24 septiembre 2016, Rebelión
http://www.rebelion.org (México)
El primer ministro chino Li
Keqiang visita Cuba. Ambos países han exhibido en los últimos lustros una clara
cercanía política pasando página de los diferendos ideológicos que les
distanciaron durante la guerra fría. En China siempre ha existido cierta
admiración por la Revolución Cubana y sus líderes, manifestada desde el primer
momento del triunfo con el reconocimiento diplomático de la República Popular,
el primero de un país de América Latina, y la histórica visita del Che a
Beijing. Hoy, con ambos países gobernados por partidos comunistas, el respeto a
las especificidades mutuas y a la libre elección del camino de desarrollo
representa el núcleo de una relación basada en el derecho al ejercicio de una
heterodoxia con desiguales signos de pragmatismo.
Li Keqiang
llega a Cuba al frente de una numerosa delegación, más de cien personas. Es la
primera vez que un primer ministro chino pisa Cuba, un país con un 1 por ciento
de población con ascendencia en el gigante asiático, descendientes de los
culíes llegados a la isla en
el siglo XIX. China es el segundo socio comercial
de Cuba pero el volumen de los intercambios no alcanza los 2 mil millones de
dólares. En los últimos años se han registrado altibajos. Las inversiones
chinas, que crecen a gran velocidad en todo el mundo, pasan de largo por Cuba,
aunque siga siendo el mayor receptor en el Caribe. China, no obstante, ha
apoyado con préstamos y aplazamientos varios del pago de la deuda el desahogo
de la precaria economía cubana pero sin implicarse de lleno en poner a flote y
buen recaudo la “actualización” del modelo de desarrollo cubano.
En el plano
bilateral, en lo que va de siglo, las visitas de presidentes chinos (Jiang
Zemin en 2001, Hu Jintao en 2004 y 2008 o Xi Jinping en 2014) es fiel reflejo
de esa querencia ya que pocos países pueden mostrar un palmarés similar pero,
pese a la pompa que las ha rodeado, no se han traducido en un salto cualitativo
en el plano económico y comercial. Li firmará numerosos acuerdos durante la
visita pero lo realmente importante es dar el paso a un nuevo modelo de
relaciones bilaterales que hasta ahora se ha centrado en las exportaciones de
níquel o azúcar o el establecimiento de algunas empresas mixtas pero quedando
muy por debajo de su potencial. La zona especial de desarrollo de Mariel bien
pudiera acaparar buena parte de la atención. Téngase en cuenta que Li llegará a
La Habana tras haber visitado Canadá, país con importantes intereses en Cuba.
La cooperación en capacidad productiva en mercados terceros (que España
igualmente podría explorar) facilitaría triangulaciones de especial impacto en
el desarrollo de la isla. Para ello, Cuba debe mejorar a mayor ritmo su
experiencia empresarial y China renunciar a la búsqueda de privilegios.
Con los
cambios que se registran en Brasil, Argentina, etc., o la precaria estabilidad
de Venezuela, la significación política de Cuba en la estrategia china de ganar
presencia e influencia en el hemisferio gana enteros. La mejora del ambiente
inversor en la isla puede introducir matices en la agenda de sus intereses,
hasta ahora centrados prioritariamente en la energía, materias primas o I+D.
Las infraestructuras pueden señalar un punto de encuentro.
A nivel
global, la mejora de las relaciones entre La Habana y Washington pero también
la renovada presencia rusa (Putin visitó Cuba en 2014), el interés de
competidores estratégicos como Japón (Abe acaba de visitar la isla) o el cambio
de política de la UE en relación a Cuba, son elementos que Beijing no puede
ignorar. Por todo ello, esta visita de Li Keqiang gana relevancia por cuanto
puede significar el fin del titubeo del gigante asiático con Cuba y dejar
entrever que llegó el momento de poner números en serio a los afectos que
tradicionalmente han marcado las simpatías mutuas.
Xulio Ríos es director del Observatorio de la
Política China. Acaba de publicar “China Moderna” (Tibidabo ediciones).
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