2
agosto 2013, Rebelión http://www.rebelion.org (Mexico)
La reunión de líderes latinoamericanos fue en
Guayaquil
La Arena
La Alianza Bolivariana de
Nuestra América (ALBA) realizó con éxito su XII Cumbre de Presidentes. En
Guayaquil, sumó a su noveno miembro, la caribeña Santa Lucía. Fue la primera
cita sin el gran ausente-presente Hugo Chávez.
La ALBA
nació poco antes de su gran contrincante, el ALCA (Área de Libre Comercio de
las Américas) pero tuvo mucho mejor suerte. El proyecto del neoliberalismo
capotó en Mar del Plata, en 2005, pese a los esfuerzos de George W. Bush por
mantenerlo en vuelo con ayuda de Vicente Fox y Álvaro Uribe.
Los
autores de que las multitudes latinoamericanas pudieran festejar haber mandado
ese libreto ALCA-carajo fueron Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Este lo hizo con
coherencia, pues en diciembre de 2004 había fundado un espacio antiimperialista
con Fidel Castro.
Lo habían bautizado Alternativa Bolivariana de Nuestra
América. La Alternativa mudó a Alianza, pero fue lo mismo: una sociedad entre
Cuba y Venezuela, abierta a la integración de todos los pueblos que José Martí
llamó Nuestra América.
Fidel Castro
está retirado de la presidencia desde 2006 y Chávez murió de cáncer cuando se
aprestaba a asumir un nuevo mandato. Este, que hubiera cumplido 59 años el
pasado 28 de julio y su mentor, del que se consideraba hijo, que cumplirá 87 el
próximo 13 de agosto, tienen un balance positivo de esa asociación.
El 30 de
julio cerró exitosamente en Guayaquil, Ecuador, la XII Cumbre de presidentes
del ALBA, con Rafael Correa como anfitrión. Estuvieron los presidentes y/o
representantes de los ocho socios y una flamante integrante, la caribeña Santa
Lucía: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las
Granadinas, Antigua y Barbuda y Santa Lucía. Como invitados especiales hubo
dirigentes de Uruguay, Argentina, Brasil, Surinam, Guyana y Haití.
Esos
nueve integrantes deberían ser diez, pero el golpe de Estado de 2009 en
Tegucigalpa logró seccionarle la membresía a Honduras. De todas maneras, por el
curso que está tomando la región, no van a faltar nuevos países que pidan su
admisión. Incluso podría ser Honduras, si en las próximas elecciones ganara
Xiomara Castro, la esposa del derrocado Manuel Zelaya.
Mucha
unidad
El
documento de Guayaquil rechazó las pretensiones de Estados Unidos y otras
potencias por neocolonizar la región y convertirla en un instrumento para la
satisfacción de las necesidades de sus negocios. La ALBA valoró la nueva época
que “se ha traducido en un empoderamiento de las mayorías a partir de un
aumento de la militancia en movimientos sociales y de la llegada al poder de
gobiernos revolucionarios en Latinoamérica y el Caribe”.
Según el
reporte de la agencia cubana Prensa Latina, el cónclave reiteró el objetivo de
“trabajar en conjunto para que, la educación, la salud, la atención a personas
con discapacidad, entre otros, sean garantizados gratuitamente, como servicios
públicos de calidad”.
Esa
exquisita sensibilidad social y política reconoce el ADN de los co-fundadores
como Fidel Castro y Hugo Chávez, así como un punto de vista que unifica a los
demás líderes tercermundistas.
Varios de
ellos se habían encontrado pocos días antes en Santiago de Cuba, donde
participaron del acto por los 60 años del Asalto al Cuartel Moncada junto a
Raúl Castro, casos de Nicolás Maduro, Evo Morales, el premier de Antigua y
Barbuda, el canciller de Ecuador Ricardo Patiño y alguien que no pertenece al
espacio pero sí al Mercado Común del Sur, José Mujica.
Correa
estaba en Caracas por la relación bilateral con Venezuela y debió regresar a
Ecuador para afinar detalles de la cumbre donde era dueño de casa; por eso
mandó a Patiño al acto del Moncada. A su vez Raúl Castro esta vez se quedó en
Cuba, desde donde también es presidente protémpore de la CELAC (Comunidad de
Estados Latinoamericanos y del Caribe), por lo que envió a Guayaquil al
vicepresidente José R. Machado Ventura.
Lo
importante es que los nueve socios tuvieron asistencia perfecta, algo que
lamentablemente no ocurrió en la UNASUR reunida en Cochabamba el 4 de julio,
cuando se debía repudiar la maniobra imperial contra Evo Morales. Esa vez
faltaron Santos, Piñera y Humala, tres líderes de la Alianza del Pacífico, que
junto a su cuarto aliado, Enrique Peña Nieto, de México, son dependientes de EE
UU.
A
propósito, la de Guayaquil se tituló “Declaración del ALBA desde el Pacífico”.
¿Habrá sido un desafío a aquella derecha regional y una forma decirle que está
dispuesta a dar batalla sobre ese litoral?
