20 outubro 2015, ADITAL Agencia de
Información Fray Tito para América Latina (Brasil)
Está de moda entre los analistas
"serios” un debate sobre el futuro político inmediato en la región, que
incluye la especulación sobre un "fin del ciclo progresista” para dar
comienzo a otro momento, cuyo derrotero sería el que está en discusión. La
pregunta es: ¿de dónde sacan que el lapso transcurrido desde la primera
elección de Hugo Chávez a la probable reelección del kirchnerismo constituye un
"ciclo”?
Para comenzar a
divergir, que quede sentado que el establecimiento de los llamados gobiernos
progresistas no fue el inicio de un ciclo apuntalado por los altos precios
internacionales de las materias primas, sino que constituyó un movimiento de
masas continental, que frenó y/o desaceleró los intentos neoliberales que se
pusieron en práctica en América latina y el Caribe desde mediados de la década
de 1970 y se aceleraron durante las dos posteriores.
O sea, la
construcción siempre se hace desde abajo. Lo único que se construye desde
arriba es un pozo.
Hugo Chávez, Evo
Morales, Rafael Correa, Néstor y Cristina Kirchner, Lula da Silva, son
productos de esos procesos, lanzados al gobierno desde la lucha de miles de
trabajadores, campesinos, pueblos originarios, pobladores urbanos pobres,
mujeres, jóvenes, así como por desempleados, expulsados de la vida laboral por
los planes de ajuste neoliberales.
Estos movimientos
ganaron las calles, piquetearon carreteras, autopistas y el centro de las
grandes urbes no para impulsar a sus líderes, sino para derrumbar el plan
neoliberal macabro, demoliendo a su paso decenas de gobiernos que
intentaban imponer el
modelo y las políticas de ajuste más radicales que se hayan conocido.
Coincidentemente,
viejos partidos tradicionales –conservadores, liberales, también marxistas–,
olvidaron sus proyectos históricos y se subieron a la calesita del entreguismo,
del pragmatismo, la gobernabilidad, del sálvese quien pueda del dios mercado.
Hoy siguen en esa larga crisis terminal, travistiéndose en cada elección, en
busca de un presente, ni siquiera de un futuro.
Fueron las luchas por
la tierra, por el techo, por el trabajo, por el gas, por el agua, el petróleo,
las semillas: contra el desempleo y la marginalización, por el salario y el
trabajo digno; por la equidad de género y contra todo tipo de discriminación.
Fueron esas luchas
–que hoy los buenos analistas prefieren olvidar– en defensa de los ahorros, de
la jubilación, de los patrimonios nacionales, del ambiente y la naturaleza, por
la educación laica, libre y gratuita, por la salud para todos, contra el pago
de la deuda inmoral e ilegal, esa fuerza continental en marcha fue convirtiendo
sus reclamos concretos y puntuales en movimientos con objetivos políticos.
Y así nacieron las
revoluciones pacíficas, la bolivariana con Chávez, la pluricultural y
multiétnica con Evo, la ciudadana con Correa, la inclusiva de los Kirchner,
para retomar el camino de la dignidad de los pueblos, la justicia social, la
equidad, donde el ciudadano dejara de ser objeto de políticas para convertirse
en el sujeto de la mismas. Donde la democracia dejara de ser reclamativa y
tabú, para convertirse en participativa y popular.
Esa fuerza
transformadora recorrió América latina durante más de una década, intentando cambios
estructurales, logrando una mucho mejor distribución de la renta nacional,
gracias, también, a un período excepcional de precios de las materias primas.
Cada cual con su
libreto
No existió un solo
modelo, una sola vía. Cada uno mostró un proyecto, inexportable, basado en las
realidades e idiosincrasias propias, pero con la vista fija en la necesaria
integración regional, desde el rompimiento con los planes imperiales hace ya
diez años, cuando el No al ALCA en Mar del Plata.
Esa lucha hoy
permite, también, la reanudación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos
y el proceso de paz del gobierno de Colombia con la cincuentenaria guerrilla.
Pero el Llanero
Solitario no se rinde. Vuelve con el mismo verso, aunque con diferente música.
Y encuentra a la región en medio de la presión de la restauración conservadora,
con nuevo activismo de las derechas locales que copian formatos y pueblan las
calles, apoyadas por sus mandantes regionales e internacionales, amparadas,
guiadas y amplificadas por el terrorismo mediático de las grandes corporaciones
de las comunicaciones, con la exigencia de ajustes – para los trabajadores – y
de profundización del patrón de acumulación extractivista: es la contrarreforma
contra las conquista de los últimos tres lustros.
Cabe recordar que el
llamado boom de las commodities igualmente abarcó México, Colombia o Perú,
asociándose a gobiernos de signo político opuesto. En Honduras y Paraguay, el
mismo boom acompañó a golpes de derecha. Por ende, difícil es vincular
seriamente el precio de las materias primas con el "progresismo”. La
diferencia es que los gobiernos progresistas aprovecharon sus beneficios para
resolver añejos problemas sociales, mientras que desde la vereda de enfrente
alentaron su apropiación privada. ¿Dónde están parados hoy esos movimientos
que, a inicios del milenio, tuvieron la fuerza y convicción para alcanzar los
gobiernos? Unos fueron cooptados por los gobiernos, que los quitaron de las
calles y/o incorporaron a sus dirigentes a los equipos de trabajo gubernamentales,
otros por las ONG –dependientes de sus centrales enclavadas en países
desarrollados–; otros siguen en la lucha, esa de la que nunca se enteran los
medios, que los invisibilizan y ningunean.
El presente
Cuando todos creían
que Dilma Rousseff estaba al borde del colapso, la salvaron los movimientos
sociales y gremiales; los trabajadores de la CUT, los sin tierra y los sin
techo, los ambientalistas y los Lgttb, sus opositores del PSOL y de Redes, que
son conscientes de quiénes son los verdaderos enemigos.
Cuando Tabaré Vázquez
quiso firmar el Tratado sobre Comercio de Servicios (TISA), honrando su
compromiso con EE.UU. y Canadá, fue el plenario de su partido, el Frente
Amplio, el que lo apabulló para que dejara de ser tan dependiente. Y fue la central
unitaria de trabajadores PIT-CNT la que salió nuevamente a la calle a hacer
frente al nuevo intento neoliberal. Allí están los estudiantes chilenos,
juntándose con los sindicatos, quizá rememorando aquellas consignas de los años
1960 de "obreros y estudiantes, unidos y adelante”; ahí están los
campesinos y los estudiantes secundarios y universitarios de Paraguay, ganando
la calle para terminar con la injusticia y la corrupción en su país.
Y aquí no más, está
aquella "juventud maravillosa” que no olvida el menemato y su orgía
privatizadora, ni al presidente volador y la desesperación del 2001-2002, y no
va a permitir –con los votos y también en la calle – que le arrebaten lo
conquistado en esta década.
El descubrimiento
"serio” de los analistas es que la caída del precio de las materias primas
afectará las políticas sociales impulsadas por los gobiernos nacionales y
populares, y por ende sus bases desertarán hacia la derecha. La caída de los
precios de las materias primas afectará también a los gobiernos de derecha,
entonces, ¿hacia dónde emigrarán sus bases?, pregunta el panameño Nils Castro.
Nada está perdido,
ahora hay que profundizar. En una coyuntura como esta, La Negra Sosa vendría a
ofrecer su corazón.
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