"No hay tiempo que perder para entregar un planeta diferente a las nuevas generaciones" afirma D'Escoto.
13 diciembre 2009/TeleSUR http://www.telesurtv.net
Por: Waldo Mendiluza
A punto de cerrar la primera década del siglo XXI el planeta sufre embates de fenómenos naturales, políticos, económicos y sociales que demandan una respuesta urgente de la comunidad internacional y de sus mecanismos de consenso.
Crisis económico-financiera, energética y medioambiental; militarismo; postura hegemónica de potencias occidentales; guerras e inoperancia de entidades llamadas a garantizar la paz y la estabilidad mundial ratifican la premura de encontrar soluciones.
En ese contexto, el ex presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas Miguel D´Escoto accedió a conversar en Caracas con Prensa Latina sobre la situación y las perspectivas de construir el multilateralismo y la convivencia armónica con el entorno.
De acuerdo con el otrora canciller sandinista (1979-1990), no hay tiempo que perder para entregar un planeta diferente a las nuevas generaciones.
¿Cuáles son a su juicio los principales problemas del planeta?
Miguel D´Escoto: El planeta está pasando por una crisis tremenda, con impacto en la economía, las finanzas, la política, los temas sociales y el medio ambiente. Más de mil millones de pobres, gran cantidad de personas que mueren de enfermedades prevenibles o curables, desempleados, desplazados de sus territorios, guerras y un deterioro creciente del ambiente conforman un panorama de impredecibles consecuencias. Incluso algunos expertos aseguran que para finales de este siglo habrán desaparecido al menos la mitad de las especies de la flora y la fauna. Todo este complejo escenario se agrava con la postura individualista de potencias como Estados Unidos que en lugar de dedicarse a combatir los problemas, por muchos de los cuales es responsable, tratan de garantizar su supervivencia.
¿Qué respuestas necesita la humanidad para superar la crisis?
D´Escoto: Ante todo debo decir que a pesar del adverso panorama tengo fe en los pueblos y en la capacidad de nuevos dirigentes comprometidos con crear un nuevo orden mundial.
Las respuestas a la crisis están en la responsabilidad y la solidaridad. Por el actual camino del egoísmo, la codicia y el predominio de excluyentes intereses nacionales vamos inevitablemente hacia la destrucción.
Nosotros en Latinoamérica estamos enviando señales al mundo, entre ellas el surgimiento de líderes que como Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega siguen el horizonte trazado por Fidel Castro, el más grande latinoamericano de todos los tiempos. Otra propuesta es la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América, ALBA, porque de ella emanan principios de cooperación y desarrollo en armonía con la naturaleza. A diferencia de otras experiencias, el ALBA surge con el propósito de no dejar atrás a ningún país por muy modestos que sean sus recursos.
La llegada a la Casa Blanca de un presidente negro fue tomada como un signo de esperanzas. ¿Qué opinión le merece?
D´Escoto: Muchos queremos ser generosos y esperábamos que el cambio creíble ofrecido por el presidente Barack Obama durante su campaña e incluso después de ser electo se iba a dar. Sin embargo, ya estamos volviendo a la realidad y tenemos que reconocer que Obama es solo el presidente estadounidense, no más, lo cual significa que no es quien toma las decisiones. Esas corresponden al complejo militar-industrial norteamericano que siempre ha gobernado el imperio y no está interesado en revertir la actual situación. Las pruebas son muchas de que en lugar de ese país preocuparse por los problemas globales lo hace por recuperar o extender su hegemonía.
¿Cuáles son esas pruebas y en qué medida afectan a Latinoamérica?
D´Escoto: El imperio quiere recuperar lo que siempre ha considerado su traspatio (Latinoamérica), y las pruebas van desde su papel en el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya hasta la instalación de nuevas bases militares en Panamá y Colombia. Tampoco podemos desconocer los planes desestabilizadores en Bolivia, Paraguay y Venezuela. Detrás de todo eso encontramos el interés de las transnacionales de asegurar recursos energéticos, acuíferos, minerales y de la biodiversidad. Las crisis del planeta pudieran llevar a problemas aún mayores y tratan de posicionarse para cuando llegue ese día.
