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Agosto 2015, el Socialista Centroamericano http://www.elsoca.org
Por
Carlos A. Abarca V.
I.
El pasado reciente de la Iglesia Católica goza todavía el silencio de los
historiadores laicos. Tal vez sus archivos estén cerrados con doble llave
después de la guerra centroamericana, de las crisis éticas, de apostolado y de
poder que ha vivido en el período de 1970 al Papa Francisco I. De cualquier
modo ya es hora de un examen de conciencia histórica.
Este
artículo ordena una lista de los sacerdotes, misioneros, monjas y obispos que
fueron asesinados en Centroamérica, entre 1967 y 1998. Es un minúsculo aporte
al conocimiento de esa historia que está pendiente. Una ubicación de algunos
hechos y acontecimientos que esperan el análisis histórico. Una invitación a
explicar esos procesos históricos por el método relacional y crítico.
II.
En los días siguientes a la noticia de que el Papa Francisco I había acogido
varias iniciativas para beatificar al Arzobispo Romero y Galdámez, en muchas
mentes pudo haber surgido el recuerdo de Karol Wojtyla censurando al sacerdote
y poeta Ernesto Cardenal Martínez porque
ejercía funciones en el primer
gobierno sandinista.
Cardenal
Martínez hubiera entrado al santoral cívico político de la República de
Nicaragua. Hoy está sentado en el olimpo, a la diestra de las musas. El
Arzobispo Romero ocupa las últimas páginas del Martirologio, el libro de los
mártires santificados por la Iglesia Católica. Según varios periodistas fue
beatificado “por predicar el Derecho Humano a la vida”. Según el vaticano, el
Arzobispo es reconocido mártir «por odio a la fe», por Decreto del 3 de febrero
de 2015 del papa Francisco I correspondiente a la Congregación para las Causas
de los Santos.
Monseñor
Romero no murió como soldado en guerra de los ejércitos de liberación de
América Latina. Fue asesinado, en las circunstancias conocidas, por el
subsargento, Marino Samayor Acosta, por órdenes del mayor Roberto d'Aubuisson
creador de los Escuadrones de la Muerte y del partido ARENA, y del coronel
Arturo Armando Molina, Presidente de El Salvador entre 1972 y 1977. Pocos años
después, Marisa d' Aubuisson, hermana del militar, creo la fundación promotora
de la beatificación del arzobispo.
El
primer sacerdote, guerrillero y mártir de la historia contemporánea de América
Latina, fue Camilo Torres Restrepo. El cura colombiano murió el 15 de febrero
de 1966 en Patio Cemento,municipio de San Vicente de Chucurí, Santander. Cayó
en la primera acción armada en la que intervino, tras combates con tropas de la
Quinta Brigada de Bucaramanga, comandada por el coronel Álvaro Valencia Tovar,
en el gobierno de Misael Pastrana Borrero.
En
esas décadas hubo un lapso luminoso en la historia social del cristianismo
revolucionario. A la luz del movimiento Comunidades Cristianas de Base, de
origen brasileño se legitimaron la buena nueva del Concilio Vaticano II
(1962-1965), las Conferencias de Medellín (1968) y Puebla (1979) y, la de Santo
Domingo (1992), en un entorno ya dominado por el tradicionalismo eclesial y el
apostolado conservador.
Pero,
entre 1976 y 1989 fueron vilmente asesinados no menos de treinta y tres
sacerdotes y monjas; personajes de vida religiosa y monástica centroamericana.
Catorce en los años 70-80, dieciocho hasta 1989 y uno en 1998. Por orden
jerárquico: dos obispos, dieciocho sacerdotes, seis religiosas, cinco
seminaristas y dos miembros de la congregación salesiana. Quince fueron
fusilados en El Salvador, diecisiete en Guatemala y uno en Nicaragua.
Estas
muertes provocadas fueron otro saldo de las contradicciones del desarrollo
capitalista y el imperialismo, de la democracia representativa con militarismo,
de la civilización de bolsas de valores, guerras y paz armada. El
silenciamiento horrendo de estas vidas nobles, como el de miles de civiles que
cayeron en la guerra contrarrevolucionaria de Centroamérica reclama, en lo que
compete a la Iglesia, que las estrategias de política exterior del Vaticano
sean, al menos, arrancados al olvido.
