quinta-feira, 13 de outubro de 2016

Abya Yala, Pátria Grande/12 DE OCTUBRE: NADA A CELEBRAR

12 octubre 2016, Rebelión http://www.rebelion.org (Mexico)




Princesa Anacaona, “Flor de oro”


ASÍ EMPEZÓ EL GENOCIDIO

A - La princesa Anacaona
Anacaona significaba “Flor de oro” en la lengua de los suyos, los Tainos. Vivían en la isla que ellos llamaban Ayití, aunque también Quisqueya, la misma que el aventurero Cristóbal Colón bautizó La Española cuando desembarcó el 6 de diciembre de 1492. El mismo territorio que hoy comparten Haití y la República Dominicana. El genovés creyó que la tierra de Anacaona estaba en las Indias, al oriente del Asia, donde se había propuesto llegar incitado por las crónicas de Marco Polo. Por eso llamó “indios” a sus habitantes.

Encontrar las riquezas mencionadas por el mercader veneciano era el sumo objetivo de Colón. Fue el negocio que había hecho con los financiadores de la aventura, los reyes de España. Los Taínos recibieron con sorpresa, admiración y miedo a los recién desembarcados. Ya las vestimentas los hacían seres extraterrestres. Aún así ayudaron a construir la primera instalación europea en las “Nuevas Tierras”, el Fuerte Navidad, en lo que hoy es Haití. Se puede decir que la historia de América se empezó a escribir en esta parte de la isla.

Pero desde que Colón descubrió un adorno dorado en la nariz de un nativo, el oro se convirtió en una terrible obsesión. Los invasores, que eran una horda de golfos, bandidos y criminales, advirtieron que Dios y la civilización llegaban. Pasaron, entonces, a esclavizar, asesinar a los insumisos y a violar a
las Tainas.

Ante la violencia, recobrados de la sorpresa y el miedo, el pueblo de Anacaona, liderado por su esposo Caonabo, se organizó para resistir. Lo primero que hicieron fue quemar el Fuerte. Después de cuatro años de guerra, en 1496 el cacique fue hecho prisionero. Junto a otros guerreros fue subido encadenado a un barco con destino a España. Murieron ahogados porque se sublevaron y hundieron la nave.

Anacaona ni pretendió venganza. Rodeada de familiares y súbditos se retiró a sus territorios en Jaragua, los que se extendían principalmente en Haití. Quería restablecer la concordia.

Poco le duró la buena intención. Sus negros ojos seguían viendo morir a los suyos bajo el látigo inclemente, o agotados por el trabajo forzado. Impotencia sentía Anacaona ante los extraños y dolorosos males aparecidos después de la llegada de los europeos. Los mismos que diezmaban a su pueblo a una velocidad de pestañeo: la viruela, la lepra, el tétano…

Las mujeres, a fuerza, estaban convertidas en transmisoras de enfermedades nacidas por la falta de higiene de los invasores, algo normal en sus tierras donde eran enemigos del agua: las caries que podrían las bocas; el “mal francés”, o “mal italiano”, o “mal español” que era la sífilis.




La princesa Anacaona, cuyo reino era el único que no había sucumbido al dominio invasor, llamó de nuevo a la resistencia. Solo que su noble carácter la hizo caer en una trampa.

El gobernador Nicolás de Ovando se propuso “domesticar” a esos irreductibles. Envió emisarios hasta Jaragua para convencer a la cacica de su voluntad de paz. Ella aceptó. Ovando se fue con casi 400 infantes repletos de espadas, ballestas y arcabuces, además de 70 jinetes con lanzas.

Se dice que Anacaona logró reunir a unos 80 jefes indígenas. Con ellos y sus súbditos prepararon un fastuoso recibiendo, como la ocasión ameritaba. Ovando fingió corresponder, organizando un gran banquete. En un momento determinado de la fiesta, celebrada un domingo, Ovando y sus lugartenientes se retiraron del grupo principal. Entonces llegó la traidora orden: atacar a la indefensa muchedumbre en fiesta. Otro grupo cercó y capturó a los jefes indígenas, a los que, luego de amarrar y golpear, quemaron al interior de los bohíos donde los habían encerrado.

Anacaona logró escapar con la ayuda de sus guerreros. Ella volvió a estar en pie de guerra, aunque con tropas diezmadas y poco numerosas. Ovando, encolerizado, ordenó acabar con cuanto indígena existiera, sin importar edad, hasta que ella fuera capturada. Las crónicas cuentan que la matanza continuó durante seis meses. Hasta que la princesa fue apresada.

