18 agosto
2016, Misión Verdad http://misionverdad.com (Venezuela)
Desde el bodrio del Cartel de los Soles, el aparato de justicia
norteamericana, como el Departamento de Estado y operadores varios del complejo
industrial-militar estadounidense, se han enfocado en criminalizar a Venezuela
como un narcoestado corrupto, en una clara maniobra que busca aislar al país y
demonizarlo antes de intervenir con más fuerza en sus asuntos.
Sin embargo, entre los
promotores de esta maniobra precisamente destacan confesos narcotraficantes y
ejecutores de la política de la CIA, la DEA, el Departamento de Estado y el
Pentágono en los últimos años.
Vale la pena conocer el
prontuario de estas oficinas estadounidenses y conocer quiénes acusan a
Venezuela de lo que continuamente han realizado durante toda su vida, repasando
brevemente el nacimiento de la Guerra Global contra las Drogas como política de
intervención y de asedio a países soberanos en
situaciones similares a la
venezolana.
Historia, coincidencias y ocupaciones territoriales
No es
"novedad" que el fin de los Estados-nación sea útil a su absorción
por parte del gobierno global (tan teorizado por el estratega norteamericano Henry
Kissinger), como tampoco lo es que la "Guerra Global Contra las
Drogas" haya comenzado en paralelo a los aviones militares que iban a
Vietnam y volvían con heroína del famoso Triángulo Dorado (Vietnam, Laos, Tailandia y Myanmar) para
regarse en los barrios norteamericanos durante la década de 1970 y disolver
toda iniciativa revolucionaria que viniera de las organizaciones juveniles de
toda índole que protestaban contra la invasión a Vietnam y el cuestionamiento
abierto al status quo del momento. En
especial los movimientos comunitarios radicales que capitaneaban las Panteras
Negras.
Esta
"coincidencia" es la misma de cuando Ronald Reagan llegó a la presidencia
a principios de los 80 lanzó este paradigma de seguridad junto a la primera
versión de la "Guerra Contra el Terror": también se da con la
sincronía entre los aviones de la CIA que enviaban con armas para la Contra
nicaragüense y volvían con drogas para los barrios de Los Angeles con el objetivo de financiar la contrarrevolución, como comprobó el periodista Gary Webb con el escándalo
Irán-Contras, plan armado por el combo Oliver North, Roger Noriega y John
Negroponte. El mismo grupo ultra que está hoy acordemente enfocado contra
Venezuela.
Igual, en los 90, y sin
despeinarse, el Comando Sur emprendió esta "heroica y titánica lucha" para
terminar con el narcotráfico y la drogadicción: otra vez lo hizo, casualmente,
desde su por entonces base en Panamá, cuando frente a sus ojos, por ejemplo,
los carteles de Medellín lavaban sus dólares en
los bancos de Ciudad de
Panamá, con la colaboración del presidente Manuel Noriega, hasta que un día
"se dieron cuenta" e invadieron el país para apresar a este narcopolítico
que también, convenientemente, había apoyado a la Contra nicaragüense en un
claro doble juego.
En Nicaragua y Panamá,
como en la guerra sucia en El Salvador y Guatemala, los ejecutores de esta
política deliberada de narcotráfico (y lavado de dinero) fueron actores y
parte en conflictos en los que sus dependencias de seguridad, la DEA, la CIA y
el Pentágono, asesinaron, al menos a miles de personas sin que ninguno de los
involucrados en estas muertes fueran presos ni cumpliese condena alguna. Menos
que menos por lavar dinero del narcotráfico y lucrar como agentes de Estado
cuadrados con el crimen organizado.
La mutación post 11 septiembre de 2001
Así fue cómo este
paradigma de seguridad tomó más fuerza todavía en los 90 cuando tenía ya que
sustituir a la amenaza "comunista" por el fin de la Guerra Fría: en
esta oportunidad la Administración Clinton, nuevamente, reutilizó el nombre
para justificar la presencia en la región y potenciar la ayuda al Estado
colombiano al borde de la derrota contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), que ya en la neolengua intervencionista comenzó a ser llamada
una organización "narcoterrorista" y ser "combatida" por los mismos
paramilitares formados por actores del Estado colombiano, militares
estadounidenses e israelíes.
