Las circunstancias de la muerte de Salvador Allenden lo convirtieron en un símbolo de la historia política de Chile y de los pueblos progresistas de Latinoamérica.
El fin del gobierno de Allende dio inicio al Régimen Militar, una cruel dictadura encabezada por Pinochet, que duraría poco más de 17 años, dejando un saldo de más de 3 mil desaparecidos.
12 septiembre 2008/TeleSUR http://www.telesurtv.net/
El 11 de septiembre de 1973 el Ejército de Chile derrocó al presidente constitucional, Salvador Allende. El golpe de Estado derivó en la muerte, a sus 65 años, del líder socialista y dio comienzo al genocidio de miles de chilenos.
La acción, planeada por generales de los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros (policía uniformada), fue dirigida por el general del Ejército Augusto Pinochet Ugarte, quien recibió íntima colaboración de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), y de varios grupos de poder nacionales e internacionales.
El fin del gobierno de Allende dio inicio al Régimen Militar, una cruel dictadura encabezada por Pinochet, que duraría poco más de 17 años, dejando un saldo de más de 3 mil desaparecidos.
Allende, electo mediante el voto popular el 4 de septiembre de 1970, se mantiene como uno de los personajes más simbólicos de la historia política de Chile y de los pueblos progresistas de Latinoamérica.
A pesar de defender la vía pacífica al socialismo, que postulaba un socialismo democrático y pluripartidista, los mil días del gobierno de Allende concluyeron ese 11 de septiembre de 1973.
Sentencia de muerte
Una vez que Allende asumió la presidencia comenzó la historia para avanzar en la construcción del socialismo por la vía no armada.
Se reanudaron las relaciones diplomáticas con todos los países socialistas. Especial significación tuvo el restablecimiento de las relaciones con Cuba, lo que ayudaba a romper el injusto bloqueo impuesto a la isla por EEUU.
Se profundizó la Reforma Agraria, con la expropiación de tierras. El Gobierno Popular puso fin al latifundio en 1972 y se inició la nacionalización del cobre.
También se nacionalizó la Banca privada, asestando un duro golpe a la oligarquía financiera.
Este conjunto de medidas estructurales provocaron reacciones brutales y se inició un bloqueo económico internacional por parte de Estados Unidos, con el congelamiento de las ventas del cobre en el exterior, mientras que en Chile, la reacción implementó el sabotaje interno, el acaparamiento de mercaderías, insumos y repuestos.
Las campañas de prensa de desprestigio, los llamados y presiones de la derecha y el imperio a las Fuerzas Armadas (FFAA) para que asestaran un golpe de estado, fueron cada día de mayor intensidad.
El Congreso, con mayoría demo-derechista, aprobó un voto que planteó la inconstitucionalidad del Gobierno Popular; ello le otorgó a los golpistas la legitimidad para el golpe de Estado.
El golpe comenzó en la madrugada
El primer intento para derrocar a Allende se materializó en junio del 73, mediante el "Tanquetazo" que fracasó. Luego el 29 de julio asesinaron al edecán de Allende, el comandante Araya Peters, a la vez que seguían las presiones contra los uniformados leales al Gobierno.
El golpe estaba planificado para el 15 ó 16 de septiembre con el fin de camuflar su preparación con la movilización de tropas de la tradicional parada militar del 19 de septiembre, aunque después se anticipó para el día 11.
La acción militar comenzó de madrugada, con el alzamiento de la Armada. Luego se desencadenó en todo el territorio.
A las 6 y 20 de la mañana de ese día, el presidente recibió una llamada telefónica en su residencia de Tomás Moro informándole del golpe militar en desarrollo. De inmediato pone en estado de alerta a los hombres de su guardia personal y toma la firme decisión de trasladarse al Palacio de la Moneda para defender, desde su puesto de presidente de la república, al gobierno de la Unidad Popular. Lo acompaña una escolta de 23 hombres, armados con 23 fusiles automáticos, dos ametralladoras calibre 30 y 3 bazucas, que se traslada con el presidente en cuatro automóviles y una camioneta al Palacio Presidencial, donde llegan a las 7 y 30 de la mañana.
