27 octubre 2012/ Agencia de Noticias Nueva Colombia-Anncol http://www.anncol.eu (Suecia)
Escrito por FARC-EP y ANNCOL
LA HABANA / ANNCOL / OCTUBRE 27 / En un nuevo comunicado, hoy sábado,
la delegación de Paz de las FARC-EP en la Habana, abre el debate en el primer punto del Acuerdo General que es
el tema de la TIERRA.
“Nuestra concepción tierra-territorio, se opone al
desafuero del capitalismo por dominar y manipular la naturaleza sin medir o sin
que le importen las consecuencias, que ya ha generado irreparables daños,
exterminio de especies, destrucción de tejidos sociales, desarticulación de la
economía campesina, desequilibrios ambientales y sociales, al punto de estar
empujando al planeta a su destrucción”, subraya el comunicado titulado “Reflexiones
sobre la agenda de la Habana II”.
El gobierno en la Casa de Nariño (casa presidencial) en
Bogotá, enfrenta conflictos prácticamente en todo el territorio nacional,
producto de la entrega de concesiones a minerías, empresas transnacionales, una
política desastrosa para la soberanía alimentaría.
La delegación de las FARC en la Habana quiere ampliar y
generalizar el debate para que todo el pueblo colombiano sea parte del primer
punto de la agenda que comienza el 15 de noviembre en la capital cubana.
En un documento [1] editado
el 18 de octubre del año en curso por Héctor Mondragón, consultor de ILSA y
Paula Álvarez Roa, politóloga e investigadora, aportan elementos muy
interesantes para enriquecer el debate en la Habana. Defienden y muestran con
cifras la importancia que tienen los pequeños agricultores tanto en
productividad como en la protección del medio ambiente. Y cita otro
investigador:
“Estudiosos del tema como Albert
Berry, han señalado que sin embargo los pequeños productores son mas
productivos que los grandes, que los argumentos sobre economías de escala raras
veces son aplicables a las empresas agrícolas; además, las ventajas de los
pequeños son muy grandes: producen bienes que crean mayor valor por hectárea,
emplean más trabajadores (en el caso de la caña de azúcar, en Colombia, se
requieren 5 hectáreas para producir un puesto de trabajo y 6 hectáreas en el monocultivo de palma aceitera),
protegen mejor el medio ambiente y favorecen la soberanía alimentaria”.
Los dos investigadores del campo colombiano rechazan la
política de los gobiernos en turno, que entregan el campo a transnacionales o a
monocultivos cuyo efecto es importación de alimentación:
“A pesar de ese aporte fundamental de los campesinos, al
país, la política rural viene golpeando su economía. Entre los años 2005 y
2006, las importaciones agropecuarias aumentaron en un 21.66% pasando de 6
millones 330 mil toneladas a 7 millones 710 mil toneladas. Para el año 2008 las
importaciones llegaron a 8 millones 220 mil toneladas, y en 2010 el país
importaba ya 10 millones 500 mil toneladas de productos agropecuarios y
agroindustriales”.
En su investigación constatan que existe “una alta
concentración especulativa de la propiedad de la tierra, que determina que 16
millones y medio de hectáreas aptas para la agricultura estén siendo
desperdiciadas, especialmente en grandes propiedades, y se registran altos
precios de la tierra comparados con los del resto del mundo, los mayores de la región”.
Sin duda, en la Habana el 15 de noviembre la delegación
insurgente tendrá más elementos para el debate y el diálogo con la delegación
gubernamental, dirigida por el ex ministro Humberto de la Calle.
NOTA: [1]
Colombia: Una sentencia semilla para cambiar la política de tierras.http://www.anncol.eu/index.php/colombia/economia/533-colombia-una-sentencia-semilla-para-cambiar-la-politica-de-tierras
A continuación, damos a conocer el
Comunicado de la Delegación de Paz de
las FARC-EP sobre el primer punto de la agenda del 15 de noviembre en la
Habana:
COMUNICADO
La Habana, República de Cuba. Octubre 27 de 2012.
