5 agosto 2019, Cubadebate
(Cuba) http://www.cubadebate.cu/opinion/2019/08/05/carta-astral-de-esper/#boletin20190805
Círculo
de Periodistas Cubanos contra el Terrorismo
De ser cierto que cada
persona nace con un destino prefijado, Mark Esper es de aquellos con un karma
pendenciero. Durante su época de estudiante emprendió tesis referidas a temas
militaristas, algo que no es malo si de buscar la paz, o cierta armonía, se
trata. Su ascenso en julio al cargo de secretario de defensa, acentuó
el nada extraño influjo de las tendencias belicosas tan pródigas siempre
en los meandros del poder real o a la sombra de Estados Unidos.
El abandono por la Casa
Blanca del tratado entre Washington y Moscú destinado a frenar la creación o
tenencia de cohetes de corto y mediano alcance (INF, por sus siglas en inglés) materializado este
2 de agosto, quizás no se deba anotar en los pecados del flamante jefe del
Pentágono, aunque pudo influir, en la toma de esas decisiones, desde su puesto
como máximo responsable de las fuerzas de tierra norteamericanas.
Esper realiza en este
momento una gira por países asiáticos a los cuales desea convencer
para
que sirvan como emplazamiento de nuevos misiles estadounidenses enfilados
contra China, considerada el principal rival estratégico de EE.UU.,
incluso por encima de Rusia. Así afirman varios politólogos. No es este alto
funcionario el primero en exteriorizar temores sobre el auge logrado por
Beijing, pero sí parece tener un plan madurado para amenazar al coloso que se
atrevió a desarrollarse rápido, sin pérdida de sus principales enfoques
sociales internos.
La primera escala del jefe
del Pentágono fue Australia. Desde allí, confirmó a la prensa su plan de ubicar
esos portadores de ojivas nucleares que tuvieron sede en Europa, usada en
calidad de broquel ante una hipotética amenaza militar de la URSS. Ese pretexto
no fue abandonado, y por eso desplegaron el escudo antimisiles en varias naciones
del Viejo Continente dirigidos, por supuesto, hacia territorio ruso, aun cuando
por esas sinrazones ya habituales, dijeran de inicio las destinaban a proteger
a sus socios, de una nunca probada ofensiva desde el Medio Oriente.
El peligro de una guerra
con recursos atómicos que tuvo a los europeos como rehenes de políticas tan
absurdas como ajenas, disminuye cuando es suscrito el INF en 1987. El pulso de
entonces se repite tres décadas después desplazando la amenaza al Asia,
sin abandonar desde luego, los objetivos continentales anti rusos.
El que acaba de abandonarse
permitió desmantelar 846 misiles norteamericanos y 1.846 soviéticos. La
administración estadounidense se justifica acusando al Kremlin de violar parte
de lo suscrito con el desarrollo de un misil que sobrepasa los límites
acordados. Rusia lo niega con énfasis y a su vez acusa a su
contraparte de incumplimientos (el recurso antimisilísticos en países europeos
es uno), mientras sospecha que el empeño real gira en torno al desarrollo de
modelos más avanzados sin verse frenados por prudentes, pero limitantes
bridas.
El recelo tiene sentido
tras el anuncio de Donald Trump sobre un programa para la militarización del
espacio exterior. Sus cercanos y siempre insatisfechos halcones
proyectan, además, avances en armas supersónicas y pidieron 200 millones de
dólares adicionales al Congreso, para sumarlos al ya gordito presupuesto
militar. El cese del INF entra en esos cálculos. Lo sugieren las declaraciones
de Esper cuando admite su preferencia por el desplazamiento hacia la zona del
Pacífico de sus artefactos agresivos.
Si se analiza en sus
esencias, la guerra económica librada contra
China es parte de la misma conjura. Debilitando el comercio, incluso
a costa del empresariado y muchos productores norteamericanos, se
amortigua el peso y emprendimientos desarrollistas hacia dentro o fuera de “el
enemigo”. Algo similar usan con Rusia y se convierte en una de las subterfugios
para el enterramiento del pacto nuclear con Irán.
Las sanciones y los
aranceles se están usando por EE.UU. como arma para disminuir las
potencialidades de varios países y, con las coacciones militares, completan un
macro esquema tras el cual esconden la modernización de sus arsenales atómicos
y el surgimiento de diversos pertrechos ofensivos.
Vladimir Putin propuso una
moratoria para evitar la anulación del INF, hasta tanto se lograran soluciones
civilizadas para lo que Antonio Guterres, secretario general de la ONU,
considera lleva a un aumento en “(…) la amenaza que representan los misiles
balísticos«. Dejarlo sin efecto, implica que “(…) el mundo perderá un
freno invaluable en la guerra nuclear».
Trump y su corte
beligerante (OTAN incluida) se negaron al sugerido aplazamiento, seguros
de poner en aprietos a sus dos mayores contrincantes y, mientras tanto, o por
ello, seguir vigorizando su parque convencional o el atómico con armas
más precisas.
Thomas Mahnken, del centro
de estudios estratégicos de la universidad Johns Hopkins, estimó que esos
misiles de medio alcance a desplegar en islas del Pacífico y en territorios
aliados, asentarán la supremacía militar norteamericana en la región asiática.
Bien mirado, poder de fuego en esos sitios no les falta.
El propio Departamento
de Defensa de EE.UU. certifica la posesión de 112 bases militares en Japón y 83
en Corea del sur, usadas ambas en los 50-53 para la guerra contra norcorea. De
algunas partieron los B26 que bombardearon de modo inmisericorde a Vietnam.
Esas posiciones y su
tremenda dotación, fueron usadas también en las invasiones de Afganistán e
Irak. No son las únicas en la región, pues tienen 5 más en
Filipinas y facilidades en Tailandia y Singapur, para similares hazañas. Se
añaden los 11 gigantescos portaviones desplazados hacia todos los mares, según
convenga. Son verdaderas plataformas flotantes no registradas en la totalidad
de las terrestres. Con semejante volumen agresivo, afirman estar en desventaja,
asumiendo el papel de inofensivos santitos para, en los hechos, continuar
victimizando.
Como final para estas
consideraciones es imprescindible dejar anotado que Mark Elder, fue durante
muchos años el representante de una importante firma armamentística ante el
gobierno estadunidense. Ese cargo, a semejanza a la de cualquier otro
cabildero, le permitió adentrarse en las intimidades del gobierno, conocer sus
flaquezas y los puntos ciegos de las diferentes estrategias o de sus
promotores. Es de imaginar que bajo cuerda o no, continúe favoreciendo a ese
complejo militar-industrial que llevó a la conocida advertencia hecha por el
conservador Dwight Eisenhower al término de su mandato en enero del 1961.
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