26 julio 2016, Rebelión http://www.rebelion.org
(Mexico)
Entrevista a Dilma Rousseff
La mandataria afirma que los golpes son
procesos ilegítimos que tendrán consecuencias impredecibles.
Atrincherada, la ex guerrillera y primera
mujer presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se apresta a librar su mayor
batalla para defender el gobierno elegido democráticamente, cercado por la
amenaza golpista, la cual parece incontenible.
Promete luchar con
todas las fuerzas y todos los días contra este golpe de Estado en curso, que
probablemente se definirá a
fines de agosto, luego de los Juegos Olímpicos,
cuando el Senado, dominado por la oposición, vote por la continuidad o el fin
de su mandato.
Dilma acaba de llegar a
un amplio salón de paredes de cristal del Palacio de Alvorada, la residencia
oficial que ocupa en su condición de Jefa de Estado, pese a estar suspendida
del cargo mientras se lleva adelante el impeachment y el gobierno está en manos del mandatario interino
Michel Temer, responsable junto al poderoso diputado Eduardo Cunha del putch parlamentario iniciado
en abril.
A espaldas de la
anfitriona sobresale un cuadro de trazos modernistas, Recogiendo café, de la pintora Djanira, donde tres campesinas
trabajan, una junto a la otra, en una finca.
Rousseff saluda sin
protocolos y se arremanga el blazer de lino gris claro con el gesto de quien
dice manos a la obra. Antes de comenzar la grabación de la entrevista exclusiva
de 72 minutos recuerda su viaje a México en mayo del año pasado y comenta: “Me
gustaría volver con más tiempo para visitar museos y ver el cuadro sobre
Emiliano Zapata que, según ahora sé, está en la sala de juntas de La Jornada”.
Deja el tono afable
cuando se refiere a la traición del ahora gobernante interino Michel Temer,
cuya gestión está dominada por ese corrupto llamado Eduardo Cunha, de quien
sospecha, aunque no lo denuncia formalmente, que haya sobornado a decenas de
parlamentarios para que votaran por la apertura del impeachment.
Repasa alguna anécdotas
diplomáticas y cuestiona al actual gobierno por su disposición a alinearse con
Washington, enterrando la política con énfasis latinoamericano de los gobiernos
del Partido de los Trabajadores (PT) iniciados en 2003 con Luiz Inácio Lula da
Silva y continuados por Rousseff en 2011.
Ya es casi mediodía, el
sol domina por completo la Sala del Estado, sobre el ala oeste del palacio, avivando
los rojos y amarillos de las flores y tucanes esparcidos en un tapiz del
artista chileno Kennedy Bahía.
¿Podemos empezar a
grabar presidenta?. Sí, adelante, responde y autoriza que ingrese el equipo de
documentalistas que la sigue a sol y sombra para registrar este momento
histórico en que el gigante latinoamericano enfrenta su crisis más grave desde
el fin de la dictadura militar en 1985.
Rousseff habla sobre la
conspiración de la cual es víctima y la sitúa en el arenero de un subcontinente
en el que vislumbra estallidos sociales y democracias cada vez más degradadas.
“Considero importante
estudiar las raíces de esta nueva forma de golpe que ocurren en América Latina.
Lo primero que vemos es el comportamiento de las élites formando alianzas
amplias para derrocar a los gobiernos populares a fin de impedir que continúen
con sus programas sociales y de impulso al desarrollo.
“Vemos también que
cambió el patrón del golpe. En los años 60 y 70 era el paradigma del golpe
militar, con las oligarquías utilizando a las fuerzas armadas para separar del
poder a los gobiernos legítimos.
Lo que resulta muy
extraño es que este nuevo paradigma golpista procura mantener una apariencia
institucional. Estoy hablando de esa modalidad iniciada en Honduras cuando
derrocaron al presidente Manuel Zelaya (2009); después Paraguay con la caída de
Fernando Lugo (2012) y ahora llegó a Brasil. Sin olvidar los intentos de
desestabilización contra Evo Morales y Rafael Correa.
