28 mayo 2014, PIA Noticias http://www.noticiaspia.org
PIA, La Habana -- A continuación publicamos una entrevista de
PIA Noticias con Iván Márquez y Jesús Santrich de las FARC-EP, al
frente de la delegación que participa de los Diálogos de Paz que se están
llevando adelante en La Habana, Cuba, entre la organización revolucionaria y el
gobierno de Colombia.
En su encuentro con PIA, Iván Márquez, Miembro del
Secretariado de las FARC-EP y Jesús Santrich, del Estado Mayor Central,
hablaron del desarrollo y perspectivas de los Diálogos de Paz, el rol de su
organización dentro del movimiento popular de Colombia y Nuestra América, la
necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente, las estrategias del imperio,
como la Alianza del Pacífico o el negocio transnacional del narcotráfico,
y el escenario en Nuestra América post Chávez.
¿Qué evaluación hacen de los diálogos de paz hasta el momento y
cuáles son las sus perspectivas a futuro?
En tanto que temas de mucha trascendencia nacional que estaban
relegados al olvido se colocaron en primer plano de debate y en manos del
movimiento social y popular como banderas de lucha, el balance es muy
positivo. Nos referimos a asuntos como el de la tenencia y uso de la
tierra, la explotación minero-energética y la industria extractiva que tanto
daño socioambiental están generando, el del reordenamiento territorial, o la reforma
agraria y rural integral, o el asunto de la reestructuración política y la
democratización del país, por ejemplo.
No obstante, ya en lo que concierne a concreción de acuerdos,
habiendo agotado casi tres puntos de la agenda, lo que tenemos son
construcciones parciales, que son de trascendencia, pero que, por el momento
han dejado aún sin resolver los aspectos esenciales que se requieren para poder
alcanzar un tratado de paz estable y duradero. A manera de ilustración se
podría decir que no hay acuerdo sobre las proscripción del latifundio y la
limitación a la extranjerización de la tierra; no asoma todavía el replanteo de
la Doctrina de la Seguridad Nacional que en Colombia continúa signada por la
concepción del enemigo interno, la presencia del paramilitarismo de Estado, ni
se han definido compromisos claros que nos indiquen un nuevo rumbo para la
economía nacional, alternativo a las nefastas recetas neoliberales que cada día
generan más miseria a las mayorías.
Nosotros estamos esperanzados en que con la participación
ciudadana, con el protagonismo del pueblo en estas discusiones a partir de la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, todas estas falencias
queden superadas.
¿Cómo ven el movimiento popular en Colombia y cuál es el lugar de
las FARC-EP?
Pese a la guerra sucia y al terrorismo de Estado que durante
décadas ha victimizado al movimiento popular, sin lugar a dudas, este ha dado
muestras de una valentía y de una capacidad de reorganización sin límites. El
país está lleno de pobreza y desigualdad, como plagado está de represión,
desapariciones forzadas, encarcelamientos políticos, tierra arrasada y
desplazamiento en los campos, masacres, falsos positivos e incontables fosas
comunes, que son producto de la criminalidad sistematizada y persistente del
Estado, contra la inconformidad y las exigencias de las gentes del común. Y aun
así, con todo y que la protesta social está criminalizada y se le da un
tratamiento de orden público militarizado, guerrerista, Colombia viene
estremeciéndose constantemente por la acción de las masas en las calles y
carreteras, por su presencia cada vez más cohesionada y politizada en función
de transformaciones radicales que claman por la restauración de la soberanía,
la democracia y la justicia social. Podemos decir, en síntesis, que el
movimiento social y popular es pujante y prometedor, y en él, el papel de las
FARC-EP es el de coadyuvar en el propósito de unidad y contribuir
fundamentalmente con planteamientos políticos y nuestro influjo sobre amplios
sectores de masas a construir una alternativa política anticapitalista, que
devuelva la independencia a nuestro país.
¿Quiénes quieren el cambio, la soberanía nacional y la justicia
social en Colombia? ¿Quiénes no lo quieren?
