6 octubre 2015, ADITAL
Agencia de Información Fray Tito para América Latina (Brasil)
Por Thalfi
Deen, de IPS/Envolverde
Opera Mundi
La ONU [Organización
de las Naciones Unidas] es manipulada políticamente por empresas
transnacionales, algunas de las cuales violan, abiertamente, derechos laborales
y normas ambientales que el forum mundial defiende. Es lo que dice el estudio
de la organización independiente Global Policy Forum. En el documento,
divulgado recientemente, se alerta que la ONU "está iniciando una nueva
era de multilateralismo selectivo, formada por paralizaciones políticas
intergubernamentales y una creciente dependencia de soluciones empresariales
para los problemas mundiales”.
En el informe se
agrega que "los patrones mutables de financiamiento de la ONU y de sus
fondos, programas y organismos especializados, reflejan esas tendencias
alarmantes”. Y destaca la brecha que hay entre la magnitud de los problemas
globales y la capacidad financiera de las Naciones Unidas para resolverlos; la
creciente participación de los aportes complementarios y los fondos fiduciarios
en las finanzas del forum mundial; su mayor dependencia del sector empresarial;
y la tercerización del financiamiento y de la toma de decisiones.
El estudio de 140
páginas, titulado "¿Apta con qué objetivo? La financiación privada y la
influencia corporativa en las Naciones Unidas", fue publicado días antes
de
la Cumbre de Desarrollo Sustentable de la ONU, que tuvo lugar entre los días
25 y 27 de septiembre de este año.
Cuando la IPS
preguntó quien tiene la culpa por esta situación, Jens Martens, director de la
Global Policy Forum y coautor del estudio, respondió que los Estados miembros
no entregaron fondos suficientes y confiables al sistema de la ONU. "Esta
situación se agrava por la insistencia, de muchos años, de los gobiernos
occidentales, encabezados por Estados Unidos, en la doctrina del crecimiento
cero para el presupuesto ordinario de la ONU”, agregó. El resultado es una
dependencia cada vez mayor de la financiación voluntaria y no central, así como
de un número creciente de alianzas dispares entre el sector empresarial y la
ONU, resaltó.
El Centro de la ONU
sobre las Corporaciones Transnacionales, creado en 1975, principalmente para
supervisar a esas empresas, fue desmantelado en 1992. Algunas de las
iniciativas que obligan a las empresas a rendir cuentas al público comenzaron
en la década de 1970, incluidas las discusiones sobre un Código de Conducta
para las Empresas Transnacionales. Pero ésta y todas las gestiones posteriores
en ese sentido fracasaron, debido a la enérgica oposición de las empresas y de
sus grupos de presión.
Al mismo tiempo,
según el estudio, las compañías tuvieron gran éxito con estrategias de
relaciones públicas, que ayudaron a presentarlas como buenas ciudadanas
corporativas que buscan el diálogo con los gobiernos, la ONU y demás grupos de
interés, y también como capaces de cumplir normas ambientales, sociales y de
derechos humanos a través de iniciativas voluntarias de responsabilidad social empresarial.
Martens señaló que el
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y los directores de las agencias de
la ONU se convirtieron en enérgicos defensores de la relación con el sector
empresarial. Además de considerar a esas alianzas como una nueva fuente de
fondos, las mismas se basan en la creencia de que las relaciones con poderosas
corporaciones son esenciales para mantener la relevancia de las Naciones Unidas
en relación con los desafíos globales actuales, agregó.
"Pero venden a
la ONU a un precio barato. Mientras los costos de las empresas son muy bajos,
los beneficios pueden ser comparativamente altos”, resaltó Martens. Las
empresas se benefician de la imagen fuerte por asociarse con la ONU, ganar
mayor visibilidad y conseguir acceso directo a las autoridades internacionales,
puntualizó. "¿Qué significa esa transferencia de imagen para la reputación
y la neutralidad de la ONU? ¿No se corre el riesgo, por la colaboración con
empresas controvertidas, de afectar negativamente la imagen de la ONU como
intermediaria neutral e impactar su reputación?”, cuestionó.
Cuando la ONU busca
ayuda financiera externa, sea para sus necesidades de desarrollo o para
defender causas sociales, recurre invariablemente al sector privado, afirma una
fuente del forum mundial. Ban pidió a los inversores privados que ayuden a la
ONU a recaudar la descomunal cantidad de U$S 100 mil millones por año, para
luchar contra las consecuencias devastadoras del cambio climático.
En el estudio también
se critica el Pacto Mundial de la ONU, considerado la mayor iniciativa de
sustentabilidad corporativa del mundo, que incluye a 8.371 empresas, de 162
países. Este Pacto Mundial fue decisivo en la apertura de la ONU para el sector
empresarial, de acuerdo con el documento. "Aunque pueda haber sido
concebido para hacer exactamente el contrario –sensibilizar a las empresas
sobre el interés público– también actúa como una plataforma y fiscal de los
intereses corporativos en la ONU”, agrega el informe.
Esto se ve agravado
por la dependencia del financiamiento privado y de la excesiva complejidad de
su estructura de gobierno, que da poco espacio a los Estados miembros, mientras
limita la supervisión de los que hacen contribuciones financieras. "De
hecho, el Pacto Mundial es una de las pocas entidades de la ONU que dependen,
predominantemente, del dinero privado. Esto puede tener repercusiones en cómo
se interpreta y aplica su mandato”, se alerta en el estudio.
El financiamiento de
todas las actividades del sistema de la ONU llega a U$S 40 mil millones por
año, afirmó Martens. "Aunque pueda parecer una suma importante, en
realidad, es inferior al presupuesto de la ciudad de Nueva York, menos de un
cuarto del presupuesto de la Unión Europea y sólo 2,3% del gasto militar
mundial”, explicó. Según el activista, "mientras el Banco Mundial pide a
la comunidad internacional que pase de los mil millones a los billones, para
cumplir las necesidades de inversión de los Objetivos de Desarrollo
Sustentable, las Naciones Unidas tienen aún que calcular en términos de
millones”.
Barbara Adams,
coautora del estudio, dijo que "muchos Estados miembros, en particular los
grandes donantes, aplican la doble estrategia de exigir mayor coherencia en las
actividades de desarrollo de la ONU, mientras, al mismo tiempo, aumentan el uso
de fondos específicos, lo que favorece la fragmentación. Esta dinámica
selectiva, junto con las restricciones financieras en curso, abrieron espacio
para la participación del sector empresarial”.
Impulsada por la
creencia de que la relación con aquellos que tienen mayor poder económico es
esencial para mantener la relevancia de la ONU, esa práctica tiene
consecuencias perniciosas para la gobernabilidad democrática y el apoyo del
público en general, ya que se alinea más con los centros de poder y se aleja de
los menos poderosos, enfatizó Adams.
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