4 julio 2015,
Contrainjerencia http://www.contrainjerencia.com
Andrea
Peña
El
Ciudadano – El TPP, que se negocia en estos días en absoluto secreto, es la
última versión de los tratados de libre comercio y obliga a los estados
firmantes a cambiar sus leyes para resguardar las inversiones extranjeras.
Acceso a recursos naturales, propiedad intelectual, internet y áreas
financieras, entre otras, se verán afectadas para beneficio de las grandes
corporaciones. Activistas llaman a exigir transparencia en las negociaciones.
Chile había pasado un tiempo sin
acuerdos de libre comercio tras el déficit financiero que sufrió en 2008
Estados Unidos. Sin embargo, a partir del 2010 parece haber superado el recelo
y abrirse incluso a tratados que transa a espaldas de la ciudadanía.
El Acuerdo Transpacífico (TPP por
sus siglas en inglés), es un contrato económico entre doce países que tiene 29
capítulos, liderado por Estados Unidos y que, según ese gobierno, “busca
proporcionar un nuevo y significativo acceso a mercados para los productos y
servicios estadounidenses”.
El TPP es uno de los tratados más
oscuros y secretos que está suscribiendo nuestro país en los últimos años y del
que hemos sido advertidos mediante organizaciones sin fines de lucro y hackers
a nivel mundial. Todo lo que sabemos de él, es lo que se ha filtrado a través
de WikiLeaks y que ha podido difundirse a través de medios independientes.
Este tratado multilateral es
considerado peligroso porque se negocia en secreto y otorga un poder nunca
antes visto a las grandes corporaciones. En los tratados de libre comercio, los
únicos que siempre salen beneficiados, son las grandes economías y
sus
corporaciones, más allá de lo que anuncien las distintas páginas
gubernamentales de los países involucrados.
El TPP ha sido suscrito por doce
países que incluye a Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei,
Singapur, Vietnam, Canadá, y en América, además de Estados Unidos, lo han hecho
México, Perú y Chile.
Sara Larraín, directora de la ONG
Chile Sustentable, declaró que “este es un tratado tremendamente peligroso ya
que a diferencia de los tratados anteriores, en que al menos los personajes de
gobierno podían dar a conocer las minutas de negociación, este es un tratado
casi absolutamente secreto y, por lo tanto, ni los sectores ni menos la
ciudadanía saben lo que se está negociando. Los capítulos no se están dando a
conocer antes de la negociación y todo lo que conocemos de las negociaciones del
TPP es porque ha habido filtraciones de algunas organizaciones que se han
conseguido a través de algunas personas los borradores de negociación y los han
filtrado vía WikiLeaks. Eso es lo único que conocemos del TPP. Este tratado es
el símbolo de una negociación a espaldas de la ciudadanía y de las naciones.
Nosotros creemos que algo que no es transparente, algo esconde y, por lo tanto,
implica una negociación absolutamente autoritaria que obviamente va en
beneficio de los negocios y de los inversionistas y no de los ciudadanos “.
Para Larraín “es absolutamente inaceptable que Chile se haya prestado para una
negociación de este tipo”.
Chile es el
país de la región más integrado a la economía de EE.UU.
La directora de Chile Sustentable
agrega que es fundamental que la ciudadanía tenga en cuenta que el TPP es una
iniciativa principalmente impulsada por el gobierno de Estados Unidos con el
objeto de abrir su comercio hacia la zona asiática del Pacífico y para ello
está utilizando a Chile, Perú y México con los cuales ya tiene acuerdos
anteriores: con México tiene el NAFTA de la década de los 90 y con Chile tiene
un acuerdo bilateral bajo el mismo modelo de acuerdo de Libre Comercio de
Norteamérica que se extendió a Canadá y México y a través del cual están todos
vinculados a la economía norteamericana. Chile dentro de la región es el país
que está más integrado a la economía de Norteamérica.
