terça-feira, 23 de julho de 2013

EL OTRO BRASIL Y EL PAPA FRANCISCO




23 Julio 2013, TeleSUR http://www.telesurtv.net (Venezuela)

Por Adriana Sivori (@SivoriteleSUR)

Pocos minutos después de que el Sumo Pontífice se retirara a descansar, parecía que todos íbamos hacer lo mismo. Nadie vio bien cómo inició, pero se sintieron las bombas lacrimógenas, las balas de goma, gritos, siete detenidos, un periodista herido. La policía dispersó a los manifestantes.

En la plaza de Largo de Machado, en Río de Janeiro, los jubilados juegan a las cartas. Hablan o discuten sobre temas cotidianos. La paz, a la que están acostumbrados, se interrumpió de pronto. En su plaza cientos de peregrinos de diferentes partes del mundo hacían filas, cantaban músicas católicas. A la misma vez, otros cientos de jóvenes protestaban, también con cantos, aunque estos hacían referencia al dinero que invirtieron las autoridades de la provincia en la visita papal. Gran parte, dicen, salió del erario público. Para ellos esa plata debería utilizarse en la salud y la educación..

Juan lleva años jubilado. De descendencia italiana se enorgullece al contarlo. Cuando ve pasar a los manifestantes cabreados con el gobernador de Río, Sergio Cabral, atina a decir “ese Cabral ni baños públicos dignos nos pone en esta plaza. es una vergonha (verguenza), ojalá que ellos (los manifestantes) no destruyan los negocios. Están enojados, como nosotros, pero no me gustaría que rompieran un vidrio”, lo afirma casi sin levantar la mirada del juego de cartas.

Mientras los cantos católicos continuaban, el grupo que demandaba mejoras abandonó el lugar rumbo a la sede de la Gobernación de Rio de Janeiro, donde estaba reunido el papa Francisco con la presidenta Dilma Rousseff. Durante la rápida caminata, pedían a la Iglesia abrirse a las diferencias. Un joven enardecido, me comentaba: “queremos una fe crítica”.

Al llegar, un fuerte operativo policial les cerró el paso. Tras los uniformados y las vallas metálicas quedaron protestando. En claro desafío a la policía, algunos se mostraron con máscaras. Las autoridades prohibieron usarlas en estos días papales.

Pocos minutos después de que el Sumo Pontífice se retirara a descansar, parecía que todos íbamos hacer lo mismo, sin darnos cuenta, todo quedó confuso. Nadie vio bien cómo inició, pero se sintieron las bombas lacrimógenas, las balas de goma, gritos, siete detenidos, un periodista herido. La policía dispersó a los manifestantes.

El primer papa latinoamericano, orgullo de millones, llegó al país con más católicos del mundo, encontró diferentes bienvenidas.

El Pontífice promete ir al lado de los más pobres, un cambio en el Vaticano, en esa jerarquía milenaria que muchos no entienden cómo tiene tanto poder en el mundo.

En días recientes, en una conversación con un sacerdote católico que trabaja en las comunidades más pobres, me señaló que “estamos viviendo, en conflicto, tres modelos de Iglesia: un modelo es del Vaticano, la gran élite, el gran capital, el otro modelo es la Iglesia conservadora, aquella iglesia tibia, que Jesús dijo que vomitaría, una última, la más progresista”. Él cree en esa, en la posibilidad de trasformación.

Al papa Francisco le tocará demostrar en cual cree él.

  

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