Septiembre de 2015,
Le Monde Diplomatique http://www.lemondediplomatique.cl (Chile)
por Jorge Magasich, Historiador.
Como parte del debate para una nueva
Constitución
Tal
vez por primera vez un grupo de militares que permaneció fiel a la legalidad en
1973, somete a la sociedad sus reflexiones sobre el rol de las fuerzas armadas
en democracia. “Fuimos actores privilegiados y tenemos algo que decir al
respecto” afirman los dirigentes de los marinos que intentaron detener el golpe
en 1973, en el documento Democratización-Integración FFAA Chilenas. Reflexión y
Propuesta de la Marinería Constitucionalista y Antigolpista, publicado en
febrero 2015. Su objetivo es participar en los debates destinados a generar una
constitución “nueva y moderna, con sabor a ciudadanía” contribuyendo a
transformar las FFAA, “de brazo armado de un sector político en brazo
cooperador de un proyecto país”. Además de analizar la historia de las
instituciones militares, la Reflexión formula proposiciones sobre cuestiones
cruciales como su régimen interno; su relación con el poder civil; la
ciudadanía de los uniformados; la separación entre la Iglesia y el Estado y el
rol social de las FFAA, para que su misión sea garantizar a todos “un ambiente
seguro que permita disfrutar de derechos y de libertades”.
Esta
iniciativa surge de su experiencia en la Armada, y de una inquietud. Pese a los
sucesos de Antuco, a la instalación de una sucursal de la Escuela de las
Américas en el Fuerte Aguayo en Con Con para adiestrar militares chilenos en
“antidisturbios”, a la instrucción de los infantes de Marina que enseña
“argentinos mataré, bolivianos mutilaré, peruanos degollaré”, y
a la evidencia
de que militares mantienen pactos de silencio de protección a los represores,
las reacciones de la sociedad y de los parlamentarios son muy escasas, casi
inexistentes.
Como
lo establece la reciente investigación de la periodista Catalina Gaete, las
FFAA siguen siendo un mundo aparte. Disponen de un código, de tribunales, de un
sistema de previsión, de un clero, de hospitales, poblaciones y clubes sociales
propios. Sus mandos, casi sin control de las autoridades, organizan las
escuelas militares, escogen docentes y contenidos. Y, con poco disimulo, siguen
exaltando el golpe de 1973 a través del monumento a Toribio Merino en
Valparaíso, de la biblioteca Augusto Pinochet en la Escuela Militar y del
nombre Fabriciano González, dado a la Escuela de Suboficiales de Carabineros.
Símbolos que desafían la democracia.
Rol
social de las FFAA
El fin de su aislamiento y la integración fructífera de las FFAA a la sociedad, –acota el documento de los marinos– permitirá utilizar los considerables recursos materiales e intelectuales que la nación les otorga, en el desarrollo del país. La preparación militar puede y debe complementarse con tareas productivas como el “abastecimiento y provisión de servicios a zonas remotas del país, trabajos voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.” Y la noción de defensa debe incorporar “nuestros recursos naturales patrimonios de la humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la protección de las personas y la vida humana. La protección del medio ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales”.
El fin de su aislamiento y la integración fructífera de las FFAA a la sociedad, –acota el documento de los marinos– permitirá utilizar los considerables recursos materiales e intelectuales que la nación les otorga, en el desarrollo del país. La preparación militar puede y debe complementarse con tareas productivas como el “abastecimiento y provisión de servicios a zonas remotas del país, trabajos voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.” Y la noción de defensa debe incorporar “nuestros recursos naturales patrimonios de la humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la protección de las personas y la vida humana. La protección del medio ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales”.
¿La
orden superior o la Ley?
En 1973, los marinos constitucionalistas observan cómo parte de la oficialidad prepara el amotinamiento, tipificado como delito de alta traición. Con la Ley de su parte intentan defender al gobierno legítimo denunciando la conjura. Sin embargo, fueron acusados de “sedición y motín” en agosto de 1973, y sufrieron torturas y años de prisión. En cambio hasta hoy ningún militar –ni civil– ha sido juzgado por haber organizado el golpe.
En 1973, los marinos constitucionalistas observan cómo parte de la oficialidad prepara el amotinamiento, tipificado como delito de alta traición. Con la Ley de su parte intentan defender al gobierno legítimo denunciando la conjura. Sin embargo, fueron acusados de “sedición y motín” en agosto de 1973, y sufrieron torturas y años de prisión. En cambio hasta hoy ningún militar –ni civil– ha sido juzgado por haber organizado el golpe.