En
particular, desde el papado de Juan XXIII (1958-1963), las que estableció Juan
Pablo II con el gobierno norteamericano y el Presidente Ronald Reagan y el
manejo de esos temas durante la gestión de Benedicto XVIII.
Luego
del pontificado de Pablo VI (1963-1978) y tras la muerte (asesinato?) de Juan
Pablo I ese mismo año, la “Santa” Sede activó sus relaciones diplomáticas con
EUA. En la crisis financieras, monetarias y petroleras de 1971-73 y 1979-83 al
Vaticano no le convenía que sus negocios fueran descubiertos y tener que
tributar con enormes sumas sobre los bienes inmuebles, las ganancias de sus
inversiones bancarias, ni de sus empresas, como el Instituto Farmacológico
Sereno, la industria mundial de píldoras anticonceptivas contra la cual Paulo
VI había invocado la “ira de Dios”. Tampoco, la presencia del Obispo de Roma en
la Junta Directiva del Banco Cisalpino de Nassau, Bahamas.
“El
FINANBANK era otra gigantesca financiera, utilizada en limpieza de dinero sucio
y que trabajaban la mafia y el Vaticano a través de empresas de Canadá y
México, un canal que hacía llegar a EUA los dólares de la mafia, ganados en
operaciones delictivas. Llegaba en maletas y se invertía en bonos del Estado
que luego se enviaban al Finabank para limpiarlos y negociarlos. Si la mafia
quería hacer regresar a Italia este dinero previamente limpio, utilizaba los
canales del Banco del Vaticano”.
LISTA DE RELIGIOSOS ASSASSINADOS
En
el contexto de la depresión capitalista de 1979-1983, en el Vaticano se
estableció una burocracia muy centralizada. Ello le permitió a Juan Pablo II
(1978-2005) involucrar a la “Santa” Sede en los grandes acontecimientos
geopolíticos mundiales. Cuando Reagan asumió la presidencia, en enero de 1981,
ya se habían trazado los primeros contactos estratégicos entre ambos
gobiernos. “Cada viernes por la noche, el jefe del cuartel de la CIA en
Roma llevaba al palacio papal los últimos secretos proporcionados por satélites
espías, y las escuchas electrónicas eran realizadas con bastantes abusos por
los agentes de la CIA, que dirigía desde 1981 William. Casey, católico practicante”.
Ese
año el Vaticano difundió el rumor de que si la URSS invadía Polonia, el papa
viajaría a su país natal. Moscú se comprometió a no intervenir en seis meses,
si Wojtyla frenaba la ola de huelgas dirigidas por Lech Wałęsa y Solidaridad.
“La misma encíclica Laborem Exercens (1981) parece diseñada para darle
fundamento ideológico y teórico a los sindicatos Solidaridad” y, con ello, al
solidarismo frente al sindicalismo. Reagan y Wojtyla organizaron una cruzada
anticomunista que atacó también a movimientos cívicos, grupos de estudiantes,
partidos políticos, regímenes y gobiernos del espectro de izquierda socialista,
socialdemócrata y socialcristiana.
En
América Central hostilizaron en particular a los dirigentes cristianos y
militantes de la Teología de Liberación, contexto en el cual fueron asesinados
los religiosos citados. Reagan se alió con la jerarquía de la Iglesia
nicaragüense, en especial con el Arzobispo Miguel Obando y Bravo, entonces en
confrontación teológica y política con los partidos y sectores democráticos y
prosandinistas o con las bases militantes del FSLN y el FMLN en El Salvador.
Asimismo la alianza cubrió a varios de los dirigentes de iglesias Católica,
Metodista, Presbiteriana y Luterana.http://www.voltairenet.org/article124602.html
La
renuncia ética de Benedicto XVI, la elección de Francisco I y algunas de sus
primeras medidas de gobierno llenan de esperanza a los creyentes católicos.
Aunque en Europa se afirma cada vez más la derecha política y América Latina
sufre parálisis reformista.
III
Fuentes:
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