21 octubre 2013, Cuba Debate http://www.cubadebate.cu
(Cuba)
La política exterior
pronorteamericana mantenida por España
en los últimos años hacia Latinoamérica ha sido sin duda alguna el veneno
mortal de las Cumbres Iberoamericanas, cuya 23 edición se
celebró en Panamá el pasado fin de semana sin la presencia de más de la mitad
de los presidentes de las naciones de nuestra región, aunque sí asistieron los
mandatarios de la península Ibérica.
La conducta colonialista y su
proceder solo por intereses económicos de los gobiernos de turno del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) y del ultraderechista Partido Popular
(PP)
frente a América Latina, se añaden a las toxinas que han enfermado mortalmente,
sin cura alguna posible, a las citas iberoamericanas.
Si bien esas reuniones cimeras, en
las que nada hizo tampoco Portugal, nacieron para intentar coordinar acciones
sin la presencia de Estados Unidos, y crear un puente entre la
Patria Grande y Europa, lo cierto es que nunca se llegaron a conseguir
tales propósitos esencialmente por la postura obediente de los ejecutivos de
Madrid ante Washington.
La Cumbre de Cádiz, de 2012, ya
auguró claramente el inicio del fin de esos encuentros de alto nivel, que ahora
en Panamá se decidieron celebrar cada dos años, e incluso no fue nombrado un
Secretario General para sustituir en el referido puesto al saliente Enrique
Iglesias.
En la ciudad andaluza de Cádiz como
en la capital del país istmeño nada relevante se acordó para los intereses de
una Latinoamérica, hoy diferente, que batalla por la integración regional pese
a los cotidianos intentos del régimen norteamericano de mantenerla dividida, y
que continúe siendo su traspatio tradicional.
Actualmente en la Patria Grande el
lenguaje de unidad se traduce en organizaciones como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de
Naciones Suramericanas (UNASUR), el Mercado Común del Sur
(MERCOSUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
mientras Washington apuesta por la neoliberal Alianza del Pacifico para lograr
su objetivo sedicioso.
Las Cumbres de Iberoamérica
interesan cada vez menos precisamente por el débil y ambicioso talante de
España, ahora además enfrentada a una grave situación económica, y sin
influencia alguna en una Europa plegada de igual forma a Estados Unidos y
azotada por una de las peores crisis de la historia del llamado Viejo
Continente.
Las autoridades de Madrid nunca han
sabido adoptar una política exterior adecuada de igual a igual hacia sus
antiguas colonias, a las que las unen lazos históricos, familiares y
culturales, y un mismo idioma.
Su conducta ancestral de metrópoli
mediocre, su vieja finalidad de saquear a Latinoamérica, y su dependencia sin límites
a las administraciones norteamericanas han provocado que España haya perdido
mucho terreno en la Patria Grande.
Si le queda alguno, lo perderán
en el futuro, y a corto plazo, porque los gobiernos de Madrid,
Socialistas o Populares, que han sido casi lo mismo, no han aprendido
definitivamente la lección.
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