Hacia una
liberalización total del comercio de servicios
Asimismo, aclara. “Estados Unidos
con este acuerdo está incluyendo doce países particularmente de la zona del
Asia-Pacífico y en América latina México Perú y Chile y el objetivo de fondo es
extender una liberalización total del comercio en las inversiones de los
servicios, que no solamente están vinculados al agua y la electricidad, sino
también los financieros y legales profesionales, además que a través del TPP se
está tratando de incorporar las capacidades y servicios de recursos naturales y
de propiedad intelectual de los países que lo están suscribiendo para que sean
funcionales a la economía norteamericana”.
Para la directora del programa Chile
Sustentable “es absolutamente inaceptable que el gobierno de Chile se haya
prestado para una negociación de este tipo además sin dar ninguna cuenta a los
países de la región y por lo tanto generando un bloque que obviamente va ser
absolutamente pernicioso para la economía nacional. Es decir esto es muy bueno
para Estados Unidos y pésimo para nosotros, Perú y México”.
Lo más incómodo de este acuerdo,
para la activista, es que es una estrategia en la cual Estados Unidos quiere
ingresar por una vía “multilateral” a Asia porque obviamente, ese continente
tiene una tremenda desconfianza con Estados Unidos y no quiere abrir la puerta
a su política interna.
Por tanto, agrega que “el TPP tiene
dos problemas muy graves: el primero, es que finalmente va obligando a cambiar
la legislación nacional, vinculada al acceso de recursos naturales, propiedad
intelectual y todo lo que tiene que ver con derechos del inversionista que son
los capítulos más brutales, ya que implican, incluso, que el inversionista no
sólo entra como si fuera inversionista nacional, sino que tras cualquier
desacuerdo con la política de Chile, puede recurrir al tribunal internacional
y, por lo tanto, hay una pérdida absoluta de soberanía en relación a las reglas
que se han establecido en nuestro marco legal y constitucional.
Un nuevo
colonialismo
El segundo, creemos que es
tremendamente serio y tiene que ver con el ámbito de servicios ya que fomenta
una apertura total del Estado, el cual deja de ser autónomo contra
ofertas internacionales. En el caso de la salud, los medicamentos y los
distintos servicios tendrán que estar abiertos a las empresas trasnacionales y
obviamente, eso significa un golpe brutal, no sólo para la industria de los
recursos naturales o agricultura, sino que también para la salud, la educación,
la medicina y los medicamentos. Eso significa colonialismo, no solamente en el
ámbito de los recursos territoriales sino que también en el marco de tener que
cambiar la legislación vigente para que sea funcional a la competitividad de
Estados Unidos”, sentencia.
Así las cosas, en relación a
los inversionistas privados, el TPP expresa que estos tienen derecho a exigir
un marco regulatorio que se ajuste a sus expectativas, además de otorgarle a
las empresas extranjeras la misma categoría que un gobierno nacional en cuanto
a la expedición de leyes y la conformación de tribunales para la solución de
controversias. Aun así, esto no es lo más preocupante de este acuerdo.
El TPP se vuelve espeluznante
en su capítulo sobre propiedad intelectual: los informes filtrados
revelan la intención de “proporcionar protección más extensa” en patentes, al
tiempo que se refuerzan las medidas que restringen el acceso a medicinas,
internet, y diseños industriales. Se otorgan derechos de autor hasta por 70
años y se toman decisiones en contra de la posibilidad de asimilar y transferir
tecnología para el desarrollo industrial en los países subdesarrollados y en
contra de la libertad de expresión, con consecuencias civiles y penales.
María Isabel Manzur, parte del
directorio de Chile Sustentable, especialista en temas de biodiversidad y
propiedad intelectual, destaca que a través de este acuerdo “nos quieren
imponer patentes sobre plantas y animales, lo cual es inaceptable y un atentado
a nuestra agricultura. Al mismo tiempo, nos exigen implementar UPOV 91, que
otorga sistemas de patentes muy estrictos para proteger las variedades nuevas
de las compañías semilleras, y todo eso atenta contra los derechos de los
agricultores quienes se verán limitados a la hora de usar, intercambiar y
comercializar libremente las semillas como lo han hecho siempre. Por otro
lado, Chile no ha resguardado su patrimonio de semillas tradicionales para darle
alternativa a los agricultores a usar semillas no patentadas, por lo que los
obligas a comprar semillas patentadas a mayor precio y con prohibición de
usarlas en la temporada siguiente; deben comprar semillas año a año.”
