17 julio 2014, ADITAL, Agencia de
Información Fray Tito para América Latina
Juan Manuel Karg*
La reunión desarrollada esta semana
en Brasilia, entre los presidentes de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica- y sus pares de la Unasur demuestra el nuevo papel de América Latina
en el concierto mundial de naciones. ¿Cuáles fueron las afirmaciones de la VI
Cumbre de los BRICS respecto a Unasur? ¿Qué interrelacciones se pueden dar
entre ambos organismos internacionales?
En Mar del Plata, allá por 2005, los países de América
Latina clausuraron la creación de la Alianza de Libre Comercio que proponía la
administración Bush bajo el nombre de ALCA. Ese paso, aún defensivo, permitió
luego la emergencia de diversos organismos de integración entre nuestros países
que privilegiaron la soberanía y el desarrollo autónomo: ALBA, Unasur y CELAC.
Todos ellos, aún con algunas diferencias de orientación, privilegiaron una
nueva forma de relación entre nuestros países.
Al mismo tiempo en que Unasur se creaba, allá por
2008, los BRICS estaban
en un paso embrionario: la primera cumbre de este
bloque -aún sin Sudáfrica- tuvo lugar en Rusia en junio de 2009. Un hombre tuvo
importancia en ambos bloques: el ex presidente brasileño Lula da Silva, quién
participó activamente de la aparición de las dos herramientas. A su vez, en
nuestro continente, tanto Hugo Chávez como Néstor Kirchner fueron puntales para
el genuino desarrollo de Unasur. La muerte de ambos sin dudas golpeó a un
organismo que ha sido importantísimo en términos democráticos: Unasur frenó
diversos intentos de desestabilización en la región, como los ocurridos en
Bolivia (2008), Ecuador (2010) y Venezuela (2014).
Un punto fundamental surge de la VI Cumbre de los
BRICS, realizada antes del encuentro de los Jefes de Estado de este bloque con
sus pares de Unasur: la creación del Banco de Desarrollo del bloque, con sede
en Shangai y un capital inicial de unos 50.000 millones de dólares, que
iniciaría sus préstamos en el año 2016. Se trata sin dudas de un nuevo paso en
la búsqueda de una "nueva arquitectura financiera internacional”, en medio
de disputas como la que tiene la Argentina con los fondos buitre, que marcan el
ocaso de una forma de concebir las finanzas a nivel global.
Este Banco de Desarrollo sólo se podrá parar como una
alternativa válida al FMI y al Banco Mundial si efectivamente no interviene en
la política interna de los países a los cuales efectúa los préstamos -sólo
recordar aquí algunas de las condiciones "leoninas” impuestas tanto por el
FMI y el BM en nuestros países: reducción del ´gasto´ público; privatizaciones;
etc-. Aquí resta ver cuál puede ser la relación entre esta nueva iniciativa y
una vieja idea que recién ahora empieza a materializarse: el Banco del Sur,
instancia que se reunirá próximamente en Buenos Aires -24 y 25 de julio- para
concretar los aportes de capital y nombrar el directorio ejecutivo y el
presidente del ente bancario.
Ante este escenario, promisorio para dar por tierra
aquellas editoriales de algunos medios de comunicación -que visualizaban a
nuestro continente "aislado del mundo”-, la reunión Unasur-BRICS en
Brasilia demuestra que las potencias del nuevo mundo multipolar buscan
acrecentar sus vinculaciones económicas, políticas y sociales con nuestro
continente. No por casualidad el documento final de la VI Cumbre BRICS destaca
"los procesos de integración de América del Sur”, y, en especial, "la
importancia de la Unasur”. En un nuevo mundo donde Washington ya no detenta la
hegemonía económica -- China pasará a ser la primera economía mundial a fines
de 2014 -- la interrelación BRICS-Unasur abre valiosas puertas para un
desarrollo autónomo de nuestro continente.
* Juan Manuel Karg: Licenciado en Ciencia
Política UBA. Investigador Centro Cultural de la Cooperación. Buenos Aires, Argentina
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