16
abril 2014, Cubadebate, Círculo de
Periodistas Cubanos contra el Terrorismo (Cuba)
“Las guerras imperiales de saqueo
han ido siempre acompañadas por la satanización de las víctimas, de los otros,
de los descalificados como bárbaros, y la cultura del colonizador trata de
imponer en el pueblo dominado un sentimiento de inferioridad”, dijo en Brasil
el escritor cubano Abel Prieto, asesor del Presidente Raúl Castro.
Invitado por la Secretaría de
Cultura del Distrito Federal, Abel Prieto ofreció una conferencia con el título La cultura de la resistencia: la
experiencia cubana
este
martes 15 de abril en la Sala “Nelson Rodrigues” de la Bienal del Libro y la
Lectura de Brasilia.
“Voy a usar la expresión cultura de la resistencia”, señaló Prieto,
“como algo en permanente choque contra lo que podríamos llamar cultura de la
colonización, es decir, contra los empeños de quienes han querido sojuzgarnos,
liquidar nuestra identidad y nuestra soberanía”.
“La cultura cubana de la
resistencia”, añadió, “tiene una larga historia y aún no ha terminado: primero,
obviamente, frente al colonialismo español; luego frente al neocolonialismo de
los Estados Unidos durante la República mutilada
y su plan de absorción; y ahora mismo, en el presente, frente al gran proyecto
global de dominio cultural también de signo norteamericano y frente a los proyectos
específicos de subversión contra la Revolución”.
Prieto se refirió como ejemplo
reciente a la red denominada ZunZuneo, diseñada en los laboratorios de los servicios especiales del gobierno de
EEUU, con mucho financiamiento y la intención de llegar a decenas de miles de
jóvenes cubanos y promover entre ellos una oposición activa y articulada.
Al referirse a la estrategias de los imperios de denigrar a sus
víctimas, aseguró que así se hizo a lo largo de la Guerra de los Diez Años
contra el colonialismo español en Cuba, crisol donde, según muchos estudiosos,
fue cuajando, tras un proceso largo y complejo que no puede simplificarse, la
nación.
En esa etapa, aseguró, junto a la represión omnipresente, se reforzó en
el sistema educativo, en la prensa, en las iglesias, la imagen de que aquellos
mambises (en su origen una palabra peyorativa, asumida luego con orgullo por
los libertadores) eran un puñado de bandidos, de facinerosos, de forajidos. Y se
reforzó la idea de que los cubanos éramos una raza maldita, de gente perezosa,
adicta a las peleas de gallos, a los juegos de azar, al vicio, incapaz de
gobernarse a sí misma.
Después del Pacto del Zanjón, se produjo, al decir del ensayista
Ambrosio Fornet, un monstruoso lavado de cerebro colectivo para españolizar
definitivamente la colonia. Se prohibió hasta la palabra revolución y se aludía
a ella con ominosos eufemismos como la década sangrienta o el decenio trágico
(…) Con el Zanjón se inicia el primer intento –repetido después en la
república—de borrarle la memoria a todo un pueblo.
Este punto, el de la memoria, es importantísimo según Prieto cuando se
habla de cultura de la resistencia: la batalla no se da sólo con respecto a
hechos y figuras del presente; sino a la propia historia nacional, que es
desfigurada y caricaturizada por los enemigos de la nación.
Cuando triunfa la Revolución, ya desde el propio año 1959, la cultura de
la resistencia encuentra espacios institucionales que antes hubieran sido inconcebibles.
Ese mismo año se fundan el ICAIC y la Casa de las Américas, añadió el asesor
del Presidente.
El ICAIC, por ejemplo, no sólo sentó las bases de un cine nacional, de
alto nivel artístico, sino que formó igualmente un gusto a escala masiva, realmente
masiva, que permitió que ese cine fuera apreciado a nivel popular. Se logró
crear un público para el cine capaz de disfrutar las producciones de todas las
procedencias, incluso el cine experimental.
Esa ruptura de las élites -dijo- la llevó a cabo también, dentro de un
arte de tradición elitista, el Ballet Nacional de Cuba, que no sólo fundó una
escuela originalísima, muy cubana, con un extraordinario prestigio, sino que
también formó un público para el ballet clásico y en general para la danza que
ha llegado a ser muy amplio.
Prieto recordó que la Casa de las Américas recibió con su labor
descolonizadora, de integración, uno de los mejores elogios del intelectual
brasileño Darcy Ribeiro cuando dijo: “Brasil se reconoció latinoamericano
gracias a la Casa de las Américas”. Pocas frases resumen de mejor manera el
papel que ha desempeñado la Casa en la construcción y visibilización de la
familia espiritual latinoamericana y caribeña.
Aseguró que hoy, en medio de este proceso de actualización de nuestro modelo,
bloqueados, acosados, golpeados por la crisis mundial, se acaba de reinaugurar
el Teatro Martí, una institución emblemática, un verdadero símbolo, gracias a
una inversión costosísima. Y se inauguró también la sala de teatro experimental
El Ciervo Encantado.
“La situación tensa en términos financieros y de recursos, no nos han
llevado a debilitar con recortes presupuestarios ni una sola institución
cultural. No se ha cancelado ni uno solo de nuestros eventos. En medio de la
batalla por un socialismo eficiente en términos productivos y económicos, la
cultura ha seguido considerándose entre nosotros una de esas conquistas
esenciales a las que no vamos a renunciar bajo ninguna circunstancia”, dijo.
Añadió que ahora mismo, pocos días después de concluido el VIII congreso
de la UNEAC y allí se habló de la necesidad de movilizar las fuerzas de la
cultura de la resistencia para frenar la contaminación a que estamos sometidos.
Los modelos de la tontería, de la frivolidad yanqui, del culto a las marcas y a
los llamados “famosos”, los reality shows y otras aberraciones, han ganado
espacio en la Cuba actual.
“Resulta imprescindible dotar a nuestros niños y jóvenes de las
herramientas intelectuales necesarias para decidir por sí mismos qué consumir y
qué desechar en términos de cultura. La vanguardia de la intelectualidad cubana
nos exigió (en el mencionado congreso de la UNEAC) que enfrentemos estos
fenómenos de conjunto, sin prohibiciones absurdas (e inútiles) ni prejuicios
ante las nuevas tecnologías, pero con coherencia y sistematicidad”.
Tenemos ventajas que debemos explotar más si combinamos el trabajo de la
escuela, de los maestros, de los medios de difusión, de las instituciones
culturales, de los instructores de arte, de los escritores y artistas, aseguró.
“La vida nos ha demostrado que la obra de emancipación cultural de la
Revolución no está perdida ni podemos dejar que se pierda”, concluyó.
Tras la conferencia, hubo un intercambio con el público. Varios
participantes se interesaron sobre cómo ampliar los vínculos culturales entre
Brasil y Cuba, incluidos los intercambios entre universidades y la enseñanza
del portugués en la Isla, y qué responder a las acusaciones de “ideologización”
que se le hacen a la educación cubana.
A la conferencia, también estuvieron presentes el poeta brasileño Thiago
de Mello, los embajadores Marielena Ruiz Capote, de Cuba, Lorena Martínez, de
Nicaragua, Horacio Sevilla Borja, de Ecuador, y José Carlos Rodríguez Ruiz,
Director de Comunicación del MINREX, junto a un numeroso público.
(Con información
de la Embajada de Cuba en Brasilia)
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