28
octubre 2014, TeleSUR
http://www.telesurtv.net (Venezuela)
El recuento definitivo de los sufragios mostró una
expansión territorial del voto frenteamplista, en tanto logró imponerse en
catorce de los diecinueve departamentos, tres más respecto a las elecciones de
2009.
Algunas sorpresas y varias presunciones confirmadas
han dejado las elecciones del domingo en Uruguay. En principio, la
ratificación, tal como todo indicaba, de que será necesario un segundo turno
para que los dos candidatos más votados en la primera vuelta, Tabaré Vázquez
por el oficialista Frente Amplio (FA) y Luis Lacalle Pou por el Partido
Nacional (PN), diriman mano a mano quién ocupará la presidencia oriental por el
próximo quinquenio.
Contrariando pronósticos – incluso del propio FA – que
vaticinaban una sangría de votos con respecto a la elección pasada, Tabaré
Vázquez logró superar la barrera del 47 por ciento
–muy cerca del porcentaje
obtenido por Mujica cinco años atrás–, aventajando por casi 17 puntos a su
contrincante más próximo, una brecha que, aunque no definitiva, parece difícil
de revertir. La buena performance del candidato oficialista, asimismo, logró
reunir más votos que la segunda y tercera fuerza juntas, evidenciando la
condición del Frente de partido mayoritario.
Por su parte, el discurso modernista y renovador de
Lacalle Pou, si bien sumó adhesiones de un 30,9 por ciento de los votantes, fue
apenas superior al porcentaje logrado por sus correligionarios en las
elecciones de 2009. La estrategia discursiva renovadora del candidato blanco,
en ese sentido, no ha surtido los efectos esperados que buscaba mejorar el
desempeño de su partido a partir de la interpelación de nuevos sectores.
Por otro lado, el claro perdedor de las elecciones del
domingo sin dudas fue Pedro Bordaberry –y su Partido Colorado (PC) en general–,
el cual quedó tercero en todos los distritos departamentales, salvo en Salto,
donde salió segundo. Su modesto 13 por ciento se ubica como la segunda peor
marca presidencial de esa tradicional fuerza política, sólo superada por el 10
por ciento obtenido en 2004. Desde un plano más general, las recientes elecciones
confirman el persistente declive del PC, quien viene perdiendo posición desde
hace poco más de una década, situación que desde hoy se cristalizará en una
menor presencia parlamentaria al perder un senador y cuatro diputados. Como si
fuera poco, el rechazo mayoritario al plebiscito que buscaba bajar la edad de
imputabilidad no puede sino ser leído como un fracaso puntual de Bordaberry,
puesto que fue una iniciativa votada a instancia suya y un pilar central de su
campaña.
El recuento definitivo de los sufragios mostró una
expansión territorial del voto frenteamplista, en tanto logró imponerse en
catorce de los diecinueve departamentos, tres más respecto a las elecciones de
2009. Entre los triunfos departamentales del FA, se destacan el de Cerro Largo,
hasta entonces histórico bastión blanco, y el logrado con contundencia en la
capital, Montevideo, con un soberbio 53,5%. Por el contrario, el PN retrajo su
presencia geográfica a nivel nacional, al pasar de ocho a cinco departamentos
bajo su dominio.
Reacomodando las fichas
Con respecto a los reposicionamientos de cara al
ballottage, se espera que la casi totalidad del voto colorado –a excepción de
un reducido núcleo duro– migre hacia la candidatura de Lacalle Pou. En ese
sentido fue contundente el respaldo de Bordaberry al candidato blanco apenas un
par de horas después de cerrados los comicios, donde aclaró que trabajará para
él “cada hora de los próximos 34 días” para que logre vencer a Tabaré Vázquez.
De esa manera, ha dejado en evidencia una vez más los fuertes lazos que unen a
ambos partidos, expresiones distintas de un mismo campo ideológico.
Por el lado del FA, lo que se avizora es que el número
obtenido en el primer turno sea apuntalado por un sector de frenteamplistas
–orgánicos o no– que no votaron por Tabaré en una primera instancia, pero que,
con el escenario tensionado por la disputa con la centroderecha, sí lo harán. A
ello se agregará, aunque parece difícil un acuerdo partidario, una porción
importante de aquellos que inclinaron su voto hacia el Partido Independiente
(PI) –una fuerza moderada, pero en crecimiento, que logró colocar un senador– y
otras fracciones menores de la izquierda. Todo lo cual abre buenas perspectivas
para que el Frente Amplio, de la mano del ex presidente, acceda sin mayores
sobresaltos a su tercer mandato consecutivo.
El FA continúa su dominio parlamentario
El otro gran dato significativo del domingo, que había
generado numerosas especulaciones durante la previa, es que el oficialismo
logró retener, tal como sucedió en las dos gestiones anteriores, la mayoría
parlamentaria en ambas Cámaras, lo cual constituye un hecho importante en
virtud de fortalecer el muy factible próximo período presidencial. Por lo
demás, hacía sesenta años que un partido no lograba la hazaña de mantener por
tres períodos consecutivos el control legislativo, situación que denota más aun
las transformaciones que el Frente Amplio le está imprimiendo a la escena
política uruguaya. En contraste con los dos períodos anteriores, la bancada
oficialista presentará una inclinación más volcada hacia la izquierda,
comandada por el ahora presidente José Mujica, próximo senador.
En referencia a la conformación del futuro Parlamento,
es de destacar también la llegada al mismo de Asamblea Popular (AP), una fuerza
que su ubica a la izquierda del FA y que, aunque cuente con un solo escaño,
tendrá la posibilidad de utilizar el recinto legislativo como caja de
resonancia de su agenda política.
Así las cosas, el escenario político uruguayo deberá
esperar al segundo turno para terminar de configurarse. Hasta entonces, se
esperan semanas movidas, donde los candidatos buscarán diferenciarse tanto como
atraer a nuevos votantes. La tensión central, una vez superada la primera
vuelta, aparece con mayor claridad: la continuidad del rumbo posneoliberal
abierto por el FA en 2004, con sus largas señales de recomposición social a
cuestas, o el retorno de un partido conservador ligado a los históricos
sectores de poder nacionales y extranjeros.
Por lo pronto, hasta la resolución de dicha disputa,
queda la certeza de que el Frente Amplio sigue siendo la principal fuerza
política uruguaya, la que despierta mayores adhesiones en las urnas, la que
moviliza a la mayor cantidad de gente en las calles y la que cuenta con los
líderes políticos más populares. Nada de azar, entonces, en el triunfo de
Tabaré.
*Periodista de Nodal/Miembro del Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica
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