¿Por qué en una fecha como ésta, vincular
aquel acontecimiento con la educación?
Justamente porque en
estas épocas en las que la reforma economicista de la educación pone en
cuestionamiento y pregona la crisis que ella misma generó, no está mal intentar
ver la génesis reproductiva del sistema de dominación sobre nuestra región
latinoamericana que comienza a diseñarse desde el mismo momento que el
navegante-invasor Cristóbal Colón “interpreta” al “otro” y lo produce como
colonizado. Cuestión que con el avance de la conquista este binomio se extiende
a Europa y es la propia Europa que produce a América en la relación colonizador
– colonizado; aunque al mismo tiempo América produce a la Europa moderna. Ambas
producciones en relación absoluta de desigualdad.
Pero acerquémonos al
principio, el mundo de Colón (siguiendo a Tzvetan Todorov)1 se movía y, por supuesto, interpretaba desde tres
esferas: la humana, que se relaciona con la ambición de riqueza; la natural, el
disfrute de la observación de la naturaleza y la divina, dónde aparecía dios,
la fe cristiana y cierto componente que respondía al mito, las creencias, sin
embargo entre ambas concepciones
aparece el prejuicio: Colón atribuye el
“descubrimiento” a las profecías bíblicas.
Ahora bien, esas tres
dimensiones de la “mirada” de Colón le permitían, o al menos él estaba
convencido de eso, inteligir el “nuevo mundo” y desde ese universo produce su
escritura:
“Diesen por fe y
testimonio como él (Cristóbal Colón), por ante todos, tomaba posesión de dicha
isla por el rey y la reina…” (Acta del 12 de octubre de 1492)
“Ellos deben ser
buenos servidores y de buen ingenio (…) son buenos para mandarles…” (Diario de
Viaje 1492)
“Este presente
año de 1492, después de vuestras altezas haber dado fin a la guerra de los
moros (…) y luego en aquel presente mes (…) vuestras altezas pensaron de
enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de India. Así que después
de haber echado (también) a todos los judíos de todos vuestros reinos y
señoríos, en el mismo mes de enero, mandaron vuestras altezas a mí (…) a las
dichas partidas de India (…) espero en nuestro Señor que vuestras altezas se
determinaran a ello (a enviar religiosos) con mucha diligencia, para tornar a
la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, así como han destruido
aquellos que no quisieron confesar el Padre y el Hijo y el Espíritu Sancto” C.
Colón, noviembre de 1492
“De acá se
pueden, con el nombre de la Santa Trinidad, enviar todos los esclavos que
pudieren vender (…) de los cuales, si la información que tengo es cierta, me
dicen que podrán vender cuatro mil…” (C. Colón, Carta a los reyes 1498)
La “mirada” del
conquistador asimila, con la fuerza de su fe, que todo aquel que no profese el
catolicismo era susceptible de ser exterminado.
¿Y la cultura precolombina?
Sin embargo antes de la
llegada del dios de los invasores2, Quetzalcóatl, dios de la creación y de la hermandad,
había creado a la humanidad, la agricultura y la sociedad y era, además, luz de
la Educación.
La cultura Olmeca
(1.500 AC) da origen al pueblo Zapoteca (actual Oaxaca en México). La cultura
Maya del siglo III (AC) al siglo I (DC) tenía escritura, los libros del Chilam Balam, escritos a partir
del siglo XVI, dejan testimonios de la civilización y de sus ancestros.
En Perú, el invasor
Francisco Pizarro (1532) enfrenta a la resistencia de Atahualpa, que muere
quemado (como cristiano). Las guerras civiles por el poder y el oro, que los
invasores codiciaban, encontraron una nueva resistencia, la de Túpac Amaru, al
que decapitan en 1572. Las Tierras del Sol, las Tierras del Inca, que eran
cultivadas por todos y para todos comienzan a ser “privatizadas” como
“recompensa al mérito”.