–¿En 2012 usted repudió
la caída de Fernando Lugo, imaginó que sería la próxima víctima?
–Sinceramente jamás lo
imaginé, no creía que en Brasil se iba a llegar a violar la cláusula
democrática establecida dentro del Mercosur y la Unasur para preservar los
gobiernos constitucionales. Jamás pensé que se iba a orquestar un ataque contra
mí que fui elegida por 54 millones de ciudadanos, una conspiración a cargo de
alguien que no tiene ni un solo voto (Michel Temer).
“Además de lastimar
seriamente a la democracia que tanto nos costó recuperar, este golpe nos
desprestigia ante el mundo.
“Y desde el punto de
vista estrictamente jurídico, este impea-chment contra mí existe sin que haya ningún delito que se me
pueda imputar. Y ésto no lo afirmó yo, lo dijo un grupo de peritos convocados
por el Senado, y después lo confirmó la Procuraduría General de la República”.
México 1968, Río 2016
Igual que en la víspera de los Juegos Olímpicos de
México en 1968, Brasil enfrenta un clima político enrarecido una semana y media
antes del comienzo de la cita deportiva con la ceremonia en el legendario
estadio Maracaná.
En Brasil, y
especialmente en Río, se respira un aire político contaminado. Con un
presidente en ejercicio, Michel Temer, cuestionado por su falta de legitimidad
y rechazado por 87 por ciento de los brasileños, según una encuesta del mes
pasado.
Las favelas en pie de
guerra contra la policía y decenas de miles de efectivos militares convocados
para ocupar los morros e impedir cualquier revuelta popular.
Algunos ministros
avisan que habrá mano dura contra los inconformes a los que compara con
guerrilleros urbanos, una forma de advertir a los activistas del PT y los
campesinos sin tierra que convocaron a movilizaciones en defensa de la
democracia.
–¿Espera que los Juegos
estén marcados por la represión?
–En primer lugar quiero
decir que no hay ninguna hipótesis de que haya una masacre, como la que hubo en
Tlatelolco en 1968, pero lamentablemente sí hay una fuerte tendencia a una
mayor presencia policial y militar en las calles (…) durante los Juegos.
“No creo que Brasil sea
objeto de un ataque terrorista, pero es necesario tener cautela, no podemos
descartar las amenazas, entonces es necesario que haya controles porque vimos
lo que ocurrió en París y en Niza, por ejemplo.
“En Brasil hay una
preocupación, en ese sentido entiendo a las autoridades, pero hay que ver si
después de las olimpiadas se mantiene el mismo aparato, allí sería algo
inadmisible.
Represión política
“No creo que las fuerzas armadas se presten. Ellas tienen un rol disuasorio y no entran en
confrontación directa. El que actúa es el
aparato policial.
Manifestación no es
terrorismo. Es un derecho legítimo.
–CUT y MST,
¿convocados?
–Nosotros no
controlamos esos movimientos desde aquí, del Palacio de Alvorada. Ahora, creo
que es lógico que haya manifestaciones durante las olimpiadas.
–El presidente del CUT
está acusado de incitar a la violencia.
–Eso es un error grave,
porque la defensa de la democracia jamás puede ser confundida con incitar a la
violencia. Nosotros jamás permitimos que se reprimieran las manifestaciones en
favor del impeachment.
–¿Teme represión contra
las movilizaciones convocadas durante las olimpiadas?
–Sería grave si el
Ministerio de Justicia o cualquier otro quisiera criminalizar las
movilizaciones.
Lamento inmensamente
que el ministro de Justicia interino (Alexandre de Moraes) equipare las
manifestaciones con una forma de guerrilla urbana. Eso compromete a la
democracia.
“Es típico que los
procesos golpistas quieren callar las manifestaciones, que los gobiernos que no
tienen votos sean intolerantes. Los golpistas siempre quieren silencio.
