Las agresiones de Estados Unidos contra el gobierno progresista de Evo Morales Ayma han sido denunciadas desde 2006. Llegada de municiones de alto calibre, explosiones en hoteles, espionaje e infiltración de la policía, son algunas de las acciones que La Paz afirma son obra de la embajada estadounidense, dirigida por Phillip Goldberg.
22 de enero de 2006. Juan Evo Morales Ayma, de la étnia aymara, político, dirigente sindical y activista del movimiento cocalero se convierte, a sus 47 años de edad, en el primer presidente indígena de Bolivia. Antes de él, 83 hombres, incluyendo a El Libertador Simón Bolívar, habían dirigido el rumbo de esta nación, cuya población indígena se sitúa en 51 por ciento.
Su llegada fue sinónimo de revuelo. Traía consigo un proyecto de cambios profundos en la estructura burguesa del Estado boliviano para dar más beneficios a los pobres con propuestas como la redacción de una nueva Constitución Política por una Asamblea Constituyente, la redistribución de las tierras y la nacionalización de las reservas de gas y petróleo, dominadas casi por completo por grandes transnacionales como la gigante española Repsol – YPF, la estatal brasileña Petrobras o Total LTD, una subsidiaria de la estadounidense Exxon Mobil, la petrolera más grande y poderosa del mundo.
La nacionalización de los hidrocarburos se hizo efectiva el 1º de mayo de ese mismo año. El decreto supremo 28.201, firmado por Morales, devolvió al Estado el derecho a "la propiedad, la posesión y el control total y absoluto" de los tesoros de su subsuelo.
"Se acabó el saqueo de nuestros recursos naturales por empresas extranjeras", dijo Evo Morales aquel día.
Ahora las otrora dominantes empresas privadas debían unirse a la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en empresas mixtas con la balanza accionaria favorable al Estado. De decidir lo contrario, tenían que abandonar el país y sus bienes pasarían a manos públicas.
No sólo su identidad se veía afectada, también sus ingresos. Al nacionalizar a su industria petrolera, el Ejecutivo boliviano se queda con 82 por ciento de los ingresos y las petroleras con el restante 18.
Para Eva Golinger, abogada estadounidense especialista en leyes internacionales e investigadora de la política exterior de la Casa Blanca, el gobierno reformista de Evo Morales, la posición estratégica de Bolivia como "corazón de Suramérica" y sus abundantes reservas naturales, en especial las gasíferas, gracias a las cuales ostenta el primer lugar en el hemisferio, alarmaron a Estados Unidos.
Con sólo cuatro meses en el poder, exactamente el 22 de mayo de 2006, Morales tendría su primer roce formal con la primera potencia mundial, cuando el presidente conservador de Estados Unidos, George W. Bush, declaró a la prensa sentirse "preocupado" por la democracia en Bolivia, que según él estaba siendo "erosionada" por el gobierno de Evo Morales.
En su discurso, Bush advirtió que unas buenas relaciones con su país "serán beneficiosas para los pueblos", al responder a una pregunta de un periodista sobre los gobiernos de Venezuela y Bolivia.
Pocos días después, el líder aymara respondió a Bush: "Si él, (Bush) quiere fortalecer la democracia, no tiene otra alternativa que expulsar a delincuentes, ni siquiera extraditar, expulsar", dijo Morales al referirse al ex presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, acusado de crímenes de lesa humanidad y quien se encuentra residenciado en Estados Unidos, sin que este país dé respuesta al pedido de extradición adelantado por La Paz.
Desde allí se sobrevendrían una serie de denuncias del presidente Morales acerca de planes desestabilizadores promovidos por Estados Unidos.
En 2006, La Paz hizo público el caso de dos jóvenes estadounidenses que fueron sorprendidos fotografiando el automóvil de Evo Morales, el del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y de otros gobernantes durante la Cumbre Suramericana que se celebró en Cochabamba, al centro del país.
En mayo de ese mismo año, Morales aseguró públicamente tener "abundante información" sobre una conspiración en su contra por parte del régimen republicano de Bush y mencionó como principales fuentes a oficiales que han estado becados en el país norteamericano.
Cinco meses más tarde, Estados Unidos designó a Phillip Goldberg como nuevo embajador en La Paz. Experto en asuntos de Latinoamérica, Goldberg es reconocido por su estadía en 2004 en la provincia serbia de Kosovo, que cuatro años más tarde declararía su independencia unilateral con el apoyo moral y financiero del gran país del norte.
El equipo Goldberg - Usaid
Al llegar a Bolivia, Goldberg quiso mostrar inmediatamente la "superioridad" de Estados Unidos sobre la nación andina. En su acto de entrega de credenciales, el estadounidense le expresó a Evo Morales que era bienvenido en su país ya que no estaba incluido en ninguna lista de potenciales terroristas.