Durante el Imperio
Inca, sus tierras, el sustento del Rey y del Estado, eran concedidas a las
comunidades. Aquí podemos establecer la diferencia, los Estados precolombinos
tenían la noción de lo público, cuando, avanzada la conquista comienza el
reparto de tierras, la desposesión, aparece el concepto de “lo privado” y la
“recompensa al mérito”.
¿Y el Descubrimiento?
A eso vamos, en 1514,
Juan López de Palacios Rubio, escribe la explicación de la doctrina cristiana y
la justificación del derecho cristiano a sujetar a los indígenas; escribe, el
Requerimiento de Obediencia3.
Dice el escritor,
Eduardo Galeano que: “En
vísperas del asalto de cada aldea, el requerimiento de Obediencia explicaba a
los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San
Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre
había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso
debían pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la
guerras y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres e hijos…”4
Claro que lo mejor es
ir al original y el documento citado dice sobre el final, textualmente: “…y si así no lo hicieseis
(obedecer) o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con
ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos
guerra por todas partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y
obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y
de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos
y dispondremos de ellos como sus Majestades manden, y os tomaremos vuestros
bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos
que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y
protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea vuestra culpa
y no la de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros
vienen; y de cómo lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos
lo dé por testimonio signado, y a los presentes rogamos que de ello sean
testigos.”
interesante es que
Galeano aclara que: “Este
Requerimiento se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin
interprete, en presencia del notario y ningún indio”.
La pedagogía del
sometimiento tiene su origen, tal vez, en el Requerimiento de Obediencia
escrito en 1514, pone a los originarios en el lugar de la desposesión, no solo
la apropiación de las riquezas naturales de sus territorios, también el trabajo
esclavo, la doble inferioridad de las mujeres, por ser indígenas y por su
condición de género.
El jurista y filósofo,
Juan Ginés de Sepúlveda, escribía en 1547: “Con
perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e
islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan
inferiores a los españoles como niños a los adultos y las mujeres a los
varones…”5
Esa concepción de este
ideólogo de la conquista parte de la visión de las descripciones y
observaciones como las de Colón y los otros invasores. El proceso de
conceptualización de lo que ellos llamaron el “Nuevo Mundo” instala el mundo
hispanocéntrico. Su religión, sus costumbres, el hispanocentrismo y el
desarrollo de la colonialidad como proceso de “domesticación”y despojo.
Les arrancaron su
cultura, sus recursos, los esclavizaron, mancillaron a sus mujeres e hijos, los
mataron y como en un naturalizar de la perversa mirada hispanocéntrica, lo
escribieron. Ese otro era el inferior, los llamaban caníbales,
siervos de los demonios, impíos, barbaros y
justamente, esto les permitía asegurar su Derecho de Conquista.
El hecho de la
propiedad comunitaria era inverosímil para el invasor: “Los pueblos viven
de acuerdo con la naturaleza (…) no poseen propiedad; en cambio todas las cosas
se gozan en comunidad…” Américo
Vespucio (Mundus Novus 1503)
Seguramente, porque
siempre sobrevive la colonialidad del pensamiento y porque nuestra educación ha
conservado los rasgos de ese autoritarismo, es que algún lector (o varios)
pueda decir “que es un problema de contextualización, de época, que no se
puede descontextualizar para forzar un análisis, etc. etc.”. Sin embargo,
ese sentido común al que apelan quienes defienden el genocidio más grande de la
historia, o le restan importancia porque las cosas, “seguramente deberían ser
así…”, podríamos responder que no todos pensaban así, el propio Bartolomé
de Las Casas (1516) decía que la encomienda “es tiránica gobernación,
mucho más injusta y cruel que con la que el faraón oprimió en Egipto a los
judíos”. O pensadores como Montaigne (1533/1592) que veían que “los
pueblos del Nuevo Mundo viven bajo la dulce libertad de las primeras e
incorruptas leyes de la naturaleza”.
