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07 2019, TeleSur https://www.telesurtv.net (Venezuela) https://www.telesurtv.net/bloggers/Bachelet-y-Almagro-almas-gemelas-20190718-0001.html
El
informe de Michelle Bachelet sobre los derechos humanos en Venezuela contiene
todos los requisitos para ocupar un lugar señero en una enciclopedia universal
de la infamia. Mucho más porque la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos
Humanos se debe a un conjunto de mandatos emanados de la Carta de esa organización,
de los acuerdos de su Consejo de Derechos Humanos y de otras de sus instancias
que resultan pisoteados en este documento.
El
informe no menciona apenas la guerra económica de Washington contra Venezuela y
sus terribles efectos en la población y mucho menos exige que se ponga fin a
esa brutal agresión. Omite innumerables hechos de primerísima importancia.
Entre ellos, la violencia feroz de la oposición dirigida por Estados Unidos,
tanto en marchas como en guarimbas y en sus reiterados intentos golpistas,
enmarcados en un contexto de guerra híbrida cuyo fin desde 2002 es derrocar al
gobierno bolivariano, eliminar físicamente al chavismo y apoderarse de las
enormes riquezas naturales del país suramericano.
¿Golpismo?
¿Guerra Guerra híbrida? ¿Guerra económica? Qué va. Para Bachelet lo único
que existe en Venezuela son violaciones del gobierno a los derechos humanos.
Tampoco existe una grave crisis humanitaria ni de derechos humanos en Haití,
Honduras, Guatemala, Colombia, Yemen, Somalia, Libia, Afganistán, Palestina
ocupada por Israel. Ni las políticas neoliberales que hunden hoy
en la miseria
a millones de argentinxs y brasileñxs antes elevados a niveles dignos de vida
por los gobiernos de Lula y Cristina Fernández, acciones que constituyen violaciones
masivas de los derechos económicos, políticos y sociales de esas poblaciones.
Ni la campaña de terrorismo de Estado del gobierno de Trump contra millones de
migrantes, su exacerbación del supremacismo blanco, la xenofobia, el racismo y
la misoginia.
¿De qué
país habla Bachelet? El que refiere en su informe no es el que he visitado
muchas veces durante el periodo revolucionario. No es el de millones de
personas marchando en apoyo a su gobierno, no es el de la alta matrícula en
todos los niveles de educación, no es el del programa Barrio Adentro ni los
Centros de Diagnóstico Integral, que con médicos venezolanos y cubanos han
hecho de la salud un derecho universal, no es el de la igualdad entre hombres y
mujeres ni el del reconocimiento de la diversidad sexual, no es el de la menor
desigualdad en nuestro continente de acuerdo con datos de la respetada Comisión
Económica para América Latina de la ONU, no es el democracia participativa y
protagónica ejemplar, no es el de lxs jóvenes y el pueblo alegres y cultos.
Tampoco el de los casi tres millones de viviendas dignas.
No está
en mi ánimo edulcorar la realidad, tampoco oculto mi compromiso militante con
la Revolución Bolivariana. Pero si de investigar y calificar una realidad se
trata lo menos que debe exigirse es que predomine la observación y comprobación
escrupulosa de los hechos y no el desequilibrio ni un ejercicio totalmente
discriminatorio, unilateral, selectivo y sesgado. En Venezuela, como en todos
los procesos revolucionarios, se han cometido errores. Hay burocratismo y
corrupción, que cualquier chavista reconoce y denuncia. El Estado burgués
dificulta el avance revolucionario y los cuerpos de seguridad pueden cometer
excesos que se investigan y con frecuencia se sancionan. Pero nada de esto podría
analizarse si no se considera la subordinación por mucho tiempo del país al
sistema de dominación de Estados Unidos, expresado en el modelo petrolero
rentista y el subdesarrollo. Mucho menos si se obvia la guerra en curso contra
la Revolución Bolivariana precisamente por los éxitos que ha obtenido en la
trasformación de aquella realidad en materia de soberanía, justicia social,
solidaridad humana, amplias libertades democráticas y verdadero ejercicio de
los derechos humanos, e incluso éxitos económicos, ahora velados por el
bloqueo.
¿Cómo
puede justificar Bachelet que de las 588 entrevistas que nutren su informe
ninguna haya sido realizada en Venezuela? ¿A qué fueron entonces allí la señora
y su equipo, que permaneció semanas en el país? ¿Cómo explicar que el
secretariado redactor del informe sea el mismo que hacía esta labor al Alto
Comisionado anterior, el príncipe jordano Zeid Ra'ad Al Hussein, de
estrechos vínculos con el repugnante secretario de la OEA Luis Almagro y con
Leopoldo López?
María
Eugenia Russian, presidenta de Fundalatin, ONG con Estatus Consultivo Especial
dentro del Consejo Económico y Social de la ONU, denunció la exclusión de
informes y testimonios de 12 ONG en el Informe Bachelet.
La Alta
Comisionada no tomó como fuentes de su reporte los documentos confeccionados
por dos expertos independientes de la ONU, Alfred de Zayas e Idriss Jazairy,
quienes censuraron en términos muy duros las sanciones económicas contra
Venezuela y las consideraron causantes de las privaciones que sufre la población.
El
informe de Bachelet, en fin, parece redactado por Almagro. Tal para cual.
Twitter:@aguerraguerra
Perfil del Bloguero
*Ángel Guerra : Latinoamericanista y analista internacional,
articulista del diario mexicano La Jornada. Invitado frecuente en teleSUR. Fue
director del diario Juventud Rebelde (1968-71), de la revista Bohemia
(1971-1980) y de otras publicaciones cubanas de circulación nacional
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