El rol de los Estados Nacionales
Por Gustavo Gill (*) Desde la Redacción de APM 26072007
Por Gustavo Gill (*) Desde la Redacción de APM 26072007
Estados Unidos se embarca en disolver cualquier posibilidad de resistencia a través de tácticas más directas, que requieren la presencia militar y la ayuda del aparato represivo local.
La propuesta de Estados Unidos de entrenamiento de las fuerzas militares y policiales en América Latina no solo es una estrategia de fuerte intromisión en las soberanías nacionales, sino del control y despojo de recursos naturales estratégicos que el suelo latinoamericano posee. A su vez, intenta resolver la crisis del sistema capitalista que impulsa de manera muy peligrosa, en tanto cataloga de sospechoso a todo habitante que desafíe el marco hegemónico impuesto por el país del norte.
La forma en que se propone llevar adelante este velado interés particular es a través de la construcción de un marco legal que ampare estas anomalías. Es a través de una suerte de legislación supranacional, leyes antiterroristas, leyes contra el narcotráfico, el contrabando de armas y la corrupción, donde encuentra la forma de llevar a los estados nacionales a ser cómplices de tan peligrosa aventura.
El desplome de las ideas neoliberales de la última década del siglo pasado, quitó el anclaje discursivo que tenía la expoliación a que fue sometida América latina y devino en una intromisión mas directa por parte de Estados Unidos en estas latitudes.
Desarticulados los estados, la nueva fase es una militarización creciente con nuevas excusas. Si antes era el fantasma comunista, ahora es el narcotráfico y el terrorismo los que sirven de chivos expiatorios, propulsados con más fuerza después del 11 de Septiembre de 2001. De todas formas es probable que si no fueran estos los argumentos esgrimidos, serían otros los que serían utilizados para despojarnos, teniendo en cuenta que esto está planificado desde antes de los acontecimientos del World Trade Center.
Los nuevos conflictos desatados en el seno de América Latina son de vieja data. Estancados por las atroces dictaduras que azotaron a esta parte del continente en las décadas de los años 70 y 80, en los 90 el pensamiento único neoliberal se encargó eficazmente de convencernos de las bondades del libre mercado, dejándonos a la espera del dripping (goteo en su traducción fiel), “derrame” para los economistas y gestores del poder hegemónico. Disuelta la nueva esperanza del prometeico libre mercado y tras las crisis de las que nadie se salvó (en mayor o menor medida), no solo no estamos mejor sino que involucionamos en materia económica, política, de soberanía y otras. Esto ha dado lugar a reclamos de sectores de la sociedad postergados desde hace decenas de años por los sistemas económicos imperantes. Reclamos que fueron sepultados por el uso de la fuerza y por promesas vanas, resurgen en todo el territorio.
El imperio que hoy avanza, ya no con el poder de la palabra y las ideas como bastión principal, goza de un absoluto descreimiento por parte de la población. Contenidos por la represa de las dictaduras primero, luego por la mentira de un futuro mejor entregándose a las manos invisibles del mercado, hoy las nubes se disiparon y las cosas están claras. Las revueltas sociales se diseminan por todos los rincones de las sociedades latinoamericanas, las protestas, los paros, los piquetes y todas las formas de descontento con el sistema se manifiestan con más fuerza. Este escenario nunca fue desconocido por los ideólogos estadounidenses y la nueva forma de contener está en el despliegue táctico de bases militares en la región.
Todas las tareas son llevadas adelante por el Comando Sur (USSOUTHCOM) que se encuentra ubicado en Miami (con una sub-sede en Puerto Rico) y es responsable de la planificación, coordinación y conducción de la actividad militar de Estados Unidos en toda América Latina y el Caribe. Su área de responsabilidad abarca toda América Central y América del Sur, el Caribe y las aguas que la rodean. Entrena y adoctrina a tropas de tierra y aire de América Central en un programa llamado "Cielos Centrales", aparentemente para campañas antidrogas. Ya en el sur, la militarización regional se denomina ahora "Iniciativa Andina" y serviría para “controlar la inmigración ilegal y las incursiones de insurgentes armados”, en palabras del Comandante en Jefe del USSOUTHCOM y en referencia a la permeabilidad de las fronteras de Colombia con los países vecinos.
Colombia como ensayo, proporcionó la puerta de entrada para un supuesto ataque al narcotráfico y no tan de paso, una fuerte cooperación a la contrainsurgencia para desbaratar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Plan for Peace, Prosperity, and the Strengthening of the State (Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado), es el título original del proyecto de Ley presentado el 20 de octubre de 1999 ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de Estados Unidos, mas conocido como Plan Colombia.
Esta acción deja abierta un sinnúmero de críticas posibles y causa aún mas daño a la región y a la propia Colombia. El USSOUTHCOM está involucrado en todos los niveles de las operaciones militares colombianas. Está formando a las tripulaciones de helicópteros equipados con misiles y ametralladoras que trabajan con los mercenarios estadounidenses subcontratados por el Pentágono y participan activamente en los campos de batalla, dirigiendo operaciones de combate y coordinando la colaboración militar.
