28 septiembre 2015, Cubadebate -- Contra el
Terrorismo Mediático http://www.cubadebate.cu
(Cuba)
Estimados jefes y
jefas de Estado y de Gobierno
Distinguidos Jefes y
Jefas de Delegaciones
Señor Secretario
General de las Naciones Unidas
Señor Presidente
Hace setenta años
que, en nombre de los pueblos, los miembros de esta organización suscribimos la
Carta de las Naciones Unidas. Nos comprometimos a
preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra y a edificar
una nueva forma de relacionarnos bajo la guía de un conjunto de propósitos y
principios, que debían augurar una época de paz, justicia y desarrollo para
toda la humanidad.
Sin embargo, a partir
de entonces, han sido
constantes las guerras de agresión, la intervención en los asuntos internos de
los Estados, el derrocamiento por la fuerza de gobiernos soberanos, los
denominados “golpes suaves” y la recolonización de territorios, que han sido
perfeccionados con formas de actuar no convencionales, con el empleo de nuevas
tecnologías y esgrimiendo supuestas violaciones de los derechos humanos.
Es inaceptable la
militarización del ciberespacio y el empleo encubierto e ilegal de las
tecnologías de la información y las comunicaciones para agredir a otros
Estados, como también lo es que se distorsione la promoción y protección de los
derechos humanos, utilizándolos de forma selectiva y discriminatoria para
validar e imponer decisiones políticas.
A pesar de que la
Carta nos llama a “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana”, el disfrute de los derechos
humanos continúa siendo una utopía para millones de personas.
Se niega a la
humanidad el derecho a vivir en paz y su derecho al
desarrollo. Es en la
pobreza y la desigualdad donde deben buscarse las causas de los conflictos,
generados por el colonialismo y el despojo de las poblaciones autóctonas,
primero, y más tarde por el imperialismo y el reparto de esferas de influencia.
El compromiso asumido
en 1945 de “promover el progreso social y elevar el nivel de vida” de los
pueblos y su desarrollo económico y social, sigue siendo una quimera, cuando
795 millones de personas sufren hambre, 781 millones de adultos son analfabetos
y 17 mil niños mueren cada día de enfermedades curables, mientras que los gastos
militares anuales en todo el mundo ascienden a más de 1,7 millones de millones
de dólares.
Con sólo una fracción
de ese monto podrían solucionarse los problemas más acuciantes que azotan a la
humanidad.
Incluso, en los
países industrializados ya prácticamente desaparecieron las “sociedades de
bienestar”, que se nos presentaban como el modelo a seguir. Los sistemas
electorales y los partidos tradicionales, que dependen del dinero y la
publicidad, son cada vez más ajenos y distantes de las aspiraciones de sus
pueblos.
El cambio climático pone en peligro la existencia de la especie humana, y los Estados deben
asumir responsabilidades comunes pero diferenciadas, ante la inobjetable realidad
de que no todos los países somos responsables por igual, ni despilfarramos los
recursos naturales y humanos en un consumismo irracional e insostenible.
Las consecuencias del
cambio climático son especialmente devastadoras en los pequeños países insulares
en desarrollo e imponen una tensión adicional a sus frágiles economías. Lo
mismo sucede en África, con el incremento inexorable de la desertificación.
Nos solidarizamos con
nuestros hermanos caribeños y demandamos que se les dé un trato especial y diferenciado.
Apoyamos a los países africanos y reclamamos para ellos un tratamiento justo,
transferencia de tecnología y recursos financieros.
Señor Presidente:
Con la creación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, particularmente, con la firma por los jefes de Estado y de
Gobierno, en enero del 2014, de la Proclama de América Latina y el Caribe como
Zona de Paz, ha quedado demostrado que, por encima de nuestras diferencias,
podemos avanzar hacia la unidad y la consecución de objetivos comunes en el
marco de nuestra diversidad.
En la Proclama,
reafirmamos el compromiso inquebrantable con los principios de la Carta de las
Naciones Unidas y el Derecho Internacional y de resolver las diferencias de
forma pacífica, así como la convicción de que el pleno respeto al derecho
inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y
cultural, constituye una condición esencial para asegurar la convivencia
pacífica entre las naciones. Reclamamos que estos principios sirvan también de
base a las relaciones de otros Estados con nuestra región.
La República
Bolivariana de Venezuela contará siempre con la solidaridad de Cuba frente a
los intentos de desestabilizar y subvertir el ordenamiento constitucional, y
destruir la obra iniciada por el compañero Hugo Chávez Frías y continuada por el presidente Nicolás Maduro Moros a favor del pueblo
venezolano.