Este tipo de actuación, para muchos estudiosos como Golinger, representa una actitud racista "como de un amo a su esclavo".
"Bolivia siempre ha sido un peón de Estados Unidos", asegura la jurista. Y precisamente la búsqueda de independencia del gobierno progresista de Morales, lo que, según ella, impulsó a la administración Bush a enviar a Goldberg "un señor con una educación y una experiencia en inteligencia".
"Siempre escogen personajes por razones específicas cuando se trata de un país importante para EEUU en el sentido político o comercial. En este caso, Goldberg llegó después que Evo Morales. Ese es un señor que tiene experiencia número uno en América Latina", explicó Golinger, autora de libros como "El Código Chávez" o "Bush vs Chávez: La Guerra de Washington Contra Venezuela".
El 6 de septiembre de 2007, Evo Morales acusó a Goldberg de organizar seminarios en los que surgían propuestas contra su gobierno.
"Algunos embajadores vienen a hacer política. Tienen plata para dividir organizaciones, manejan plata para hacer seminarios para que de esos seminarios salgan algunas propuestas contra el gobierno. Eso no se llama cooperación, se llama conspiración a un gobierno", fustigó el mandatario.
"No sé hasta cuándo aguantará la paciencia. Pero también tenemos dignidad, y en cualquier momento vamos a tomar decisiones radicales contra esos embajadores que provocan permanentemente. No tengo ningún miedo", sostuvo.
La preocupación de Evo no es para menos, ya que Goldberg, un personaje identificado con movimientos separatistas en Europa del este, llegó al país suramericano en momentos en que la oposición local está promoviendo la "autonomía" de los departamentos bolivianos más ricos en recursos naturales e hidrocarburos.
Para legalizar las autonomías, los prefectos (gobernadores) de Santa Cruz (este), Tarija, Beni (noreste), Pando (noreste), Chuquisaca (sur) y Cochabamba (centro), trabajan para llevar a cabo los referendos que ya han sido considerados como "ilegales" e "inconstitucionales" por la Corte Nacional Electoral (CNE) de Bolivia.
Pero las denuncias de injerencia norteamericana no terminan con Goldberg, ya que las autoridades bolivianas han señalado, por lo menos una decena de veces, la participación activa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés).
La Usaid nació el 3 de noviembre de 1961 por decreto del asesinado presidente demócrata, John F. Kennedy. Su objetivo era claro: prestar ayuda a los países con graves crisis humanitarias causadas por hambrunas, pobreza extrema o desastres naturales.
Actualmente tiene presencia directa o indirecta en casi todo el planeta. Sólo en Latinoamérica la Usaid está en: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela.
En el resto del mundo tiene oficinas en África sub sahariana, Asia, Cercano Oriente, Europa y Euroasia.
Sin embargo, el fin de este organismo que forma parte del Departamento de Estado (cancillería), fue pervertido en las últimas dos décadas, con la apertura de oficinas de tinte político "que se dedican a lo que se llama democracia y gobernabilidad, transición y reconstrucción", relata Golinger.
"Primero fue como un fondo más humanitario (pero) se ha convertido en toda una entidad, un organismo enorme, la Usaid es inmensa. Hoy en día dedica aún recursos a la ayuda humanitaria, pero su misión original ha sido pervertida para realizar acciones de subversión en las sociedades civiles, financiando a organizaciones que promueven la agenda de Estados Unidos", aclara.
La división a la que se refiere Golinger es la Oficina de Iniciativas de Transición (OIT) "esta oficina es totalmente política y se dedica solamente a tareas políticas en estos casos que hemos visto, por ejemplo en Venezuela y en Bolivia, financian a grupos de la oposición de gobiernos que no le gustan a Estados Unidos, que han sido los de Evo Morales y Hugo Chávez", analiza la abogada.
En el propio sitio en Internet de la Usaid Bolivia (bolivia.usaid.gov), se explica el apoyo irrestricto a "organizaciones de la sociedad civil".
"Usaid también trabaja con organizaciones de la sociedad civil para fortalecer sus habilidades para ejercer su rol en democracia", reseña un apartado del portal.
"La Oficina de Iniciativas de Transición es como un equipo de respuesta rápida pero con un presupuesto enorme de 45 millones de dólares o más y se establece en varios países donde Estados Unidos ve que hay un problema político, una crisis política que ellos necesitan atender", expuso Golinger.
La Usaid la define así "La OIT interviene rápidamente y asume intervenciones de impacto rápido a través de la provisión de fondos a corto plazo que impulsen cambios más amplios".
En la última década, sólo se han establecido tres OIT en América Latina, todas operativas desde las embajadas locales.