Por supuesto que existe
un problema de subjetivación, pero, justamente, se comienza a diseñar el
pensamiento moderno: la dialéctica del amo y del esclavo. Y, precisamente, por
eso fracasan los intentos, durante la educación colonial, de crear escuelas
para indígenas que fueran miembros de la aristocracia de las naciones
derrotadas; no pudo concretarse, los conquistadores querían esclavos.
Hay un interesante
trabajo (Puiggros 1993)6 que dice que una de las mayores dificultades para
“deconstruir” la escena del Requerimiento es la falta de registro de los
discursos indígenas en los de los conquistadores (Todorov 1990), del más
importante debate pedagógico de la época colonial, el de los “justos títulos”,
no surge la decisión de ningún intercambio cultural, de incorporación alguna de
los elementos culturales indígenas a lo europeo.
En ese marco, el
documento del Requerimiento de
Obediencia tiene carácter
performativo, en su enunciación funda la relación pedagógica en la desigualdad entre lo latinoamericano y lo europeo,
esa desigualdad se inscribe en la ignorancia de la lengua (cultura) y la
religión. Los pueblos originarios “no están educados”; “son incapaces”. Pocos,
advierten la complejidad de los dos sistemas de significación que tuvieron
encuentro a partir de 1492. Uno fue exterminado, incluso con la máscara del
relato heroico, el relato de los triunfos del cristianismo frente a la
barbarie.
Y, así es como se
produce la colonización del conocimiento y la “colonialidad del poder”.
Justamente, más adelante, en el siglo XIX, el elemento criollo se percibe por su blanquitud como el “superior”, producido en esa
diferencia con la población afroamericana y amerindia.
Es así que en estas
latitudes pudo emerger el general Julio Argentino Roca y perpetrar el genocidio
llamado “Conquista del desierto” en la Patagonia Argentina y la “Conquista al
desierto verde”, comandada por el general Benjamín Victorica, en la zona del
Gran Chaco. Todo sucedía durante la década del ’80 del siglo XIX.
Los procesos de colonialidad del poder, que en
aquella época continuaban fundándose en la admiración por lo europeo y la
entrada en escena de los Estados Unidos, lugares idealizados y venerados hasta
el mismo culto por dos de los más importantes intelectuales de la época, Juan
Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, continuó en el imaginario
social, impregnó la educación, también utilizando el discurso heroico y
patriótico que denostaba al otro, al originario, al que se podía exterminar o
encerrarlo en reducciones para realizar el trabajo esclavo en los ingenios
azucareros del norte.
Nuestro sistema
educativo, se funda con ese imaginario, el ocultamiento de las culturas
originarias y la invisibilización de la realidad de esos pueblos. Incluso en
los manuales escolares del siglo XX había imágenes que los mostraban como si ya
fueran desaparecidos por el tiempo, con el mismo discurso con que presentaban
al hombre de Neandertal, como lo primitivo y extinguido.
La “globalización” que
se pretendió a partir de 1492 en estas latitudes: el discurso único de la lengua
castellana, la determinación de la cultura invasora por sobre las otras que
habitaban estos suelos y la imposición de la creencia religiosa fueron los
“privilegios” del derecho de conquista.
Aunque,
lamentablemente, mutando de época en época, se mantienen intactos en la
esencia, aún después de la organización de los estados – nación. Y,
particularmente, en Argentina, que a pesar de que la Constitución Nacional7 (1994) reconoce la preexistencia de los pueblos
originarios y otras cuestiones en sintonía con los “estándares”
internacionales, sobran evidencias de la colonialidad
del poder y de la fuerza
conservadora que impregna todo el imaginario y que, por supuesto la reproductividad
mecánica de la escuela contribuía a sustentar y consolidar.
Antes de esta reforma,
el artículo relacionado con los Pueblos Originarios decía: “...conservar el trato pacífico
con los indios y procurar la conversión de ellos al catolicismo” (art. 67.Inc. 15).
* * *
No es tema de este
trabajo, aclarar que el artículo de la nueva constitución se cumple de manera
edulcorada o no se cumple.