La llevaron hasta Santo Domingo. Iba tan encadenada que apenas podía caminar. Torturada y vejada, se le ahorcó en 1504. Su cuerpo fue expuesto a la vista de todos como escarmiento.

Ovando, para inmortalizar el triunfo sobre Anacaona y su pueblo, a fuerza de látigo sobre los indios hizo levantar una ciudad a la que llamó Santa María de la Verdadera Paz.

Bibliografia:
-- Fray Bartolomé de las Casas, Historia General de Indias. Fondo de Cultura Económica, México, 1951.
-- Pigna, Felipe. 1810. La otra historia de nuestra Revolución fundadora , Planeta, Buenos Aires, 2010.
-- Anacaona (Princesa indígena). http://www.ecured.cu


B - Señora de las más potentes
Cuando en el siglo XVI los invasores españoles pisaron lo que es hoy el departamento del Huila, al suroccidente de Colombia, las noticias de su barbarie se expandían por selvas y páramos.

Es que masacraban indígenas hasta por el disfrute con el agua: los comparaban con los musulmanes que estaban siendo expulsados de España, Portugal y Francia. Se les mató por su adoración a la tierra, al sol, al maíz: tan herejes como los judíos, quienes eran perseguidos por los reyes católicos en su “guerra santa”. Fueron masacrados, como exorcismo, hasta por la libertad sexual en que vivían.

A pesar de ello, aunque con temor, los recibieron amistosamente. Como en casi todas partes.

En 1538 el español Pedro de Añasco quiso fundar una población en la región, al necesitarla como base de operaciones. Había escuchado que un poco más allá, remontando hacia lo que sería Bogotá, existía una laguna repleta de joyas. Equivocadamente creían que era parte de “El Dorado”, esa atesorada ciudad descrita por Marco Polo en… Birmania.

Entre tanto, el ocupante exigió a todos los caciques circundantes pagarle tributo y rendirle vasallaje. Uno se negó. Era el joven Buiponga, quien gobernaba junto a su madre.

Para dar ejemplo de la obediencia que se le debía, mandó a capturarlo. Al cacique rebelde lo arrastraron amarrado. “Que muera hecho brazas y ceniza”, dictó como sentencia cuando lo tuvo ante sí, escribió el cronista que lo acompañaba. Su madre lloraba y suplicaba pidiendo piedad. Ante sus ojos lo quemaron vivo. “Su vida consumió la viva llama / Y ya podeis sentir qué sentiría / La miserable madre que lo vía.”

La mujer, una cacica que los españoles llamaron La Gaitana, y que “ era señora de las más potentes”, según narró el cronista, no se encerró en el dolor. Recorrió la extensa región convenciendo a los demás caciques, incluyendo a sus enemigos, de la maldad de esos extraños y la necesidad de unirse para combatirlos. Así logró armar un ejército de seis mil hombres, que en su mayoría nunca habían sido guerreros.

Añasco fue capturado y entregado a La Gaitana. Esta le arrancó los ojos, le abrió un hueco en la garganta por donde introdujo una soga que sacó por la boca y le hizo un nudo. Así lo fue llevando, exhibiéndolo como símbolo de la derrota de los que se creían dioses. Hasta que murió arrastrado, “con gran aplauso de este vulgo rudo”, precisó el cronista.

Pero la lucha de La Gaitana empezó al finalizar su venganza. Lo que se le vino encima a los opresores fue una inurrección para la cual no estaban preparados. Los españoles no sabían que el verdadero nombre de la cacica era Wateqpa-y, que en lengua quechua quiere decir “la que instiga”, “la que envalentona”. No solo los guerreros le obedecían: hombres y mujeres que de una u otra manera participaban en la rebelión no dudaban de su fuerza organizativa y militar.

Para enfrentar al insolente alzamiento se enviaron más tropas. Ante el desigual armamento, la heroína demostró cómo podía crear tácticas de resistencia. Estas produjeron muchísimas bajas y desesperaron al invasor. Aprovechando montañas y selvas, arcos, flechas y lanzas, aparecían y desaparecían. El enemigo era emboscado cuando menos lo esperaba. Los nativos eran como pulgas: picaban y se iban, para volver a picar en otro lugar.

