8 maio 2013, TeleSURnet http://www.telesurtv.net (Venezuela)
El mundo entero debería recordar agradecido, por estas
horas, los 70 años de la derrota del nazismo, la peor amenaza conocida hasta
entonces contra la humanidad toda. El 9 de mayo, marcó la caída del fascismo y –también
-- el fin de una campaña militar respaldada por el pueblo soviético todo, que
perdió a más de 27 millones de los suyos en los campos y las ciudades de toda
la Europa oriental.
Sin embargo, los vencedores de aquella gesta heroica,
fueron vencidos luego por la andanada cultural capitalista que les arrebató a
los ojos de Occidente aquella victoria para reducirla, apenas, a los avatares
historiográficos del “frente oriental” de la Segunda Guerra Mundial.
Setenta años después, se comprueba con facilidad que
aquella gigantesca operación de tergiversación histórica y propaganda dio sus
frutos. Una encuesta realizada en abril de este año por la agencia británica
ICM Research, indica que
más del 50% de los alemanas creen que su país fue
liberado del nazismo por tropas de los Estados Unidos. También, casi un 50% de los
británicos cree que su país jugó el papel clave en el fin de la guerra.
El Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP, por sus
siglas en francés) indica en un estudio reciente que la opinión sobre el rol de
los Estados Unidos en la segunda guerra fue cambiando con el tiempo. Ante la
pregunta sobre cuál es la nación que más ha contribuido a la derrota de
Alemania, en el mismo mayo del 1945 el 57% de los franceses opinaba que era la
Unión Soviética; medio siglo después, en 1994, el 49% de los franceses pensaba
que el rol principal fue de los Estados Unidos. Una de las más grandes mentiras
de la historia de la humanidad había triunfado.
Y aún sigue triunfando. El mismo estudio del IFOP
revela que para junio de 2004 el 58% creía que la caída del nazismo es mérito
de los Estados Unidos y ahora, según el sondeo antedicho de ICM, esa cifra
trepa al 61%.
Muchos autores coinciden en que la tan mentada “cortina
de hierro” (una suerte de blackout informativo sobre todo lo que sucedía en la
Unión Soviética y los países de la Europa del Este durante la guerra fría de la
segunda mitad del siglo pasado) fue en realidad impuesta por Occidente, y no
tanto por el bloque socialista. Los números antedichos parecen reafirmarlo.
La andanada contra lo que realmente pasó en la Segunda
Guerra se basó menos en los libros y más en la industria cultural. La cortina
de hierro tras la cual quedó relegada la verdad histórica se actuó en el cine
mucho más que en las enciclopedias. Así, por ejemplo, el “Día D” de la guerra
es para muchos en Occidente el desembarco de tropas inglesas y estadounidenses
en las costas de Normandía, el 6 de junio de 1944. Una acción que, es cierto,
condujo a la descomposición de la Francia ocupada por el nazismo.
Lo que no es menos cierto es que, para los días de
Normandía, el Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
llevaba casi tres años de ofensiva sobre el nazismo, desde que en el invierno
de 1941-1942 lograron frenar la Operación Tifón, el hasta entonces demoledor
avance nazi, en las puertas mismas de Moscú. El 7 de enero de 1942, el día en
que los nazis y sus aliados del Eje comienzan a alejarse de Moscú, bien podría
considerarse el “Día D” de la II Guerra.
En paralelo, al norte de Moscú, en Leningrado (hoy San
Petersburgo) millones resistían el sitio nazi sobre la ciudad, que al
finalizar, en enero de 1944, había dejado más de un millón de muertos civiles y
otro tanto de tropas del Ejército Rojo. Mientras tanto, en el mismo período de
resistencia y avance sobre el nazismo, en Stalingrado (hoy Volgogrado), entre
agosto de 1942 y febrero de 1943, se desarrolló una de las batallas más
cruentas de la historia de la humanidad: la batalla que marcó el comienzo del
fin para el nazismo dejó más de un millón de muertos entre los soviéticos, y
otro tanto de bajas (entre muertos, heridos y capturados), en el sexto y cuarto
ejército del Reich. El 2 de febrero de 1943, el día final de la batalla de
Stalingrado, bien podría considerarse, también, otro -verdadero- “Día D” de la
Guerra.
Así, hasta el 9 de mayo de 1945, cuando el nazismo cae
para siempre en su cuna, Berlín, a manos del Ejército Rojo, que llegó hasta
allí no por el “capitán invierno” (otra mentira interesada de la historiografía
occidental sobre la guerra), sino impulsado por estrategas militares, soldados
convencidos de su rol histórico y -especialmente- por un pueblo que entendió lo
que estaba en juego, y luchó por su supervivencia hasta la victoria, bañando
con su sangre praderas interminables. Y no es metáfora. Veintisiete millones de
muertos lo hacen literal.
El mundo -- millones por ignorancia provocada, algunos
pocos por malsana intención -- le debe todavía al Ejército Rojo y al pueblo de
la Unión Soviética el reconocimiento eterno por su decisiva acción por
liberarnos, a todos, del fascismo hecho ejército de muerte. Los cimbronazos de
la historia verdadera van abriendo el camino y este año, los poquitos veteranos
de la Gran Guerra Patria y la memoria de todos los demás en el Desfile de la
Victoria en Moscú estarán más acompañados y abrazados que nunca. Es mucho. Pero
todavía es poco.
Twitter: @Marcos_Salgado
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