En primer término Washington debiera limitarse a tratar el problema del narcotráfico dentro de sus fronteras, esto es atacar el consumo interno dentro de sus límites geográficos y no arremeter contra el campesino que cultiva estos productos, que lo hace por la sencilla razón de que hay demanda y le resulta mas lucrativo que cultivar otra cosa. Al asfixiar la demanda se reduce inexorablemente la oferta sin necesidad de trascender sus propias fronteras.
Pero como esto es una excusa para presentarse como el sheriff y entrometerse en asuntos, o diría más bien en intereses ajenos, la pregunta sería ¿Cómo pretenden ayudar a controlar el problema en la zona si no pueden controlarlo ellos fronteras adentro?
Ahora bien, si lograran su cometido de erradicar los cultivos en América Latina lo único que producirían es un aumento descontrolado del precio de la cocaína, aparte de una escasez de este producto en el consumo que realizan la clase alta y media, fronteras adentro. Eso hace pensar que es más fácil castigar a los campesinos que a la propia población (que le quitaría una base de legitimidad política importante), también de que forman parte del negocio del tráfico de drogas y por último y mas importante, que brinda una excusa perfecta para desplegar militares y mercenarios en lugares geoestratégicos.
El problema recién comienza, la parte mala es que los gobernantes de turno parecen ceder a los requerimientos de Washington. Las fuerzas militares conjuntas, bajo la apariencia de cuerpo de paz, desplegadas en Haití por Argentina y Brasil son una muestra de ello, a pesar de la resistencia de ambos gobiernos a formar una tropa conjunta permanente. Así mismo la base asentada en Paraguay por aprobación del Congreso el 1 de junio de 2005, con la inmunidad concedida a la milicia estadounidense, hablan de que se resquebrajan las soberanías nacionales. Sin embargo, la parte buena es que la población ya no está desatenta a estos movimientos y mentiras.
Ya no se ve seducida por discursos engañosos y presiona a sus dirigentes para que no cedan terreno en la disputa. Esto no le deja más alternativa al poder hegemónico que el campo militar y es lo que deberá esperarse en el futuro próximo, un intento de asentamiento de la milicia estadounidense en territorio latinoamericano, para sofocar cualquier intento de rebelión.
Sin embargo el problema central es y será la cooperación que recibe Washington de parte de los estados latinoamericanos. La formación y el entrenamiento militar internacional están a cargo del International Military Education and Training (IMET) que proporciona oportunidades de formación profesional para militares y candidatos civiles seleccionados. La realización de maniobras conjuntas, la introducción de nuevas tecnologías para el control del tránsito de personas en pasajes fronterizos de importancia, son la vanguardia en materia de seguridad nacional, tal como lo señaló la Doctora en Relaciones Económicas Internacionales mexicana Ana Esther Ceceña: “En este continente se sabe que seguridad nacional es seguridad nacional de Estados Unidos en el territorio que no es de Estados Unidos”.
El despliegue de bases militares de pequeña escala en toda América Latina no es más que una economía de fuerzas. El verdadero trabajo sucio es llevado a cabo por los propios estados latinoamericanos. Las nuevas legislaciones votadas al interior de las naciones y con carácter supranacional, los ejercicios conjuntos que ponen el énfasis en los intereses estadounidenses y no en los nacionales, el hipercontrol migratorio interfronterizo, solo conducen a que nuestros propios gobiernos y nuestras fuerzas militares y policiales estén al servicio de intereses foráneos.
Esta suerte de re edición del tristemente célebre Plan Cóndor no solo ataca nuestras posibilidades de desarrollo, sino que redirige nuestras propias fuerzas en contra de nuestros propios intereses. Por tanto con poco personal militar y con intervenciones mínimas, por lo menos a la vista, utilizan nuestras fuerzas de seguridad para realizar represiones y controles excepcionales, cítese como ejemplo las nuevas tareas de control interno que realiza la Gendarmería Nacional en Argentina. Esto cumple una doble función: por un lado evita el rechazo político al interior de la sociedad estadounidense, por otro lado borra la apariencia de intervención tornando el accionar de las fuerzas de seguridad más legítimo, en tanto no es realizada por una fuerza extranjera y si por las propias.
En definitiva, Washington desea asegurar mercados e inversiones de sus empresas multinacionales y la militarización de América Latina es la respuesta a la nueva fase, una vez expuestas sus verdaderas intenciones del planteo neoliberal. Lo que ellos consideran zonas de alto riesgo para la seguridad nacional (la suya), son coincidentemente zonas únicas por el agua que en ellas hay, por la abundante biodiversidad o por ser importante fuente energética a explotar. Este nuevo saqueo, o proceso de recolonización, está cada vez mas expuesto. La pregunta es si el imperio está en condiciones de soportar los crecientes movimientos populares que se están gestando en toda América Latina.
(*) El autor de esta nota es alumno del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, extensión Moreno.
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