Siglos después el Che Guevara enaltecería esa táctica guerrillera, quizás sin saber de La Gaitana.
Llegaron refuerzos y el mejor armamento, hasta colocar a los guerreros en desventaja. Además, uno de los caciques capturados contó, bajo horribles torturas, cómo se preparaba el asalto final. Los invasores quedaron atónitos, cuando sus ojos vieron la cantidad de mujeres que participaban, como hormiguitas, en el esencial aprovisionamiento de tropas o combatiendo de igual a igual.
La inmisericorde represión de los invasores no solo desbarató el gran plan, sino que casi extingue a la población nativa de las regiones aledañas.

La Gaitana nunca fue capturada, pero no se volvió a saber de ella. Su rastro se perdió, pero la capacidad de convicción para unir a pueblos, el don de mando para dirigir a miles de hombres, y sus acciones militares marcaron la historia de Colombia. A pesar de ello, tuvieron que pasar muchos siglos para que los textos oficiales le reconocieran algunos méritos.

Aunque solo en 1974 se le hizo un monumento, no se le ha enaltecido como se hizo con la india Catalina. Esta convivió con uno de los más sangrientos conquistadores que pisaron las Nuevas Tierras, Pedro de Heredia. Muchos pueblos de la costa Caribe colombiana fueron arrasados porque ella los denunció. Hasta entregó al invasor a su rebelde padre. Fue tan traidora, que los españoles la bautizaron así porque era como llamaban al estiércol de las vacas.

Fue también en 1974 que le edificaron, a Catalina, una muy pulcra estatua en Cartagena. Una réplica es entregada como premio en el Festival Internacional de Cine de esa ciudad.

Bibliografía:
-- Acosta, Joaquín: Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada . Biblioteca Virtual del Banco de la República, Bogotá, 2004.
-- Castellanos, Juan de. Elegías de Varones Ilustres de Indias”, Gerardo Rivas Moreno editor, Bogotá, 1997.
-- Pigna, Felipe. Las Insolentes. www.elhistoriador.com.ar/

*Hernando Calvo Ospina: Periodista y escritor. Ambos textos hacen parte del libro “Latinas de falda y pantalón”. Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2015.


----------------------- Recomendamos


Abya Yala, Pátria Grande/CONMEMORACIÓN DEL AÑO 1492, LA ABOLICIÓN DE LAS BULAS PAPALES Y LA DOCTRINA DEL DESCUBRIMIENTO
11 octubre 2016, Mapuexpress http://www.mapuexpress.org (Wallmapu, Chile)

La siguiente declaración ha sido realizada en el marco de The Long March to Rome, Florencia, Italia, 30 de abril al 4 de Mayo, 2016.
Por
Barbara Dull Knife, Oglala Lakota Nation
Loretta Afraid of Bear Cook, Oglala Lakota Nation
Belinda Ayze, Dine Nation
Chi’qwax, Jode Goudy, Chairman, Yakama Nation
Keith Matthew, Shuswap Nation
David Close, Himkokapskap, Cayuse Nation
Herson Huinca-Piutrin, Mapuche Nation, Comunidad de Historia Mapuche
Wilton Littlechild, Cree Nation, International Chief for Treaties 6, 7, & 8.
Kenneth Deer, Mohawk Nation, Haudenosaunee
Steven Newcomb, Shawnee, Lenape Nations, Indigenous Law Institute
Saludamos al Papa Francisco y el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.
Comenzaremos con un contexto histórico. En 1992 el Indigenous Law Institute (ILI), fundado por Virgil Kills Straigh (Oglala Lakota Nation) y Steven Newcomb (Shawnee, Lenape Nations) comenzaron una campaña mundial solicitando a la Santa Sede durante el período del Papa Juan Pablo II- la revocación formal de la bula papal Inter Caetera del 4 de Mayo de 1493. Es este el trabajo que hemos retomado nuevamente durante el período del Papa Francisco.