Nueva
época
Hace años
el presidente Correa patentó su definición que la región no vive una época de
cambios sino un cambio de época. Siendo anfitrión, volvió a la denuncia
encendida y bien fundamentada contra del imperialismo. Economista de cuna,
analizó el dominio del capital y el parasitismo de un sistema en crisis en
Europa y la superpotencia. Por eso que el documento final planteó que la del
ALBA implica “una visión integral y alternativa de desarrollo, que no se limite
a buscar sólo acuerdos comerciales sino que se debe garantizar un desarrollo
productivo en áreas como la energía, el comercio intrarregional, la producción
de alimentos, las industrias intermedias, inversiones y financiamiento”.
En
paralelo a la cumbre de mandatarios deliberó una cumbre de movimientos del
ALBA, que realizaron una movilización de 10.000 personas. Unos 200 dirigentes
sociales, al cabo de la marcha, fueron recibidos por los presidentes y les
entregaron un manifiesto con los puntos de vista de los movimientos. Lejos de
ver contraposición en el planteo, Correa, Maduro, Evo y los demás enfatizaron
que en ese espacio hay una fina sintonía entre los gobiernos y los pueblos. El
común denominador es el antiimperialismo.
La nueva
época aludida por Correa se advierte en el contenido político de las reuniones
como la Guayaquil y las anteriores de UNASUR en Cochabamba y del Mercosur en
Montevideo, muy recientes.
Y hubo
más foros de similar sentido popular. La Cumbre Antiimperialista y
Anticolonialista delibera en Cochabamba, convocada por el Pacto por la Unidad
de cinco organizaciones sociales bolivianas. Ayer cerraba su primera jornada el
presidente Morales y luego intervendrían el vice Alvaro García Linera y el
canciller David Choquehuanca. Había delegaciones de varios países.
Y aunque
el Foro de San Pablo ya no tiene el filo de cambio de años atrás, desgastado
por la variante muy socialdemócrata del PT brasileño, está realizando desde
ayer y hasta el domingo 4 de agosto su reunión en aquella ciudad brasileña.
Participan un centenar de partidos y agrupaciones, y también habrá una Cumbre
Social paralela. Se prevé que en el cierra asistan Maduro, Evo y los locales
Dilma Rousseff y Lula da Silva.
Cristina
debería tomar nota
Las
intervenciones de Correa y del documento final tuvo un gran valor para el
pueblo y el gobierno argentino, que harían bien en tomar nota. El anfitrión
denunció el martes 30 la complicidad entre empresas transnacionales y cortes
internacionales de arbitraje. “Uno de los peligros que enfrentan los procesos
de cambio -dijo- es el imperio del capital, que tiene más derecho que los seres
humanos y puede llevar directamente a cualquier Estado a un centro de arbitraje
internacional, por demás corruptos y deshonestos”.
Estaba
refiriéndose al CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, y a los Tratados
de Protección Recíproca de Inversiones (TPI). En esos ámbitos hay maniobras de
Occidental Petroleum y Chevron contra Ecuador, amparados ilegalmente en el TPI.
El presidente explicó que dichos tratados no contemplan las demandas de la
comunidad amazónica contra Chevron por daños ambientales y a la salud
ocasionados por Texaco. Chevron-Texaco fueron condenadas a pagar 18.000 millones
de dólares de indemnización a los pueblos amazónicos, y ahora pretenden que esa
suma la afronte el gobierno ecuatoriano.
Chevron
invirtió 400 millones de dólares en 900 abogados para intentar revertir dicha
sentencia. “La tercera empresa más grande de Estados Unidos quiere sentar un
precedente de que los grandes negocios no pueden ser juzgados”, advirtió el
presidente ecuatoriano.
La
declaración de Guayaquil aseguró que “asistimos a la aparición de nuevas formas
de explotación, por la vía de la imposición de herramientas como los tratados
bilaterales de protección de inversiones”. ALBA dijo que “respalda a Ecuador,
perjudicado por transnacionales como Oxy y Chevron, cuyos daños se extienden a
otros países, y en diferentes magnitudes”.
Como el
gobierno de Cristina Fernández firmó el 16 de julio un acuerdo con Chevron,
lubricado por el decreto 923, favorable a las petroleras extranjeras que
hicieran inversiones superiores a los mil millones de dólares, sería bueno que
tomara nota de las denuncias de su colega ecuatoriano y la ALBA.
En cuanto
a los cargos levantados en Guayaquil contra el CIADI no deberían ser novedad
para Argentina pues se trata del país más demandado por las multinacionales, en
unas 40 oportunidades y con al menos dos sentencias en su contra (Azurix-Enron
y Blue Rigde-Bank Of America). De ese tribunal arbitral tan favorable a las
multinacionales se retiró Venezuela en enero de 2012 y antes lo habían hecho
Ecuador y Bolivia. ¿Qué espera Cristina Fernández para abandonar ese tribunal
tan injusto y denunciar los TPI?
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