Por Miguel Ángel Vilte (*) Desde Corrientes, Argentina 23072007
Los pasos fronterizos constituyen un fuerte obstáculo para la integración. Se hace necesario profundizar estudios especializados como primer paso para construir una identidad de bloque.
En los cruces fronterizos de los distintos países que integran el Mercado Común del Sur (Mercosur) existen serias trabas burocráticas que dejan a la vista las dificultades a la hora de concretar una verdadera integración.
Los ejemplos sobran. Uno de ellos es el control de personas en Clorinda (frontera entre Argentina y Paraguay), que lleva entre 30 a 60 minutos. A ello se le deben sumar las requisas y control de equipajes.
En tanto, el presidente de la Junta Local Autónoma de Bella Unión (Uruguay), Federico Da Silveira, en el reciente Encuentro de la Triple Frontera realizado en Paso de los Libres (Corrientes), manifestaba “tenemos 30 minutos de viaje desde Bella Unión hasta Paso de los Libres (Argentina) pero demoramos otros 30 en los controles”.
Otro de los ejemplos lo constituyen las dificultades que tuvieron los productores de bananas del Paraguay, que se vieron perjudicados por las trabas comerciales que impedían la exportación hacia Argentina.
También hay dificultades que se padecen en el ámbito cultural, cuando por ejemplo se desea pasar una obra de arte. Así podríamos enumerar una serie de hechos que impiden la libre circulación de bienes y servicios, como también de las personas.
Sin embargo, el Tratado de Asunción fija en su artículo 1 sobre la libre circulación de bienes y servicios y factores productivos, el establecimiento y aplicación de un arancel común externo común (AEC) y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados; la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales, y una mayor armonización de las legislaciones en las áreas pertinentes.
Los pasos fronterizos constituyen un fuerte obstáculo para la integración. Se hace necesario profundizar estudios especializados como primer paso para construir una identidad de bloque.
En los cruces fronterizos de los distintos países que integran el Mercado Común del Sur (Mercosur) existen serias trabas burocráticas que dejan a la vista las dificultades a la hora de concretar una verdadera integración.
Los ejemplos sobran. Uno de ellos es el control de personas en Clorinda (frontera entre Argentina y Paraguay), que lleva entre 30 a 60 minutos. A ello se le deben sumar las requisas y control de equipajes.
En tanto, el presidente de la Junta Local Autónoma de Bella Unión (Uruguay), Federico Da Silveira, en el reciente Encuentro de la Triple Frontera realizado en Paso de los Libres (Corrientes), manifestaba “tenemos 30 minutos de viaje desde Bella Unión hasta Paso de los Libres (Argentina) pero demoramos otros 30 en los controles”.
Otro de los ejemplos lo constituyen las dificultades que tuvieron los productores de bananas del Paraguay, que se vieron perjudicados por las trabas comerciales que impedían la exportación hacia Argentina.
También hay dificultades que se padecen en el ámbito cultural, cuando por ejemplo se desea pasar una obra de arte. Así podríamos enumerar una serie de hechos que impiden la libre circulación de bienes y servicios, como también de las personas.
Sin embargo, el Tratado de Asunción fija en su artículo 1 sobre la libre circulación de bienes y servicios y factores productivos, el establecimiento y aplicación de un arancel común externo común (AEC) y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados; la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales, y una mayor armonización de las legislaciones en las áreas pertinentes.
En este sentido, el canciller del Paraguay Rubén Ramírez en la Cumbre Social del Mercosur realizada en Paraguay el pasado 26 y 27 de junio, remarcó la necesidad de un libre tránsito de personas y bienes, y exhortó a superar todas “las estériles rivalidades y el anacrónico proteccionismo”.
En un comunicado conjunto de la XXXIII Reunión del Consejo del Mercado Común del Mercosur que se realizó en la ciudad de Asunción, entre los días 28 y 29 de junio, con la presencia de los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos, de Uruguay, Tabaré Vázquez y del Vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, se “saludaron los avances alcanzados en la elaboración del Proyecto de Código Aduanero del Mercosur”, importante instrumento para avanzar en la libre circulación de mercaderías, la consolidación de la unión aduanera y la construcción del Mercado Común. También se alentó “la pronta y satisfactoria conclusión de los trabajos y su implementación”.