Una en Haití, cerrada en 2004 luego del golpe de Estado que derrocó al presidente Jean Beltran Aristide, cuyo gobierno se había dado a la tarea de reestablecer relaciones con Cuba y Venezuela, en el marco de la integración regional.
Otra OIT fue establecida en Caracas, Venezuela, pocos meses después del fallido golpe de Estado de abril de 2002 contra Hugo Chávez y con la finalidad de "proporcionar ayuda rápida, flexible y a corto plazo dirigida a necesidades claves de transición".
La tercera está en Bolivia y recibe anualmente 140 millones de dólares. Ochenta por ciento de estos fondos van a la OIT que financia a grupos opositores, pese a las inmensas necesidades de ayuda humanitaria que tiene el país a raíz de las graves inundaciones de 2007 y 2008.
Eva Golinger opina que el caso de Bolivia es muy particupar, no sólo porque es el país que alberga la mayor representación de la Usaid en la región, sino que ha firmado acuerdos de cooperación con la agencia.
Según los acuerdos, la Usaid debía entregar por lo menos 100 millones de dólares para labores humanitarias, asevera la experta.
"Ellos han violado ese acuerdo en lugar de estar apoyando y ayudando al desarrollo del país, están alimentando y promoviendo un oposición política al gobierno de Evo Morales", indicó.
Las únicas que siguen activas son las de Caracas y La Paz, algo que para Golinger es "atípico" pues está diseñada para dar respuesta rápida "resolver y ya".
Al ser un órgano del Departamento de Estado, las sedes de la Usaid y la ejecución de sus programas son responsabilidad del embajador por ser el máximo representante del ministerio de exteriores de Estados Unidos, según la escritora.
Espionaje, armas y paramilitarismo
Entre 2006 y 2008, en Bolivia han sido desmantelados planes de espionaje, ingreso ilegal de municiones de alto calibre, reuniones entre Goldberg y un reconocido paramilitar colombiano. También artefactos explosivos mataron a dos personas en hoteles de La Paz.
En una entrevista concedida en diciembre de 2007 a una cadena estadounidense de noticias, Morales recordó algunos de estos incidentes en los que casualmente han estado implicados ciudadanos de Estados Unidos.
En marzo de 2006, cargas de dinamita explotaron en dos hoteles de La Paz, mataron a dos personas, dejaron heridas a otras seis y causaron graves destrozos en edificios y casas vecinas. Los artefactos fueron colocados en los segundos pisos de cada albergue. Tras el hecho fueron arrestados un estadounidense y una uruguaya.
En julio de 2007, la estadounidense Donna Tin trató de ingresar a Bolivia con 500 municiones de armas de fuego de alto calibre, pero días después, y gracias a la mediación de Goldberg fue dejada en libertad.
En noviembre de ese mismo año, el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, hizo pública una fotografía en la que aparecía Goldberg posando junto a Jairo Vanegas Reyes, un paramilitar colombiano líder de una banda dedicada al atraco de comercios y bancos y al secuestro en el oriental departamento de Santa Cruz. El grupo de delincuentes había sido desmantelado meses antes de que se publicara la foto.
Inmediatamente, la embajada estadounidense, a través de su directora de asuntos públicos, Dense Urs, negó que Golberg conociera al delincuente y desestimó la imagen tras decir que no tenía "mayor significado", pues el alto funcionario posa con muchas personas en sus apariciones públicas y no necesariamente las conoce a todas.
Llama la atención que junto a Goldberg y Venegas apareciera el presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (Cainco), Gabriel Dabdoub, quien también negó conocer al personaje colombiano.
Más recientemente, en febrero de 2008, un nuevo escándalo de espionaje abarcó los titulares de los principales periódicos. Un becado estadounidense del programa de intercambio estudiantil Fullbright Alex Shaick, reveló a periodistas locales que el agregado diplomático Vincent Cooper le pidió a él y a otros miembros del Cuerpo de Paz que espiara a los venezolanos y cubanos que trabajan en labores humanitarias.
Según Shaick, sostuvo una reunión con Cooper sobre las medidas de seguridad para su estadía en Bolivia, en la que el funcionario le dijo: "Sabemos que (los cubanos y venezolanos) están allí, sólo queremos datos de ellos".
"Él me dijo que si yo encontraba venezolanos o cubanos, que reportara a la embajada sus nombres y dónde se encontraban, su dirección", agregó.
Como consecuencia de esto, Cooper fue declarado "persona no grata" y el Departamento de Estado lo llamó a consultas. Nunca más regresó a Bolivia.
Algunos días más tarde, Shaick siguió denunciando. Esta vez aseguró que una parte de la policía boliviana servía a la embajada estadounidense y que había sido entrenada y dotada de armas más sofisticadas que las de sus homólogos.
Maya Monasterios
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