El gabinete Del Castillo ha caído sin pena ni gloria. Repudio general lo acompaña a su fin.
César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
La repulsa no era sólo a los ministros, sino también a la política neoliberal, de privilegio a las grandes empresas nacionales y foráneas, y de injusticia, represión y engaño contra las mayorías.
El episodio de corrupción en un contrato petrolero fue sólo la chispa que incendió el prado seco.
Sostuve desde el primer momento en esta columna que detrás de la revelación de los audios del escándalo había intereses non sanctos. “El otro lado oculto es que hay intereses que rivalizan con Discover Petroleum”, escribí en la edición del martes 7. “Ellos no sólo disputan los campos petroleros, sino que buscan también impedir que Petroperú recupere su función exploratoria”.
Eso no disminuye la culpa de los dos miembros visibles de la mafia: Rómulo León Alegría y Alberto Químper Herrera. Cuando digo mafia, me refiero al hecho de que los audios divulgados vinculan con ese dúo por lo menos a Jorge del Castillo, ex presidente del Consejo de Ministros, y Hernán Garrido Lecca, ex ministro de Salud de quien no se sabe por qué ocupaba ese cargo, a menos que estuviera muy vivamente interesado en la construcción de hospitales.
Es probable que Del Castillo apresurara la salida del Consejo de Ministros porque sabía que en el debate del Congreso previsto para el martes próximo se iban a exponer algunas de sus trapacerías y falsedades.
Otro factor precipitante puede haber sido la encuesta nacional de la Compañía Peruana de Estudios de Mercado (CPI), realizada entre el 2 y el 7 de octubre. Los resultados del sondeo fueron publicados ayer; pero sin duda eran conocidos desde antes por el régimen.
Pues bien, esa consulta indica que García sólo tiene un 15% de aprobación (un bajón de 8.3% desde agosto) y un 77.7% de desaprobación (incremento de 6%).
Revelador resulta que, según ese estudio, los dos sectores neurálgicos de cualquier política de Estado, salud y educación, sean los menos satisfactorios. El ministro de Educación, José Antonio Chang, es quien obtiene el más alto índice de desaprobación: 50.5%. Un 45.7% opinaba que Garrido Lecca debería ser reemplazado.
El país no se ha tragado, pues, el cuento de la reforma educativa de Chang, el hombre que se ha ensañado con los maestros, y ha integrado el trío de los insultos contra éstos. Los otros dos injuriosos son García (que tiempo después, cuando le recordaron que su madre había sido maestra, pidió disculpas) y Del Castillo.
Ahora se esperan los cambios ministeriales. Se puede temer lo peor. Hasta se baraja como premier a PPK, un hombre que ha jurado anteponer los intereses de Estados Unidos a cualquier otro. Sería un desafío al país, en un momento crítico en que economía y violencia alteran el orden establecido.
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