Sede de los diálogos por la paz con
justicia social para Colombia.
REFLEXIONES SOBRE LA AGENDA DE LA HABANA II
Comienza el proceso de diálogos por la paz, que no de
negociación ni de capitulación, con una Agenda práctica, de sencillo
entendimiento cuyo análisis conlleva a entender que para las partes el punto de
arranque, el primer punto del Acuerdo General, implica referirnos a la concepción
que tenemos de lo que es la TIERRA. Nuestra visión no se delimita a lo que
comúnmente se define como suelo, ni el sentido de nuestra lucha a la
reivindicación solamente de la formalización de la propiedad del mismo. Para
las FARC-EP, el elemento TIERRA es componente esencial del TERRITORIO; de tal
manera que es a partir de este concepto que se han de dar nuestras
consideraciones fundamentales, tomando como base de esa territorialidad
aspectos como soberanía en general, la relación amigable con la naturaleza, el
problema de la soberanía alimentaria como algo más específico, y el bienestar
social, entre otros aspectos. La definición de territorio toma en cuenta las
relaciones socio-históricas y socio-ambientales, por ejemplo.
El territorio es factor fundamental de existencia, abrigo
de vida y de estancia armónica con la naturaleza, cuya apropiación la
concebimos en perspectiva social y no mercantilista.
De tal concepción se desprende una visión no utilitarista
ni de dominio antropocentrista, de relacionamiento con el suelo, el subsuelo y
el sobre-suelo como conjunto en el que se desenvuelven relaciones
socio-históricas, incluyendo el aspecto de definición de la soberanía, que
pongan freno a la apropiación desaforada de sus componentes orgánicos e inorgánicos.
En tal sentido, nuestra visión propende por un manejo de
interrelación humanidad-naturaleza, que entraña respeto a la tierra, a las
aguas, a la flora, a la fauna, los elementos todos de la espacialidad,
distantes de la cosificación y mercantilización de sus componentes en las
formas de objetivación destructiva de la vida en que lo impone el capitalismo
de libre mercado.
Nuestra concepción tierra-territorio, se opone al
desafuero del capitalismo por dominar y manipular la naturaleza sin medir o sin
que le importen las consecuencias, que ya ha generado irreparables daños,
exterminio de especies, destrucción de tejidos sociales, desarticulación de la
economía campesina, desequilibrios ambientales y sociales, al punto de estar
empujando al planeta a su destrucción.
El derecho a la tierra va más allá del derecho al suelo y
a su titulación; se trata de un derecho a la reapropiación colectiva, social,
del territorio, como parte esencial del derecho a la vida, al disfrute de la
naturaleza en armonía con ella, a la reafirmación y desarrollo de las
relaciones sociales y de la cultura en el marco de un desarrollo
socio-económico sustentable.
Consideramos el territorio desde la naturaleza y desde la
cultura, en el plano de la sustentabilidad, asumiendo que el poder no puede ser
dominio sobre la naturaleza sino existencia armónica con y dentro de ella. Con
esta perspectiva compartimos el planteamiento de VÍA CAMPESINA en cuanto a que
los pueblos libres deben poseer la facultad para definir sus propias políticas
agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible,
entendiéndose éste como el desarrollo que busca satisfacer las necesidades de
las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las
generaciones futuras.
Denunciando que todos los proyectos que derivan en
entrega del patrimonio nacional surgen de las élites gobernantes de manera
inconsulta, queremos recordar a Orlando Fals Borda cuando en su preocupación
por que se reformule la idea del territorio a partir de un ordenamiento del
mismo que promueva la paz, la vida y la soberanía alimentaria. Al respecto, nos
dice: “una indiscutible prioridad para estos fines… es el retorno a la tierra y
valorar el mundo rural con todo su entorno y sus historias. Es el cosmos verde
que nos ha alimentado como nación desde que el mundo es mudo. Ignorar el
trópico es suicida y miope. Entregarlo en manos de intereses de otros contornos
es traición”.
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