“En cambio, nosotros
jamás criminalizamos las movilizaciones por el impeachment, porque la legitimidad que tiene un gobierno electo
permite escuchar todas las voces y permitir manifestaciones.
Democracias devaluadas
–¿Imagina explosiones sociales en cadena en América
Latina?
–Creo que quienes están
apostando por estos golpes en América Latina corren el riesgo de causar una
desestabilización profunda.
“Estos procesos
golpistas pueden traer consecuencias imprevisibles. Es probable que haya. Me
parece que ni los propios golpistas saben lo que podrá desencadenarse en el
futuro.
Lamentablemente, el
precio a pagar será muy alto.
Usted puede esconder
las cosas, pero al final un golpe es un golpe. Nadie puede creer que alguien da
un golpe y todo queda como estaba. Nadie puede suponer que estos procesos
ilegítimos no dejarán marcas.
–Un paisaje regional
sombrío en un mapa global incierto.
–Vea lo que está
ocurriendo en el mundo con esta globalización, que benefició a las grandes empresas
oligopólicas mientras originó un retroceso para el conjunto de la población que
está padeciendo las consecuencias sin que nadie le ofrezca ninguna
compensación.
“En Estados Unidos
tenemos ciudades inmensas que están hundidas en la decadencia y la pobreza.
“Es un cuadro tan
grave, que hasta la prensa neoliberal reconoce que es un problema grave que
haya desigualdad creciente y la concentración llegue al punto en que 0.01 por
ciento de la población detenta casi 40 por ciento de la renta.
“Si las ganancias
aumentan por encima de 300 por ciento y el salario crece 10 o 12 por ciento
durante un periodo muy largo, es algo que nos llevará a conflictos. Es
inexorable que haya consecuencias graves en un sistema en el que la mayoría
pierde sus derechos básicos.
Estos procesos, que se
prestan al surgimiento de soluciones raras, permiten que aparezcan fenómenos
como el de Donald Trump.
–Los salvadores de la
patria.
–Lo que ya sabemos es
que en todas partes los salvadores de la patria en realidad no hacen más que comprometer
la suerte del salvado.
No tengo duda de que si
todo este proceso de exclusión causa semejante impacto en la economía más
desarrollada del mundo, que es la de Estados Unidos, estamos frente a un
fenómeno que también repercutirá en Brasil. Esa repercusión económica se verá
agravada por la crisis política e institucional que tenemos por el golpe.
–¿Estados Unidos avaló
el golpe?
–Creo que en estos
golpes no existen esas interferencias externas tan claras como en los golpes
militares. Ahora son las propias fuerzas internas las grandes responsables. Las
elites de nuestros países no requieren de Estados Unidos.
–¿No hubo ninguna
interferencia externa?
–Ahora, si usted me
pregunta quiénes se benefician del golpe, le digo que hay varios en diversos
grados.
“Entonces, se podría
decir que en favor del golpe están aquellos grupos interesados en acceder al
control de Petrobras con sus inmensas reservas en el área de pre-sal (aguas
ultraprofundas).
“En favor del golpe
pueden estar aquellos que no quieren tener la competencia en el mercado
internacional de las grandes empresas constructoras brasileñas.
“Tenemos que recordar
que en los últimos años tuvimos empresas brasileñas que estaban
internacionalizándose a un ritmo muy significativo y conquistando espacios.
“Estoy refiriéndome a
la constructora Odebrecht, que participó en la obra de (en el puerto cubano de)
Mariel, pero también la empresa ha actuando en Miami, en México. Hay otras
compañías con presencia internacional fuerte, como podría ser el caso de Andrade
Gutiérrez. Podemos mencionar firmas brasileñas actuando en Ecuador.
“En fin, son varias
participando en áreas con éxito y ello afecta intereses.
Uno puede suponer que
algunas competidoras de esas empresas brasileñas que cité tienen peso político
en nuestro país, y podría ser (que tengan participación en el golpe).
Banalidad del mal
Pasaron 13 años desde que Luiz Inacio Lula da Silva
llegó al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, el primero de enero de
2003, donde permaneció, relección mediante, hasta el 31 de diciembre de 2010,
cuando fue sucedido por su compañera.
