20 marzo 2014, Sur y Sur http://www.surysur.net
El fallido intento de derribar por la fuerza al gobierno del
presidente venezolano Nicolás Maduro ha evidenciado su enorme aislamiento:
Latinoamérica y el Caribe cerró filas en defensa del curso democrático de la
Revolución Bolivariana, mientras crecían, hasta en la prensa local, las expresiones
de repudio a las acciones violentas, que dejaron un saldo de 28 muertes,
destrucción, incendios, miles de vecinos inmovilizados en sus residencias, humo
y gases, pánico y terror…
Fracasó el
intento de injerencia hasta en la OEA, salvo por el apoyo de Estados Unidos y
Canadá. Solo el gobierno de Panamá se les sumó en el intento de impedir la
declaración de solidaridad con Venezuela propuesta por Bolivia y acordada por
29 gobiernos latinocaribeños. Era hora: pareciera que ya la OEA no le sirve al
imperialismo para legitimar sus agresiones contra los pueblos de nuestra
América.
Suena extraño
que apenas dos meses después de las últimas elecciones municipales en
Venezuela, que ganó holgadamente el oficialismo, se tome esta decisión de
patear el tablero y buscar una “salida” inmediata, al margen de calendarios
constitucionales. Pero no es tan raro si consideramos que en los últimos doce
años distintas oficinas del gobierno de Washington (y de algunos países
europeos) han “invertido” millones y millones de dólares -- junto con
ONGs --pantallas y empresarios de varios países de la región --, para gestar un
golpe, primero contra Chávez y luego contra Maduro. El botín es grande: las
mayores reservas petroleras del mundo.
Pero en Washington no tomaron nota de la decisión. La arrogante y amenazadora declaración del secretario de Estado imperial, John Kerry, del 12 de marzo, donde anunciaba que EE.UU. invocará la llamada cláusula democrática de la OEA y aplicará sanciones contra Venezuela (que podrían afectar gravemente a la población, dijo), indica que Washington decidió desafiar la declaración de la OEA y continuar brindando apoyo a los violentos -mezcla rara de paramilitares colombianos y “sifrinos” (niños bien) venezolanos, sin más proyecto que el plan golpista llamado “La salida”-. Pocos días después, el mismo Kerry reconoció su frustración que atribuyó a las acusaciones que Maduro lanza reiteradamente a EE.UU. “No han facilitado que nosotros tengamos el tipo de impacto que nos gustaría tener”.
Lo cierto es
que EE.UU., Canadá y Panamá no están solos en su apoyo a la oposición violenta:
los acompañan las fuerzas más reaccionarias del mundo. La creciente y orgánica
participación de los cartelizados medios de comunicación nacionales y
extranjeros en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes
desestabilizadores promovidos por -y desde- EE.UU., demuestra que éstos se han
convertido en verdaderas unidades militares. Si hace cuarenta años necesitaban
de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es
simbólico y les basta con el control de los medios hegemónicos.
La propuesta apoyada por Estados Unidos, Panamá y Canadá de llamar a un mediador internacional fracasó en el consejo permanente de la OEA. “Esperamos que la presión social, la región y los vecinos cercanos sean quienes puedan tener el mayor impacto sobre el gobierno venezolano”, dijo Kerry ante los congresistas. Horas después de su audiencia, el pleno del Senado aprobó por unanimidad una resolución bipartidista que exhorta al presidente Barack Obama a negar visas y congelar activos a responsables venezolanos de violar derechos humanos.
Tras el rechazo
de que el caso de Venezuela fuera discutido en la OEA, los cancilleres de los
doce países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunieron en
Santiago, donde acordaron crear una comisión de ministros de Relaciones
Exteriores que acompañará el diálogo entre el gobierno y la oposición
venezolana a partir de la primera semana de abril. El canciller argentino
Héctor Timerman sostuvo que “es una clara ratificación de los valores
democráticos a partir del diálogo y el respeto a la institucionalidad”; el
venezolano, Elías Jaua, se declaró satisfecho, mientras su par chileno, Heraldo
Muñoz, dijo que el principio esencial del organismo es la defensa de los
gobiernos legítimamente constituidos.
En la
resolución de Unasur destacan la posición ante “cualquier amenaza a la
independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela”, además del
nombramiento de la comisión de cancilleres, que una vez se apersone en Caracas,
será muy útil para que el mundo conozca, de esa fuente, la verdad de lo que
ocurre en Venezuela.
El texto
reiteró en su parte principal el comunicado de la Unasur del 16 de febrero
sobre la situación en Venezuela, en el cual manifestaba su “más enérgico
rechazo” a los actos de violencia a la vez que expresaba las “condolencias y
solidaridad” con los familiares de las víctimas y “con el pueblo y el gobierno
democráticamente electo de esa nación hermana”. En Santiago, los cancilleres
resolvieron además “respaldar los esfuerzos del gobierno de Venezuela para
propiciar un diálogo entre el gobierno, todas las fuerzas políticas y actores
sociales con el fin de lograr un acuerdo que contribuya al entendimiento y a la
paz social”.
Estrategia de desgaste y desinformación
De todas formas, sería erróneo pensar que estas “guarimbas”(1) y
ataques violentos que llegaron al extremo de asesinar vecinos o autoridades que
limpian las zonas afectadas, no están haciendo daño en varios sentidos. Son
parte de una guerra de desgaste que es acompañada por buena parte del “partido”
mediático nacional e internacional, y por factores económicos que siguen
apostando al sabotaje y que financian generosamente a los comandos violentos.
