10
de noviembre de 2019 · Actualizado hace 9 hs, Página 12
(Argentina) https://www.pagina12.com.ar/230296-el-golpe-en-bolivia-cinco-lecciones
Por Atilio A. Boron
La
tragedia boliviana enseña con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos
y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus
conciencias para siempre. Aquí, una breve enumeración, sobre la marcha, y como
preludio a un tratamiento más detallado en el futuro.
Primero, que por más
que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo,
se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren
todos los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo
jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses.
Segundo, hay que
estudiar los manuales publicados por diversas agencias de EEUU y sus voceros
disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las
señales de la ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de
destrozar la reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se
llama asesinato del personaje (“character assasination”) calificándolo de
ladrón, corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a
comunicadores sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que
a favor de su control cuasimonopólico de los medios taladran el cerebro de la
población con tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por
mensajes de odio dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en
general.
Tercero, cumplido lo
anterior llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas
reclamando “un cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera
hace pocos días el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere
eternizarse en el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid
al ver las imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando
periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y
destruyendo las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don
Mario y liberar a Bolivia de un maligno demagogo. Menciono su caso porque ha
sido y es el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin
límites que crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala
el reinado del terror a cargo de bandas de sicarios contratados para
escarmentar a un pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre.
Cuarto: entran en
escena las “fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de
instituciones controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del
gobierno de Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios
conjuntos y las educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por
invitación de Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales
superiores de las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de
penetración de las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la
época de la Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho
de que un indígena fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas
de seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la
descontrolada actuación de las hordas fascistas --como las que actuaron en
Ucrania, en Libia, en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este
último caso, a líderes molestos para el imperio-- y de ese modo intimidar a la
población, a la militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una
nueva figura sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las
bandas reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley.
Una vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era
inevitable.
Quinto, la seguridad y
el orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a
instituciones como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y
sus lacayos de la derecha autóctona. Cuando se lanzó la ofensiva en contra de
Evo se optó por una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones
de los fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta:
primero, exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida,
elecciones pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo;
finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la
complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar. De manual, todo
de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones?
Abya Yala*/Qué pasó en Bolivia:
cronología del golpe de Estado
11
de noviembre de 2019 · Actualizado hace 1 hora, Página 12
(Argentina) https://www.pagina12.com.ar/230374-que-paso-en-bolivia-cronologia-del-golpe-de-estado?utm_source=gravitec&utm_medium=push&utm_campaign=Ultimo
La sucesión de hechos que
forzaron la renuncia de Evo Morales
El
proceso que terminó con la destitución del presidente boliviano comenzó tras las
elecciones del 20 de octubre. A partir de entonces la violencia opositora y la
presión internacional de la derecha fue en aumento hasta que los militares y la
policía le quitaron su apoyo al mandatario.
Evo
Morales se vio obligado a renunciar por el golpe de Estado que se puso en
marcha tras las elecciones del 20 de octubre.
El
presidente de Bolivia, Evo Morales , renunció
después de tres semanas de violentas protestas en todo el país contra su
reelección, y tras perder el apoyo de las fuerzas armadas y la policía y soportar todo
tipo de presiones nacionales e internacionales.
Morales había convocado
el mismo domingo a nuevas elecciones , tras una
auditoría de la OEA que detectó "irregularidades" en los comicios,
pero su anuncio no conformó a los líderes opositores que volvieron a
exigir su renuncia en medio de profundas tensiones y ataques
directos a casas de funcionarios. El conflicto comenzó el mismo día en que se
celebraron elecciones presidenciales.
Domingo 20 de octubre
Los
bolivianos acuden a las urnas para elegir a un
nuevo presidente . Evo Morales, primer jefe de
Estado indígena en Bolivia y en el poder hace 13 años, busca un cuarto mandato
con el aval de la justicia boliviana que lo habilita a participar de los
comicios tras el traspié sufrido en el referéndum de 2016. El expresidente
(2003-2005) de derecha Carlos Mesa aparece como el candidato opositor mejor
posicionado. Busca alcanzar una eventual segunda vuelta.