En 1993 el ILI ha destinando una carta abierta al Papa Juan Pablo II en relación a la petición de la revocación de las bulas papales. Así también el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNCHR) entregó una carta publica a la Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. En esta carta se indicó que la solicitud del ILI había sido enviada al Vaticano en Roma. También se hace necesario mencionar que los Haudenosaunee (Iroqueses) también comenzaron a trabajar en torno a las bulas papales a principio de 1990 con el Traditional Circle of Elders and Youth (Círculo Tradicional de Ancianos y Jóvenes).
A pesar de que la Santa Sede no tuvo la sensibilidad al envío de la primera carta del Indigenous Law Institute (ILI), la American Indian Law Alliance y los Haudenosaunee. Aún así se ha continuado adelante con la campaña solicitando, especialmente, la revocación de la bula papal del 4 de Mayo de 1493 como un elemento que representa una serie de decretos papales del siglo XV que se expresan en la dominación y la deshumanización posterior de los pueblos y naciones originarias. Después de más de 20 años esta campaña ha ganado fuerza en todo el mundo, tanto con la ILI, la Haudenosaunee, la American Indian Law Alliance, la Yakama Nation, la Assembly of First Nations, la Apache Nde Nee Working Group, entre otros. Es en este marco es que solicitamos tratar la cuestión de la « Doctrina del descubrimiento ». Con este impulso y trabajo hemos dado lugar a la The Long March to Rome que se ha reunido algunos días en el mes de Mayo de 2016, reunión de trabajo que ha contemplado un encuentro cara a cara con el Papa Francisco y el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.
El foco de nuestra discusión tiene que con que desde el primer viaje de Cristóbal Colón a las islas, que posteriormente se les llamó Caribes, el Papa Alejandro VI emitió varias bulas papales a las monarquías de Castilla y Aragón (España) y Portugal. Los primeros de aquellos son dos documentos que tienen fecha de 3 de Mayo y el 4 de Mayo del mismo año. Nos resulta irónico entonces que el 4 de Mayo de 2016 nos estemos reuniendo con el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz en el mismo Vaticano.
El propósito de nuestra visita es discutir, desde nuestra perspectiva, la importancia de estos y otros documentos papales. Cuando nos fijamos en la redacción específica de una serie de decretos papales -entre los cuales están Dum Diversas (1452), Romanus Pontifex (1455) e Inter Caetera (1493)- vemos que en ellos se invitó a que las naciones no cristianas, llamadas « paganas » fueran invadidas, capturadas, vencidas, sometidas y reducidas a la esclavitud perpetua. A lo que se sumó a que todas sus propiedades y sus bienes fueran despojados con el fin de beneficiar a la cristiandad occidental y su sistema de dominación imperial (« imperi et dominationes »). Tal discurso es una prueba de la apuesta de la cristiandad para establecer un sistema de dominación en toda la Madre Tierra por medio de una doctrina de la dominación cristiana que se encuentra en las bulas papales.
Las bulas papales de 1493 motivaron « la propagación del Imperio cristiano (imperii christiani propagationem) que implicó su reducción (reducere), la sujeción (subjicere) y el dominio (por ejemplo, « sub actuali dominio temporali aliquorum dominorum Christianorum constitute non sint ») de las naciones no cristianas (« barbare nationes ») reduciéndoles y dominándoles (« deprimantur »).
La investigación del ILI, dirigida por Steven Newcomb, muestra que la pauta de dominación y la deshumanización que ha realizado el Cristianismo continua siendo dirigida de una manera mortal y destructiva para con las naciones, pueblos y territorios, tanto en el Abya Yala y a lo que ahora se le denomina « hemisferio occidental » junto a « las Américas ». Los patrones de dominación y deshumanización expresadas en las bulas papales del 3 y 4 de Mayo de 1493 se han cotidianas e institucionalizado en el lenguaje, el pensamiento y el comportamiento. Estos patrones en el día de hoy no se encuentran « ipso facto obsolete » como lo ha afirmado el Arzobispo Celestino Migliore con respecto a la bula Inter Caetera en una carta dirigida al Indigenous Law Institute del 5 de Julio del año 2005.

Por otra parte el arraigo y la institucionalización de los patrones lingüísticos y del comportamiento de la dominación y deshumanización que estamos hablando son en parte una consecuencia de los decretos papales del siglo XV y el resto de documentos establecidos por la cristiandad occidental. Otros ejemplos de esta tradición lingüística y de comportamiento incluyen el hecho de que en 1496 se emitió una carta emitida por Henry VII (rey católico), así como la carta emitida a Jacques Cartier en 1534, expedida por Francis Premier (rey católico). Así Francis Premier recibió el permiso del papa Clemente VII para colonizar otros espacios, siempre y cuando el rey francés dirigiera sus esfuerzos de localizar lugares no cristianos, donde España y Portugal aún no han reclamado como de propiedad e intentado constituir un derecho sobre esta.
También hasta el día de hoy no ha habido una « derogación » del patrón o paradigma de dominación-deshumanización que la Santa Sede a puesto en movimiento a lo largo del siglo XV y que ha tenido continuidad por más de cinco siglos. Este patrón aún se encuentra vigente y dirigida hacia nuestras naciones y pueblos originarios a lo largo del « hemisferio occidental » y en contra de otros lugares con naciones originarias como en Australia y Aotearoa (« New Zeland »). La bula Sublimis Deus no ha hecho, por ejemplo, derogar el establecimiento de un sistema de dominación en todas aquellos territorios reclamados por España sobre la base de la bula papal de 1493, donde España entiende que se trata de una subvención « ganaran y conquistaron de las Indias » (« para ganar y conquistar [dominar] las Indias. ») (Hemos visto que la lengua española está en la parte posterior de una de las bulas papales originales almacenadas en el Archivo de Indias).