Al Poder, el que se
escribe con mayúsculas y sobrevive a las administraciones presidenciales,
siempre le resultó inaceptable tener que soportar la presencia del PT al frente
del Estado.
El 12 de mayo pasado,
poco después de llegar al Palacio Planalto, sede de la presidencia, el
mandatario interino, Michel Temer, suprimió las imágenes publicitarias y los
eslóganes de la era petista para establecer como nuevo lema oficial, el antiguo
Brasil, orden y progreso, que evoca la simbología militar.
Paulatinamente fue
desalojando toda la iconografía de la era petista. Incluso, despidió al mozo
que durante años sirvió café a Dilma y a Lula.
Tal vez Temer todavía
no haya quitado los cuadros de mujeres laboriosas del pintor modernista
Emiliano di Cavalcanti, que Rousseff hizo colocar cerca de su despacho, en el
tercer piso del Planalto, pero posiblemente lo hará si finalmente es confirmado
en el cargo para el que no fue electo.
En su última trinchera,
la residencia de Alvorada, Rousseff habla de seguir peleando todos los días con
el mismo optimismo y de su admiración por la pintora surrealista española
Remedios Varo, una luchadora.
Enciende su tableta
para mostrarme pinturas de Varo.
Adoro sus obras. Fue una
artista ma-ra-vi-llo-sa, que peleó por la república en España y después tuvo
que asilarse en México. Cuando vuelva a México quiero ir alguna de sus
exposiciones.
La conversación retoma
lo político, y el impeachment que se tramita en el Senado, integrado por 81
legisladores mayoritariamente opositores a la presidenta electa y el PT. Para
ser absuelta y volver a su cargo, Rousseff necesita contar con el apoyo de 27
congresistas, número que parece improbable.
–¿Aún es posible vencer en
el Senado?
–Creo que cabe citar a
Antonio Gramsci, quien nos decía que tenemos que ser pesimistas desde la razón
y optimistas desde la voluntad. Soy muy optimista en mi voluntad, porque creo
que esta lucha es fundamental para Brasil y América Latina, y al mismo tiempo
hago un análisis realista sobre los pros y contra de la realidad de cada día.
–¿Está hablando con
senadores?
–Sin duda. Platico con
ellos habitualmente, pero no voy a decirle el número de los legisladores que
hoy por hoy nos apoyan (ríe).
–Políticos y medios de
comunicación intentan imponer la idea de que todo ocurre dentro de la ley.
¿Brasil vive una cotidianidad anómala?
–Voy a tomar prestada
su definición para describir el momento que vivimos en Brasil. En verdad
estamos ante una cotidianidad anómala, en la cual los que dieron el golpe
quieren esconderlo atrás del proceso de impeachment, de la tramitación formal en el Senado y del aparato
institucional, con todo su ritual.
“Lo que estamos
viviendo es un cuadro de tranquilidad aparente, que tarde o temprano acabará
por estallar, porque no se puede sostener indefinidamente ese ocultamiento de
lo real, y lo real es el golpe.
“Quien mejor trató este
tipo de fenómenos fue la filósofa Hanna Arendt a través de la idea de la
banalidad del mal.
No quiero ser exagerada
en las comparaciones, pero cuando uno ve cómo se está encubriendo la realidad
con tanta alevosía, esto me recuerda otras situaciones más extremas, como las
que trata Arendt cuando escribe sobre el proceso contra el criminal de guerra
nazi Adolf Eichmann. Ahí ella nos enseñó cómo es posible que el mal conviva
tranquilamente con lo cotidiano, cómo el mal se esconde debajo del aspecto
neutro de un burócrata de la muerte. Como Eichmann, era capaz de llegar a su
casa y besar a sus hijos como si no pasara nada en los campos de
concentración".
El original se encuentra
disponible en http://www.jornada.unam.mx/2016/07/24/mundo/018e1mundo
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