Luvis Pareja*
En Uruguay, la campaña para las elecciones presidenciales
del 27 de octubre, comenzó a tomar calor con el advenimiento de la primavera, y
tiende ya a presentarse como un contrapunto entre la alianza de centroizquierda
Frente Amplio y el derechista Partido Nacional (PN), mal que les pese a otros
partidos y a las encuestadoras.
Quizá algún otro candidato pueda dar un golpe de timón y
lograr un gran repunte, pero la percepción generalizada es que la disputa por
la presidencia será una vez más entre esos dos partidos, y este hecho puede
pesar de modo irreversible en las decisiones de los votantes. El Frente Amplio
va por su cuarto gobierno nacional consecutivo: la duda es si logrará mayoría
absoluta en primera vuelta.
A 35 días de las elecciones nacionales, el Frente Amplio
(FA) organizó en la zona de la playa Ramírez montevideana un “BanderOlazo”, en
un juego de palabras con los tradicionales “banderazos” organizados por las
redes frenteamplistas y el eslogan de la “ola esperanza” de la coalición. Miles
de personas se concentraron
en la rambla del Parque Rodó en espera del
despliegue de la bandera de 250 metros, confeccionada por las costureras del
Parque Tecnológico Industrial del Cerro para esta oportunidad.
Obviamente, el BanderOlazo fue un golpe publicitario
simbólico, ya que todos saben que Montevideo, la capital donde vive 40% de la
población uruguaya) votará por el Frente Amplio. La esperanza opositora es
ganar en la interior y quitarle votos al FA en la capital.
Es imposible saber cuántas cuadras se extendió la
movilización, pero la bandera quedó corta. La movilización ciudadana en una
campaña apática hasta el último domingo y restringida a la guerra de micrófonos
y las redes sociales, comenzó a despertarse y a reavivarse el fervor
frenteamplista, aun cuando no todos están convencidos de la figura del
candidato, Daniel Martínez.
Hay conciencia en los militantes que el Frente debe ganar
en la primera vuelta (ninguna encuesta hasta ahora lo cree posible) para evitar
que toda la oposición se une contra el FA en una segunda vuelta o balotaje.
Fue más que el despliegue de los 250 metros de tela, una
ola de los tres colores frenteamplistas, fue el retorno de la ciudadanía a la
militancia, cantando y bailando en la playa, en la rambla, en las calles.
La polarización, la especulación
En algunas áreas esta polarización FA-PN no ha llegado a
manifestarse. Es intenso el fuego cruzado entre oficialismo y oposición, ya sea
en declaraciones formales de dirigentes o en el escenario sin ley de las redes
sociales, pero a quienes lo reciben siempre les queda el recurso de
victimizarse, alegar que quienes ensucian la campaña son los otros y tratar de
matar al mensajero, dice La Diaria.
En terrenos percibidos como prioritarios para la disputa
de votos, cada vez importa menos lo que el adversario dice: cuando algo no se
rechaza expresamente, se le niega credibilidad; y si no hay un traspié que
aprovechar, se actúa como si hubiera existido uno.
Daniel Martínez dijo el sábado que los dos partios
tradicionales, el Colorado y el Nacional o blanco, tuvieron siete décadas “para
cambiar el país y no lo hicieron” e insistió en que les falta sensibilidad ante
los problemas populares. Añadió que a esos partidos y a otros de la actual
oposición los une “el odio”.
Luis “Cuquito” Lacalle Pou, el candidato blanco, le
respondió mediante Twitter que esas palabras contradecían la convocatoria
anterior de Martínez a un diálogo en busca de políticas de Estado, y el oficialista
replicó que fue Lacalle quien no aceptó la invitaci´pon. Guerra de micrófonos,
no de propuestas o de ideas.
Lacalle habló el fin de semana sobre seguridad (el tema
preferido por la derecha), con un par de afirmaciones que no dejaron de llamar
la atención. Consideró indignante y “una gran mentira” que las autoridades
vinculen el aumento de la criminalidad con que la sociedad se ha vuelto más
violenta, y alegó que el oficialismo comete “un error de base” al asociar la
pobreza con la delincuencia, ya que “los delincuentes más famosos del mundo son
multimillonarios”.
Según las siempre falibles encuestas, habrá una segunda
vuelta entre Martínez y Lacalle, Éste especula que logrará, para
esta instancia, formar el “partido de la reconquista”, o se aglutinar los
votos del otrora liberal Partido Colorado, del ultraderechista Cabildo Abierto,
y de los partidos Independiente y de la Gente, que podrían alcanzar, en sus
cálculos optimistas, hasta el 55% en el segundo turno.
La ley electoral uruguaya establece que hay segunda
vuelta si ninguno de los candidatos supera el 50% de los votos. Para los
analistas, la clave para el ballottage será la mayoría en el Parlamento: quien
logre construir durante el mes de noviembre una coalición mayoritaria que
asegure la gobernabilidad ganará la elección presidencial.
Desde el estreno de la segunda vuelta, hace dos décadas,
todas las elecciones presidenciales se definieron en favor de los candidatos
que, después del primer turno, lograron asegurarse mayoría en el Congreso, ya
fuera por votos propios o por acuerdos con otras fuerzas. En 1999, el colorado
Jorge Batlle pactó una coalición con los blancos y, tres semanas después de
anunciarlo, le ganó sin problemas a Tabaré Vázquez.
En 2004, el Frente Amplio triunfó en primera vuelta. En
2009 y 2014, José Mujica y Vázquez tuvieron que ir al ballottage, pero ya
habían conquistado la mayoría parlamentaria en octubre. Si se observan las
encuestas que circulaban dos meses antes de las elecciones de 2014, el
frenteamplismo sumaba casi diez puntos porcentuales más de intención de voto
que hoy.
El Frente Amplio lleva 15 años ininterrumpidos de
gestión: más de lo que gobernó el kirchnerismo en la Argentina y el Partido de
los Trabajadores en Brasil. La primera razón de su estancamiento electoral es
el desgaste por el ejercicio del poder y no haber construído (o haber impedido
que se consolidaran) nuevos liderazgos partidarios.
**Periodista uruguayo, analista asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
*Abya Yala: Tierra viva, el nombre indígena de América
Latina. En el espíritu de José Martí y los pueblos nativos, Abya Yala es todo
lo que está relacionado con Nuestra América, esta tierra viva que va desde Río
Bravo hasta Tierra del Fuego, Caribe, sin olvidar las primeras naciones de
América del Norte.
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