El cambio social, como cambio revolucionario que funde el
socialismo ha sido nuestra bandera de toda la vida en contra de un bloque de
poder oligárquico que ha hegemonizado por casi dos siglos la conducción del
país en una vía de sumisión frente al imperio. En Colombia las condiciones
materiales, objetivas de existencia que son nefastas, han multiplicado la
inconformidad lanzando a la oposición a diversos sectores sociales, desde los
más pobres, hasta importantes franjas de clase media que han tomado conciencia
de que la plutocracia que ejerce un puñado de familias matriculadas con el
capital financiero han sumergido a algo más 30 millones (de 46) de compatriotas
en un tremedal de miseria y necesidades, segregando políticamente a las
mayorías con procedimientos de violencia, de engaño y de humillación, que son
aspectos latentes de una guerra que se nos impuso para defender los intereses
mezquinos de esas minorías que tienen nombres conocidos como Ardila Lulle,
Santodomingo, Sarmiento Angulo, entre otros a quienes sirven los gobernantes de
turno.
Contra esas injusticias es que las FARC-EP han esgrimido su
programa revolucionario, pero en aras de un entendimiento que permita ponerle
freno a la confrontación, hoy en la Mesa de La Habana lo que hemos colocado no
son los planteamientos radicales de la insurgencia, sino unas propuestas
mínimas para llegar a un entendimiento que le abra las puertas a la democracia
dando posibilidades al debate abierto sin el peligro que las balas del
terrorismo de Estado acaben con la vida de quienes estén en la oposición o
tengan puntos de vista diferentes a los de esas oligarquías que hasta ahora nos
han gobernado.
¿Qué es y cómo se explica el narcotráfico en
Colombia y en la región?
El narcotráfico es un negocio capitalista trasnacional en el que el
capital financiero tiene sus manos metidas a fondo. Entre 3 y 5 puntos del PIB
mundial están cruzados por este flagelo; de él, por ejemplo se beneficia la
banca internacional con el blanqueo y organizaciones como la CIA financian sus
operaciones encubiertas de la peor calaña. Colombia en esto es una víctima.
Víctimas son las empobrecidas masas campesinas obligadas por la pobreza que
genera el neoliberalismo, a sobrevivir valiéndose de los cultivos de hoja de
coca. Y víctimas son los millones de consumidores respecto a los cuales, en vez
de priorizar medidas de prevención y de salud pública que impidan o reduzcan el
daño, lo que se les aplica son políticas prohibicionistas de persecución, de
criminalización y estigmatización, probadamente fracasadas.
Respecto a este problema reinan argumentos de hipocresía que, al
tiempo que demonizan a los cultivadores y señalan como narcotraficante a la
insurgencia para quitarle con mentiras su aureola política, esconden a los
verdaderos responsables de la comercialización y del incremento de la
producción.
¿Qué respuesta tienen ante el mensaje como el que ha dado el
presidente Santos, que espera que las FARC entreguen las armas y que espera ver
a los integrantes de las FARC sentados en el Congreso?
Lo que está planteado en el acuerdo general de La Habana es la
posibilidad de llegar a un escenario, no de entrega sino de dejación de las
armas, lo cual para nosotros significa en términos concretos que tras una larga
tregua que permita observar la implementación de lo pactado, en un ambiente de
verdadera democracia, el uso de las armas se haga innecesario.
Y sobre la participación en el congreso, lo que podemos decir es
que establecer la democracia consiste en que todos los colombianos sean sujetos
activos en la planificación y conducción de los destinos del país. Puede
decirse, que los asuntos del Estado y del gobierno, el ejercicio de la política
como servicio a la sociedad, no pueden ser privilegio de élites o de grupos
económicos poderosos.
¿Para qué llevar adelante una Asamblea Nacional Constituyente?
Los problemas de la guerra y de la paz tocan con la vida de todos
los colombianos, por ello, para su solución, para construir un verdadero
tratado de reconciliación la participación ciudadana, del poder creador del
soberano, es un factor principalísimo. Hasta el momento el desenvolvimiento de
las conversaciones ha recogido algunas opiniones y elaboraciones de las
comunidades, pero no ha abierto los espacios para que la gente del común debata
a plenitud sus expectativas. Si esto no se hace el proceso tendría un enorme
déficit de legitimidad; entonces, la mejor manera de que el soberano pueda
tener el protagonismo que le corresponde, porque de lo que se trata es de la
definición de su destino, es mediante una Asamblea Nacional Constituyente,
estructurada de manera tal que todos los sectores sociales tengan
representatividad para sentar los cimientos de una nueva institucionalidad.