De igual manera, va
nuestra firme e irrestricta solidaridad a la República del Ecuador, a su
Revolución Ciudadana y a su líder, Rafael Correa Delgado, que se ha convertido
en el blanco del mismo guión de desestabilización aplicado contra otros
gobiernos progresistas de la región.
Nos solidarizamos con
las naciones del Caribe que solicitan justas reparaciones por los horrores de
la esclavitud y la trata de esclavos, sobre todo en un mundo en el que la
discriminación racial y la represión de las comunidades afrodescendientes han
ido en ascenso.
Ratificamos nuestra
convicción de que el pueblo de Puerto Rico merece ser libre e independiente,
luego de más de una centuria sometido a la dominación colonial.
Nos solidarizamos con
la República Argentina en su legítimo reclamo de soberanía sobre las Islas
Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur.
Reiteramos nuestro
apoyo solidario a la Presidenta Dilma Rousseff y al pueblo de Brasil en la defensa de sus importantes logros sociales y
de la estabilidad del país.
Reafirmamos nuestro
rechazo a la intención de extender la presencia de la OTAN hasta las fronteras
de Rusia y a la imposición de sanciones unilaterales e injustas contra esa
nación.
Saludamos el
denominado acuerdo nuclear con la República Islámica de Irán, que demuestra que
el diálogo y la negociación son la única herramienta efectiva para solventar
las diferencias entre los Estados.
Renovamos nuestra
confianza en que el pueblo sirio es capaz de resolver por sí mismo sus
diferencias y demandamos que cese la injerencia externa.
Una solución justa y
duradera al conflicto del Medio Oriente exige, inexorablemente, el ejercicio
real del derecho inalienable del pueblo palestino a construir su propio Estado
dentro de las fronteras anteriores a 1967 y con su capital en Jerusalén
oriental, lo que enérgicamente apoyamos.
Durante las últimas
semanas nos han impactado las imágenes de las oleadas migratorias hacia Europa,
que constituyen una consecuencia directa de las acciones de desestabilización
que la OTAN promovió y ejecuta en países del Medio Oriente y África del Norte,
y del subdesarrollo y la pobreza imperante en países del continente africano.
La Unión Europea debe asumir, de manera plena e inmediata, sus
responsabilidades con la crisis humanitaria que ayudó a generar.
Señor Presidente:
Tras 56 años de
heroica y abnegada resistencia del pueblo cubano, quedaron restablecidas las
relaciones diplomáticas y las embajadas en las respectivas capitales.
Ahora se inicia un
largo y complejo proceso hacia la normalización de las relaciones que se
alcanzará cuando se ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero
contra Cuba; se devuelva a nuestro país el territorio ocupado ilegalmente por
la Base
Naval de Guantánamo; cesen las transmisiones radiales y televisivas y los programas de
subversión y desestabilización contra Cuba, y se compense a nuestro pueblo por
los daños humanos y económicos que aún sufre.
Mientras persista,
continuaremos presentando el proyecto de resolución titulado “Necesidad de
poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados
Unidos de América contra Cuba”.
A los 188 gobiernos y
pueblos que han apoyado aquí y en diversos foros internacionales y regionales
nuestra justa demanda, les reitero el eterno agradecimiento del pueblo y el
gobierno cubanos por su sostenido respaldo.
Sr. Presidente:
Cuba celebra, con
profundo compromiso, el 70 aniversario de la Organización de las Naciones
Unidas. Reconocemos que en estos años se ha intentado, pero no se ha hecho lo
suficiente, para proteger a las generaciones presentes y futuras del flagelo de
la guerra y su derecho a un desarrollo sostenible, sin exclusión. La ONU ha de
ser defendida del unilateralismo y profundamente reformada para democratizarla
y acercarla a los pueblos.
Como señalara en esta
misma sala hace 15 años el compañero Fidel Castro Ruz, Líder Histórico de la
Revolución cubana- y cito: “Cualquiera comprende que el objetivo fundamental de
las Naciones Unidas, en el siglo apremiante que comienza, es el de salvar al
mundo no solo de la guerra sino también del subdesarrollo, el hambre, las
enfermedades, la pobreza y la destrucción de los medios naturales
indispensables para la existencia humana, ¡Y debe hacerlo con premura antes de
que sea demasiado tarde!”-- fin de la cita.
Podrá contar siempre
la comunidad internacional con la sincera voz de Cuba frente a la injusticia,
la desigualdad, el subdesarrollo, la discriminación y la manipulación; y por el
establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en cuyo
centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y bienestar.
Muchas gracias.
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