20
agosto 2015, Rebelión http://www.rebelion.org/ http://www.rebelion.org
(México)
Desde
hace algún tiempo se ha decretado por las derechas, sectores de izquierda
desorientados de América Latina y el Caribe (ALC), y también de Europa, el fin
de lo que llaman ciclo progresista. Basan su afirmación en especulaciones muy
alejadas de un auténtico trabajo de campo y del conocimiento, o la correcta
interpretación, de la historia de luchas de nuestros pueblos latinoamericanos y
caribeños. O, simplemente, la sustentan en sus deseos.
Existen,
sin duda, elementos de carácter objetivo y subjetivo que han llevado a una
disminución en el ímpetu ofensivo de los llamados gobiernos progresistas. Por
demás, es bien sabido que los procesos populares y revolucionarios no son
linealmente ascendentes todo el tiempo sino sufren marchas y contramarchas,
flujos y reflujos por bien dirigidos que estén y por mucho consenso popular que
hayan ganado.
Pero
antes de entrar a ese asunto creo importante decir
que prefiero otra
denominación para esos gobiernos a la de progresistas, más adecuada en mi
humilde opinión a la realidad de ALC después del ascenso a la presidencia de
Venezuela por Hugo Chávez (1999). Por eso los califico como gobiernos que en
distintos grados son independientes de Estados Unidos, se distancian de los
dictados del Consenso de Washington, abogan activamente por la unidad y la
integración latino-caribeña y por un mundo multipolar. Si atendemos a estos
rasgos podemos decir que cumplen con ellos en alguna medida: Antigua y Barbuda,
Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada,
Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas,
Surinam, Uruguay y Venezuela.
Retomando
el hilo, es evidente que la desaparición en 2013 de un líder de cualidades tan
descollantes como Hugo Chávez, desaceleró, no obstante los valiosos esfuerzos
del digno Nicolás Maduro, el ritmo de avance que llevaban la unidad e
integración de nuestra región. A ello se unieron la abrupta caída del precio de
las materias primas, entre ellas el petróleo; el haber entrado algunos de los
países mencionados en recesión como Venezuela y Brasil, o disminuido su crecimiento,
con la consiguiente disminución de fondos para los programas de redistribución
de la riqueza y el golpe al poder adquisitivo de la población; además, el tener
que recurrir al crédito internacional, fundamentalmente de China, para
compensar la caída de sus ingresos en divisas. Debemos añadir errores e
insuficiencias en la gestión de los gobiernos y en la ejecutoria de sus
partidos.
Pero
antes de 2013 ya había comenzado otra variable fundamental: la contraofensiva
de Estados Unidos y las oligarquías contra los gobiernos independientes y
contra la unidad e integración de ALC, desde el ataque yanqui-uribista a
territorio ecuatoriano y el restablecimiento de la IV Flota por Washington
(2008), hasta los golpes de Estado exitosos contra los presidentes Zelaya y
Lugo en Honduras (2009) y Paraguay (2012) y los derrotados en Bolivia (2008) y
Ecuador (2010) contra sus homólogos Evo y Correa.
Todo
ello antecedido por el golpe y boycot petrolero en Venezuela (2002-2003) y
continuado en la última década con un permanente acoso desestabilizador contra
esos gobiernos. Empeño en el que las llamadas industrias culturales
estadunidenses -- incluidos los conglomerados corporativos de comunicación de
ALC --, sustituyen literalmente como armas de guerra a los ejércitos mediante
el envenenamiento, embrutecimiento y engaño de millones de personas. Lo vemos
clarísimo estos días en Brasil, Ecuador y Argentina. Sumemos los programas
estadunidenses que forman activistas en las técnicas de las revoluciones de
colores, que incluyen el uso de las redes sociales digitales.
Hoy
vemos que además del embate prioritario contra Maduro, atacan a fondo a Correa,
Dilma y Lula, y hostigan a Sánchez Serén. Pero no hay tal fin de ciclo. Lo que
sí hay es golpismo de derecha debido a su imposibilidad de ganar elecciones a
esos gobiernos.
La
razón es sencilla. Pese a la crisis económica internacional que golpea también
y duro a países desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón,
los gobiernos independientes de Washington tienen logros sociales incomparables
en ALC que llegan a quienes nunca tuvieron nada. Entre ellos, sacar de la
pobreza a millones de personas, llevado a las aulas a millones de estudiantes,
extendido apreciablemente la atención médica y elevado la calidad de vida de sus
poblaciones. Volveré sobre el tema.
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