Ahora nos permitiremos brindar un excelente ejemplo de por qué la declaración del nuncio apostólico Migliore era incorrecta respecto a que la « bula Inter Caetera, al igual que otros documentos de la época,  son « ipso facto obsoleta y sin efecto ». Como ha dicho el nuncio Migliori en una carta dirigida al Onondaga Faithkeeper Oren Lyon, que la bula Inter Caetera fue “anulada” por la bula Sublimis Deus de 1537. Argumento que no es cierto a nuestro entender. En su libro A Violent Evangelism (1992) el teólogo Dr. Luis Rivera-Pagán afirma que: « en el área jurídica, las bulas alejandrinas mantuvieron un carácter autorizado, como se muestra en la primera sentencia de la primera ley del primer capítulo del tercer libro de « la Compilación de las Leyes de Indias, 1680 » con lo que se reconoce como la primera fundación de la posesión a perpetuidad de las Américas por la Corona de Castilla.

Por donación de la apostólica Santa Sede … en el nombre del Señor de las Indias Occidentales, islas y tierras firmes del Océano, descubierto y por descubrir e incorporar a la Corona Real de Castilla … [por lo que] aquellas [islas y tierras firmes] pueden permanecer unidas por su gran perpetuidad y firmeza, prohibimos de que les sean quitadas. Y ordenamos que en ningún momento puedan ser separadas de nuestra Corona Real de Castilla … (Compilación 1841, 3.1.1, 2:1). (p. 32)

El Dr. Rivera-Pagán ha planteado que « esta ley se encuentra en las reales declaraciones consecutivas de Carlos V y Felipe II, quienes durante el siglo XVI propusieron la doctrina del dominio castellano a perpetuidad sobre los pueblos iberoamericanos. Todas esas declaraciones aluden a las bulas alejandrinas como el punto de referencia esencial » (Ibíd.) Luego dice « aunque no podemos detenernos en este punto, es conveniente señalar que a principios del siglo XIX la concesión papal en perpetuidad se utilizó como justificación para desacreditar el movimiento de independencia en América Latina » (Ibid.)
Los ejemplos anteriores ilustran claramente de cómo los patrones promulgados en esos antiguos decretos papales, y otros documentos de dominación, se han institucionalizado en las leyes y políticas de varios Estados. Desde nuestro punto de vista, la Santa Sede tiene responsabilidad hoy en día para exponer en contra de nuestras naciones y pueblos un sistema de discurso mortal y destructivo de dominación (« sub actuali dominio temporali aliquorum dominorum Christianorum constitute sint »). La verdad de esto se encuentra en una frase de la bula Inter Caetera del 4 de Mayo de 1493 « Tenemos confianza (o crédito) en él de quien los imperios y dominaciones y todas las buenas cosas proceden ».

En nuestra opinión, la Santa Sede tiene que poner la mayor cantidad de tiempo, esfuerzo, energía y recursos en ayudar con la restitución de nuestras lenguas, culturas, tierras y lugares sagrados, y poner fin al intento de destruirnos, despojarnos y terminar con nuestra existencia. Por otra parte abrir los archivos del Vaticano a nuestros eruditos; divulgar y repatriar la tenencia de cualquiera de nuestros artículos culturales, espirituales y restos ancestrales; apoyar a la Nación Oglala Lakota Nation en relación a su Sacred Black Hills, víctima de la contaminación y extracción de uranio en el suroeste de los Estados Unidos; mirar hacia el monte Graham en el territorio Apache y apoyar la restauración y curación de nuestras naciones.
Esperamos con interés la realización de fructíferos debates sobre este importante asunto, y proponemos entre otras cosas, la creación de una serie de convenios internacionales con la Santa Sede, para discutir sobre nuestros respectivos puntos de vista, las suyas y las nuestras, la importancia de las bulas papales del decimoquinto siglo, y el paradigma de la dominación y deshumanización. Por otra parte, pensamos que es hora de que la Santa Sede se oponga explícitamente al uso de la doctrina del descubrimiento y la dominación de los gobiernos y los Estados en sus relaciones con las naciones y los pueblos originarios.
[Traducción del inglés al español por Herson Huinca-Piutrin]


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