Debemos recordar que las fronteras tuvieron como finalidad asegurar territorios que resultan valiosos, ya sea por sus recursos humanos o naturales o por su importancia estratégica o simbólica.
La docente de la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), Elena Maidana, considera que el “control de las fronteras (económicas, políticas, sociales y culturales) se sostiene a partir de discursos y prácticas hegemónicas frente a la capacidad constitutiva de las relaciones y procesos transfronterizos, por lo que en el complejo entramado de situaciones de fronteras no debe descuidarse la específica carga de significaciones e instituciones como las fuerzas armadas, la escuela y los medios de comunicación, que tradicionalmente se han hecho portadoras de las políticas hacia las fronteras en cada estado nacional”.
Así, quienes viven en fronteras políticas enfrentan no solamente los controles físicos y legales del límite político entre dos o más Estados, sino también los límites culturales y simbólicos promovidos por la escuela y los medios.
El estudioso de temas de frontera Alejandro Grimson recuerda que Europa se presenta como modelo del “fin de fronteras”. A pesar de ello, sostiene que el mismo está lejos de consumarse para cuestiones claves como migración y ciudadanía dentro de la propia Unión Europea (UE), ya que en ciertas fronteras críticas los gobiernos han reforzado las fortificaciones militares.
También debemos considerar que los actores de frontera están en permanente contacto, ya sea por el matrimonio, la economía informal, el comercio, el consumo de toda clase, el turismo, el deporte, el arte, la religión.
Así deben destacarse otras consideraciones, como el portar doble nacionalidad y el contrabando. En este sentido Grimson menciona que “la propia dinámica de la interacción cotidiana plantea, en muchos casos, un crecimiento de roces y conflictos”.
Sin duda, la complejidad de las relaciones de frontera nos lleva pensar que la resolución de esta problemática no es accesoria sino medular al proceso de integración del Mercosur, sobre todo si consideramos que la búsqueda de soluciones comienza por las verdaderas venas del bloque, ubicadas en la periferia y a la vez en el corazón del difícil proceso que requiere de la construcción de identidad de una unidad latinoamericana, sin dejar de lado la nacionalidad de cada país que la integre.
En este contexto, organizaciones sociales reunidas en la Cumbre Social de Asunción del Paraguay solicitaron a los jefes de Estado que hagan cumplir el artículo 1 del Tratado de Asunción.
En tal sentido sugirieron establecer un cronograma de eliminación o armonización de las restricciones no arancelarias no mas allá del 2008; eliminación de las excepciones al comercio intramercosur y extramercosur; incorporación de los sectores del azúcar y automotriz a la Unión Aduanera; establecimiento de una política común; coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales hasta llegar a una moneda única; documento único del Mercosur para la libre circulación de personas físicas en los estados partes; entre otros.
En otra zona del Mercosur se observa una manifestación de voluntad a la integración de los Municipios de Frontera, como lo es en el caso de la Región de la Triple Frontera entre Brasil, Uruguay y Argentina. En esta región se creó la Asociación de Municipios de Frontera Integrados del Mercosur (AMFIM), que busca establecer políticas comunes que favorezcan la integración y el desarrollo.
Claro que el desafío es trabajar en la identidad del bloque, y resultará difícil si no se concibe por qué debemos hacerlo y qué caminos nos esperan a partir de ello.
Ernesto Laclau, en un análisis del movimiento político de la región, dice que “el Mercosur es la perspectiva real para América Latina de avanzar hacia una alternativa respecto de la política de Estados Unidos”.
Si no se tiene en claro este camino nadie renunciaría a las porciones de poder y soberanía que hoy marcan las fronteras.
La resolución de estos conflictos permitirá obtener leyes que no queden en letra muerta y favorezcan a un Mercosur con identidad propia.
(*) Miguel Ángel Vilte es alumno del Seminario de Posgrado “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3427
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