La
noche de la elección, Morales lidera el conteo con el 45,28 por ciento de los
votos frente al 38,16 por ciento de Mesa, con el 84 por ciento del escrutinio
realizado. Para evitar un escenario de balotaje, Morales debe obtener una
mayoría absoluta o al menos el 40 por ciento de los votos con una diferencia de
10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato. Espera que el voto
rural termine de darle el triunfo en primera vuelta.
La
oposición empieza a presionar, y los observadores internacionales critican la
lentitud de las autoridades para proporcionar el resultado final. Ambos
empiezan a agitar el fantasma de un posible fraude. Se inician las
primeras manifestaciones opositoras en las calles.
Lunes 21 de octubre
El
Tribunal Supremo Electoral (TSE) otorga el 46,4 por ciento de los votos a
Morales, contra un 37,07 por ciento para Mesa, con el 95,63 por ciento del
conteo realizado. La brecha se acerca a los 10 puntos necesarios para ganar en
primera vuelta. Mesa denuncia
fraude y
radicaliza su discurso. En varias regiones estallan incidentes
violentos que incluyen incendios, enfrentamientos con la policía y
saqueos. Manifestantes queman tres oficinas regionales del TSE en Potosí
(suroeste), Sucre (sur) y Cobija (norte).
Martes 22 de octubre
Organizaciones
ciudadanas convocan a una huelga general por tiempo indeterminado. En
conferencia de prensa, la OEA manifiesta "su profunda preocupación y
sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar" de los resultados
preliminares. Afirman que en su informe recomendarán una segunda vuelta. Como
respuesta, el gobierno y el TSE proponen que se realice una auditoría
sobre el proceso electoral. El presidente del TSE, Antonio Costas,
abandona su cargo por la "desatinada decisión" de suspender la
difusión del conteo preliminar. Luis Almagro, secretario general de
la OEA, confirma que auditarán el proceso electoral para "verificar
su integridad". El canciller Diego Pary le dice a la Unión Europea que
podrá revisar "una a una las actas" si así lo desea.
Miércoles 23 de octubre
Morales
denuncia por primera vez que está en marcha
un golpe de Estado por parte de la derecha boliviana,
con apoyo internacional. Las huelgas se replican en todo el país y se
multiplican los incidentes tras enfrentamientos entre partidarios de ambos
bandos.
Jueves 24 de octubre
El
candidato presidencial Carlos Mesa niega las acusaciones y le dice a Evo
Morales que es él quien no respeta la Constitución. También convoca a
manifestaciones pacíficas, aunque se siguen registrando incidentes. El
conteo oficial de votos se actualiza: el 99 por ciento del escrutinio indica
que Evo Morales gana
en primera vuelta .
Viernes 25 de octubre
Se
dan a conocer los resultados finales y Morales es declarado oficialmente
ganador con el 47,08 por ciento de los votos frente al 36,51 por ciento de
Mesa: supera los 10 puntos porcentuales exigidos para evitar la segunda
vuelta. La oposición, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, Colombia y
Argentina se unen bajo el mismo paraguas y exigen un
balotaje . Los bloqueos de calles y los
enfrentamientos entre militantes oficialistas y opositores continúan con
el correr de los días.
Jueves 31 de octubre
Empieza
la auditoría de la OEA sobre el recuento de votos, solicitada por el
gobierno pero ahora rechazada por la oposición.
Viernes 1 de noviembre
Renuncia Arturo Espinosa ,
jefe de la misión de la OEA. Espinosa había publicado un artículo de
opinión sobre las elecciones en Bolivia donde criticaba abiertamente a Evo
Morales.
Sábado 2 de noviembre
El
líder cruceño Luis Fernando Camacho se erige como el rostro más visible y
radicalizado de la oposición. Llama al ejército y la policía a
"ponerse del lado de la gente" y le pide la renuncia al presidente.
Morales llama a las fuerzas armadas a "servir al pueblo boliviano"
manteniéndose cerca de su gobierno.
Miércoles 6 de noviembre
Se
repiten violentos enfrentamientos en Cochabamba y bloqueos en otras
partes del país. En Vinto (centro), manifestantes prenden fuego el edificio
municipal y obligan a la alcaldesa Patricia Arce
Guzman (MAS)
a caminar descalza por el pueblo, cubierta de pintura roja, bajo insultos y
amenazas.