Durante este plan, para
todo efecto práctico, Salvatore Mancuso, Carlos Castaño y sus Autodefensas
Unidas de Colombia se financiaron con la venta de cocaína con la complicidad de
los militares colombianos y estadounidenses, quienes ya con la DEA habían armado el grupo denominado Los Pepes ("Perseguidos por Pablo Escobar") para
que estos mismos paramilitares y los jefes narcos de ese entonces terminaran
con Escobar y el Cartel de Medellín. Había que buscar culpables y uno que se
enfrentara a ellos era conveniente, por lo que la "Guerra Contra las
Drogas" tuvo que caerle encima de manera simbólica y física.
No les falta tiempo, les faltan cojones
Así que con este
paisaje, y la presentación del término "narcoterrorismo", se veía
venir una simbiosis entre la Guerra Global Contra las Drogas y su hermana,
recién ascendida en importancia, "Contra el Terror". Ante esta base
dejada por Clinton, George W. Bush sólo tuvo que explicar esta mutación post 11
de septiembre y presentarla a la sociedad estadounidense y latinoamericana para
hacer lo mismo que sus antecesores: justificar la presencia estadounidense y
ampliar su influencia.
Esta vez, su caballo de
batalla fue el Plan Colombia, y su paladín de la justicia Álvaro Uribe Vélez,
quien comenzó en los 80 como el Director de Aeronáutica
Civil en Medellín que permitía los
vuelos narcos de Pablo Escobar (una de las tantas cosas por la que fue incluido
en una lista de traficantes
buscados por la DEA) y terminó siendo el presidente de Colombia con los mismos
padrinos de la Contra nicaragüense, Otto Reich y Roger Noriega, como aliados y
miembros de la Casa Blanca como subsecretarios de Estado en la era de W. Bush.
Por supuesto, ninguno
de estos fueron enjuicidados y acusados por la mediocracia global por ninguno
de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el apoyo al paramilitarismo, y
mucho menos por su relación con los carteles del narcotráfico. Es más, junto a
Uribe se han dedicado a efectuar continúas agresiones contra el país.
La agenda de la intervención y Venezuela
En Misión
Verdad recordamos esta breve historia porque son la CIA y la
DEA los que el año pasado fueron las principales "fuentes" de The Wall Street Journal para acusar
a Diosdado Cabello de ser jefe del famoso "Cartel de los Soles", y
fueron ex integrantes de estas agencias, como Michael Vigil, ex jefe de
Operaciones de la DEA y actual miembro de una contratista militar, que
comenzaron a hablar del "Cartel de los Flores" mientras que hasta el
momento no han podido probar nada.
Michael Vigil quizás
sea la síntesis perfecta de toda la operación contra Venezuela y la historia de
la DEA y la CIA en criminalizar naciones a través de la Guerra Global Contra
las Drogas, ya que tuvo activa participación como agente encubierto en el
entramado de los Irán-Contras, así como en operaciones en México, Colombia y
Afganistán donde actuó en 2001, post invasión, en la Operación Contención, cuyo
resultado fue convertir nuevamente a este país en un exportador neto de
heroína.
Y lo es también porque
Vigil es un mandadero, precisamente, de quienes en los 80 con Ronald Reagan
comandaron el escándalo Irán-Contras de manera encubierta, y que actualmente
realizan constantes lobbys por criminalizar a Venezuela junto con los senadores
Marco Rubio y Bob Menéndez. Hablamos justamente de Otto Reich y Roger Noriega,
parte del combo John Negroponte y Oliver North y de los criminales de guerra
que difícilmente rendirán cuentas por sus crímenes.
Estos son quienes,
sabiendo que por vías legales no pueden hacerse del poder en Venezuela, acusan
al chavismo de ser un gran cartel del narcotráfico y que sirven de usina de
desinformación al periodismo flojo y bienpensante que se agarra de cualquier
bodrio para dispararse en los pies, desconociendo por omisión la que se armaría
si el Comando Sur se agarrara de este expediente para invadir el país, como
hicieron con Panamá.
Sin embargo, aplicando
el principio de respuesta de Hugo Chávez a Álvaro Uribe: no les falta tiempo,
les faltan cojones.
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