22 octubre 2014, ADITAL Agencia de Información Fray Tito para América
Latina (Brasil)
Imagine una comunidad que, a lo largo de 12 años, pasó
a tener acceso al agua potable para beber y producir alimentos (agua para
cocinar), recibió electricidad, las casas dejaron de tener piso de tierra,
ahora tienen cerámicos, los hombres y mujeres tienen acceso al crédito para
ampliar la cría de animales y reforzar la siembra de cultivos de zonas secas
(maíz, poroto y mandioca plantados en el invierno) y para desplazarse no
dependen sólo de un burro o un caballo, sino que
pueden contar con la rapidez
de una moto o un automóvil. Esta situación es una realidad no sólo para una,
sino para miles de comunidades rurales clavadas en el Semiárido brasilero.
Este martes 21 de octubre, cerca de 50 mil personas
que viven en comunidades rurales con éstas y otras, ubicadas en todos los
estados del Nordeste y Minas Gerais, fueron a Juazeiro y Petrolina, en el
semiárido del río São Francisco. Todos manifestaron, a través de la ocupación
pacífica de las calles y plazas, el cambio que sus vidas tuvieron. La multitud
también demostró que no aceptará más retrocesos en relación con las políticas
públicas orientadas a la agricultura familiar en la región semiárida.
"A partir de Lula [ex-presidente Luiz Inácio Lula
da Silva], fueron tantas las conquistas que es difícil hablar”. Ésta fue la
primera frase dicha por Felizvaldo Pereira Lima cuando se le preguntó sobre los
cambios ocurridos en los últimos 12 años en la comunidad rural donde vive y en
su vida. Agricultor familiar agroecológico, como se esmeró en resaltar,
asentado de la reforma agraria y líder sindical, Felizvaldo recorrió más de
1.260 kilómetros en un ómnibus para llegar a Juazeiro. Él vive y produce en la agrovilla
Recreio, municipio de Sobral, en el Estado de Ceará.
Organizada por los movimientos sociales que luchan por
el fortalecimiento de la agricultura familiar en el Semiárido, la manifestación
también llevó a Petrolina, Estado de Pernambuco, ciudad vecina de Juazeiro, a
la presidente y candidata a la reelección Dilma Rousseff, a la ministra Tereza
Campello, del Ministerio de Desarrollo Social y Combate al Hambre, y al
ex-ministro Miguel Rosetto, del Ministerio de Desarrollo Agrario, además del
ex-gobernador de Bahía, Jacques Wagner.
Felizvaldo
En el trayecto de la caminata de Juazeiro a Petrolina,
Felizvaldo organizó una larga lista de avances conquistados en los últimos 12
años no sólo por su comunidad, sino por todo el municipio de Sobral. El primer
punto que destacó fue la reforma agraria. "Antes Sobral tenía sólo cuatro
asentamientos, a partir del Gobierno de Lula llegamos a 26, que reciben
asistencia técnica”, sostiene él, cuya familia comparte con otras 352 de la
agrovilla Recreio un área de más de 59 hectáreas expropiadas a un latifundio.
Para quien pasó por la peor sequía de los últimos 30
años, Felizvaldo destacó, con una sonrisa en los labios, que consiguió mantener
su producción de hortalizas y cuenta su secreto: "En toda mi área, hago
captación de agua de lluvia”.
De la región de Feria de Santana
De la comunidad rural de Barro Vermelho, en el
municipio de Baixa Grande, Bahía, vino Jacimeire Paula da Silva, agricultora
familiar y presidente de la Asociación Barro Vermelho. Con gesto espontáneo,
Meire, tal como es conocida, aseguró que en la agricultura sólo experimentó
maravillas en los últimos años. "El agricultor pasó a tener osadía. Si
antes no salía ni para ir a la feria porque no tenía dinero, hoy entra con
clase en el mismo lugar que la ‘patrona’, y sale con clase”.
"Una de las primeras políticas que llegó a la
comunidad fueron las cisternas. Antes, era difícil tener agua para beber.
Bebíamos agua de un barrizal, a veces hasta con sapo muerto adentro, y eso
cuando había uno cerca de la comunidad. Algunas veces, teníamos que recoger el
agua en la ciudad, andando 5 kilómetros para ir y otros 5 para volver”, cuenta
Meire.
Ella también destacó la importancia del crédito y
llamó "caçulinha” (nuevita) a las tecnologías que guardan agua para
la producción de alimentos porque fueron las últimas conquistas de la
comunidad. "Con ellas, producimos alimentos para comer y vendemos el
excedente al PAA [Programa de Adquisición de Alimentos] y al PNAE [Programa
Nacional de Alimentación Escolar]. La Asociación de Barro Vermelho vendió al
PAA el último proyecto de R$ 110 mil, involucrando a 60 agricultores y
agricultoras”.
Del Norte de Minas Gerais y del Valle de
Jequitinhonha, vino una comitiva de 150 personas. Entre ellos, Jorge Rodrigues
Pereira, coordinador estadual del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST) y presidente de Cáritas Diocesana de Almenara. "Si comparamos con la
época de FHC [ex-presidente Fernando Henrique Cardoso], hay muchas cosas que
mejoraron. Hoy, no andamos más a pie, ni a caballo. Hoy, todos tienen moto y
automóvil. Las casas no son más de piso de tierra, el piso es de cerámicos.
Minas no avanzó en la reforma agraria, pero la represión policial cambió, no
hay tanta violencia como antes.”
Dilma
"Es más que un honor, es un inmenso orgullo estar
aquí. Nosotros, juntos, estamos cambiando la realidad del Semiárido”, dijo ella
iniciando un discurso improvisado que interactuó bastante con el público,
leyendo carteles y un papel que le entregaron que decía así: "Yo, Enaide
Afonso, agradezco al proyecto Ciencia Sin Frontera porque llevó a mi hija a
Australia”. El mensaje leído fue la puerta de entrada para que Dilma hablara de
sus acciones y programas de promoción de la educación. En un cartel también
leído por Dilma estaba escrito: "Yo soy el primero de la familia en
estudiar en una universidad federal”.
En otro momento, la presidenta llevó al escenario un
panel pintado a mano con la imagen de una mujer cargando una lata de agua en la
cabeza, simbolizando una realidad que ya no se ve, y al lado una casa con
cisterna. La imagen hizo llorar a la agricultora Neci Araújo da Silva. De la
comunidad de Fundão de Baixo, en el municipio de Ingá, Estado de Paraíba, ella
sabe muy bien lo que es cargar la lata de agua en la cabeza. Hoy, ella se
enorgullece de sus dos cisternas. "Una pequeña y una grande. También tuve
siete cerdos gracias a Dilma. Uno de 95 kilos, otro de 70, otro de 40, 43 y 33.
Tengo otro para matar. Y uno que vendí y con el dinero compré tres más”.
Mensaje dado
Además de las conquistas enumeradas, Naidison de
Baptista, coordinador ejecutivo del ASA Brasil por el Estado de Bahía,
reconoció que todavía hay mucho por hacer para mejorar la calidad de vida de la
población rural del Semiárido: la reforma agraria. "Hay familias que no
reciben la cisterna de producción de alimentos porque la propiedad no lo
permite”. Él citó también la necesidad de garantizar el acceso al territorio
por parte de las poblaciones tradicionales, y la revitalización del río São
Francisco para llevar vida a las personas con la disminución de agrotóxicos.
Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
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