¿A propósito de las bases militares en Colombia, se justifican las preocupaciones de Venezuela y otros países de la región?
D´Escoto: Las bases norteamericanas en Colombia son un tema grave. No se trata de enclaves específicos, porque a través del acuerdo Washington-Bogotá los gringos pueden utilizar todos los aeropuertos y no solo sus militares, también los mercenarios o contratistas. Además, está el asunto de la impunidad absoluta con la cual pueden actuar. Hay que tener claro que el objetivo real de semejante despliegue no responde a la lucha contra el narcotráfico. La misión de las bases en Colombia, en Panamá y donde quiera que estén es hacer retroceder el avance significativo de la izquierda en la región. Los latinoamericanos vivimos el momento más importante de nuestra historia por la llegada al poder de líderes ya mencionados y el nacimiento del ALBA. Eso explica la agresividad del imperio. Las bases militares estadounidenses son instrumentos para apoderarse de los recursos de la Amazonía y de Mesoamérica.
¿Otro tema polémico es el deterioro del planeta, cómo enfrentarlo y revertirlo?
D´Escoto: Ya señalábamos que el cambio climático es una amenaza para la Humanidad que por su magnitud no puede ser subestimada y mucho menos ignorada. Necesitamos políticas responsables para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el establecimiento de fuentes de energía sanas y renovables. Eso pasa por un compromiso verdadero de las potencias industrializadas, principales contaminantes. Como dije en la ONU al concluir mi periodo en la presidencia de la Asamblea General, Tempos fugit (el tiempo se nos va, se nos termina), y por tanto debemos demostrar que entendemos bien lo que eso significa y que estamos dispuestos a hacer lo necesario para defender la vida y la supervivencia del planeta. Le debemos eso a las futuras generaciones. La cumbre de Copenhague es un foro importante, pero también lo es el comportamiento práctico de los responsables de poner en peligro la Humanidad.
¿Qué papel debe jugar la ONU en las respuestas a la crisis?, y ¿bajo su actual formato está en condiciones de hacerlo?
D´Escoto: Yo creo en Naciones Unidas, pero al decir eso mejor aclaro. Creo que es potencialmente la organización más importante del mundo para ayudarnos a superar los problemas y las crisis convergentes en las que estamos, pero primero debe ser reinventada e insisto en la palabra porque es la precisa. La ONU no es reformable, necesita mucho más que eso.
La ONU nació después de la Segunda Guerra Mundial para impedir nuevos conflictos bélicos y garantizar la paz y la estabilidad en el planeta. Sin embargo, tenemos sentado en su Consejo de Seguridad al país más guerrerista de la historia, Estados Unidos.
Por si fuera poco, sus guerras son agresiones unilaterales para despojar de los recursos naturales a otras naciones. Washington además amenaza y se burla de los mecanismos de la organización. En ese contexto, no nos queda más remedio que declarar a Naciones Unidas una cosa del pasado. La Humanidad demanda una entidad cuyos miembros estén comprometidos con la paz y los principios de la Carta de la ONU.
¿Existen propuestas concretas para convertir a Naciones Unidas en un instrumento para la paz y el multilateralismo?
D´Escoto: Desde hace un tiempo venimos trabajando en un proyecto al cual poco a poco hemos incorporado científicos y personalidades de todo el planeta. Para fines de 2010 esperamos impulsar desde el ALBA la "Declaración del bien común de la tierra y la humanidad", una iniciativa que tiene en cuenta realidades sobre las que no había conciencia cuando surgió la ONU. Como lugar específico de presentación escogimos la Segunda Reunión del Club Martiano de América Latina y Estados Unidos, en Managua, donde entregaremos al presidente Ortega la propuesta.
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