Tal
aberración se apoya en la “verticalidad del mando” entendida como la obligación
de un subordinado de obedecer siempre cualquier orden, ya que el superior es
responsable. Aquella “verticalidad” ha permitido impartir numerosas y
gravísimas órdenes ilegales, situación que plantea una interrogación de primera
importancia: ¿Debe un subordinado ejecutar ciegamente una orden ilegal? La
conclusión es evidente: la Ley tiene preeminencia. Nadie puede ser forzado a
ejecutar órdenes que transgredan la Ley, que violen los derechos humanos o que
constituyan delito. Puesto que la historia registra, de forma recurrente,
situaciones en que órdenes ilegales fueron impartidas masivamente, “se deben
tener los instrumentos necesarios que aseguren e identifiquen la depuración de
responsabilidades y ejerzan las medidas tendientes a erradicar las órdenes
ilegales, independiente de la cadena de mando”.
Militares
subordinados a las autoridades republicanas
En la memoria de los marinos constitucionalistas resuenan aún las numerosas arengas golpistas que escucharon a partir de 1972, cuando oficiales clamaban impunemente que tenían “el derecho y el deber de deponer al gobierno marxista”. Tal “derecho” –totalmente ilegal– se sustenta en ideologías extremistas que otorgan a los mandos militares el “deber” de organizar la sociedad para enfrentar el enemigo (definido por ellos) y para la guerra (diseñada por ellos). En los años 1930 toma el nombre de “guerra total” y en los años 1960 de “seguridad nacional”. Y hasta hoy subsisten doctrinas que pretenden que cuando es preciso “salvar la patria”, los salvapatrias auto designados pueden infringir sus leyes.
En la memoria de los marinos constitucionalistas resuenan aún las numerosas arengas golpistas que escucharon a partir de 1972, cuando oficiales clamaban impunemente que tenían “el derecho y el deber de deponer al gobierno marxista”. Tal “derecho” –totalmente ilegal– se sustenta en ideologías extremistas que otorgan a los mandos militares el “deber” de organizar la sociedad para enfrentar el enemigo (definido por ellos) y para la guerra (diseñada por ellos). En los años 1930 toma el nombre de “guerra total” y en los años 1960 de “seguridad nacional”. Y hasta hoy subsisten doctrinas que pretenden que cuando es preciso “salvar la patria”, los salvapatrias auto designados pueden infringir sus leyes.
Le
corresponde a la ciudadanía a través de sus representantes –continúan los
marinos–, y no sólo a los altos mandos, definir “las políticas militares, como
la planificación estratégica y la identificación de las amenazas”, lo que debe
ser precisado en una nueva Ley Orgánica de las FFAA, igual que la prerrogativa
presidencial de intervenir en la designación de los mandos.
El
documento rescata un mecanismo que la Constitución de 1925 otorgaba al Senado:
“todo ascenso a grados que impliquen el mando de una unidad militar de cierta
importancia (cuartel, buque, bandada…), sea en última instancia decidido por la
Cámara de Diputados por una mayoría especial”. Así se establecería una forma de
control ciudadano sobre los currículos de los que comandan las instituciones
armadas.
Los
militares son ciudadanos
Porque recuerdan la norma que la “gente de mar” (la tropa) requiere autorización para inscribirse en cualquier asociación o para proseguir estudios, y recuerdan cómo sus lecturas y opiniones eran vigiladas, como menores desprovistos de derechos, los marinos reclaman derechos explícitos para los militares. “Ningún reglamento –afirman– puede negarles sus Derechos Constitucionales garantizados a todo ciudadano, de asociación, reunión, sindicalización, proseguir estudios superiores”. El único límite a la libre expresión es que “no se ponga en riesgo la ejecución de sus misiones operativas legalmente emprendidas”.
Porque recuerdan la norma que la “gente de mar” (la tropa) requiere autorización para inscribirse en cualquier asociación o para proseguir estudios, y recuerdan cómo sus lecturas y opiniones eran vigiladas, como menores desprovistos de derechos, los marinos reclaman derechos explícitos para los militares. “Ningún reglamento –afirman– puede negarles sus Derechos Constitucionales garantizados a todo ciudadano, de asociación, reunión, sindicalización, proseguir estudios superiores”. El único límite a la libre expresión es que “no se ponga en riesgo la ejecución de sus misiones operativas legalmente emprendidas”.
