2 agosto 2013, Prensa
Latina http://www.prensa-latina.cu (Cuba)
Por Enrique Torres *
Santiago de Chile (PL) -- El Estudio de América Latina y el
Caribe 2013, presentado por la Cepal, realizó un diagnóstico del crecimiento
económico de la región durante las últimas tres décadas, con propuestas para
estimular la inversión y la productividad.
La finalidad: alcanzar un
crecimiento más estable y sostenido en el futuro.
El estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconoce que, si bien hubo transformaciones económicas profundas en el área, persisten elevados grados de desigualdad y pobreza en varios países.
Además, pese a la favorable evolución de los términos de intercambio, la acumulación de capital ha sido insuficiente y la productividad laboral ha tenido un progreso limitado.
Al analizar las tres décadas, uno de los puntos estudiados en profundidad por la Cepal es la evolución de la productividad laboral y el cambio estructural.
El organismo de Naciones Unidas recuerda que durante los años 80 se produjo una caída de la productividad laboral media, mientras que en los 90, con una generación de empleo mediocre, el aumento en esta variable fue muy leve, con una media de un 0,4 por ciento anual.
Sin embargo, gracias al repunte del crecimiento económico registrado a partir de 2004, en la década de 2000 América Latina y Caribe aceleró moderadamente
el
alza anual de su productividad laboral a un 1,1 por ciento.El estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconoce que, si bien hubo transformaciones económicas profundas en el área, persisten elevados grados de desigualdad y pobreza en varios países.
Además, pese a la favorable evolución de los términos de intercambio, la acumulación de capital ha sido insuficiente y la productividad laboral ha tenido un progreso limitado.
Al analizar las tres décadas, uno de los puntos estudiados en profundidad por la Cepal es la evolución de la productividad laboral y el cambio estructural.
El organismo de Naciones Unidas recuerda que durante los años 80 se produjo una caída de la productividad laboral media, mientras que en los 90, con una generación de empleo mediocre, el aumento en esta variable fue muy leve, con una media de un 0,4 por ciento anual.
Sin embargo, gracias al repunte del crecimiento económico registrado a partir de 2004, en la década de 2000 América Latina y Caribe aceleró moderadamente
De esta forma quedó levemente cerrada la brecha respecto de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), aunque otras regiones, sobre todo de Asia Oriental, experimentaron una expansión mucho mayor.
El estudio de la Cepal considera que la calificación de la fuerza laboral y la acumulación del capital han sido determinantes en la productividad.
La evolución de la productividad laboral ha dependido principalmente de la calificación de la fuerza laboral, de la inversión y del progreso técnico incorporado a esta última.
Si bien a nivel global fue difícil cuantificar la contribución de la educación al crecimiento económico, queda claro que existe una correlación positiva entre el nivel de instrucción y el nivel del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita para los países de la región.
En los años 80, la proporción de personas con hasta cinco años de educación formal en la Población Económicamente Activa (PEA) urbana bajó del 29,4 por ciento al 20,8 por ciento en siete países latinoamericanos, y descendió del 62,5 por ciento al 52,2 por ciento en sectores rurales, según análisis de cuatro naciones.
Sin embargo, tomando como referencia los años 1990 y 2010, los niveles de educación de la PEA crecieron del 8,6 al 9,8 en zonas urbanas, y del 4,8 al 6,3 en zonas rurales.
El análisis de las tres últimas décadas también evidenció el predominio de la tercerización y la inversión en sectores no transables.
La agricultura, el sector manufacturero y la construcción disminuyeron su participación relativa dentro del PIB en el período estudiado.
En el caso de las manufacturas y la construcción, los resultados contrastan especialmente con las décadas previas, en tanto la minería aumentó su participación en el PIB, al igual que el sector de los servicios, que en opinión de la Cepal es consistente con las tendencias globales.
También coincide con otras investigaciones que identificaron la tercerización como una tendencia importante en América Latina, y en parte puede reflejar nuevas formas en que se lleva a cabo la producción industrial en un contexto de globalización.
Al diferenciar los sectores productores de bienes transables y no transables para cuatro países del subcontinente, se observó que a partir de 2003 el crecimiento de la formación bruta de capital fijo se aceleró en los sectores no transables, y un incremento menor en los transables.
Por definición, el sector transable de la economía comprende agricultura, caza, silvicultura y pesca, petróleo y actividad minera e industrias manufactureras.
Los no transables están constituidos por electricidad, gas, agua, construcción, comercio mayorista y minorista, restaurantes y hoteles, transporte, almacenes, comunicaciones, instituciones financieras, seguros y servicios comunales, entre otros.
Al hacer un análisis comparativo del destino de las inversiones en cuatro países en los períodos 1993-2002 y 2003-2009, se apreció que en Argentina y Brasil hubo un aumento de ese indicador en el sector industrial en la segunda etapa, lo cual permitió aumentar la productividad global.
Otra conclusión indica que la inversión aumentó principalmente en los sectores no transables, e incrementos en sectores transables productores de bienes primarios, como la minería y la agricultura.
La investigación de la Cepal también aborda cómo se comportó la transformación de la estructura productiva, y su nexo con la productividad laboral.
El cambio estructural debe ser entendido como la reasignación de recursos de sectores de baja productividad, a sectores de productividad intermedia y alta.
Los estudios recientes en América Latina y el Caribe muestran un desempeño débil de la reasignación de recursos asociados al cambio estructural.
Entre 1990 y 2005, el aporte del cambio estructural a la variación de la productividad laboral agregada en el área fue muy reducido o negativo.
En esos 15 años, en el promedio simple de nueve países se registró una contribución positiva de 2,24 puntos porcentuales de la reasignación interna de recursos en cada sector, y un aporte negativo de 0,88 puntos porcentuales del cambio estructural al crecimiento de la productividad laboral anual, que en términos netos se elevó un 1,35 por ciento.
La Cepal considera que sería clave la orientación sectorial de la inversión, apoyada en procesos de concertación que involucraran a los sectores público y privado de cada país, con el fin de contribuir al surgimiento de visiones compartidas y arreglos institucionales a largo plazo, para reducir el grado de incertidumbre que enfrenta la toma de decisiones en el ámbito de las inversiones.
El organismo estima que se debería contar con políticas macroeconómicas que aseguren la existencia de precios relativos, financiamiento, inversión pública complementaria y gestión de la demanda adecuados, además de políticas sociales, microeconómicas y sectoriales que den sostenibilidad al proceso.
*Corresponsal de Prensa Latina en Chile.
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