Portando su fusil automático, el presidente, acompañado por la escolta, penetró por la puerta principal de La Moneda. A esa hora la protección habitual de carabineros se mantenía normal en el palacio.
Ya en el interior se reunió con los hombres que lo acompañaban, les informó de la gravedad de la situación y su decisión de combatir hasta la muerte defendiendo al gobierno constitucional, legítimo y popular de Chile frente al golpe fascista, analizó los efectivos disponibles y dictó las primeras instrucciones para la defensa del Palacio.
Siete miembros del Cuerpo de Investigaciones arribaron para sumarse a los defensores. Las postas de carabineros, mientras tanto, se mantenían en sus puestos y algunos adoptaban medidas para la defensa del edificio. Un pequeño grupo de la escolta personal custodia la entrada del despacho presidencial con instrucciones de no dejar pasar ningún militar armado, para evitar una traición.
En el espacio de una hora se dirige tres veces por radio al pueblo expresando su voluntad de resistir.
Pasadas las 8 y 15, por los citófonos de Palacio la junta fascista conmina al presidente a la rendición y la renuncia de su cargo, ofreciéndole un transporte aéreo para abandonar el país en compañía de sus familiares y colaboradores. El presidente les responde que "como generales traidores que son no conocen a los hombres de honor" y rechaza indignado el ultimátum.
El presidente sostiene en su despacho una breve reunión con varios altos oficiales del Cuerpo de Carabineros que habían acudido a Palacio, los cuales rehúsan cobardemente en aquel instante defender al gobierno. El presidente los reprocha duramente y los despide con desprecio, conminándolos a que abandonen de inmediato el lugar.
A las 9 y 15 de la mañana aproximadamente, se realizan las primeras descargas desde el exterior contra Palacio. Tropas fascistas de infantería, en número superior a doscientos hombres, avanzaban por las calles de Teatinos y Morandé, a ambos lados de la Plaza de la Constitución, hacia el Palacio Presidencial, disparando contra el despacho del presidente. Las fuerzas que defendían el palacio no pasaban de cuarenta hombres.
El presidente ordena abrir fuego contra los atacantes y dispara él personalmente contra los fascistas, que retroceden desordenadamente con numerosas bajas.
La lucha violenta se prolonga más de una hora, sin que los fascistas logren avanzar una pulgada.
A las 12 aproximadamente comienza el ataque de la aviación. Los primeros rockets cayeron en el Patio de Invierno que está en el centro de La Moneda, perforando los techos y estallando en el interior de las edificaciones.
Una explosión quebró cristales próximos al sitio donde se encontraba el presidente, lanzando fragmentos de vidrio que lo hieren por la espalda. Fue ésta la primera herida que sufrió.
A las 2 aproximadamente los fascistas logran ocupar un ángulo de la planta alta. El presidente estaba parapetado, junto a varios de sus compañeros, en una esquina del Salón Rojo.
Es en este momento que se produce su muerte, de la cual persisten varias versiones. Una que murió combatiendo en la defensa del palacio, otra que fue asesinado cuando se encontraba herido y la tercera que se suicidó antes que rendirse.
Esta última recibe más respaldo después de que el presidente ese día declarara por radio Magallanes: "Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo".
Sin embargo, el líder cubano Fidel Castro, amigo de Allende, escribió un testimonio publicado en el libro "Grandes Alamedas: El combate del presidente Allende", de Jorge Timossi, en el que asegura que el presidente chileno fue asesinado luego de recibir dos disparos, uno en su estómago, que no lo hizo sucumbir, y un segundo impacto en el pecho, que lo derribó "y ya moribundo es acribillado a balazos".
Las últimas palabras del compañero presidente Salvador Allende:
"Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano. Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".
http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/32584-NN/hace-35-anos-derrocaron-al-presidente-de-chile-salvador-allende/
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