Incluyendo
el derecho a dar su opinión. Una cosa es, en efecto, la jerarquía y la obediencia
necesaria en operaciones militares, y otra es el derecho de todas las mujeres y
hombres que trabajan en las tareas de defensa, de participar en las reflexiones
que atañen a las instituciones armadas. En temas como su funcionamiento, sus
remuneraciones, sus adaptaciones al mundo actual, y la mejor manera de
contribuir al desarrollo del país.
No
corresponde consagrar las instituciones a divinidades con las que se identifica
sólo una parte de la ciudadanía. Es necesario que las instituciones armadas
acaten “la separación entre la Iglesia y el Estado, vigente en Chile desde
1925”, y “como todo ciudadano, los militares son libres de practicar la
religión que deseen, pero fuera del lugar de trabajo”. Por lo tanto, los
obispados castrenses y los capellanes, por lo general ultraderechistas, están
de más.
Escuela
Matriz única y escalafón único
¿Qué justifica la persistencia de escuelas diferenciadas para oficiales y para la tropa, con fuerte contenido clasista? Los marinos reactivan la reivindicación, ya presente en 1973, de que exista una sola Escuela Matriz por rama, ya que no existen motivos válidos para determinar a los que mandarán y los que obedecerán desde el momento de la inscripción en una u otra escuela.
¿Qué justifica la persistencia de escuelas diferenciadas para oficiales y para la tropa, con fuerte contenido clasista? Los marinos reactivan la reivindicación, ya presente en 1973, de que exista una sola Escuela Matriz por rama, ya que no existen motivos válidos para determinar a los que mandarán y los que obedecerán desde el momento de la inscripción en una u otra escuela.
En
la Escuela Matriz se impartirá “una formación militar integral, asociada y
relacionada con la defensa de nuestras riquezas naturales, sobre todo la
protección de las personas”. Sus programas de estudios incluirán “la educación
cívica, los derechos humanos y el medio ambiente”. Sus docentes serán
“profesores universitarios cuya competencia e idoneidad asegure una enseñanza
que promueva la democracia y el humanismo a sus alumnos”.
Será
gratuita; el ingreso se hará según “un examen de admisión común”. Luego, en
función de “una evaluación objetiva, profesional, méritos y capacidades”, se
establecerá el cuadro de oficiales y de suboficiales.
Degradar
los criminales y erradicar el golpismo
Es un insulto a la sociedad que los militares que perpetraron los crímenes más graves que conoce el país, sigan ostentando honores, ventajas y caudalosas jubilaciones. Los marinos reclaman “degradación inmediata y pérdida de beneficios de sueldos para todos aquellos militares que hayan violado los Derechos Humanos o cometido crímenes de Lesa Humanidad u otro crimen que envuelva presidio perpetuo”.
Es un insulto a la sociedad que los militares que perpetraron los crímenes más graves que conoce el país, sigan ostentando honores, ventajas y caudalosas jubilaciones. Los marinos reclaman “degradación inmediata y pérdida de beneficios de sueldos para todos aquellos militares que hayan violado los Derechos Humanos o cometido crímenes de Lesa Humanidad u otro crimen que envuelva presidio perpetuo”.
Por
el mismo motivo, piden suprimir “monumentos, actos, nombre de calles,
reparticiones, buques o cualquier recinto público” que involucre civiles y
militares que hayan perpetrado tales violaciones.
Nada
justifica documentos ocultos. Después de un plazo prudente, “los archivos de
las instituciones armadas deben ser fácilmente accesibles a la ciudadanía,
especialmente a los investigadores”. Como todo servicio público.
También
es necesario actualizar el Código de Justicia Militar, retirando todos los
delitos que no sean específicamente militares.
Por
último –reflexionan los marinos– conviene terminar con el concepto engañoso de
“familia naval/militar/aérea” porque desliga a las instituciones armadas del
resto de la ciudadanía. Para destacar que las Fuerzas Armadas son y representan
a todas y todos los chilenos, proponen legalizar el nombre “FFAA de Chile”.
1.
Un carabinero que obedeciendo al amotinado general Mendoza murió el 11 de
septiembre de 1973. Recordemos que el general director de Carabineros, José
María Sepúlveda dio órdenes para que la institución se mantuviera en la
legalidad y se opusiera al golpe. Y los cinco generales siguientes en la
jerarquía (Jorge Urrutia, Rubén Álvarez, Orestes Salinas, Alfonso Yáñez y Martín
Cádiz) se negaron a sumarse al golpe. Sin embargo, este gesto no ha sido
destacado como ejemplar por los actuales jefes de Carabineros.
A la venta en librerías y en la librería de Le
Monde Diplomatique
San Antonio 434, local 14, Santiago
Teléfono: 22 664 20 50
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
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