Asunción, 27 enero 2008/Monseñor Fernando Lugo ha hecho algo que va en contra de las cosas que el Papa le ha exhortado a hacer en diciembre de 2006, advierte en esta entrevista el obispo de Alto Paraná, monseñor Rogelio Livieres Plano. El prelado admite que su decisión de involucrarse en política “es como un puñal clavado” en el cuerpo de la Iglesia Católica. Insistirán en que deponga su actitud rebelde.
– ¿Por qué dice que es un problema para la Iglesia la candidatura presidencial de monseñor Lugo?
– Para nosotros es un problema doctrinal y legal que un obispo opte por medios inadecuados para buscar hacer el bien a la sociedad. Es algo malo para la doctrina católica y para el derecho canónico que un obispo abandone su ministerio para dedicarse a cualquier otro menester, aunque sea tan noble como la política.
– A ustedes los obispos ¿cómo les afecta?
– A nosotros nos da pena que los medios que nosotros utilizamos para mejorar el mundo, que es la predicación de la palabra de Dios y los sacramentos, sean insuficientes, a los ojos de un obispo, para hacer bien a la sociedad y entonces opte por medios terrenos. Es como infravalorar los medios sobrenaturales que la Iglesia utiliza desde hace 2000 años.
– ¿Si hubiera sido sacerdote, usted no le hubiera cuestionado dedicarse a la política?
– Los sacerdotes y los obispos tenemos prohibida esa actividad. Hace un siglo que está la prohibición. Antes, los religiosos participaban de los consejos revolucionarios, como en la época de la Independencia. El mismo Papa era el rey de media Italia. Fue un progreso de la Iglesia el haberse apartado de la actividad política volviendo a los orígenes.
– Sin embargo, de tanto en tanto aparecen religiosos enfrascados en la política...
– Periódicamente hay sacerdotes que se suelen extralimitar y actúan en política.
– En América Latina hay casos muy conocidos de sacerdotes muy involucrados en la política.
– El papa habla sobre todo de la Iglesia de tipo social que hay en América Latina. Está muy involucrada, sobre todo a partir de la teología de la liberación. Desde hace unos 45 años esa teología influye bastante y hay sacerdotes metidos en política.
– Hay sacerdotes que hasta abrazaron la lucha armada, caso Camilo Torres en Colombia...
– En la Argentina estaban los llamados tercermundistas, que se involucraron mucho con los montoneros...
– O Ernesto Cardenal en Nicaragua...
– Fue ministro. El mismo Papa Juan Pablo II le conminó a dejar la actividad política cuando visitó Nicaragua (1983). Son problemas con los que ha tropezado la Iglesia...
– Pero no a nivel de obispos hasta ahora.
– De un modo exclusivo no hubo ningún obispo. Lugo es el primer obispo que hace abandono del ministerio sacerdotal para dedicarse a la política. Eso es un precedente muy negativo. La Santa Sede lo condenó a una suspensión a divinis.
– ¿Acaso no fue Lugo el que pidió una dispensa?
– La Santa Sede contestó claramente en un documento que no es respondiendo a una petición de él la suspensión a divinis, sino como pena, una pena que se levanta en el momento en que él dé marcha atrás en su postura.
– ¿Por qué tanta insistencia con Lugo si hay sacerdotes que dejan de serlo y no es un problema?
– Imagínese que San Pablo o cualquiera de los apóstoles se hubiera dedicado a una actividad política en lugar de su actividad sacerdotal. La Iglesia no existiría. Los obispos somos sucesores de los apóstoles. Tenemos que continuar la actividad apostólica.
– ¿Cuál es la diferencia entre obispos y sacerdotes?
– Los obispos somos sucesores de los apóstoles. Los sacerdotes son colaboradores del ministerio sacerdotal. Ayudan al obispo en su trabajo.
– ¿Un obispo no es la figura ideal para ordenar este país sumido para muchos en el caos?
– Zapatero a tus zapatos. Cada uno tiene que dedicarse a su función. Los laicos tienen que dedicarse a las cosas civiles, los eclesiásticos a las cosas eclesiásticas. Si nosotros decimos, este eclesiástico va a desempeñar mejor una tarea civil que los laicos, estaríamos trastocando el orden natural de la Iglesia. La Iglesia es como la pensó Dios, no como la pensamos los hombres. Aunque nosotros quisiéramos cambiar eso.
– Usted en su homilía habló de desprecio del ministerio sacerdotal por Lugo. ¿Por qué?
– Porque él deja una actividad que le parece menos útil por una actividad que le parece más útil, como es la política.
Es como decir: “Yo he estado perdiendo mi tiempo como obispo. Me voy a dedicar a una cosa mejor”. Esa es la impresión que causa.
– O también pudo decir: “voy a ayudar mejor al Paraguay como político y no como sacerdote”...