¿Qué significa para ustedes la Alianza del Pacífico? ¿Qué
proyecciones existen de Estados Unidos para nuestro continente?
Significa un intento de resurrección del defenestrado ALCA
estableciendo tratados comerciales que son muy lesivos para importante renglones
de la economía regional, y que lo que otorgan son ventajas que el libre
comercio ha concedido a las trasnacionales. Es también un intento pérfido de
descarrilar a Nuestra América del rumbo de integración que vienen trazando
iniciativas como las de UNASUR y la CELAC. La Alianza del Pacífico entraña una
supuesta integración de orden comercial, pero plegada a un conservadurismo que
resguarda la dependencia respecto a los Estados Unidos sin considerar que la
unidad, cooperación y complementación entre nuestros países, debe apuntar a
aspectos que van más allá de lo comercial, económico y financiero, y que tienen
que ver con la cultura, con lo social y la identidad raizal de nuestros pueblos
en condiciones de independencia.
En plata blanca, lo que ocurre es que unos gobiernos
latinoamericanos lo que están es montándole a los Estados Unidos en el
continente una plataforma a la alianza transpacífico que lidera el país del
norte en momentos en que el litoral Atlántico es desplazado por el Pacífico en
el campo de las exportaciones.
En el caso de Colombia, por ejemplo, desgrava el 92% del universo
arancelario enfermando las defensas de sectores tan importantes como la
agricultura. De hecho esto va en contra de la soberanía alimentaria y de la
economía campesina, respecto a la cual, lo que habíamos pactado en la mesa era
su fortalecimiento.
Con este tipo de alianzas no saldremos de ser exportadores de
carbón, otros productos mineros, e importadores de bienes industriales y
agrícolas. El proceso de reprimarización y refinanciarización que hoy sufre
nuestra economía, sin duda, será agravado por una inminente profundización de
la desindustrialización. Colombia debe apartarse de ese sendero, retomar una
dinámica autónoma de industrialización y una política económica independiente,
soberana, para la equidad, que entre otras cosas eleve la productividad del
campo mediante una reforma rural integral, como la que las FARC-EP han colocado
sobre la mesa de conversaciones.
¿Qué significa Marulanda para el movimiento revolucionario de
Nuestra América?
Ante todo, Manuel Marulanda es un ejemplo de persistencia en la
lucha por ideales de justicia y emancipación. Fidel Castro ha explicado muy
bien lo que el comandante Manuel significa para nuestros pueblos cuando
expresa: “Consideré y considero que Marulanda fue uno de los más destacados
guerrilleros colombianos y latinoamericanos. Cuando muchos nombres de políticos
mediocres sean olvidados, el de Marulanda será reconocido como uno de los más
dignos y firmes luchadores por el bienestar de los campesinos, los trabajadores
y los pobres de América Latina”.
¿Qué mirada tienen de Nuestra América post Chávez y del proceso
revolucionario en la región, y que rol tienen las FARC?
La América post Chávez cuenta con la fuerza de los pueblos que han
retomado ese instrumento fundamental de lucha, que es el pensamiento
bolivariano y el de sus héroes nacionales, como herencia que en gran medida
ayudó a rescatar el comandante Presidente. Decir esto significa que, hoy en
Nuestra América, hay mucha agitación de cambio en favor de ideales tan
importantes como el de la unidad continental, el de la independencia, el de la
búsqueda de condiciones de igualdad y de justicia, el de actuar en condiciones
de soberanía, etc., y todo ello ligado a ese otro gran propósito de equidad que
es la construcción del socialismo. Dentro de esta realidad, nosotros,
sencillamente somos soldados de la más hermosa de las causas, que es la de
liberar un continente que habrá de fulgurar como una Gran Nación de Repúblicas
hermanas.
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