26 junio 2014, TeleSUR http://www.telesurtv.net (Venezuela)
Con esta
guerra Washington trata también de acosar y cercar militar y económicamente a
una China que lo desplaza como primera potencia económica mundial y a Rusia,
cuya alianza con la primera crea un formidable polo de poder económico y
militar, reforzado por la cooperación con los otros Brics.
A la vez
persigue liquidar la lucha de los pueblos y los estados que no se subordinan a
sus dictados y defienden su independencia y soberanía. En Medio Oriente, salvo
Siria, ya ha destruido literalmente a todos los estados independientes. Ello da
una medida del peligro que se cierne sobre los países de América Latina
y el
Caribe agrupados en el Alba, Unasur y Mercosur e impulsores de un esfuerzo de
unidad latino-caribeña como Celac, que produce pesadilla en Washington. Aunque
en Venezuela, por su liderazgo latinoamericano y sus incomparables reservas de
hidrocarburos, la internacional de las derechas concentra esfuerzos
descomunales para derrocar su gobierno legítimo, ningún país escapa en nuestra
región a los planes de reconquista o recolonización de Washington.
Pero sea
en la ex Yugoslavia, Afganistán, Venezuela, Argentina, Ucrania, Libia, Siria -y
ahora, de repente, nuevamente en Irak-, la impudicia y la hipocresía de esta
política exige a los pulpos mediáticos justificarla a sus audiencias cautivas
con narrativas fantasiosas, sin lugar en el tiempo ni en el espacio reales.
Inventan o reciclan nuevos membretes en cuestión de horas: “terroristas”, la
“soledad de los estudiantes venezolanos”, los “expertos económicos sobre
Argentina”, o los abnegados luchadores por la democracia en la plaza Maidán, o
el caso de intercambiables comodines, un día nobilísimos y admirables rebeldes
en Siria y al siguiente bestiales y sanguinarios yihadistas en Irak. Goebbels
moriría de envidia.
¿Cómo se
explica que una banda de “fundamentalistas islámicos” conquiste en horas una
tercera parte de Irak sin apenas resistencia por las fuerzas del gobierno?
Nadie más indicado para responderlo que Estados Unidos, creador de esta legión
internacional de lunáticos y mercenarios entrenados por la CIA y otros
servicios occidentales y armados con un río de dólares sauditas, cataríes y
turcos para destruir al Estado sirio y, por consiguiente, golpear duro a Irán,
y eliminar a las Fuerzas Patrióticas Libanesas agrupadas en torno a Hezbolá. Se
suponía que Washington había organizado con tanto esmero al ejército y la
seguridad iraquíes que ya estaban listas según Obama para asegurar la paz y la
estabilidad del país.
Es
evidente que a los hombres del llamado Estado Islámico de Irak y el Levante se
han unido otras fuerzas sunitas dentro de ese país no necesariamente
fundamentalistas. Entre otras razones por el hartazgo con la escandalosa
corrupción y la política sectaria del gobierno chiita de Nuri al-Maliki.
De la
misma manera que pueden haberlo hecho muchos entre los miles de combatientes
del ejército de Sadam Hussein y de funcionarios baasistas mandados masivamente
al desempleo por los yanquis tan pronto inició la ocupación, también agraviados
por el sectarismo religioso.
Pero fue
Estados Unidos quien aplicó la carta sectaria desde el comienzo de la
intervención para su plan de desmembramiento de Irak y Medio Oriente según
fronteras confesionales. Como la corrupción. Hay muchos miles de millones de
dólares para la “reconstrucción” de Irak cuyo paradero aún desconocen los
auditores del gobierno federal. Súmese la repartición entre los amigotes de los
jugosos contratos donde cientos de compañías como la Hallyburton de Dick Cheney
hicieron su agosto... sin reconstruir nada.
Los
gobiernos patriotas y fuerzas populares de América Latina deben mirarse en el
espejo de Medio Oriente, unirse “como la plata en las raíces de los Andes” y
endurecer sus puños.
Twitter:
@aguerraguerra
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