8 julio 2015, Pagina12
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La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, hablo extensamente
del golpismo en un reportaje que brindo al diario Folha de S. Paulo
Dilma dijo que para derribar a un
presidente se necesita explicar el porqué y habló de las campañas sucias
sembradas en las redes sociales. El domingo, el PSDB oficializó su opción
programática por la destitución del gobierno.
Llamemos a las cosas por su nombre,
dijo ayer Dilma y habló extensamente, por primera vez, del golpismo al que
prometió enfrentar “con uñas y dientes”. Fue en una entrevista publicada el
martes de una semana política iniciada tempranamente el domingo durante la
convención en la cual el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB)
oficializó su opción programática por la destitución del gobierno elegido en el
ballottage del 26 de octubre del año pasado. Aécio Neves, vencido por Dilma en
esos comicios, y el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso coincidieron, a
pesar de diferencias parciales, en la estrategia del golpe institucional,
comparable con el que acabó con el mandato del presidente paraguayo Fernando
Lugo. Detalle: el PSDB justificó en 2012 la caída de Lugo y 3 años antes la de
Manuel Zelaya en Honduras.
“Yo no voy a caer, no caeré...no
esperen que me ponga nerviosa, no me atemorizan” con la prédica a favor del
impeachment (juicio político) reivindicada por “una cierta oposición un tanto
golpista. ¿Por qué yo no voy a terminar el mandato? Para derribar a un
presidente se necesita explicar el por qué”, sentenció Dilma en el reportaje
donde también habló de las campañas sucias sembradas en las redes sociales.
“El otro día postearon que yo
había
intentado suicidarme, que estaba traumatizadísima. No apuesten a eso. Yo viví
algo cien mil veces peor cuando fui presa y torturada (durante la dictadura).
Si no quise suicidarme cuando querían matarme, ¿por que habría de hacerlo
ahora?...Decir eso es absolutamente desproporcionado, eso no va conmigo....No
quieran comparar a la actual disputa política con la tortura. Esto es parte de
una lucha para construir (un modelo) de país.”
Durante la extensa entrevista
concedida a Folha de S. Paulo Dilma abordó cada uno de los engranajes del golpe
en gestación. Se refirió incluso a la pata judicial, encarnada en un juez de
provincia evidentemente aliado a la oposición, quien sustancia de forma parcial
el proceso de corrupción en Petrobras.
En el contenido y la forma de las
respuestas de Dilma se advierte la decisión política de irle al toro: o se
aplasta a la conspiración o será difícil que este cuarto gobierno del PT
concluya su mandato el 31 de diciembre de 2018.
Desde las tiendas petistas hubo
apoyo a las respuestas de Dilma. “La presidenta hizo lo correcto porque la
situación es grave, ella finalmente apareció después de mucho tiempo, volvió a
ser la Dilma del corazón valiente (lema de la campaña electoral) dispuesta a
dar la pelea” la respaldó ayer Lindbergh Farias.
El senador carioca Farias impulsa,
junto a sectores del PT, la formación de un frente amplio con partidos de
izquierda y movimientos sociales para contener la avanzada destituyente.
El golpe de Freud
En la oposición conviven grupos
disímiles que van desde neoliberales representativos de las clases medias y
altas, como Aécio Neves, hasta evangélicos con base electoral en las favelas
donde predican la identificación de Dilma con la homosexualidad y lucifer. De
momento, el socialdemócrata liberal Neves; el evangélico Eduardo Cunha, jefe de
Diputados, y el titular del Senado, Renán Calheiros, suman fuerzas para tornar
inviable al gobierno y generar las condiciones del impeachment.
Más allá del poder de fuego de esos
dirigentes, a los que se suma el socialdemócrata José Serra, lo cierto es que
entre ellos hay disputas fratricidas y plazos diferentes.
Serra sigue anhelando ser
presidente, luego de dos derrotas ante el PT en 2002 y 2010, pero desconfía de
una salida inmediata y prefiere “hacer sangrar” lentamente a Dilma y al partido
gobernante.
Los plazos de Serra son distintos a
los de su enemigo y correligionario Neves, comprometido con el “impeachment ya”
que le permitiría competir en imaginadas elecciones anticipadas. El ímpetu de
Neves por llegar al Planalto suele traicionarlo, como ocurrió esta semana
cuando en un acto fallido dijo que la “convención del PSDB me reeligió este
domingo como presidente de la república”. En realidad fue reelegido como jefe
del PSDB y como tal ya convocó a una nueva marcha golpista, que espera sea tan
concurrida como las de marzo y abril pasados, para el próximo 16 de agosto.
Durante la tarde de ayer la
entrevista de Dilma fue motivo de polémicas en el Congreso donde petistas y
socialdemócratas cruzaron lanzas. “Lo que está haciendo el PSDB en complicidad
con la prensa, que se autodenomina como partido político, es criminalizar al PT
y al gobierno. Eso se llama golpe”, gritó en el recinto el senador Humberto
Costa, jefe del bloque oficialista donde se percibía un espíritu de lucha
renovado.
Mientras tanto, importantes
dirigentes del PT realizaban en Brasilia un encuentro con el PC Chino en el que
se debatía la importancia de construir un mundo multipolar y Dilma volaba hacia
Rusia donde hoy se inician las deliberaciones de la VII Cumbre de Presidentes del
Grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La realización de la gira europea,
que incluye una escala en Italia, es una demostración de que pese a las
bravatas opositoras al gobierno le resta bastante sustentabilidad política: si
la crisis fuera tan grave, o terminal, como se la describe en los medios la
presidenta no podría ausentarse del país hasta el domingo.
En la ciudad rusa de Ufá, Junto a
Vladimir Putin y Xi Jinping, Dilma ajustará los últimos acuerdos para poner en
funcionamiento el Nuevo Banco de Desarrollo lanzado durante la VI Cumbre
realizada hace un año en Fortaleza, nordeste brasileño.
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