María Isabel destaca que “al aumentar
el comercio con once países, es obvio que el medio ambiente y los recursos
naturales van a estar más exigidos, por lo que es completamente insuficiente
exigir que cada país cumpla sus propias normas ambientales; se requiere mucho
más resguardo. Además con las normas existentes ya tenemos situaciones
ambientales muy difíciles, como las contaminaciones, la sobreexplotación y el
colapso pesquero, especies y ecosistemas amenazados, la escasez de agua,
etc. Nos faltan normas ambientales para proteger nuestros recursos naturales y
el proyecto de ley de biodiversidad, o de glaciares, por ejemplo, no avanzan”.
El TPP está imponiendo sistematizar
lo que Estados Unidos ya ha hecho con los tratados bilaterales que han firmado
los países involucrados en este acuerdo, pero además, trata de cerciorarse de
que las leyes nacionales estén en comunión con el tratado internacional. Eso
significa que Estados Unidos estaría, sin hacerlo directamente, redactando
nuestras propias leyes para ajustar la interpretación de la ley a lo que el
acuerdo necesita.
Para Manzur esto permitiría que
“Estados Unidos pase a llevar nuestro Congreso Nacional y nuestra democracia”.
Agrega que “ el TPP está imponiendo un tribunal internacional ISO. Eso
significa que, por ejemplo, si una trasnacional quiere vendernos algún alimento
tóxico y nosotros tenemos una ley que prohíbe ese alimento transgénico, la
trasnacional puede llevar al país a un tribunal internacional con jueces fuera
del país y multarlo, es decir, esto daría una posible entrada a Monsanto” y aclara
que “esto sería un atentado a nuestra democracia ya que tiene que ver con
la alimentación y la calidad de alimentos. Este tratado está interpretando un
estándar para poder vender alimentos de cualquier calidad. ISO significa que también
corremos el riesgo de ser obligados a importar alimentos tóxicos o de baja
calidad”. El TPP no promueve los alimentos orgánicos porque serían un estorbo
al comercio.
¿Beneficios para
Chile con el TPP?
Para Manzur y Larraín, pensar en qué
beneficia a Chile este tratado es una gran pregunta que no encuentra respuestas
específicas y claras. No hay nada que salte a la vista en los archivos
desclasificados que muestre un beneficio que ya no tenga con los tratados
firmados con anterioridad. De hecho, es tal la peligrosidad que ven en este
acuerdo que han dirigido la pregunta a los parlamentarios quienes convocaron a
Heraldo Muñoz para que diera las explicaciones al respecto y cuya respuesta
fue: ”Tengo confianza en los negociadores y sabemos bien lo que están haciendo
y cuáles son los beneficios para Chile con este tratado”.
Chile tiene acuerdos de libre
comercio con cada uno de los once países que son miembros de este esta
negociación. Para las activistas, este acuerdo no va a tener beneficio para
Chile, sino que por el contrario, solamente va a significar más obligaciones
por sobre la obligación que ya sostiene con los tratados que ha firmado con los
otros países suscritos al TPP. María Isabel destaca. “Dudamos mucho que exista
un beneficio directo para el país; al contrario pensamos que este tratado, que
no está transparentado y que no conocemos sus textos, sólo implica abrir
nuestro sistema de leyes y nuestra economía aún más, para recibir todos los
productos tóxicos que nos quieran vender”
.
Desde la organización declaran: “Nos
preocupa que Chile pudiera estar efectuando concesiones adicionales a aquellas
ya efectuadas en los tratados bilaterales ya firmados y pudiera estar aceptando
imposiciones abusivas que perjudiquen a los ciudadanos”.
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