Viernes 8 de noviembre
Tres
unidades policiales se amotinan en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz. La
policía se muestra cercana a los manifestantes en La Paz y la protesta
opositora se extiende a otras regiones del país. Morales denuncia un golpe de
Estado "en curso", pero el gobierno descarta una operación militar
contra los amotinados.
Sábado 9 de noviembre
Efectivos
de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) de Cochabamba se amotinan
y llaman a nombrar nuevos comandantes. Con el correr del día se fueron
sumando los regimientos policiales de otros departamentos como Chuquisaca.
Domingo 10 de noviembre
Morales
anuncia por la mañana que convocará a "nuevas elecciones
nacionales que, mediante el voto, permitan al pueblo boliviano elegir
democráticamente nuevas autoridades". Poco antes, al dar a conocer el
informe preliminar de su auditoría, la OEA exige la anulación de las
presidenciales de octubre y la realización de nuevos comicios.
Dos
ministros y el presidente del Congreso renuncian frente a un clima acelerado de
violencia. Las Fuerzas Armadas y la Policía le piden la renuncia al
presidente. Desde la localidad de Chimoré, Morales anuncia finalmente
su renuncia después de 13 años en el poder.
Informe:
Guido Vassallo
*Abya Yala: Tierra viva, el
nombre indígena de América Latina. En el espíritu de José Martí y los pueblos
nativos, Abya Yala es todo lo que está relacionado con Nuestra América, esta
tierra viva que va desde Río Bravo hasta Tierra del Fuego, Caribe, sin olvidar
las primeras naciones de América del Norte.
Abya Yala*, Bolivia/El líder
cruceño detrás del golpe contra Evo Morales
11 de noviembre de 2019, Página 12
(Argentina) https://www.pagina12.com.ar/230272-quien-es-luis-fernando-camacho?cx_testId=3&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=0#cxrecs_s
Por Gustavo Veiga
¿Quién es Luis Fernando Camacho?
(Foto/Camacho colocó su escrito sobre
una biblia y la bandera boliviana arrodillándose en el piso, en la Casa de
Gobierno.)
En
Bolivia se acaba de asestar un mazazo al futuro de la institucionalidad y de la
democracia como valores aceptados por las mayorías en América Latina. Ya no es un
golpe blando lo que se concretó. No se resolvió en el Congreso como pasó en
Paraguay y Brasil, cuando se destituyó al obispo Fernando Lugo y a Dilma
Rousseff. Se acaba de decidir en los cuarteles, desde donde se emplazó al
presidente Evo Morales a abandonar el gobierno. La derecha regional
que en el pasado avaló dictaduras militares en todo el continente y se valió de
las fuerzas armadas para tomar el poder, además se movilizó en las calles
para lograr sus propósitos desestabilizadores. Utilizó una herramienta de
lucha de los populismos que cuestiona, porque sabe que ahí se puede definir el
destino de un país.
El
argumento que siempre agitó o pregonó es variopinto: la corrupción, el fraude,
el chavismo o la defensa de una sociedad occidental y cristiana en una cruzada
de la fe, con reminiscencias de la conquista española, por la cruz y la
espada. Se apoyó en el fantasma del comunismo como en la peor época de la
Guerra Fría. Esa batería oculta su verdadero propósito. No renunciar jamás a
sus beneficios, que son muchos. Sostenerse en la condición de clase que
representa, por la que se siente legitimada a estar siempre en el gobierno, muy
cerca de él o condicionándolo. Su objetivo es conocido: asediar a los procesos
populares, tutelar las democracias y que el control remoto de esas democracias
se ejerza desde Estados Unidos y organismos supranacionales que jamás se
someterían a ningún mecanismo pluralista de supervisión.
“El
golpe de Estado se ha consumado”, declaró el vicepresidente Álvaro García
Linera. La vigilia en La Paz y El Alto, el conglomerado urbano más
importante del estado plurinacional, había sido violenta, tensa y un campo
fértil para que el conflicto se desmadre. En buena medida, los militantes del
MAS, el partido del gobierno que respaldan al presidente Evo Morales, jugaron
casi todas sus fichas ahí, entre 3.600 y 4.000 metros de altura. Ahora no
la tendrán fácil con el presidente fuera del gobierno, con una policía nacional
amotinada y los militares que vieron cumplido su propósito de pedirle la
renuncia al presidente. Se la exigió hoy Williams Kaliman, el comandante
de las Fuerzas Armadas.
