30
julio 2013, Cuba Debate http://www.cubadebate.cu (Cuba)
La
prosperidad de Europa está llegando a su fin con la
venta de sus propiedades, el extremismo político y otros indicios de un colapso
inminente, opina el economista Stephen King, jefe de HSBC, una de las mayores
organizaciones de servicios bancarios y financieros del mundo.
En su
libro ‘Cuando el dinero se acaba’ (When the Money Runs Out), cuyo capítulo fue
publicado en exclusiva por el sitio ruso finmarket.ru, el economista destaca
que el capitalismo no ha conseguido demostrar su
eficacia y que la historia económica regresa a las etapas ya experimentadas en
varios países de Europa. Para demostrarlo el autor cita varios ejemplos del
pasado.
Lecciones
medievales no aprendidas
Hace
muchos siglos, la gente también opinaba que podía gastar sin pensar en su
futuro. Durante mucho tiempo, el artículo más caro en el presupuesto fue el
gasto militar.
A pesar de la amenaza de crisis económica, los gastos de guerra
no se recortaban, lo que en el siglo XIV dio lugar a una tremenda revuelta
campesina, lo que se puede apreciar también en la actualidad.
Hoy en
día los gobiernos, acosados por la deuda, están decididos a introducir
programas de incentivos. Las protestas en Atenas y Madrid se parecen sorprendentemente a
las revueltas campesinas de aquel periodo.
Venta de
Occidente
Si los
bonos públicos y las divisas pierden su valor, los inversores tienen que
comprar activos reales. Siguiendo esta lógica, si Occidente quiere seguir
viviendo por encima de sus posibilidades, tendrá que permitir a los extranjeros
apoderarse de lo mejor, opina King.
El
regreso del extremismo político
La falta
de crecimiento, la pérdida de confianza o la carga desigual de la austeridad
son un cóctel peligroso, opina King, que llama a recordar las sangrientas
revoluciones en Francia en el siglo XVIII, el antisemitismo en Alemania en el
siglo XIX y el ascenso del fascismo y el comunismo en las décadas de 1920 y
1930. Cada uno de estos eventos fue una respuesta a una crisis económica.
Fin de la
globalización
Culpar a
otros de los problemas es una reacción previsible de los políticos. En la
historia del mundo, este enfoque ha sido utilizado con mucha frecuencia. La
crisis en la zona euro también lo demuestra. Alemania acusa del mal manejo de
su propia economía a Grecia, que a su vez culpa a los alemanes de aplicar duras
medidas de austeridad. Por su parte, Reino Unido acusa a toda la eurozona en su
totalidad de la imposibilidad de restaurar el crecimiento económico. En
resultado, los países están empezando a vivir de acuerdo al principio de
“sálvese quien pueda”, y aplican una política de proteccionismo que se
manifiesta en el sector financiero.
¿Qué receta
elegirá Europa?
Según
King, analizando la historia de la crisis económica, se puede deducir que las
élites recurrieron a cinco formas diferentes de recuperación de la crisis:
culpar a todo el mundo, admitir que viven por encima de sus posibilidades, aplicar
medidas de austeridad más severas, protegerse contra los especuladores, llevar
a cabo revoluciones para derrocar a la elite gobernante. El futuro mostrará
cuál será la opción de Europa esta vez.
El
colapso de la zona euro
Durante
la creación del llamado mercado único en 1992 la moneda única parecía un paso
natural. La crisis financiera ha demostrado que, a pesar de la moneda común, en
momentos difíciles los países siempre se guían por sus propios intereses, lo
que pone en tela de juicio el futuro de la zona euro, destaca el economista.
Gobiernos
sin confianza
En los
países democráticos los políticos tienen miedo de tomar una decisión impopular
y a no ser reelegidos. Por lo tanto, simplemente posponen decisiones con la
esperanza de que sus sucesores resuelvan todos los problemas. Pero esta
política tiene sus limitaciones, porque en algún momento los prestamistas
pueden abandonarlos.
La
desconfianza hacia dinero crece
Con el
tiempo, una política de préstamo permanente puede conducir a la pérdida de la
confianza en el dinero, no sólo entre el público en general, sino también de
los acreedores extranjeros. Los temores serán suficientes para generar un
rápido aumento de los precios, lo que obligará a la población a deshacerse de
su dinero en efectivo. Como resultado el dinero perderá su valor.
“El mundo
puede haber llegado a los límites de la globalización y ahora se sitúa en el
umbral de nuevos cambios”, concluye el economista.
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