se sometan a sus imposiciones. Si no logró la paz por las buenas, de todos
modos lo conseguirá por las malas.
Pero hay algo más serio. El
gobierno nacional no ha dicho aún una palabra pública sobre la ley que
convocaría el referendo. Ha hecho creer que ella dispondría una elección en la
que la ciudadanía votará por el sí o el no a cada uno de los puntos del Acuerdo
Final de La Habana.
Cuando no hay nada más lejos de su
propósito. Lo que Santos pretende con ese Referendo es que el país vote sí o
no, a dotar de facultades extraordinarias al Presidente para expedir decretos
con fuerza de ley encaminados a poner en vigencia los Acuerdos firmados en La
Habana.
Para lo cual el país debe votar sí
o no a la conformación de un pequeño Congreso o cuerpo legislativo encargado de
redactar los decretos. Ese Congreso estaría conformado por voceros de todos los
partidos políticos y en él tendrá cabida una pequeña representación de las
FARC.
Es esa la segunda parte sobre la
que el gobierno calla. Así y tal fue informado en reunión informal a un grupo
de voceros de las FARC en La Habana, los cuales plantearon un tiempo prudencial
para pensar sobre ello. El gobierno, sin embargo, decidió arrancar con su idea
sin esperar respuesta.
Así que las FARC estamos envueltos
ahora en un carrusel que desborda de largo el Acuerdo General firmado en La
Habana hace un año, sin contar con nuestra opinión, y al cual, según el
gobierno, no podremos oponernos sin que aparezcamos como falsarios y enemigos
de la paz.
Esa es toda la verdad. Nuestra
intención es seguir adelante con el proceso de paz, de acuerdo con lo pactado
en el Acuerdo General, haciendo caso omiso de las maniobras que el gobierno
intente paralelamente. Colombia y el mundo deben saber quién está violando las
reglas.
Es claro que el gobierno presiona
en todas las formas por un acuerdo antes de fin de año. Pero sus posiciones en
la Mesa siguen siendo inamovibles en cuanto a no tocar un solo aspecto del
orden establecido. Insistimos en que lo pretende es nuestra simple adhesión a
sus políticas.
Eso no sería un acuerdo. Tampoco la
paz por la que han luchado y entregado su vida tantos colombianos y tantos
guerrilleros patriotas. Menos la paz por la que el pueblo raso de este país
clama hoy día en calles, carreteras y plazas.
Timoleón Jiménez.
Comandante del Estado Mayor Central
de las FARC-EP
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