– Los obispos y sacerdotes tenemos que enseñar al pueblo que vale mucho el sacerdocio y que vale mucho la actividad episcopal. Se enseña con los hechos y no con las palabras. Si nosotros decimos: “vale mucho el sacerdocio y la Iglesia es esencialmente sacerdotal” y después resulta que apoyamos y mandamos al frente en la actividad política a un obispo, estamos borrando con el codo lo que escribimos con la mano.
– ¿Usted lo conoce personalmente a Lugo?
– Lo conozco personalmente y lo aprecio. Me parece una buena persona pero que actúa equivocadamente. Creo firmemente que puede rectificar su actitud y volver al seno de la Iglesia. Todos rezamos por esa intención.
– ¿Cuánto tiempo tuvo que reflexionar para ser obispo?
– Yo fui sacerdote 27 años antes de ser obispo. El (Lugo) fue obispo más joven. Pero tenía ya 42 años. No era ningún niño cuando aceptó ser obispo. Era un hombre grande y sabía bien qué hacía.
– ¿Es todo un proceso?
– Es todo un proceso que la Santa Sede realiza con la participación de los demás obispos, de sacerdotes y de fieles. Se hacen infinitas consultas. Imagínese todas las consultas que se han hecho para la elección del futuro obispo de San Lorenzo y todavía falta mucho. Es el trabajo principal del nuncio, elegir obispo.
– ¿El compromiso es eterno, como dicen?
– La Santa Sede le advierte al elegido a qué se compromete. Nosotros hacemos un juramento.
– ¿Cuál es?
– Fidelidad. Es un juramento de por vida bajo orientación del Papa.
– ¿El faltó a esa fidelidad?
– Lugo ha hecho una cosa distinta que va completamente en contra de las cosas que el Papa le ha exhortado a hacer personalmente en el mes de diciembre de 2006.
– ¿La jerarquía se va a pronunciar sobre esta situación embarazosa para ustedes?
– La jerarquía se ha pronunciado ya varias veces, la última en el mes de noviembre después de la asamblea de la Conferencia Episcopal. Antes hubo por lo menos tres pronunciamientos. Es probable que vuelva a hacerlo. La próxima asamblea es en marzo.
– ¿Van a seguir empeñándose en que Lugo defeccione de su candidatura?
– No podemos hacer otra cosa. Es la disposición que corresponde a la doctrina por un lado y por otro lado lo que la Santa Sede ha dicho en aquel documento que le hice referencia en el 2006. La Iglesia tiene paciencia. Como tenemos 2000 años podemos continuar repitiendo las mismas cosas. Vamos a decirlo antes de las elecciones, después de las elecciones, sea electo o no presidente.
– ¿Es cierto que este caso provocó una especie de cisma entre obispos que están a favor y en contra?
– Hubo obispos que hablaron a favor de Lugo antes del pronunciamiento de la Santa Sede. Felizmente tenemos la orientación del Papa que fue muy clara. Desde ese momento ningún obispo volvió a apoyarlo, aunque supongo que íntimamente seguirán con la misma idea. Los sentimientos a veces son difíciles de vencer.
– ¿Se podría disparar una crisis mayor por esta deserción?
– Lo de Lugo es como un puñal clavado en el cuerpo de la iglesia. Vamos a ver qué reacción hay en el cuerpo de la Iglesia. Hasta hoy no ha habido una reacción mayor.
– Si llega a la presidencia, ¿va a ser un progreso a favor de la Iglesia o un retroceso?
– Sobre todo es un dolor que Lugo se haya vuelto político. Es un puñal, como le decía, es una espina clavada en el cuerpo de la Iglesia. Va a continuar doliéndonos mientras Lugo viva y no sea obispo. En cambio si Lugo vive y vuelve al ministerio sacerdotal será una gran alegría para todos.
– ¿Usted llegó a hablar con él de esta cuestión?
– Yo he hablado en diversas ocasiones con Lugo, la última vez la semana pasada. Nos saludamos cordialmente. Yo confío en que recapacite y vuelva a su trabajo sacerdotal.
– ¿Le pidió que recapacite?
– No. No le dije nada. Fue apenas un saludo social. Había otras personas.
– Para usted ¿cual es el problema de este país que algunos creen que catapultando a un obispo se puede resolver?
– Los problemas son numerosos pero yo señalé hace unos días en el comienzo de la novena de San Blas, patrono de Ciudad del Este, tres males que debemos considerar. El primero es el olor a trampa. En las elecciones de los dos partidos (Colorado y Liberal) la mitad de los electores estuvo convencida que hubo fraude. Los procesos eleccionarios son defectuosos. Se desconfía de las autoridades electorales No se respeta la voluntad popular.
- En cada elección pasa lo mismo...
- El otro problema es la dedicación eterna a las elecciones. En todo el período presidencial los políticos ocupan su tiempo en campañas electorales. No hay país que pueda prosperar de esta forma. El tercer problema es el nivel de discurso político, de constantes agresiones y discusiones, peleas infinitas que no permiten una salida razonable, de consenso. En el medio de todo hay mucha corrupción en la conducción de las instituciones... (ABC Digital)
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