Pero sí, ver cómo en
épocas de reforma, las conexiones de “obediencia” continúan. En educación con
un nuevo objeto de dominación: el sujeto
educativo. En este trabajo,
llamamos sujeto educativo al que comprende el sistema en su
manifestación última, la escuela. No intentamos entrar en un debate
sociológico, pero para mejor comprensión y economía del trabajo, utilizamos esa
denominación, que involucra a los alumnos-estudiantes y a los docentes.
En la era de la
colonización educativa, el amo, ya no es la corona española y sus vasallos,
sino el verdadero poder, el poder corporativo - empresarial y sus herramientas
de “consenso”, los organismos internacionales y, cómo no mencionarlo; las
modernas carabelas para establecer la dominación territorial: las fundaciones y
ong’s, que establecen los vínculos de vasallaje para llevar a cabo el proceso
de colonización educativa, que la reforma economicista despliega
globalmente. Para esto deben influir fuertemente y pugnar por el control
político del sistema, al mismo tiempo que se aseguran los negocios periféricos
y la intromisión directa en las escuelas, en las aulas8.
Las pruebas
estandarizadas son el nuevo crucifijo, el nuevo símbolo para la total
dominación y así imponer la posmoderna creencia: ¡la calidad educativa!, la
pedagogía del resultado. Aplicada a los estudiantes y a los docentes para
responsabilizar a estos últimos del fracaso del sistema e ir por la apropiación
total.
Los estudiantes como
valor agregado de la productividad y los docentes como responsables de que ello
suceda para el incremento de las ganancias corporativas. La estandarización del
mundo educativo es la productividad futura del mundo corporativo.
Pasaron más de una
veintena de años desde que comenzó la carrera por la colonización mundial de la
educación para ponerla al servicio de la corporación empresarial y se acelera,
con distintos ritmos según los países, pero continúa.
Las políticas de la
colonialidad del poder se mantienen: la entrega de los recursos naturales a las
megamineras, a los pooles de siembra y a las petroleras. Todas con la política
invasiva contra los pueblos originarios y campesinos para la apropiación
territorial. Las desigualdades se enfatizan (aumento de la cantidad de pobres e
indigentes). Esa es la nueva y tradicional pedagogía que debemos aprender, con
el flamante “Requerimiento de Obediencia”: la
productividad y la competitividad.
Todavía no habíamos
salido del sistema de reproducción mecánica de los “valores” impuestos por la
burguesía colonial y nos sorprendió la burguesía global corporativa.
Ya no hay “impíos” que
adoctrinar, ni “desiertos” que conquistar. Nunca los hubo. Parece que la
reforma ecomicista de la educación propone el mismo paradigma: la pedagogía del
sometimiento. Sin embargo, podemos trabajar por un paradigma para liberar, para
pensar nuestro destino y no el que nos imponen; seguramente será otra
confrontación desigual, pero es tiempo de una pedagogía que abra un camino
común, sin ocultamientos, ni invisibilizados. Una pedagogía del reconocimiento,
una pedagogía social contra las “democracias
empresariales”.
Notas:
3 López de Palacios, Juan: “Notificación y requerimiento que
se ha de hacer a los moradores de las Islas e Tierra Firme del Mar Océano que
aún no están sujetos a Nuestro Señor”, tomado
de Sabsay, Fernando (1067)Historia Económica y Social Argentina. Buenos
Aires. Omeba. En CEFyL. CS de la Educación.
6 Adriana Puiggros. Presencias y Ausencias en la
historiografía pedagógica Latinoamericana. Rev. Argentina de Educación Nº19.
Marzo/1993
7 Constitución Nacional Argentina artículo 75 inciso 17:
“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas
argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación
bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades,
y la posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular
la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de
ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos.
Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a
los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer
concurrentemente estas atribuciones.”
8 La ong “Enseña por Argentina”, “Enseña por México”,
“Enseña por Chile”, y otras en Latinoamérica, subsidiarias de “Teach for
América” de Wendy Kopp, que integra la red “Teach for All”, que también
preside.
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