¿Cuándo se había visto en Venezuela destruir una pista de atletismo como forma de protesta? ¿Cómo explicar el incendio de un camión con cuarenta toneladas de alimentos para el pueblo? ¿Cómo se explican los salvajes ataques a las estaciones del Metro y a las instalaciones eléctricas y telefónicas?, se pregunta en su columna dominical el director del diario Ultimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.
Quieren provocar cansancio en los ciudadanos, sembrar una sensación de caos e ingobernabilidad. El plan golpista en sí no parece tener perspectivas de éxito, sobre todo porque en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, los violentos están generando gran rechazo. Es impensable que en este momento pueda darse ningún movimiento serio hacia un golpe de Estado, sobre todo después de los resultados de las reuniones del consejo permanente de la OEA y de los cancilleres de la Unasur.
Pero el hecho
de que el conjunto de la oposición luzca cada vez más a la cola de la
ultraderecha fascista, es un logro para esta última que está imponiendo su
agenda. Algunos “líderes” opositores suponen que las “guarimbas” les están
haciendo un trabajo sucio del cual ellos puedan recoger alguna cosecha, dado el
deficiente trabajo de masas. Bien vale, pensarán algunos, la cabeza de Leopoldo
López (preso por incitación a la violencia), si a cambio de eso se sigue
afectando el abastecimiento de mercancías y se siguen perfilando las matrices
de caos, desgobierno, zozobra y miedo.
Esos sectores
saben que las “guarimbas” no derribarán al gobierno, pero esperan que los
problemas y las matrices actuales se incrementen, o al menos se mantengan, para
recoger después la cosecha en votos, aún cuando recientes encuestas señalan lo
contrario.
Probablemente
alentado por el resultado de las reuniones de la OEA y sobre todo de Unasur, el
gobierno ha decidido ponerles la cara más seria a las “guarimbas”, ordenando
allanamientos y la actuación de la fuerza pública en las zonas de focos
violentos, y además la detención de los financistas y proveedores de estos
grupos violentos. Quizá haya que dictar órdenes de captura por Interpol.
El mundo al
revés
En Venezuela parecen haberse invertido todos los códigos de la relación histórica entre Izquierda y derecha, lo que confirma que los sectores conservadores, para tratar de acercarse a las mayorías, copian el discurso progresista. Así lo hizo Henrique Capriles en la campaña electoral ante Hugo Chávez, por ejemplo. Ahora intentan imponer el imaginario del mundo al revés en un acto transformista: la Izquierda sería el poder, la fuerza, la represión y la censura, responsable de la crisis y los actos ilegítimos; la derecha se disfraza con rostro del pueblo, de los jóvenes, de los que ponen las víctimas, los censurados, los que reclaman contra la inflación y el desabastecimiento, y pasan a tener patente de demócratas reconocidos alentados por los grandes medios cartelizados de gran parte del mundo. Sin duda, los medios son parte de la batalla y no meros informadores: la guerra es cultural, ideológica.
En Venezuela parecen haberse invertido todos los códigos de la relación histórica entre Izquierda y derecha, lo que confirma que los sectores conservadores, para tratar de acercarse a las mayorías, copian el discurso progresista. Así lo hizo Henrique Capriles en la campaña electoral ante Hugo Chávez, por ejemplo. Ahora intentan imponer el imaginario del mundo al revés en un acto transformista: la Izquierda sería el poder, la fuerza, la represión y la censura, responsable de la crisis y los actos ilegítimos; la derecha se disfraza con rostro del pueblo, de los jóvenes, de los que ponen las víctimas, los censurados, los que reclaman contra la inflación y el desabastecimiento, y pasan a tener patente de demócratas reconocidos alentados por los grandes medios cartelizados de gran parte del mundo. Sin duda, los medios son parte de la batalla y no meros informadores: la guerra es cultural, ideológica.
La violencia es
una táctica, parte de la estrategia diseñada de antemano. Fue algo buscado
desde el primer día de las movilizaciones y, los muertos -en su mayoría
chavistas o policías- son presentados cómo causados por una represión que nunca
existió. El llamamiento de Leopoldo López reclamando a las “guarimbas” que “el
que se cansa, pierde” parece no haber logrado su objetivo. Lo hubiera logrado
si el gobierno de Nicolás Maduro hubiera apelado a la represión y a las
protestas estudiantiles se hubieran plegado obreros y campesinos, o si los
llamados a la división de las FF.AA. hubieran tenido alguna audiencia. Pero el
gobierno, en cambio, ha llamado al diálogo y conformado la Mesa por la Paz,
iniciativa que se ve reforzada ahora por el apoyo de América Latina y el Caribe.
Nota
(1) “Guarimbas” se les llama a las barricadas de fuego organizadas, principalmente, en algunas urbanizaciones (barrios) de clase media-alta de Caracas y también de Valencia. Se cierran urbanizaciones con barricadas de fuego, montando focos de violencia, por grupos bien entrenados. Mientras, las policías municipales y de las gobernaciones vinculadas con las organizaciones derechistas -Primero Justicia y Voluntad Popular-, no hacen nada para evitar la acción de esos grupos.
(1) “Guarimbas” se les llama a las barricadas de fuego organizadas, principalmente, en algunas urbanizaciones (barrios) de clase media-alta de Caracas y también de Valencia. Se cierran urbanizaciones con barricadas de fuego, montando focos de violencia, por grupos bien entrenados. Mientras, las policías municipales y de las gobernaciones vinculadas con las organizaciones derechistas -Primero Justicia y Voluntad Popular-, no hacen nada para evitar la acción de esos grupos.
*Publicado en
“Punto Final”, edición Nº 800, 21 de marzo, 2014
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