12 octubre
2015, Centro de Documentación Mapuche, Ñuke Mapu
http://www.mapuche.info (Wallmapu, Chile)
El 12 de octubre es para muchos el
día del “Descubrimiento de América” y también el “Día de la Raza.” Con esos
nombres lo celebran todavía autoridades y escuelas en Chile. En muchas de ellas
nuestros niños cantan el himno nacional de España y se leen apologéticos poemas
a Colón, el marino italiano que aquel día, en 1492, en nombre de los reyes de
España, arribó a la isla caribeña de Guanahani, que llamó San Salvador
Para cualquier niño que tuviera un poco de sentido crítico, estos
rimbombantes actos cívicos del 12 de octubre eran harto incomprensibles.
Primero, porque nuestros maestros también nos enseñaban detalles de la heroica
resistencia de nuestras etnias aborígenes en defensa de su tierra contra el
colonialismo español, un enemigo que, inmensamente superior en lo militar, fue
abusivo, expoliador y despiadado hasta el sadismo con nuestros primeros
ancestros americanos. Bastaba sólo que nos contaran sobre el empalamiento de
Caupolicán y la mutilación de Galvarino para que tembláramos de horror antes
las atrocidades del invasor español. También nuestros maestros nos enseñaron
detalles de la cruenta lucha de los patriotas criollos por librarnos de ese
mismo enemigo, una potencia anti-republicana y anti-democrática, importadora,
además, de la siniestra Inquisición. Por fin, más tarde, ya en la Universidad,
la fantasía escolar del 12 de octubre se acabó para siempre, cuando aprendimos
bien de qué se trataba todo.
Veamos:
1. Europa y España no salieron al Atlántico a “descubrir” nada, sino a ocupar militarmente Asia, continente entonces ya conocido por los europeos. Es decir, el plan era asaltar Asia sorprendiéndola por el occidente. El viaje de Colón sólo consistió en probar que ello era posible. Por más de
2. Por supuesto, no se descubren tierras con las que se topa sin saber qué son; aun menos se descubren seres humanos. Sólo se descubren cosas, objetos, y nada más. Los seres humanos se ENCUENTRAN con sus semejantes. Los europeos, además, se encontraron en América con poblaciones que vivían un importante período de civilización. La gran ventaja europea no era, por ejemplo, la medicina ni la Astronomía. Lo era su tecnología de guerra, basada en el dominio del hierro y la pólvora, más el uso del caballo.
3. Excepto la prédica religiosa humanista de algunos sacerdotes que no se prestaron, como casi todos los demás, a amparar e, incluso, alentar las atrocidades de sus compatriotas contra nuestros pueblos originarios, los europeos (los primeros, los españoles) vinieron aquí en plan de conquista y anexión de territorios a sus imperios; y, sobre todo, a buscar riquezas, particularmente oro, el acicate que dio vida al orden general de la economía global de la época, el Mercantilismo. Para facilitar el despojo, lo ejecutaron por medio del terror, la explotación feudal, y en muchos casos, la más franca esclavitud. Lo hicieron brillantemente: nueve décimos de la población continental autóctona fue aniquilada en menos de cien años.
Finalmente, el “Día de la Raza” no existe. Veamos por qué. Hay americanos que creen que tal “raza” serían “los descubiertos” por Colón. Supina ignorancia, porque el 12 de octubre surgió hace cinco siglos como el día de la “raza española.” Mayor ignorancia aun es suponer que haya raza española o cualquiera otra. Hoy, la Antropología descarta categóricamente la existencia de “razas,” cuestión que el descubrimiento del genoma estableció definitivamente hace unas décadas, al probar que las diferencias biológicas entre los seres humanos son absolutamente insignificantes, como el color de la piel o ciertos rasgos de la forma del cráneo. Por lo tanto, desde el punto de vista netamente científico, hoy sólo puede hablarse de “pueblos,” “etnias” y “comunidades,” y no de “razas.” Pues bien, el 12 de octubre sigue siendo el día nacional de España, pero ya no se llama “Día de la Raza.” El Estado español, advertido del ridículo internacional que hacía su país con llamar así ese día, anuló ese título y lo cambió, por decreto constitucional de 1987, por el de, simplemente, “Día Nacional de España.”
En nuestros días, una fuerte corriente intelectual y cívica española exige anular definitivamente este día como el día de España porque no recuerda nada sublime ni heroico. Por el contrario, como lo sabe cualquiera persona culta, esa fecha marcó el inicio de un período de por los menos dos siglos y medio de opresión del más fuerte sobre el débil. Por cierto, los europeos, todos sin excepción, arrasaron con las culturas americanas en un clima general de despojo, genocidio, torturas, mutilaciones, descuartizamientos y quemas masivas de indígenas, lo que hasta hoy, quizás sólo con la excepción del Holocausto del pueblo judío por los nazis, no tiene precedentes en la historia humana. La propuesta de los españoles que realmente marchan al unísono con la Historia es que el día patrio De España sea uno que recuerde una efeméride que exalte el amor a la libertad, la inteligencia y la dignidad nacional. Este día podría ser, por ejemplo, el de la victoria de los Reyes Católicos sobre el Islam a comienzos de 1492, evento que marcó el nacimiento de la España de hoy; el natalicio de Miguel de Cervantes, el novelista más excelso de la historia; o los días de la heroica resistencia del pueblo español contra el invasor napoleónico en Aranjuez.
En suma:
1. No hubo “Descubrimiento de América.”
2. No existe el “Día de la Raza.”
3. Por su carácter predatorio y cruel, la invasión y conquista de América, no son dignas de celebrarse en ninguna parte.
4. Ni siquiera existe el 12 de octubre. Como divertido colofón para este artículo, anotemos que Colón no llegó a Guanahani el 12 de octubre, sino el 21 de ese mes, según la corrección del calendario gregoriano con respecto al juliano, ya vigente en 1492.
*Prof. Haroldo Quinteros: Chileno, de Iquique. Dirigente gremial y político. Estadías académicas en Europa. Perseguido político por la dictadura de Pinochet, y exiliado en Alemania, donde se doctoró en Ciencias Sociales y Educación. Profesor universitario en las universidades de Heidelberg y Tubinga (Alemania), y en Chile.
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