28 noviembre 2016, http://www.hispantv.com (Irán)
Personaje controvertido en Occidente, donde es
fuertemente criticado, Fidel Castro es admirado en cambio por
los pueblos de América Latina y del Tercer Mundo.
Los latinoamericanos
y naciones del Tercer Mundo que lo consideran un símbolo de la resistencia a la
opresión y un defensor de la aspiración de los países del Sur a la
independencia, a la soberanía y a la autodeterminación.
Rebelde mítico que
entró en vida en el Panteón de los grandes libertadores del continente
americano, el antiguo guerrillero de la Sierra Maestra ha visto su prestigio
superar fronteras continentales para convertirse en el arquetipo del
antimperialismo del siglo XX y el vector de un mensaje universal de
emancipación.
Los medios
occidentales, por sus crispaciones ideológicas y una condescendencia obvia
hacia los pueblos del Sur, no han logrado entender la importancia histórica de
Fidel Castro para Cuba, América Latina y el Tercer Mundo. Desde José Martí, el
héroe nacional cubano, ningún otro personaje ha simbolizado con tanta fuerza
las aspiraciones del pueblo cubano a la soberanía nacional, a la independencia
económica y
a la justicia social.
Fidel Castro es un
símbolo de orgullo, de dignidad, de resistencia y de lealtad a los principios y
su prestigio ha superado las fronteras de su tierra natal para irradiar el
mundo. El líder histórico de la Revolución Cubana tomó las armas a favor de los
oprimidos y reivindicó sus derechos a una vida decente. Procedente de una de
las familias más adineradas del país, renunció a todos sus privilegios de clase
para defender a los sin voces, abandonados a su suerte e ignorados por los
pudientes.
Fidel Castro dispone
de una legitimidad histórica. Armas en mano luchó contra la sangrienta
dictadura de Fulgencio Batista durante el ataque al cuartel Moncada en 1953 y durante
la insurrección en la Sierra Maestra de diciembre de 1956 a diciembre de 1958.
Triunfó contra un régimen militar brutal dotado de un impresionante poder de
fuego y apoyado por Estados Unidos. En un contexto de hostilidad extrema ha
realizado el sueño de José Martí de una Cuba independiente y soberana y ha
guiado a su pueblo en el camino de la emancipación plena y definitiva oponiendo
una resistencia a toda prueba frente a las pretensiones hegemónicas de
Washington.
Fidel Castro también
dispone de una legitimidad constitucional. Cada uno tiene derecho a pensar lo
que quiera sobre el sistema electoral cubano pero fue elegido, cada cinco años,
de 1976 a 2006. Antes de esa fecha sólo era primer ministro y no presidente de
la República. En efecto, contrariamente a una idea preconcebida, Cuba ha tenido
a no menos de cuatro presidentes de la República desde 1959: Manuel Urrutia de
enero de 1959 a julio de 1959, Osvaldo Dorticós de julio de 1959 a 1975, Fidel
Castro de 1976 a 2006 y Raúl Castro desde 2006, cuyo gobierno terminará en 2018
tras la reforma constitucional que limita el número de mandatos a dos.
Ningún dirigente
puede permanecer a la cabeza de un país durante treinta años, en un contexto de
guerra larvada con Estados Unidos, sin un apoyo mayoritario del pueblo.
Obviamente, como en toda sociedad, existen insatisfechos, críticos y
decepcionados. La Revolución Cubana, obra de mujeres y hombres, es por
definición imperfecta y jamás ha tenido la pretensión de erigirse en ejemplo.
Pero la inmensa mayoría de los cubanos tiene mucho respeto hacia Fidel Castro y
jamás ha puesto en tela de juicio sus nobles intenciones. Estados Unidos
siempre se ha mostrado muy lúcido al respecto. Así, el 6 de abril de 1960,
Lester D. Mallory, subsecretario adjunto de Estado para los Asuntos
Interamericanos, recordó en un memorándum a Roy Rubottom Jr., entonces
subsecretario de Estado para los Asuntos Interamericanos, el prestigio del
líder cubano: “La mayoría de los cubanos apoya a Castro. No hay oposición
política eficaz […]. El único medio posible para aniquilar el apoyo interno [al
gobierno] es provocar el desencanto y el desaliento por la insatisfacción
económica y la penuria”. Washington siguió ese consejo y dio prueba de una
hostilidad encarnizada contra los cubanos imponiendo sanciones económicas
sumamente severas que duran hasta hoy. Pero la empresa no ha sido coronada de
éxito. En efecto, cerca de medio siglo después, la popularidad de Fidel Castro
sigue viva. Es lo que ha podido constatar Jonathan D. Farrar, entonces jefe de
la diplomacia estadounidense en La Habana quien no ha dejado de enfatizar “la
admiración personal significativa para Fidel” por parte de los cubanos,
recordando que “sería un error subestimar […] el apoyo del cual dispone el
gobierno, particularmente entre las comunidades populares y los estudiantes”.
Tres facetas
caracterizan al personaje de Fidel Castro. En primer lugar es el arquitecto de
la soberanía nacional que ha realizado el sueño del Apóstol y Héroe Nacional
José Martí de una Cuba independiente y ha devuelto su dignidad al pueblo de la
Isla. Después es el reformador social que se ha ubicado al lado de los humildes
y los humillados creando una de las sociedades menos injustas del Tercer Mundo.
Finalmente es el internacionalista que ha tendido una mano generosa a los
pueblos necesitados y que ha ubicado la solidaridad y la integración en el
centro de la política exterior de Cuba.
*Salim Lamrani: Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La
Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru,
2016.
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