17 octubre 2013, Cuba Debate http://www.cubadebate.cu (Cuba)
El presidente venezolano Nicolás Maduro ha destrozado los sueños
del imperialismo y la derecha, que apostaban a su incapacidad para
mantener la unidad y el rumbo revolucionarios del chavismo.
Luego de desactivar la
escalada terrorista posterior a las elecciones de abril hemos visto
consolidarse un líder con perfil propio, leal al legado de Chávez,
capaz de llevar firme el timón junto al pueblo en mares tormentosos. Con los
cuadros que formó el comandante, ha consolidado una dirección político-militar
cohesionada y eficaz.
La crucial batalla que enfrenta la
dirección revolucionaria en este momento es arrebatar de nuevo la distribución
de la renta petrolera al capital
financiero, que logró recapturarla en parte. El Banco Central de
Venezuela reporta la fuga por esa vía de 160.144 millones de dólares en activos
financieros. En pocas palabras, los banqueros han estado especulando con
los fondos que les situaba el Estado venezolano para la importación de bienes
de capital y de consumo y mediante distintos trucos desviándolos hacia cuentas
en el exterior. El economista Simón Andrés Zúñiga explica muy bien esta trama y
el contragolpe del gobierno bolivariano (http://alainet.org/active/68047).
Es allí donde radica la causa
principal del desabastecimiento de alimentos y medicinas, aunque hay otros
problemas como el acaparamiento y la elevación criminal de precios por los
grandes empresarios.
Maduro escogió la inauguración de la empresa de
propiedad social Algodones del Orinoco en el Estado Miranda, donde el agente de
la CIA Henrique Capriles fue electo gobernador, para denunciar que el plan de
la oposición era llevar al país al “colapso
total” el 15 de octubre: “Hemos hecho de tripas corazón para que
ustedes en su casa tengan la comida para su familia. Si nos hubiéramos quedado
de brazos cruzados estaríamos en una hambruna”. En efecto, el gobierno chavista
ha adoptado un conjunto de medidas contingentes e invertido fuertes cantidades
de divisas para estabilizar el abastecimiento de productos. El presidente
responsabilizó directamente al cabecilla opositor Capriles, a quien calificó
como “el parásito”, con la guerra económica y el proyecto desestabilizador
preparado para las elecciones municipales del 8 de diciembre.
Como en Chile contra Salvador
Allende, la contrarrevolución dirigida por Estados Unidos planificó y organizó
el desabastecimiento, contando con la complicidad de numerosos funcionarios
gubernamentales envueltos en graves actos de corrupción. Todo con el fin de
culpar a Maduro y exacerbar el descontento de la población para crear el clima
propicio al golpismo y la desestabilización.
Pero se han topado con una
dirección revolucionaria que se percató a tiempo de la canallada y sus causas
muy precisas y está adoptando medidas drásticas para derrotarla. El presidente
ha advertido muy claro: “Aquellos que quieran especular con los dólares de la
República… pedir los dólares y luego, se perdieron esos dólares … y se agarran
los dólares… y después tienen la desfachatez de venir a volver a pedir… robar
al país no lo vamos a permitir… nosotros hemos revisado y hay
gente presa por eso… Vamos a tener que poner la mano más dura
que jamás se haya conocido en Venezuela, están a tiempo, después no va a haber
arrepentimiento”.
Con ese accionar el
resultado previsible será una ratificación al gobierno de la confianza popular
y un fortalecimiento del chavismo que concurrirá con la moral alta a
las elecciones de diciembre. Pero al ver
contrarrestados sus planes, Washington y la oligarquía se empeñan en el
recrudecimiento de la ya demencial acometida mediática contra Maduro. De la
misma manera, intensificarán los planes golpistas, que, insiste el bien
informado periodista José Vicente Rangel, siguen incluyendo el magnicidio entre
sus recetas.
En este espacio hemos reiterado que
la destrucción del proyecto chavista es el objetivo principal de Washington y
las oligarquías de la región. Venezuela sigue siendo el pilar fundamental de la
arquitectura latino-caribeña de independencia, unidad, integración y paz que
ellos odian y se proponen tronchar. Desesperados con la consolidación de Maduro
y su capacidad de liderazgo los enemigos de Venezuela echarán el resto de aquí
a las elecciones de diciembre para “incendiar” el país y provocar una
“insurrección” el día de los comicios, denuncia el presidente. Venezuela
requiere más que nunca la solidaridad incondicional de las fuerzas populares
latino-caribeñas.
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