La
pretensión del líder cruceño Luis Fernando Camacho de entregarle una carta a
Evo para pedirle que renuncie, sin más representatividad que la de un núcleo
duro de golpistas de su departamento en Oriente, había tensado la situación al
máximo. Se presentó en la Casa de Gobierno, y ante la ausencia de Evo
colocó su escrito sobre una biblia y la bandera boliviana arrodillándose en el
piso. Como un cruzado que entró a Jerusalén. Lanzado a La Paz como Juan Guaidó
en Venezuela cuando ganó la calle y tuvo que recular, el abogado boliviano es
el mascarón de proa de una oposición que no disimula lo que hará cuando
gobierne. Camacho citó en público a Pablo Escobar como sinónimo de lo que
debería hacerse en Bolivia – sugirió anotar en una libreta a los
traidores al estilo del narcotraficante – y corrió a Carlos Mesa, el principal
candidato presidencial opositor, del escenario combustible que se está armando
en el país. Ahora es él un primer actor.
El
cruceño es hijo de José Luis Camacho Parada, quién también dirigió al Frente
Cívico en la década de los ochenta. En 1981 organizó el primer paro de
carácter departamental en la historia de esa institución, exigiendo que no se
concretara el Proyecto azucarero de San Buena Ventura, en el norte de La Paz.
Supuestamente afectaba a Santa Cruz. Como su padre, que intentaba imponerle
condiciones a un departamento que no es el suyo --Bolivia tiene
nueve, Luis Fernando le dio el primer ultimátum de 48 horas al presidente
legítimo para que abandonara la Casa del Pueblo, la nueva sede del gobierno en
la capital. Además forma parte de Los Caballeros del Oriente, una de las
dos grandes logias de Santa Cruz, el bastión de la derecha más radicalizada.
Es
curioso, pero el clan Camacho que completa José Luis Camacho Miserendino, el
hermanastro mayor de Luis Fernando, se queja de las condiciones que
presuntamente le impone La Paz a su departamento. Pero desde 2010, la tasa de
crecimiento del PIB de Santa Cruz ha sido superior a la de Bolivia. En 2018, su
economía creció a una tasa del 5,80%, un 37,44% más que la de todo el país
(4,22%). Se quejan de que su región no recibe lo que produce, pero el 26% de
las exportaciones globales, el 60% de las exportaciones no tradicionales y el
70% de las agroexportaciones, más el 70% de los alimentos de Bolivia, salen de
ahí. Lo dice el diario opositor Página 7, no un medio oficialista y afín a
Evo.
Los
Camacho tienen lazos políticos con el fugitivo Branko Marinkovic, quien se
refugió en Brasil en 2010, tras recibir acusaciones de sedición y
separatismo en Santa Cruz por haber organizado y financiado una banda armada
que pretendía la independencia de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando
y Tarija. La comandaba otro croata-boliviano: Eduardo Rózsa Flores. Como
el clan, tiene varias cuentas offshore denunciadas en los Panamá Papers.
Después de los comicios del 20 de octubre había escrito en su cuenta de
Twitter: “La elección fue fraudulenta, eso lo sabe el mundo, no basta solo la
segunda vuelta, se tiene que repetir sin el candidato ilegítimo e ilegal para
también sacar a sus parlamentarios fraudulentos”.
Estos
sectores quieren aumentar sus privilegios en Bolivia y fueron demasiado lejos.
El golpe de Estado a Evo Morales es un viaje de ida hacia el peor de los
pasados, en aquellos tiempos de la doctrina de seguridad nacional hemisférica.
Los sectores destituyentes no tienen siquiera la representación total ni
mayoritaria de la oposición, aunque sí un poder de daño que les permitió hasta
ahora consumar su objetivo con el respaldo del poder uniformado de militares y
policías.
gveiga@pagina12.com.ar
*Abya Yala: Tierra viva, el
nombre indígena de América Latina. En el espíritu de José Martí y los pueblos
nativos, Abya Yala es todo lo que está relacionado con Nuestra América, esta
tierra viva que va desde Río Bravo hasta Tierra del Fuego, Caribe, sin olvidar
las primeras naciones de América del Norte.
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